Neechan Wa Chuunibyou (NL)

Volumen 4

Capitulo 7: ¡Ajuste De Cuentas En El Castillo Flotante Zalegrande! (Mientras Está… Ya sabes… Cayendo)

Parte 1

 

 

A Kanako le habían dicho que era una “Escritora de Isekai”. Podría hacer realidad los mundos que imaginaba.

No le habían dicho el porqué era así, pero decidió que, si era algo que podía hacer, valía la pena intentarlo. Incluso si su poder pudiera destruir el mundo, en el estado en el que se encontraba ahora, Kanako lo usaría sin dudarlo.

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La hechicera había dicho que la escuela era una buena ubicación. Los poderes de una “Escritora de Isekai” aumentarían con la cantidad de lectores que tuviera. Si quería dar vida a un isekai, le había dicho la hechicera, entonces debería usar la escuela, donde ya tenía influencia.

Aturdida, Kanako había hecho lo que le había dicho la hechicera.

Sus recuerdos de lo que había sucedido después de eso eran confusos. Lo siguiente que supo fue que estaba corriendo por el campo de atletismo lejos de Yuichi y los demás. Mientras estaba afuera, vio el momento en que el castillo y la escuela se superponían.

El isekai estaba aquí. En ese instante, Kanako sintió que los engranajes encajaban en su lugar.

Kanako recordó que la hechicera la estaba esperando en el techo.

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Este era un buen comienzo. Ahora necesitaba que le enseñaran cómo convertir al mundo entero en un isekai.

Ella se dirigía hacia el nuevo edificio de la escuela, cuando de repente, comenzó ese anuncio. Era la voz de la hechicera. Estaba diciendo algo sobre un juego, pero nunca le había mencionado nada a Kanako sobre esto…

Pero entonces, el cambio fue impulsado por su historia, El Salón de Clases Parcialmente Isekai. Quizás la hechicera estaba tratando de recrear las tragedias que se desarrollaban en la historia.

Kanako tuvo que subir al tejado. Antes, sólo pensarlo la habría llenado de terror, pero ahora estaba en paz. Ahora, ella podía usar magia. En este mundo, Kanako Orihara era efectivamente Dios.

¡Llévame al Castillo Zalegrande!

Con ese único deseo, el cuerpo de Kanako se elevó en el aire. Temblando, con los ojos cerrados con fuerza, Kanako voló. Pronto,

llegó a la azotea.

Abrió los ojos y miró hacia abajo, pero la hechicera no estaba a la vista. Entonces, ¿había entrado en el castillo?

Kanako voló a través de las filas de pilares de arriba.

En el momento en que entró, el mundo se retorció a su alrededor. Arriba y abajo se habían invertido, pero como Kanako estaba flotando, el efecto había sido menor.

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Ella aterrizó y miró a su alrededor. Ella estaba en el pasillo en el aire. Estaba revestido con pilares, como paredes, a cada lado, con arcos que lo sostenían. Luces mágicas se alineaban en el techo, haciendo que las cosas fueran tan brillantes como la luz del día.

Kanako conocía este lugar. Un pasillo que se curva lentamente de diez metros de ancho y cien metros de largo, que une las Torres Blanco y Negro.

Este era el isekai que Kanako había creado.

Pero en este momento, sólo existía dentro de la escuela, y esto estaba lejos del mundo que Kanako quería.

Por lo tanto, necesitaba saberlo. Necesitaba que la hechicera le dijera cómo convertir al mundo entero en un isekai.

Kanako comenzó a caminar hacia adelante lentamente, en dirección a la Torre Negra.

La suave curva del pasillo le impedía ver el camino hasta el final, pero en poco tiempo apareció una persona. La mujer de gafas, la hechicera, estaba parada frente a la puerta que conducía a la Torre Negra. Cuando vio a Kanako, una leve sonrisa apareció en sus labios.

“Gracias a los cielos que estás aquí. Tenía miedo de que no vinieras.”

Algo andaba mal.

