Neechan Wa Chuunibyou (NL)

Volumen 4

Capitulo 7: ¡Ajuste De Cuentas En El Castillo Flotante Zalegrande! (Mientras Está… Ya sabes… Cayendo)

Parte 3

Si salía del pasillo, moriría. Eso significaba que no podía entrar a la torre.

Y, sin embargo, arrastrando una pierna detrás de él, Yuichi comenzó a caminar hacia ella. Su pierna derecha estaba casi inutilizada, sólo podía soportar su peso. Su brazo izquierdo también estaba en mal estado.

“Pensé que no tenía que preocuparme por ti.” Dijo Yuichi con determinación. “Pensé que lo que sea que estuvieras haciendo, no era asunto mío. Alguien está muriendo ahora mismo, en algún lugar del mundo. Ya sea por accidente, premeditación o simple malicia, pensé: ‘Estas cosas pasan’.”

Calmó su respiración. Estaba bien estar enojado, se recordó a sí mismo, pero no debía dejar que eso lo tragara.

“Pero ustedes son diferentes, ¿no es así? Sólo porque estás aburrida y tienes tiempo para matar… Usas a las personas como piezas en un tablero, juegas con ellas y te deshaces de ellas, alegando que son sólo ‘historias’. Ustedes actúan como dioses y juegan con los destinos de las personas. Los ponen en un escenario de cuarta y luego abuchean cuando no los entretiene.”

Cada uno de sus movimientos era un recordatorio del dolor que sufría su cuerpo. Estaba en muy mal estado. Sin embargo, estaba seguro de que aún podía recurrir al poder suficiente para acabar con ella.

“¡Malditos sean!” Él chasqueó. “¿Quién se creen que son? ¿Qué crees que es Orihara? ¿Qué son las personas? He tomado una decisión:

¡voy a aplastar a todos y cada uno de ustedes! ¡Lo haré para que nunca más puedan volver a jugar tus estúpidos juegos!”

“Vaya que eres testarudo, pero es cómico en extremo.” Dijo Makina. “¿Has olvidado la situación en la que te encuentras? Tan cegado por tu rabia, no puedes ver que todas las realidades del mundo se interponen en tu camino. ¿O crees que tu enfado despertará algo?

¿Algún poder conveniente para superar la situación? Si es así, por supuesto, inténtalo… Eso sería interesante, a su manera.”

Makina continuó mirando a Yuichi desde su posición dentro de la torre. Había una leve sonrisa en sus labios. Debía estar bastante interesada en ver lo que Yuichi había planeado.

“No voy a despertar nada. Ya tengo el poder de aplastarte. Aquí y ahora.” Yuichi enfocó su poder en su brazo derecho. Iba a caminar hacia ella y golpearla. Ese era el único pensamiento en su mente.

“Ahora bien, espera un minuto, espera…” Makina miró a Yuichi con incredulidad. “¿De verdad eres tan estúpido que vas a cargar a ciegas en contra de mí? Pensé que habías comprendido el alcance de mis habilidades.”

“Decidí que te voy a pegar.” Respondió. Sólo podía hacer eso si estaba junto a ella; por lo tanto, tenía que caminar hacia ella.

“Parece una forma tan aburrida de morir…” Dijo Makina.

Yuichi puso su pierna izquierda en la torre. Si salía del pasillo, moriría. A Yuichi no le importaba. También metió la pierna derecha en la torre.

En ese instante, el corazón de Yuichi se detuvo.

***

Makina vio cómo todo sucedía, estupefacta.

Al principio, no podía decir exactamente lo que acababa de suceder.

Tenía que organizar mentalmente el orden de los acontecimientos.

Yuichi había entrado en la torre y su corazón se había detenido.

Luego se había golpeado el pecho con el puño derecho.

“¿Uh?” Ahora Makina gruñó, con la mandíbula floja, con una voz que casi no reconoció como propia.

“Me preguntaba cómo pasaría. ¿Eso es todo?” Yuichi continuó caminando hacia Makina, completamente imperturbable.

“¿Cómo hiciste…?”

“¿Crees que una persona muere sólo porque su corazón deja de latir?” Yuichi preguntó. “Por favor.”

“¡¿De qué estás hablando?!” Ella exclamo.

Si el corazón de alguien se detenía, morían. Simplemente dejaban de moverse. Ella lo consideraba una ley fundamental del universo. La idea de que sucediera algo que contradijera eso, nunca se le había pasado por la cabeza.

“Con el entrenamiento adecuado, puedes seguir moviéndote por un tiempo incluso después de que tu corazón se detenga.” Dijo Yuichi. “Y si puedes moverte, puedes hacer que tu corazón comience a latir de nuevo. Es bastante simple.”

Yuichi dijo esto con tanta naturalidad que Makina realmente comenzó a encontrarlo plausible. Pero… No, seguramente no era posible. No había forma de que una persona pudiera reiniciar su propio corazón.

“¡Yuichi Sakaki! ¡Si te mueves de ese lugar, morirás!” Ella ordenó, estableciendo una nueva regla para su espacio cerrado.

En un típico thriller de juegos de muerte, se aplicaban reglas ridículas a los participantes, pero eran neutrales e imparciales. La historia no funcionaría si no fuera así; no había nada interesante en una historia en la que las reglas cambiaban sobre la marcha.

Pero en el caso de Makina, esos principios eran autoimpuestos. Ella sólo los empleaba para su propia diversión, lo que significaba que, si le apetecía, siempre podía cambiar las reglas en cualquier momento.

Makina esperó a que se activara el poder de sus palabras. Pero Yuichi siguió caminando hacia adelante.

Esta vez, ni siquiera actuó como si su corazón se hubiera detenido.

