Tatoeba Last Dungeon Mae no Mura no Shōnen ga Joban no Machi de Kurasu Yō na Monogatari (NL)

Volumen 12

Capítulo 5: Testamento Jactancioso—Últimas Palabras Que Prometen Una Historia De Éxito Cliché En Su Futuro

Parte 1

El ataque del Imperio Jiou al ejercicio militar de Azami llegó a su fin.

Apenas hubo daños personales, aunque algunos soldados de Jiou quedaron con un miedo de por vida a las raíces de los árboles, gracias a Micona. Pero no ocurrió nada peor.

El testimonio de los guardias fronterizos de Jiou apuntaló el caso de espionaje contra Casitas e Hydra. Ya no podían alegar que no habían estado filtrando secretos del ejército y del gremio; la investigación buscaba ahora cargos adicionales. Llevaban tiempo en ello, y la división de inteligencia tenía mucho trabajo por delante.

En cuanto al propio imperio, Sou, Shouma y Eug habían sido eliminados, su reinado había llegado a su fin y, con él, la fuerza motriz de la guerra. Se rumoreaba que su gobierno estaba dividido entre la venganza y la reconciliación.

“Con las armas de la Dra. Eug, podemos ganar” fue sin duda un grito de guerra para los represaliados, pero… las armas que había dejado atrás eran imposibles de fabricar o incluso de utilizar eficazmente sin ella. Y la gran mayoría se había envalentonado por el mero hecho de disponer de armas como el mundo nunca había visto, así que con el paso del tiempo, los que buscaban la reconciliación ganaron la partida.

El testimonio de que la Dra. Eug había sido un señor de los demonios fue el golpe definitivo. La cálida acogida de Azami a los refugiados y desertores cambió el rumbo de la opinión pública y, por fin, aceptaron las condiciones de paz ofrecidas por Azami.

Jiou había crecido absorbiendo diversos países más pequeños. Este asunto había desatado resentimientos largamente guardados. Eso había sido parte del plan de Eug para hacerlos indudablemente malvados… pero sólo podemos esperar que les ayude a reinventarse como un buen lugar para vivir.

La propia Eug estaba en Azami, encerrada en una instalación de contención subterránea diseñada por la propia Rinko.

Había estado en estado crítico, pero las habilidades curativas de Rinko la habían mantenido con vida, y poco a poco se estaba transformando de nuevo en la Eug normal.

En esa habitación del sótano…

Rinko estaba sentada en una silla, contemplando el cuerpo dormido de Eug mientras flotaba rodeado de burbujas de aire, en un tanque de cristal lleno de algún tipo de fluido de cultivo.

“Ella no tiene la culpa. La culpa es de la Presidenta Eva, y mía, por saberlo y no impedirlo”.

“Jefe de laboratorio”. “Jefe”.

Satán estaba en forma humana, y Surtr descansaba sobre su cabeza. Ambos intentaron hablar a la vez, pero Rinko les hizo un gesto para que se callaran. Ella no necesitaba consuelo.

“Aun así, no pensé que se dejaría manipular tan fácilmente. Y el hecho de que se sintiera responsable de un número incalculable de muertes y, encima, de este mundo de fantasía, debió de corroerla y proporcionarle la apertura que Eva necesitaba. Todos los que se cruzaban con ella por la calle le recordaban a la gente de aquel viejo mundo, cuyas vidas probablemente ella se había cobrado. Y ese deseo la arrinconó aún más”.

“Lo entiendo. Así me sentía yo cada vez que una chica me rechazaba en el instituto. Me pasaba tres días deseando que todo fuera un mal sueño”.

“Esa no es una comparación apropiada, Surtr”, se burló Satán. “Francamente, si te recuperaste en sólo tres días, no fue tan grave”.

“¡Cállate!”, espetó la tortuga. El momento posterior a un rechazo se siente como el fin del mundo. “¡Puede que no sea tan largo, pero aun así se siente como si te sumergieran en un pozo de oscuridad! Sobre todo en la pubertad”.

Quizá haya que estar orgulloso de la fortaleza mental para recuperarse rápidamente de tocar fondo.

“Santo cielo”, dijo Rinko, haciendo una mueca ante las excusas de Surtr. “Intentas ser comprensivo, pero eso sólo hace que me compadezca más de Eug. ¿Mm?”

En ese momento, unos pasos sonaron por el pasillo y, antes de que nadie pudiera levantarse, la puerta se abrió de golpe sin llamar.

Era Alka. A Rinko no le dio tiempo a esconderse. “¡Augh!”, gritó. “¡Alka viene!”

Como un soldado de infantería que ve a un general del período de los Estados Combatientes.

Estaba claro que Alka había corrido hasta aquí y jadeaba.

“Hahh…hahh… ¡Lo sabía! Por la forma en que estos dos idiotas estaban hablando, sabía que alguien estaba detrás de esto… ¡y eras tú! ¡Jefe de Laboratorio Cordelia!”

Se acercó pisando fuerte.

“¡Tengo muchas preguntas que hacerte! Pero primero: ¡Satán! ¡¿Desde cuándo eres tú el que me engaña?! ¡Confiesa mientras te abres las tripas!

¡Seppuku y hazlo rápido!”

“Confiesa qué mientras yo… ¡¿Perdón?! ¿Quién ha oído hablar de un seppuku rápido?”

