Neechan Wa Chuunibyou (NL)

Volumen 4

Capitulo 4: Finalmente Hablemos De Las Vacaciones De Verano

Parte 1

 

 

El impacto del camión había dejado el café en ruinas. El gigante manchado con sangre había descendido de la cabina, con la palabra “Inmortal (9)” colgando sobre su cabeza.

Aiko y Monika estaban detrás de Yuichi. Nerón estaba a sus pies, en forma de perro.

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El pánico estaba comenzando a apoderarse de los atónitos clientes y meseros mientras se empezaban lentamente a entender su situación.

El gigante había arrojado uno de los espejos de la camioneta, pero no había hecho nada desde entonces, excepto levantar su brazo derecho a la altura de los ojos, como para confirmar el hecho de que estaba doblado en un ángulo inusual. Quizás esa era la razón por la que su ataque no había dado en el blanco.

El cuerpo del gigante estaba en proceso de curación. Estaba cubierto de sangre, pero la hemorragia ya se había detenido y el gran hueco en su pecho había comenzado a reducirse lentamente hasta adoptar una forma más normal. Incluso los fragmentos de vidrio que salpicaban su cuerpo estaban siendo expulsados, lentamente, uno tras otro.

 

El restaurante estaba en un extraño estado de equilibrio. El gigante claramente tenía la intención de quedarse allí hasta que estuviera completamente curado, asumiendo que Yuichi y los demás no hicieran algo. Eso podría darles un poco de tiempo, pero Yuichi no podía darse el lujo de quedarse de brazos cruzados.

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“Hey.” Le preguntó Yuichi a Monika, con los ojos fijos en el gigante. “¿Sabes quién es? Dice que es ‘Inmortal’.”

No había visto antes un número entre paréntesis en las palabras. Había visto cosas como “Antropomorfo (Vaca)”, pero esto parecía diferente.

“Él es la peor persona que se me ocurre para vaya tras de ti…” Susurró Monika, con los ojos muy abiertos por la desesperación.

“¿Puedo tener la versión corta?” Yuichi preguntó.

“Es un asesino de dioses. Un inmortal, sobrenaturalmente fuerte, con el poder de ver el futuro.”

“Eso es demasiado…” Yuichi había preguntado para estar seguro, pero la explicación no estaba ayudando realmente.

“¿Alguna idea de por qué está detrás de ti?”

“¡Te lo dije antes, la batalla por los tesoros secretos!” Exclamó Monika. “Oye, ¿qué debemos hacer? ¡Creo que esa cosa podría matarme!”

 

“Antes te jactabas de ser invencible, ¿no es así?” Yuichi preguntó, escéptico.

Monika tomó la mano de Yuichi. Podía sentirla temblar. En el restaurante ahora desierto, volvió su mente a pensamientos sobre qué hacer a continuación.

Primero, deberían escapar. Este no era un buen lugar para pelear.

Pero también estaban en un distrito comercial, cerca de la última estación de la línea. Trató de pensar en un mejor lugar para luchar, con menos gente alrededor, pero no se le ocurrió nada.

“¡Noro! Está un poco lejos, pero ¿conoces el parque de ejercicios?” Él llamó.

“Sí, eso creo.” Dijo Aiko sin mucha confianza.

“Ve allí antes que nosotros.” Ordenó Yuichi. “Nos veremos más tarde.” Quería garantizar la seguridad de Aiko antes que la de cualquier otra persona. Si Nero estaba con ella, debería estar a salvo.

“Um, pero…” Comenzó Aiko.

“Sólo hazlo.” Dijo Yuichi. “Confía en mí.”

“Ok.” Aiko asintió, luego comenzó a trepar por la pared rota. Sin necesidad de que se lo dijeran siquiera, Nero la siguió.

Yuichi volvió su atención al gigante. Si hubiera una posibilidad de que estuviera detrás de Aiko, intentaría detenerlo ahora, pero el gigante no se movió.

 

Eso significaba que Aiko no era su objetivo. Quizás no le importaba nada más que Monika.

El gigante siguió moviéndose, revisando sin prisa cada parte de su cuerpo.

