Neechan Wa Chuunibyou (NL)

Volumen 4

Capitulo 7: ¡Ajuste De Cuentas En El Castillo Flotante Zalegrande! (Mientras Está… Ya sabes… Cayendo)

Parte 4

El puño derecho de Yuichi estaba enterrado en su torso.

Un golpe invisible. Él no lo había telegrafiado de ninguna manera, ni ella había percibido el movimiento en sí. Había atravesado su membrana defensiva, había eliminado cualquier posibilidad de esquivar, le había roto las costillas y se había hundido profundamente en su tronco.

No hubo un fragmento de desperdicio en la aplicación de su fuerza. Era una dirección de fuerza casi extraña en su franqueza, producida con el único propósito de asestar un golpe fatal.

Un golpe suficiente para acabar con la vida de Makina, de una Intrusa.

Ella no pudo escapar.

Cualquier posibilidad de supervivencia parecía huir de ella.

Ese único golpe haría que Makina cayera en picado al barranco de la muerte.

***

“¡Por cierto, eso fue un alarde!” Dijo Mutsuko despreocupadamente.

“¿Eh? ¿Qué?” Aiko y Mutsuko habían estado observando la batalla desde que llegaron al lado de Kanako.

“Lo llamó definitivo, pero no lo es, no realmente.” Explicó Mutsuko. “¡Ni siquiera está cerca de completarse y necesita mucha más formación! Pero mira, el monologo previo es parte del movimiento. Pone al oponente en alerta máxima. Entonces, cuando todo esté tenso, ¡golpeas!”

“Um, ¿qué pasa con su cosa de la membrana defensiva? ¿No debería haber rebotado en eso?” Aiko preguntó mientras trataba de tocar a Mutsuko, descubriendo que podía hacerlo sin resistencia. La derrota de Makina había aflojado su poder sobre ellas.

“Parecía ser un campo de desviación de fuerza, por lo que sólo tienes que usar un puñetazo tan directo que la fuerza no se pueda redirigir.” Dijo Mutsuko. “Bueno, eso es parte del ‘golpe definitivo’.

¡Es como golpear una esfera justo en el centro!”

Aiko decidió que ya no tenía sentido actuar sorprendida, así que decidió preguntar sobre otro punto que la había desconcertado. Se trataba de la declaración de Yuichi de que podías moverte incluso después de que tu corazón se detuviera.

“Quiero decir… ¿Que tu corazón se pare, no debería matarte?” Preguntó Aiko. Eso es lo que le decía su sentido común, y era probable que cualquiera estuviera de acuerdo.

“Puedes seguir moviéndote durante bastante tiempo, incluso después de que tu corazón se detenga.” Dijo Mutsuko. “Escuché que los osos pardos pueden seguir moviéndose y atacando a las personas después de que les disparan en el corazón, ¡y un león al que se le dispare a 200 metros aún pueden tener suficiente fuerza para abalanzarse sobre un cazador!”

“Cierto, pero… Sakaki es un ser humano…” Aiko vaciló. Para ser franca, estaba empezando a dudar de que eso fuera cierto.

“Incluso un humano puede moverse durante unos diez segundos,

¿sabes?” dijo Mutsuko. “Es difícil moverse correctamente a menos que entrenes para ello. Sin un flujo de sangre al cerebro, te desmayas muy rápido. Tu cuerpo comienza a ponerse rígido y se vuelve pesado, como si estuvieras atado con pesas. Tu respiración se vuelve superficial y es difícil llenar tus pulmones, como si hubieras corrido cien metros planos mientras contenías la respiración, y cuando finalmente intentas respirar, no tienes la fuerza.”

“Lo dices como si lo hubieras experimentado tú misma…” Aiko apenas podía creer lo que oía, pero tenía la sospecha de que las palabras de Mutsuko tenían el peso de la experiencia detrás de ellas.

“¡Ese es poder de la mujer!” Declaró Mutsuko. “¡Lo he probado un montón de veces! Oye, ¿también quieres tener una experiencia cercana a la muerte en algún momento, Noro?”

“No gracias. Paso.” Aiko objetó con fuerza. Así que su sospecha furtiva había sido correcta.

“¡Los límites humanos son mucho más altos de lo que piensas!” Proclamó Mutsuko. “¡La clave es acostumbrarse a ellos! El entrenamiento puede permitirte moverte hasta cierto punto incluso después de que tu corazón se detenga, y hay una gran diferencia en lo que puede hacer cuando se te detiene el corazón por primera vez y después de haber tenido mucha experiencia con ello.”

