Wortenia Senki (NL)

Volumen 18

Capítulo 4: El Heredero De La Voluntad Propia

Parte 1

Ha pasado una semana desde el encuentro nocturno de Ryoma con Koichiro. El sol acababa de alcanzar su punto álgido, y era más o menos la hora en que la gente terminaba sus almuerzos y se preparaba para sumergirse en su trabajo vespertino. Ryoma, que normalmente trabajaba en su despacho de la finca, caminaba con Laura hacia el campo de entrenamiento situado en un rincón de Sirius.

El campo de entrenamiento era una zona de tierra expuesta rodeada de muros de yeso donde sólo los soldados más aventajados de la baronía podían entrenarse y perfeccionar sus habilidades. Estaba reservado al uso de los soldados, por lo que los oficiales de alto rango, como Robert y Signus, rara vez lo utilizaban. Ni que decir tiene que Ryoma tampoco visitaba este lugar a menudo. Sólo venía durante los desfiles u otros actos ceremoniales, o para saludar a los soldados.

Cuando él y Laura llegaron al campo de entrenamiento, Ryoma miró a su alrededor con curiosidad.

“¿Por qué venir aquí?”, preguntó.

Su sorpresa era comprensible. Sus preparativos para la llegada de la subyugación del norte estaban completos, así que sólo quedaba interceptar al ejército enemigo. Ryoma también tenía otras tareas que atender; como gobernador, tenía montones de documentos que revisar y aprobar cada día.

Salí para cambiar de aires, pero…

Desde que había vuelto de su reunión con Myest, Ryoma se había encerrado en su despacho. Nunca se quedaba sin trabajo, pero al final su paciencia no daba para más, así que cuando Laura le pidió que la siguiera fuera, aceptó. Desconfiaba un poco de la explicación de Laura para querer que se marchara, pero le había hecho caso por un sincero deseo de cambiar de aires. En ese momento, no pudo evitar sentir curiosidad por lo que Laura estaba haciendo.

En lugar de responder a su pregunta, Laura sacudió la cabeza en señal de disculpa. “Lo siento, maestro Ryoma. Ya lo verá cuando lleguemos”.

Al principio, Ryoma se preguntó si había algún tipo de ceremonia planeada, pero dada la reacción de Laura, no parecía ser el caso. Justo entonces, Ryoma vio a un grupo reunido en un rincón del campo de entrenamiento.

¿Qué? No parece que estén entrenando.

El grupo no parecía estar haciendo nada en particular, y como no se oían vítores ni abucheos, no estaban enzarzados en ningún tipo de pelea. Ryoma miró a Laura, que parecía saber lo que estaba pasando, pero ella se limitó a negar con la cabeza. Sin embargo, esta parecía ser la razón por la que le había traído aquí.

“Entonces, ¿cómo sucedió esto?” preguntó Ryoma y miró a su alrededor. Allí había una inesperada reunión de gente.

Esa es Sara, y la pelirroja a su lado debe ser Lione. Frente a ellos están Mike y los Leones Carmesí… ¿y Gennou…? ¿Qué está pasando aquí?

Reunidos estaban todos los miembros principales y oficiales superiores de la baronía Mikoshiba. Es más, normalmente era el momento del día en que estarían supervisando el entrenamiento de los soldados o encargándose del papeleo. Aún así, teniendo en cuenta que faltaban algunas personas, estaba claro que no habían descuidado por completo sus obligaciones.

Supongo que dejaron su trabajo en manos de otros, pero ¿a qué viene todo esto?

Ryoma no era el tipo de jefe gruñón que se quejaba de que sus subordinados holgazanearan mientras trabajaban. Si lo fuera, Lione y su grupo -que estaban acostumbrados al estilo de vida mucho más relajado del trabajo mercenario- seguramente renunciarían a sus puestos como caballeros suyos.

A Ryoma sólo le importaban los resultados. Podían holgazanear todo lo que quisieran y él no diría ni una palabra mientras produjeran el resultado que él necesitaba. Eso no quería decir que no le importara cómo hacían las cosas, pero sólo se volvía relevante si fracasaban. En ese sentido, servir a Ryoma era relativamente fácil.

Al mismo tiempo, Ryoma no mimaba tanto a sus hombres como para que se sintieran cómodos eludiendo el trabajo delante de él.

Si sólo están holgazaneando, pensaría que al menos intentarían mantener las apariencias en el momento en que yo apareciera.

Ninguno de ellos apartó la mirada de Ryoma en señal de culpabilidad cuando se percataron de su presencia. Al contrario, le miraban absortos. La expectación y la curiosidad de sus miradas hicieron que Ryoma se sintiera un poco incómodo.

Bueno, a juzgar por todo esto, lo que sea que esté pasando no es nada demasiado serio.

Justo entonces, la mirada de Ryoma se posó finalmente en la única persona que estaba fuera de lugar en comparación con el resto del grupo.

“¿Qué haces aquí, abuelo?”. preguntó Ryoma a Koichiro exasperado.

Koichiro no parecía dispuesto a contestar. Ignoró descaradamente a su nieto y, en su lugar, se dirigió a Laura animándola.

“¡Oh, te ha llevado un rato! Buen trabajo, Laura”.

