Totsuzen Papa ni Natta (NL)

Volumen 3

Interludio 5: Mientras Tanto, la Reina Oscura… V

Maredia se paró con el ceño fruncido a la entrada del bosque. “¿Esto es… el Bosque Chirin?”

“Sí, Su Oscuridad… seguramente lo es.”

“Olivia y el Dragón Anciano están claramente dentro.” “Sí, eso parece…”

Incapaz de soportar el aburrimiento de las vacaciones de verano en soledad, la ferviente creyente en el encierro había traicionado su propia filosofía para perseguir a Olivia.

“Parece que hay sílfides patrullando aquí.” Observó Clowria. “Si damos un solo paso dentro, nos atraparán inmediatamente.”

“Hauugh… El Bosque Chirin, los sílfides familiares… ¿Ha sido así durante mil años?”

Hace mucho, mucho tiempo, antes de la invasión, el Bosque Chirin había sido conocido como el Bosque Rama Plateada. El bosque era un lugar que había conectado el Reino Oscuro y el Reino Humano. Hace mil años, había varios lugares similares. Sin embargo, tras la derrota de la Reina Oscura Maredia a manos de los héroes, todas las puertas entre los reinos —el Bosque Chirin incluido— se habían cerrado.

Como resultado, muchos de los darkin que habían llegado al Reino Humano como parte de la invasión habían quedado atrapados. Sus hijos nacidos aquí no pudieron regresar al Reino Oscuro. Así pues, había comenzado una larga era de penurias para los darkin.

Mientras se cepilla con una mano los grandes cuernos que sobresalen de su largo cabello negro, la prueba de su herencia como darkin…

“… Me voy a casa.” Dijo Maredia, volviendo a su forma de gato con un puf. “… ¿Está segura, mi Reina?”

“¿Haugh?”

“Ella debería seguir viviendo aquí…”

“¿Quién, Martell? No me imagino que piense tan bien de mí.” La Reina Oscura felina dio la espalda al bosque, y Clowria se puso en marcha tras la gata deprimida.

Maredia saltó a la cesta que habían dejado en el suelo. Dentro había un libro al que le había tomado mucho cariño, uno de los libros ilustrados de Lena.

“… Te has dado cuenta de la energía mágica de Lena, ¿verdad, Clowria? A pesar de que puede hacer unos libros tan increíbles, debe haber pasado por momentos difíciles. Y las cosas seguirán siendo difíciles para ella.” Murmuró Maredia. “Y todo es culpa mía.”

“Mi Reina…”

“¡Ahora mismo, soy una inútil Reina Oscura que ni siquiera puede ir a casa! ¡Ni siquiera vale la pena pensar en ello! Si me entrometiera ahora, los darkin sólo se enfadarían más.” Se lamentó Maredia con una risa hueca.

“…”

Clowria no sabía qué decir a la otra mujer. Maredia había pasado mil años encerrada en su castillo, aplastada por su propia conciencia culpable. Derrotada por los héroes y con su querida biblioteca sellada, tenía el corazón roto. Pero el hecho de no poder enfrentarse a su propia gente: ese sentimiento era lo que la había mantenido atrapada durante mil años.

Aunque seguramente Maredia lo negaría en voz alta.

“Si no hubiera nacido con una profecía sobre mí.” Dijo Maredia riendo, acurrucada en la cesta.

Sin decir nada, Clowria volvió a su forma de halcón. Sujetó la cesta y comenzó su largo viaje de vuelta al castillo.