“Ah, ok. Así que es algo a lo que tienes que acostumbrarte, ¿eh?” Aiko dijo inexpresivamente.

“¡También tienes que entrenar para saber cómo detener el corazón de tu oponente, y eso es difícil de entender a menos que lo entrenes en ti mismo!” Añadió Mutsuko emocionada. “¡También es una práctica realmente útil para llevar su cuerpo al máximo! ¡Oye, apuesto a que Yu podría entrar en el Libro Guinness de los Récords Mundiales por las veces que su corazón se ha detenido!”

A Aiko le parecía que Yuichi probablemente no querría que eso se conmemorara.

“De todos modos, ¿realmente deberíamos estar aquí parados hablando de esto?” Preguntó Aiko. “Sakaki estaba actuando tan aterrador… ¿crees que realmente la mató?” No tenía idea de lo que le había pasado a Makina después de que él la golpeara.

“Bueno, personalmente no es problema mío si ella muere.” Dijo Mutsuko. “Pero Yu es un blandengue, ¡así que probablemente no fue tan lejos! ¡Lo de matar era parte del engaño!”

“¿De verdad?” Preguntó Aiko, sintiéndose aliviada. Incluso desde esta distancia, podía decir cuán enojado había estado. La idea de que pudiera matarla no le había parecido inverosímil.

“Um, entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Deberíamos entrar allí?” Preguntó Aiko, señalando la Torre Negra. Parecía que deberían comprobar cómo les estaba yendo.

“Creo que está bien.” Dijo Mutsuko. “¡Mira, Yu ha vuelto!”

Yuichi caminaba hacia ellas, sosteniendo a Natsuki en un brazo. Gentilmente la acostó junto a las chicas. Su pierna se sentía mejor, así que ya no cojeaba.

“¿Estaría bien asumir que la situación está resuelta?” Yuichi lo consultó con Mutsuko.

“¡Buena pregunta!” Ella respondió. “Parece que la habilidad de Makina ha perdido efecto, pero ¿qué hay de este castillo? Es de Orihara…”

Mutsuko no terminó la frase mientras miraba hacia el techo. El polvo y los guijarros empezaban a llover sobre ellos.

“Orihara, ¿sabes lo que está pasando?” Yuichi preguntó, nervioso. Si este castillo era producto de la imaginación de Kanako, debería tener alguna idea.

“Um… Siento que se me ha escapado de las manos… Siento que ya no puedo usar magia…”

Kanako dijo, disculpándose. Las palabras sobre su cabeza habían vuelto a ser “Fanática de Isekai”.

El pasillo dejó escapar un crujido. El suelo empezó a ondular, como si el pasillo estuviera girando a su alrededor. Uno de los pilares cayó, dejando escapar un sonido plomizo y empezaron a caer trozos más grandes de escombros.

“Ah, cómo decirlo… Siento que hemos pasado por esto antes.” Dijo Aiko, y todos intercambiaron una mirada.

“¡Está colapsando! ¡Qué cliché!” Mutsuko gritó, con una extraña nota de deleite en su voz.

“¡Nee-chan, toma a Takeuchi y adelántate!” Yuichi gritó. “¡Oye! ¿Qué vas a hacer, Yu?”

“Voy por Shikitani.” Dijo. “Ella puede ser una desgraciada, pero no podré dormir por la noche sabiendo la he dejado morir.”

“¿Qué hay del daño que sufriste?” Preguntó Mutsuko.

“Mientras no esté muerto, puedo seguir adelante. Estaré bien. Eso lo sabes, ¿verdad?” Dijo Yuichi, sonriendo con confianza.

“¡Sí! Lo sé mejor que nadie, ¡incluso si no me lo dices! ¡Entonces vamos! ¡Llevaré a Takeuchi!” Mutsuko cargó a Natsuki sobre su espalda y comenzó a caminar hacia la Torre Blanca sin mirar atrás. Aiko comenzó a seguirla, luego notó que Kanako ya no estaba junto a ella.

“¿Orihara?” Aiko se volvió.

Kanako había pasado corriendo a Yuichi y, por alguna razón, se dirigía a la Torre Negra.

“¡Noro! ¡Deja que Yu se encargue de ella! ¡Vámonos!” Llamó Mutsuko.

“¡O-Ok!” A pesar de su vacilación, Aiko pareció decidir confiar en Yuichi, y se apresuró a seguirla.

Yuichi persiguió a Kanako presa del pánico.

En este momento no estaba en su mejor condición, y moverse requería mucho esfuerzo. Probablemente podría moverse bien si exprimía lo último de su poder, pero todavía no parecía el momento para eso.

