Totsuzen Papa ni Natta (NL)

Volumen 2

Capítulo 3: Su Lindura Va A Su Encuentro

Y ahora, a la reunión de padres y profesores. De vuelta a mi forma humana, me hicieron pasar al despacho del director, igual que cuando me convocaron aquí el año pasado. Me dijeron que Olivia se estaba preparando para conocer y saludar a las nuevas estudiantes junto con el resto de su dormitorio, así que hacia allí se dirigiría. No es que Olivia hubiera podido asistir a la reunión: se aseguraron de recordarme en la oficina adyacente al Despacho de la Directora que “las reuniones de padres y profesores son sólo para los padres y tutores de los alumnos”.

Estaba contemplando el patio, que estaba tan bonito como siempre, cuando se abrió la puerta. Entró la directora de la Academia Femenina de Florence, Phyllis Florence… pero parecía una Phyllis Florence muy diferente.

“Srta. Phyllis, err, uhh…”

“Mucho tiempo sin verle, Sr. Eldraco.” “Uhh…”

“¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara?”

“No, es sólo que… te ves tan… demacrada…”

La Srta. Phyllis parecía aún más abatida y demacrada que la última vez que nos vimos. Me imaginé que debía estar agotada. ¿Está comiendo lo suficiente? Me pregunté. Se supone que los elfos viven bastante tiempo, al menos en comparación con otras razas de pequeños pueblos, pero ella me pareció un poco mayor. Espero que esté bien.

“… Sí, puede que haya perdido algo de peso.”

“¿Pasó algo? Puedes hablar conmigo.” Tal vez se había metido en otra pelea con su única hija, Seraphy.

“Sí, hablemos… hablemos, sí.”

Ocupé mi lugar en el mullido sofá y me senté con la espalda recta. La Srta. Phyllis se dejó caer débilmente en su asiento y dejó caer una gavilla de documentos sobre la mesa con un ruido sordo.

“¿Qué es todo esto?”

“Esta es la fuente de mis dolores de cabeza. Y también se refiere a usted, Sr. Eldraco.” “Huh… veo muchos números en estas páginas…”

“Sí, los números no están fuera de lugar en las facturas.”

“¿Facturas?” En ese momento, puede que haya puesto una expresión de ‘qué es una factura’ o no. Todavía hay mucho que no sé sobre la sociedad humana.

“En pocas palabras… estos documentos contienen una lista del equipo de la escuela que Olivia ha destruido.”

Me quedé en silencio por un momento. “… ¿Eh?”

“¡Repito, muestran el coste del daño que Olivia ha causado!” “¡¿Qué?!”

Me alegro mucho de no haber vuelto a la forma de dragón, ¡así de sorprendido estaba! Estoy seguro de que me habría costado un buen dinero si hubiera acabado destruyendo la habitación. Pero eso no importa.

“¿Olivia rompió algo?”

“Me temo que ha roto más de un ‘algo’. Por favor, mira las facturas y compruébalo tú mismo.” Deslizó los papeles hacia mí.

Nervioso, escudriñé el texto.

——————

Veinte gólems de evaluación.

Ciento cuatro juegos de materiales de lección para Hechicería 101. Reparación del suelo del taller de hechizos.

Reparación del techo del taller de hechizos.

Reparación de las paredes del taller de hechizos (cuatro paredes).

——————

“Err… ¿qué es esto?” “Es tal como lo ves.”

Vaya, esto es una tonelada de cosas. ¿Mi Olivia lo destruyó todo?

“Yikes… Lo siento mucho.”

“Esto es sólo una fracción de los daños totales.” “¡¿Qué?!”

“Digamos que es bueno que la primera mitad de las lecciones de magia de primer año sean principalmente teoría.”

Sólo pude suspirar.

“Tan pronto como las clases de hechicería real comenzaron… esto es lo que sucedió…”

Creo recordar que la lección que observé justo antes del examen de Alumno del Rey fue el primer ejercicio de hechicería en el que participó Olivia, o al menos casi. Creo que dijeron que la clase de segundo año de Olivia (también conocida como Clase Dos-Cero) tiene un plan de estudios ligeramente diferente al de las otras clases. En otras palabras, hacen cosas un poco más difíciles que los demás alumnos. También he oído que la mayoría de las compañeras de Olivia han estudiado desde pequeñas en escuelas o con profesores particulares para poder entrar en la Academia de Florence. Y luego están las que, como Daisy, son descendientes de un famoso mago histórico.

“¡¿No me digas que Olivia ha causado tanto daño al estropear sus hechizos?!” “No, señor, todo lo contrario.”

“¿Lo contrario?”

“¡Cuando se trata de todo lo relacionado con la hechicería, es brillante en exceso!” Una vez más, exhalé como respuesta.

Según ella, los hechizos que practican los de primer año son totalmente rudimentarios, simples y de poca potencia. Por lo tanto, nunca soñaron que pudiera haber algún accidente o daño importante en las instalaciones. La Srta. Phyllis estaba temblando mientras me explicaba esto.