Laura asintió y se colocó detrás de Ryoma. Ryoma seguía sin saber qué estaba ocurriendo, pero parecía que el viejo engreído y malvado que se cruzaba de brazos ante él había urdido aquella situación. Ryoma miró a Laura, pero ella volvió a negar con la cabeza, diciéndole en silencio que le pidiera los detalles a Koichiro.

Maldito viejo. ¡Y está tratando a Laura como si estuviera en esto!

Ryoma recordó su conversación con Koichiro la semana anterior. Aquella noche, Ryoma aceptó sus disculpas y juró salvar a Asuka, con la esperanza de que esta fuera su forma de devolverle el favor a su abuelo por haberlo criado.

Pero esa noche fue la única vez que actuó mansamente conmigo.

A la mañana siguiente, Koichiro había vuelto a su actitud despreocupada habitual. Se escabullía de su dormitorio por la mañana para entrenar vigorosamente antes del amanecer, y cuando iba a bañarse después, pasaba treinta minutos remojándose en la bañera de la finca de Ryoma. Desayunaba a las ocho, exigiendo una ensalada fresca, pan recién horneado y cinco trozos de jamón o salchichas para mantener su necesaria ingesta de proteínas. Después de desayunar, jugaba al Go con Zheng y, al anochecer, bebía y se divertía con Lione, Robert y Signus.

Estaba reproduciendo su estilo de vida de Japón, lo cual no era malo en sí mismo. Koichiro, que parecía abatido y arrepentido, mantenía el ánimo, y eso era un alivio, pero eso sólo valdría si aún estuvieran en Japón.

Por supuesto, Ryoma estaba dispuesto a seguirle el juego a su abuelo hasta cierto punto. Si quería bañarse por la mañana, Ryoma le dejaba hacer lo que quisiera. Sin embargo, en este mundo no había gas para calentar el agua, así que los criados tenían que calentarla manualmente, lo cual era un trabajo agotador.

Supongo que se podría decir que no es mi problema, ya que no soy yo quien hierve el agua personalmente, pero aun así.

Ryoma no podía evitar preguntarse si Koichiro se creía algún tipo de noble. Estaba siendo demasiado irresponsable y egoísta, y Ryoma se sentía molesto por ello. Más molesto aún era que todos los demás parecieran seguirle el juego a Koichiro. Ryoma había intentado hablar con los criados al respecto, pero al verlos sonreír tras complacer las peticiones del anciano, Ryoma sólo pudo darles las gracias. Si los demás pronunciaran una sola palabra de queja, Ryoma regañaría a Koichiro, pero se había mantenido al margen hasta ahora porque parecían reaccionar favorablemente ante Koichiro.

El viejo tiene una extraña manera de ser extrovertido y popular.

Koichiro era, en el fondo, un hombre de buen humor. Uno no lo supondría basándose en su aspecto y su comportamiento, pero era una persona muy sociable y, como resultado, su comportamiento desinhibido le ganaba de algún modo el afecto de sus espectadores. Aunque Ryoma no sabía muy bien cómo lo hacía el anciano, esa era la realidad que tenía ante sus ojos.

Tras lanzar un suspiro, Ryoma se dirigió a Koichiro. “¿De qué va todo esto? No voy a criticar lo que haces con tu tiempo, abuelo, pero soy un hombre ocupado, así que te agradecería que lo hicieras rápido”.

Sus palabras estaban cargadas de sarcasmo y resignación, pero dada la situación, era natural que Ryoma se mostrara un poco irritable.

Koichiro, sin embargo, no era tan simple como para preocuparse por la actitud puntillosa de su nieto. Explicó sin disculparse: “Oh, no es mucho. Signus y yo estamos teniendo una pequeña pelea para decidir quién pagará las bebidas esta noche. Esperaba que pudieras hacer de árbitro”.

Ryoma ladeó la cabeza, perplejo, y dirigió una mirada interrogante a Koichiro.

¿Quiere que sea árbitro en una apuesta? Ya veo. No me extraña que haya tanta gente aquí. Supongo que hace esto todas las noches, pero el problema es…

Ryoma no iba a animarles a apostar así, pero teniendo en cuenta que muchos de los miembros de la baronía eran antiguos mercenarios, reconocía que necesitaban algún medio para desahogar su exceso de energía. En su lugar, tácitamente había pasado por alto el juego con la condición de que lo único que podían apostar era quién pagaba la cuenta del alcohol. Consideró que también sería una forma eficaz de evitar discusiones que podrían acabar en sangrientas peleas, por lo que se había convertido en una norma no escrita.

Sin embargo, aunque lo aprobara, hacer que el señor de la baronía sirviera de árbitro para su apuesta era absurdo.

Pero si digo que no, eso causará problemas a su manera.

Su decisión se había tomado prácticamente por él cuando Laura lo trajo. Aunque Ryoma se negara, Koichiro no lo aceptaría sin más.

Empezaría a discutir con él, seguro.

Probablemente sea más fácil acabar de una vez. Además, supongo que he estado trabajando demasiado últimamente.

Mientras pensara en ello como un cambio de ritmo, podría soportar razonablemente los caprichos de Koichiro, así que tras suspirar profundamente, Ryoma aceptó ser su árbitro.

La multitud que los rodeaba aplaudió el consentimiento de Ryoma, probablemente porque también iban a apostar por el ganador de este combate. Además, al fin y al cabo, todos eran guerreros experimentados. Tenían curiosidad por ver a otros guerreros con talento enfrentarse.