Parecía perfectamente a gusto; al gigante no le importaba el daño que había hecho, ni mostró un solo signo de preocupación por la conmoción que había causado. Yuichi ya había luchado contra enemigos audaces, pero ninguno tan audaz como para cargar directamente en una ciudad llena de gente.

Aparentemente ya recuperado por completo, la mano del gigante se extendió. Yuichi tardó un momento en darse cuenta de lo que estaba a punto de hacer.

La mano del gigante agarró la puerta deformada del camión y, en una fracción de segundo, la soltó de sus bisagras. Había sido un movimiento sin esfuerzo, como rasgar una hoja de papel. No se sintió real.

Yuichi rápidamente levantó a Monika bajo su brazo y comenzó a correr.

El gigante arrojó la puerta de acero.

Voló hacia ellos con un rugido, agrandando el agujero en la pared del café al salir volando por el otro lado.

Hubo un grito.

 

Yuichi salió corriendo del café, echando un vistazo a la tragedia manchada de sangre. Un fisgón que se había detenido para tener una imagen del incidente se había reducido a una pulpa ensangrentada. Era una tragedia increíble, pero ahora mismo Yuichi no podía permitirse pensar en eso.

“¡Esto es realmente malo!” Él gritó. “¿Qué diablos está pensando ese tipo?”

“¡Estamos muertos, estamos muertos, estamos muertos! ¡Te lo dije, estamos muertos! ¡Odio esto!” Gimió Monika.

Yuichi se lanzó imprudentemente por la avenida mientras caía la noche. No tenía idea de adónde intentaba ir. Era un esclavo de su propio pánico creciente.

“¡Maldita sea! Si hubiera sabido que esto sucedería, habría intentado acabarlo allí mismo…” Pero su enemigo no le iba a dar tiempo para pensar en sus elecciones.

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Algo voló hacia él desde atrás, y Yuichi lo esquivó con un paso lateral.

Una caja registradora del café atravesó el espacio vacío donde había estado hace un momento y se enterró en un automóvil que conducía delante de él.

Hubo un ruido insoportable cuando el coche dio la vuelta. Los autos detrás de él no se detuvieron a tiempo, lo que provocó un choque. La calle estaba en un caos.

 

El gigante definitivamente estaba detrás de Monika y… dada la forma en que había estrellado el camión contra el café, no le importaban las bajas que causara en la persecución.

“¡Demonios! ¡Hay demasiada gente!” Yuichi maldijo. Atravesar la congestión sólo iba a conseguir que lastimaran a más personas.

“¡Ahí! ¡Cruza a la derecha, en esa calle!” Monika gritó mientras señalaba un callejón.

Yuichi siguió sus instrucciones. Tenía dudas acerca de poner su fe en Monika, pero era mejor que correr sin pensar.

Sin bajar el ritmo, voló hacia un laberinto de callejones. Sintió que algo más volaba a su lado y escuchó otro choque destructivo.

En el momento en que entraron en las calles secundarias, fue como si estuvieran perdidos en otro mundo; ahora no había ni rastro de gente. Aun cargando a Monika bajo su brazo, Yuichi continuó corriendo por los oscuros callejones.

Finalmente, Yuichi bajó a Monika y decidió tomar un respiro rápido.

Corrió y corrió, eligiendo entre callejones entretejidos al azar. Eso debería darles un poco de tiempo.

“Espero que no estés pensando ‘ahora estamos a salvo’, ¿verdad?” Preguntó Monika.

 

Yuichi había puesto mucha distancia entre ellos y el gigante, y sería difícil para él rastrearlos en la ciudad. Pero la expresión de Monika permanecía sombría.

“Quiero decir… él está detrás de mí por esto. Y probablemente no dejará de perseguirme…” Monika sacó algo redondo y se lo mostró tímidamente a Yuichi.

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Yuichi lo miró conmocionado. Parecía un globo ocular humano, pero rápidamente se dio cuenta de que era artificial.

“¿Un ojo de cristal?” Preguntó.

“Es el ojo derecho del Dios Maligno.” Dijo Monika. “Es uno de los tesoros secretos por los que estamos peleando. Lo llamamos Vasija Divina. Ese gigante tiene el ojo izquierdo, y… ¡oye! ¿Estás escuchando?”