Siguió caminando hacia Makina.

“Imposible…” Susurró. ¿Por qué no había funcionado?

Yuichi respondió, como si le hubiera leído la mente. “La misma jugada no funcionará dos veces.”

“Ah…” ¿Cómo podía afirmar eso? Aun así, Makina comprendió, podría haber visiones del mundo donde tales reglas estuvieran vigentes. Yuichi Sakaki parecía creerlo como una ley fundamental del universo. Para él, era evidente. No tuvo ni un segundo de duda.

“¡Yuichi Sakaki no puede acercarse a cinco metros de Makina Shikitani!” Ella gritó.

“¡Al diablo con tus malditas reglas!” Yuichi ladró, su voz lo suficientemente fuerte como para hacer temblar la torre.

Luego, sin pausa, se acercó a un radio de cinco metros de Makina. Makina estaba estupefacta. No tenía idea de lo que estaba pasando.

“No tengo que seguir ninguna regla estúpida que establezcas por capricho.” Dijo Yuichi. “De todos modos ¿qué te da derecho a hacer eso? ¿Porque eres un Intruso? ¿Tienes el poder de controlar el destino?

¡Al diablo con eso! ¡No tengo que estar de acuerdo con nada de lo que dices!”

Lo que estaba sucediendo ante los ojos de Makina cambió completamente su comprensión del mundo. Había vivido durante mucho tiempo y había adquirido un enorme conocimiento en ese tiempo, a través de la experiencia. No obstante, nada de lo que había visto habría sugerido que una persona pudiera anular sus poderes únicamente con fuerza de voluntad y determinación.

Yuichi llegó frente a Makina. Ahora estaba al alcance de la mano; lo suficientemente cerca para atacar.

“¿De verdad quieres desafiarme en un combate cuerpo a cuerpo?” Preguntó Makina. “Me viste acabar con esa estudiante, ¿no es así?”

Ahora bien, Makina lamentó las palabras incluso mientras las decía. ¿Por qué tenía que hablar tan bien de sí misma?

“¿De verdad crees que dominar artes marciales a nivel de sensei es suficiente para enfrentarte cara a cara conmigo?” Yuichi respondió, como si viera a través de ella.

Justo en el blanco. Makina no tenía fe en que su escasa habilidad en artes marciales pudiera representar un desafío contra Yuichi. Era un estudiante de secundaria con un brazo izquierdo lesionado y una pierna derecha que arrastraba detrás de él. Aun así, ella era la que no tenía ninguna posibilidad.

“T-Tomaré a las chicas detrás de ti como rehenes…” Su voz se quebró. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que sentía esta emoción? El tiempo suficiente para que no pudiera recordar la última vez.

“Adelante, inténtalo.” Dijo Yuichi.

Las chicas detrás de él no mostraron signos de moverse. Habían puesto toda su fe en Yuichi.

Makina no podía usar su habilidad para matar a alguien que no se moviera. No podía establecer reglas que resultaran en una muerte inevitable.

Los ojos de Yuichi parecían tranquilos mientras descansaban en Makina, pero no podía ocultar completamente el fuego que ardía detrás de ellos.

Makina era como un ciervo ante la luz de un par de faros. Aun así, recordó, todavía tenía un último refugio.

Dominio Inviolable, su barrera protectora. Yuichi ya había reconocido su existencia, por lo que no debería poder atravesarlo.

La confianza de Makina volvió. Esta serie de eventos irregulares casi la había hecho perder la calma. Pero Makina era una Intrusa, un ser que existía fuera del destino. Ella no estaba atada por una vida natural; si alguna vez tenía alguna posibilidad de sobrevivir, por pequeña que fuera, lo haría.

“¿Crees que no puedes morir?” Preguntó Yuichi, una vez más leyendo su mente.

La forma en que seguía haciendo eso envió un escalofrío a su espalda. Pero una vez más, se recordó a sí misma que no importaba. No importaba lo que dijera, seguía siendo impotente ante un ser inmortal como ella.

“Voy a golpearte con mi golpe definitivo.” Dijo Yuichi. “No podrás esquivarlo. No podrás bloquearlo. Te voy a golpear y vas a morir. Lo que significa que estás al final de tu cuerda.”

Seguramente es un engaño, se dijo Makina. No había un movimiento tan poderoso. No existía tal técnica dentro de su vasto depósito de conocimiento, especialmente porque Yuichi no había mostrado señales de poder desafiar su regla defensiva.

Yuichi se quedó ahí parado. Ni siquiera estaba en posición de pelea.

Encajado en su lugar. Si realmente hubiera un “golpe definitivo”, entonces, naturalmente, no tendría ninguna postura especial.

Miedo.

De repente recordó el nombre del sentimiento que había estado monopolizando su corazón todo este tiempo: el miedo a la muerte. Esa emoción que había olvidado durante tanto tiempo la había tomado ahora como su prisionera.

Makina estaba aterrorizada.

Yuichi Sakaki estaba allí de pie, con los brazos a los costados, pero esto la aterrorizaba desde el fondo de su corazón. Una vez que recordó el nombre de ese sentimiento, fue como sumergirse hacia atrás en un abismo.

Le temblaron las piernas. Su corazón latía estrepitosamente. Se quedó sin aliento. Sus ojos se movieron rápidamente.

Se sintió como si el tiempo se hubiera detenido.

Todo su cuerpo estaba en alerta máxima, todos sus sentidos enfocados en detectar alguna señal de lo que Yuichi estaba a punto de hacer.

“Por favo…” Incluso ella no estaba segura de lo que estaba tratando de decir, sin embargo, en el instante en que abrió la boca, las palabras se cortaron.