 

La hechicera realmente parecía alegrarse de verla. Pero algo en la forma que actuaba la hechicera le extrañó.

“Nunca me apego a un solo plan.” Continuó la hechicera. “Se me ocurrieron bastantes alternativas en caso de que alguna de ellas fallara, pero aquí al final, con el éxito a mi alcance, comencé a darme cuenta de que había descuidado un pequeño detalle.”

Kanako comenzó a caminar hacia la Torre Negra. Cuanto más se acercaba, mayor era la sensación de maldad.

“¿Qué quiere decir?” Preguntó, insegura de lo que estaba hablando la hechicera.

“Olvidé tomar las medidas necesarias para asegurarme de que vinieras aquí. Estaría completamente disgustada conmigo misma si hubiera llegado tan lejos y no lograra completar lo planeado.”

“¿Qué pasaría si no hubiera venido aquí?” Preguntó Kanako.

Se dio cuenta de parte de lo que estaba mal. La hechicera siempre había sido franca, pero siempre parecía estar preocupada por Kanako. Ahora, no había nada de esa preocupación por ella. La hechicera no la ignoraba por completo, pero Kanako tenía la persistente sensación de que algo en la forma en que la trataban había cambiado.

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“Existía la posibilidad de que te metieran en el juego y murieras, y el isekai desaparecería.” Dijo la hechicera. “Además, como creadora de este mundo, tus poderes son ilimitados; no podría dejarte haciendo estragos en medio del juego. Debería haberte asegurado una forma de sacarte del campo de juego y mantenerte a salvo.”

“¿Juego? ¿De qué está hablando?” Preguntó Kanako. Ella había escuchado el anuncio. Había habido un evento similar en la historia que Kanako había querido escribir, pero no sabía por qué la hechicera estaba pasando por eso.

“Es un pequeño pasatiempo mío.” Dijo la hechicera. “Me gusta atrapar a la gente en un área y hacer que se maten entre sí de distintas formas.”

Kanako se quedó inmóvil. Eso era lo último que esperaba oír decir a la hechicera.

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“Tengo una habilidad que se presta a la creación de estos juegos, pero no funciona en espacios cerrados que yo misma creo.” Prosiguió la hechicera. “Necesito que alguien más los cree por mí. Es bastante problemático y dificulta la configuración de campos de un tamaño decente. La mayoría de los participantes que he tenido en un juego antes fueron unas pocas docenas.”

“¿Qué está…?” No tenía sentido para ella. ¿Hacer que las personas se maten entre sí? ¿Espacios cerrados? ¿Habilidades? ¿Juegos? Las palabras se mezclaron en la mente de Kanako, sin analizarlas completamente.

“Quería crear un juego a mayor escala.” Dijo la hechicera. “Iba a usar el poder del Dios Maligno, pero ese plan tuvo un gran revés, así que centré mi atención en el plan de espacio cerrado de la escuela isekai en el que había estado trabajando, ¿y sabes qué? Todo salió bien. Gracias, Kanako Orihara. No podría haberlo hecho sin ti.”

“Y-Ya veo… está bien.” Tartamudeó Kanako. “Pero eso no me importa. Sólo quiero ir a un isekai. ¿Cómo puedo convertir el mundo entero en un isekai? Por favor dime.” A Kanako no le importaba que la usaran, siempre y cuando aprendiera a convertir el mundo entero en un isekai.

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“¿No entiendes lo que acabo de decir?” Preguntó la hechicera. “Estoy tratando de decir que ya no me eres de utilidad.”

¿Ya no le era de utilidad? ¿Por qué? Kanako no podía entenderlo.

“Si convirtieras al mundo entero en un isekai, dejaría de ser un espacio cerrado.” Dijo la hechicera. “¿Por qué demonios te ayudaría a hacer eso?”

“Pero… Lo prometiste…” Kanako tropezó. El mundo se oscurecía a su alrededor. Si ese era el caso, entonces nada de eso significaba nada.