“Sí, estoy escuchando.” Dijo. “Pero no creo que tenga tiempo de escuchar toda la historia.”

Yuichi podía sentir el acercamiento del gigante por los débiles pasos que resonaban en la distancia. Todavía estaba a cierta distancia, pero definitivamente se concentraba en su ubicación.

“Las vasijas divinas resuenan a veces.” Dijo Monika. “Mientras resuenan, el portador de cada una puede saber dónde están las demás. Es por eso que sabe dónde estoy tan fácilmente.”

“Entonces, ¿por qué no te deshaces de ella?” Yuichi preguntó. Esa parecía la forma más fácil de salir de todo.

 

“¡No! ¡Entonces todo habría terminado!” Monika exclamó.


Ella se resistió más a la idea de lo que él esperaba. Si no iba a tirarla, incluso en una situación como esta, entonces era algo por lo que sentía que valía la pena arriesgar su vida.

“Entendido.” Dijo Yuichi. “De todas formas, ¿puedes dejar que lo lleve? Si sucede lo peor, podemos separarnos y puedo hacer que vaya tras de mí.”

“Por supuesto. Tómalo.” Monika le entregó obedientemente el globo ocular.

“¿Estás segura de que estás de que no tienes problema alguno con esto? Es importante para ti, ¿no es así?” Yuichi preguntó.

“Sí.” Dijo Monika. “Confío en ti. Podrías haberme abandonado, pero ya me has traído hasta aquí.”

Yuichi se sintió un poco tímido, por la forma tan directa en que lo dijo.

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“Entonces, ¿hay alguna forma de usarlo? Con esto también puedo decir dónde está él, ¿verdad?” Yuichi miró el globo ocular que ella le había dado. Ella había dicho que estaban resonando, pero no parecía estar haciendo nada especial para él.

“Ya está en uso, así que no.” dijo. “Cada Vasija Divina se parasita el cuerpo de alguien. Una vez que se asigna a alguien, nadie más puede usarla.”

 

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“Así que ahora mismo, ¿es una calle de un solo sentido?” Yuichi frunció el ceño. Eso los ponía en una desventaja significativa.

“Si matas a la persona a la que está asignada, vuelve a su estado original y puedes usarla de nuevo.” Dijo. “Pero no quiero hacer eso… y el recolectarlas debería ser suficiente, incluso si no puedes usar su poder.”

Yuichi podría simpatizar con eso. Sólo había estado pensando que, si la batalla por las Vasijas Divinas iba a implicar matar gente, iba a decir que no podía ayudarla.

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“¿Cuánto tiempo dura la resonancia?” Preguntó.

“Hasta que el Dios Maligno esté satisfecho… supongo. Creo que la resonancia se detendrá una vez que las cosas se sientan como si hubieran llegado a un punto de inflexión…”

“Eso es bastante ambiguo.” Dijo.

Monika vaciló. “Esta es una historia llamada ‘Batalla por las Vasijas Divinas’, por lo que debería haber algún tipo de evento decisivo para comenzar y terminar la resonancia, pero…”

“Supongo que es demasiado esperar que alguien más en algún lugar llegue a este ‘punto de inflexión’ por nosotros, ¿eh?”

“¿Pero de qué nos sirve eso? Sólo significa que tenemos que seguir corriendo hasta que la resonancia se detenga…” La voz de Monika bajó, quizás imaginando un camino eterno de vuelo desesperado extendiéndose ante ella, sin saber cuándo o si la resonancia se detendría.

Yuichi se dio cuenta de que no iban a hacer ningún progreso con ese método. Tendría que terminar las cosas aquí, en estos callejones.

“Déjame preguntarte algo más.” Comenzó. “¿Qué sabes sobre él?” “¡¿Vas a pelear con él?!” Monika exclamó.

“Bien podríamos acabar de una vez.” Dijo. “No podemos seguir corriendo, ¿verdad? Entonces dime lo que sabes. Cualquier cosa podría ser útil, incluso si no está relacionada con el combate.” Afortunadamente, no había gente aquí. No importaba cuán imprudente actuara el hombre, las bajas se mantendrían al mínimo.