Cuando llegó al interior de la Torre Negra, pudo ver que las paredes grises y el techo comenzaban a desmoronarse. Podía ver el edificio de la escuela, invertido, a través de las grietas de las paredes.

Kanako estaba de pie junto a Makina, sosteniendo su bastón en alto.

Sería fácil para él saltar y detenerla. Pero no lo hizo. Ella no moriría de un golpe con un bastón. Y en su opinión, dado lo que Makina le había hecho, Kanako tenía derecho a golpearla.

Kanako cerró los ojos con fuerza y bajó el bastón. Pero no golpeó a Makina.

El bastón de repente desapareció en una bocanada de humo, seguido del traje de bruja de Kanako.

Kanako abrió los ojos y miró a su alrededor con pánico.

Yuichi se acercó al lado de Kanako. “Orihara. Si realmente quieres que pague por lo que hizo, déjame hacerlo. No necesitas ensuciarte las manos.”

“No lo sé… De repente, la idea de que todo es culpa suya… Todo dejó de parecer real. Pero…” Divagó, sonando desorientada. Probablemente era difícil para ella saber con qué estar enojada.

“Sé que no me corresponde sugerir esto… Pero ¿por qué no centrarse en el futuro?” Yuichi preguntó. “No creo que ella interfiera más en tu destino. Y si tienes algo más que decirle, puedes escuchar lo que tiene que decir cuando se despierte.”

Yuichi sabía que probablemente había mejores formas de consolar a la chica, pero esta era la mejor en la que podía pensar.

“Probablemente hay otras personas como ella.” Dijo Kanako preocupada. “Si vienen por mí, ¿me protegerás de nuevo, Yuichi?”

“Machacaré a hasta al último de ellos.” Prometió Yuichi, aliviado de que Kanako no estuviera dispuesta a discutir. “Seguiré demostrando que el destino es lo que hacemos con él.”

Aun así, el castillo se estaba desmoronando mientras hablaban. Yuichi miró hacia la puerta de la torre y vio que el pasillo se había derrumbado por completo. No había forma de que pudieran llegar al techo de la escuela así.

La Torre Negra en sí ya estaba medio desaparecida. Podía ver el cielo nocturno a través del suelo. Si caían desde aquí, la gravedad podría revertirse y terminarían de regreso en el castillo.

Yuichi levantó a Makina en un brazo, luego la arrojó a través de un agujero en la pared.

“¿Eh?” La boca de Kanako se abrió en estado de shock.

Tenía que reconocer que probablemente se veía un poco cruel, incluso si acababa de darle un puñetazo en el estómago.

“Está bien.” La tranquilizó. “No estamos tan alto y ella es difícil de matar.”

Yuichi miró hacia arriba para comprobar que Makina estaba “cayendo” hacia el campo de atletismo sobre ellos, y parecía que la gravedad se revertía en el momento en que dejaron las murallas del castillo. Makina golpeó el campo, pero no hubo una explosión de sangre a su alrededor, lo que sugiere que probablemente todavía estaba viva.

“Orihara, ¿no tienes problema alguno con saltar?” Preguntó, aunque incluso si ella decía que no, no tenían muchas opciones.

Afortunadamente, Kanako asintió obedientemente y se acercó a Yuichi.

“Te abrazaré, así estarás a salvo.” Dijo Yuichi. “Sí, así es. Como me abrazaste antes… ¿eh?”

Kanako lo estaba apretando con fuerza. No era realmente diferente de lo que había hecho Aiko cuando él saltó del techo con ella, pero esta vez, tal vez porque tenía más tiempo para pensar en ello, lo hacía sentir un poco cohibido.

“Ok. ¿Lista?” Envolvió las piernas de Kanako alrededor de su cintura, luego saltó de la pared.

Inmediatamente, la gravedad se invirtió y cayeron hacia el campo deportivo.

Era su segunda vez y estaba acostumbrado, así que Yuichi se reorientó fácilmente y golpeó el suelo con su caída de cinco puntos.

“¿Estás bien?” Yuichi preguntó. Dejó a Kanako en el suelo y la examinó.

“Sí… caer no fue tan malo como lo imaginaba.” Kanako sonrió.

Yuichi, sintiéndose tímido, miró al cielo. A medida que el castillo al revés se derrumbaba, también se volvía más tenue, desapareciendo lentamente en el cielo nocturno.

Yuichi dejó escapar un suspiro de alivio. Parecía que todo había terminado.

Miró hacia la escuela y vio a Mutsuko y Aiko corriendo hacia ellos.