“¿Lo prometí?” Preguntó la hechicera. “Ya te dije cómo hacerlo. Si no puedes hacerlo, es sólo una señal de que no eres lo suficientemente poderosa. No me culpes a mí. Toma, te lo mostraré. ¿Ves algo extraño en cómo está diseñado este castillo?”

 

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La hechicera abrió la puerta de la Torre Negra. No había nada adentro. El piso, las paredes y el techo eran grises, y solo las ventanas y puertas estaban decoradas con gran estilo.

Era natural; Kanako aún no había decidido qué debería ir en la Torre Negra. No podía dar vida a un lugar que no conocía.

“Tu escenario es fortuito.” Dijo la hechicera. “¿Cómo esperas reescribir el mundo entero con una imaginación tan trivial?”

“Pero… Eso significa…” Kanako se encontró vacilando, luego cayó de rodillas.

“¿De verdad pensaste que la escasa desesperación causada por el hecho de que tu madre no te ama es suficiente poder para cambiar el mundo?” Se burló la hechicera.

¿Escasa? ¿Escasa, había dicho ella? Toda la desesperación de Kanako, su soledad… ¿y ella la había llamado escasa?

De repente, todo tenía sentido y algo dentro de Kanako se rompió.

Dejó escapar un gemido de agonía y balanceó el bastón en sus manos, incluso mientras aún estaba de rodillas.

Inmediatamente, aparecieron fragmentos de hielo en el pasillo.


Eran más pequeñas que las armas heladas que Rochefort había fabricado, más como cuchillos pequeños que como lanzas, pero llenaban el salón.

 

“Eso no es bueno.” Murmuró la hechicera. “… ‘Dominio Inviolable’ no previene el suicidio…”

¿Suicidio? Kanako no se dio cuenta de lo que la mujer había querido decir con eso, al principio. Entonces, se dio cuenta de que la punta de los cuchillos de hielo apuntaba hacia ella.

“Ataques como ese no funcionarán contra Intrusos.” Dijo la hechicera. “Tu fracaso era un resultado inevitable, pero parece que tuviste particularmente mala suerte. Espero que todavía puedas detenerlos. Después de todo, preferiría que tú también siguieras con vida…”

Conmocionada por su ira hacia la hechicera, Kanako se congeló.

¿Detenerlos? Ella no sabía cómo. En realidad, no sabía cómo controlar su magia.


“¡Deténganse! ¡Desaparezcan!” Ella gritó.

Como si tomaran eso como desencadenante, los cuchillos de hielo se dispararon hacia Kanako.

Si se hubiera devanado el cerebro, podría haber pensado en una forma de detenerlo. Pero en el momento en que vio esa pared de cuchillos de hielo, el corazón de Kanako se rindió. Perdió la capacidad de pensar en cualquier cosa y cerró los ojos con fuerza.

***

 

 

Yuichi corrió hacia el aluvión de cuchillos de hielo que se aproximaba.

“¡Orihara! ¡Haz una pared de hielo para bloquearlos!” Mutsuko gritó detrás de él, pero Kanako probablemente no podía oírlo.

Protege a Kanako. Yuichi sintió que el tiempo se ralentizaba mientras concentraba su mente en esa única tarea.

Las hojas de hielo llegaron lentamente a por Kanako. Kanako se arrodilló, inmóvil, con los ojos cerrados. Makina miraba, frunciendo el ceño, desde cierta distancia.

Estaba demasiado lejos. No llegaría a tiempo. Las heladas hojas iban a atravesar a Kanako.


Pero Yuichi tenía el poder de darle la vuelta a la desesperación y un método para superar situaciones aparentemente insuperables.

¡Furukami!

Yuichi estiró su poder más allá de sus límites y pateó el suelo con todas sus fuerzas. Las losas se rompieron y volaron detrás de él. Llevó su cuerpo lo más bajo que pudo, navegó por el suelo, agarró a Kanako y rodó.

La lluvia de cuchillos de hielo llegó un milisegundo después.

Yuichi se sentó y miró a Kanako en sus brazos. Tenía los ojos cerrados con fuerza, pero no parecía herida.

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