Monika no parecía feliz por eso, pero, aun así, comenzó a murmurar “… Para empezar, él no es humano. La inmortalidad es su estado natural. Es un yokai de origen desconocido. Él come almas humanas y al hacer eso almacena vidas.”

“Vi un número con el Lector de Almas.” Dijo Yuichi. “¿Tiene que ver con eso?”

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Había dicho Inmortal (9). Ese número podría referirse a su “reserva” de vidas.

“Probablemente.” Dijo Monika. “No morirá hasta que se le acaben las vidas. Y es muy, muy fuerte, por lo que la idea de matarlo, aunque sea una vez parece bastante dudosa. Además, el Ojo Izquierdo del Dios Maligno le permite ver el futuro. ¿Bien? ¿Aun así quieres pelear con él?” Monika preguntó sarcásticamente.

Sonaba como un oponente duro. “¿Cuál es el problema con su visión del futuro?” Yuichi preguntó.

“Es justo como suena.” Dijo Monika. “Él sabe todo lo que vas a hacer, lo que lo convierte en el oponente perfecto para un Intruso. Los Intrusos tienen ‘suerte’, se podría decir. Pero la visión del futuro hace que la suerte sea irrelevante, ¿verdad? Por eso lo llamamos asesino de dioses.”

“Pero sus ataques no acertaron, ¿verdad?” Yuichi preguntó. Les había arrojado varias cosas, pero Yuichi las había esquivado todas.

“Sólo puede usarlo cuando es uno contra uno. Sólo puede ver el futuro de una persona, por lo que cuando hay más de una persona en la ecuación, los resultados se vuelven menos predecibles. Si sólo hubiera sido yo, ahora mismo estaría muerta.”

“Inmortal, súper fuerte y puede ver el futuro, ¿eh?” Dijo Yuichi. “Supongo que tendré que ocuparme de esas cosas una por una.”

Yuichi comenzó a caminar, mostrando poca preocupación por las advertencias de Monika.

“¿Qué vas a hacer?” Preguntó Monika, luciendo sospechosa por la actitud de Yuichi.

 

“Bueno, es un poco más ancho por allá, así que…” Mientras comenzaba a caminar, Yuichi se dio cuenta de que estaba diciendo algo extraño.

¿Qué? ¿Ya he visto este lugar?

Los alrededores no le resultaban familiares. Sin embargo, Yuichi los conocía. Y sabía que, si giraba a la izquierda más adelante, llegaría a un área más abierta; allí habría una escalera que conduciría a un sótano, a la entrada de un viejo café en ruinas.

Yuichi corrió hacia adelante para confirmarlo. Al doblar la esquina, vio lo que imaginaba.

Un callejón sin salida, una escalera, la entrada a un café. Estaba seguro de que no había estado aquí antes y, sin embargo, conocía este lugar.

Yuichi se dio la vuelta y miró a Monika, que lo había seguido. Sintió que la vista que había visto antes también había incluido a Monika.

“¿Hemos estado aquí antes?” Yuichi preguntó.

“Sí.” Dijo ella. “¿Pero podríamos hablar de eso más tarde? Ahora no es realmente el momento ideal…”

“Buen punto. De todos modos, ve a esconderte al pie de las escaleras.” Yuichi caminó más adentro, para pararse frente a las escaleras que conducían al café. Luego se volvió hacia la entrada del callejón.


 

Para la hora, el sol ya se habría puesto, pero el área a su alrededor parecía mejor iluminada de lo que esperaba. Había luz entrando a raudales por las ventanas de las extrañas tiendas antiguas que los rodeaban.

Monika había bajado las escaleras como Yuichi le había pedido, asomando la cabeza por un lado para mirar.

Los pasos se acercaron. Por fin, el hombre apareció en la entrada del callejón sin salida.

“Inmortal (13)”, decía la palabra. Ahora el número era mayor. Debe haber estado comiendo las almas de los que había matado en su camino hacia allí. Sus heridas también parecían haberse curado por completo. Su regeneración no era instantánea, más sin embargo fue rápida.

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