Pero Rinko apoyó a Alka aquí.

“Ya oíste a la dama, Setacchi. Coge una espada.”

“¡No haré tal cosa! ¡Nadie se hace el harakiri como si estuviera tomando una cerveza!”

“Eres japonés, hermano, conoces el procedimiento. Pero, jefe, le debes una explicación”.

Satán no confiaba en su capacidad para explicar las cosas mientras cometía suicidio ritual. Si tenía el valor de cometer seppuku era una pregunta para otra hora. Todas las miradas se volvieron hacia Rinko.

Esbozó una sonrisa que recordaba a una meseta empapada de rocío matutino. “Culpa mía”, dijo, inclinándose tanto que se levantó polvo por el impacto.

“¡Ohhh! Hacía tiempo que no lo hacía”, dijo Alka, convenientemente impresionada. “¡La más mínima metedura de pata y la jefa de laboratorio ofrece su postración penitente! ¡Un espectáculo digno de contemplar! Espera, ¿no he visto esto en alguna parte recientemente…?”

Al verla fruncir el ceño, Satán le preguntó: “¿Puedo decírselo?”. Con la cabeza aún en el suelo, Rinko dijo: “¡Claro que sí!”.

“Santo cielo. Alka, esto también era nuevo para mí, pero resulta que tu Marie es la hija del jefe de laboratorio”.

“¡¿Su qué?!” Alka gritó. Pero entonces los puntos conectaron. “Eso explica muchas cosas, en realidad”.

Asintió varias veces.

“Cuando conocí a Marie, pensé que se parecía un poco a ti. De hecho, esa es la razón por la que tomé bajo mi protección a una total desconocida fugitiva. ¡Así que la velocidad de su genuflexión es hereditaria!”

Eso suena preocupante en sí mismo. Si hay un marcador genético para el factor de doblegarse, el público tiene derecho a saberlo.

Pensando que la tensión se había relajado lo suficiente, Rinko se enderezó y sonrió a Alka.

“¡Se acabaron las disculpas! Bueno, si estás tras de mí, no tiene sentido ocultar nada. ¡Pregunta!”

Esto estaba menos resuelto y más por qué demonios no.

“Nunca te detuviste en nada”, gruñó Alka. “Pero ¿por qué no viniste a mí, o incluso a Eug?”

“Bueno, supuse que ya estarías sobre ella, y quise permanecer bajo el radar de la Presidenta Eva. Estaba especialmente en guardia contra vosotros dos. Si me hubiera puesto en contacto y se hubiera enterado de que yo movía los hilos, habría hecho su jugada”.

“Eso tampoco tiene sentido. Acabo de darme cuenta de que la Presidenta Eva estaba manipulando a Eug como parte de algún retorcido plan, pero…

¿qué está planeando?”

“Sé que dije que preguntaras cualquier cosa, pero… ¿ya estamos en esa parte? ¿No hay tiempo para historias de mis hazañas?”

“¿Están muy solicitados?” preguntó Surtr, perplejo.

Lo eran, en realidad: Fumar, Katsu y el rey los escuchaban ávidamente. Querían saberlo todo sobre ella, como los fans de las idols de la vieja escuela.

Rinko se rascó la cabeza. Alka golpeó la pared con la mano.

“Dime por qué me evitaste, por qué hiciste de la llave de la Última Mazmorra una espada sagrada, qué es lo que la Presidenta Eva intenta engañarnos a Eug y a mí, y qué has estado tramando mientras estabas escondido. ¡Todo!”

Caía polvo de la nueva grieta del techo.

“¡Nos debes una explicación!” Alka rugió. “¡La civilización ha desaparecido!

¡Incontables vidas perdidas! ¡Y todo ha sido reemplazado por este mundo de fantasía!”

“Jefe”, dijo Surtr.

“Sí”, dijo Rinko, avergonzada. “Acabo de prometer que tenía respuestas… y supongo que será mejor que empiece por el estado del mundo. Antes de que Alka se enfade más”.

Puso la mano en el hombro de Alka.

“Relájate y escúchame”, dijo. “En primer lugar, sobre este mundo y lo que les pasó a todos los científicos de laboratorio, ¿cuál es su comprensión actual?”

“¿Mm? Empezar con una pregunta de ensayo es un mal hábito, Jefe de Laboratorio”. Alka se cruzó de brazos, pensativo, y luego dio su respuesta.

“Resulta extraño explicarlo en voz alta, pero gracias a la metedura de pata de Eug, la Tierra es ahora un mundo de fantasía. El extraño dispositivo de las ruinas que estábamos estudiando transformó el propio mundo, y todos los que estaban en el laboratorio o cerca de él se convirtieron en inmortales, lo que ahora llamamos señores demonio. Seres esencialmente conceptuales. ¿Está mal?”

“Me lo imaginaba”, dijo Rinko. Hizo una pausa y soltó una bomba.

“¡Totalmente equivocado! ¡Esto no es la Tierra en absoluto!” “… ¡¿Huh?!”

Alka se quedó boquiabierta. Satán y Surtr asintieron, comprendiendo aquel sentimiento.

“¡Es el clásico isekai! El mundo del que venimos está completamente separado, ¡y todos acabamos de ser transportados aquí! Si eso tiene más sentido”.