“… Olivia es realmente excepcional. Tanto es así que no nos avergonzaría en absoluto enviarla a cualquier lugar como Alumna del Rey seleccionada por esta academia.”

“Err…” Me alegré de escuchar las alabanzas de Olivia, pero el ambiente que se respiraba era algo inquietante. La Srta. Phyllis llevaba rato al borde de las lágrimas.

“¡Y justo el otro día…!” “¡¿Sí, Srta.?!”

“Para el examen de fin de curso para la promoción, la tarea era la más básica de las magias de fuego, ¡Incendio! Y en el improbable caso de que causara un incendio, realizamos la prueba en los prados fuera de la escuela…”

“Las praderas…”

“Efectivamente, pues Olivia voló el área de entrenamiento de hechizos de nuestra academia practicando magia de rayos la semana anterior…”

“¡¿Qué?!”

“¡Y además la acabábamos de remodelar!” “Sí, lo siento mucho.”

“No, no, está bien. Sr. Eldraco, ¿conoce usted a Incendio?”

“Sí, es el que enciende cosas.” Si no recuerdo mal, es el mismo hechizo que la clase de Olivia estaba practicando durante la lección que observé.

“¡Sí! Es el hechizo de fuego de nivel principiante que hace uso del histórico e ilustre conjuro de la chispa mágica…”

“¿Pasó algo?”

“Sin siquiera decir el conjuro, Olivia disparó el hechizo… ¡y mira cómo están las cosas!” La Srta. Phyllis sacó una especie de tablilla —un increíble objeto mágico que llaman “tableta” y que permite grabar montones de documentos y mostrar recreaciones de escenas de lugares lejanos— y me la mostró. “¡Mira!”

“¿Qué estoy viendo…? ¡Whoa! Esto… esto es…” “¡Estás de acuerdo! Horrible, ¿no?”

La tableta mostraba un gran agujero en la llanura. Para ser más precisos, había una enorme mancha estéril en la verde hierba de la pradera.

“¿Olivia hizo esto?”

“… Sí, eso es correcto. Es más.” Añadió, con la voz temblorosa. “Le dije: ‘¡Se supone que usaras Incendio, nadie te dijo que provocaras una tormenta de fuego usando Incendara!’ Y: ¿‘Quién te ha dicho que saques la artillería pesada, señorita’?”

Exhalé. “La artillería pesada…”

“¿Y te gustaría saber lo que dijo después? Con esos ojos inocentes… ¡y esa voz increíblemente bonita! ¡Y sin una pizca de malicia! Urgh…” Se mordió el labio. “… ‘Um, Srta., eso no era Incendara… ¡era Incendio!”

La Srta. Phyllis se desplomó sobre la mesa y berreó como un bebé.

¿Qué hago? Realmente me has arrinconado…

“¡Sé que no es para tanto!” Continuó. “¡Los niños carecen de experiencia, y que las cosas se destruyan es parte del trabajo! Pero… pero… pero si Olivia sigue destruyendo equipos a este ritmo, ¡mi academia se va a ir a la quiebra!”

Sollozaba con fuerza y yo me quedé sin palabras. Esto es malo. No me digas… ¿Significa esto que va a ser expulsada…?

“¡Oh, oh no!”

“¿Sr. Eldraco?”

No podía dejar que eso sucediera. Quería que Olivia aprovechara esta oportunidad de vivir una vida feliz en el mundo exterior durante su estancia en esta escuela. Si la expulsaban, ¿qué camino nos dejaría eso? No, eso había que evitarlo a toda costa. No sé el valor exacto de esos números en las facturas, pero bien podría pagar.

“¡Eh, Srta. Phyllis!” “¿Qué es?”

“¡Pagaré todo lo que figura en las facturas!”

“… ¿Disculpe? No, Sr. Eldraco, ¿ha visto la suma total?” “¡Para nada!”

“¡Diga eso sólo después de haberla visto! ¡El estipendio de un noble no es suficiente para cubrir todo esto! Nos las arreglaremos con las donaciones que la academia ha reunido y con mi dinero de bolsillo, así que por el momento, estaremos bien.”

“¡No, insisto! ¡Pagaré! De hecho, ¡toma todo lo que quieras!” “… ¿Cómo?”

Tomé de la mano a la Srta. Phyllis, que tenía los ojos muy abiertos, y me apresuré hacia la habitación de Olivia en el dormitorio. No tuve tiempo de adoptar mi forma de peluche, pero entré gracias a la autoridad de la Srta. Phyllis como directora. Luego abrí el cajón del escritorio de Olivia. Al ver el vacío que había en él, la Srta. Phyllis se desmayó. “No…”

“¡Whoa! ¡Cuidado!”

Me apresuré a ayudarla a levantarse. No podía permitir que se desmayara. Tenía que llevarla a mi antigua guarida, la gruta del santuario.

***

Varias horas después…

Phyllis abrió los ojos en un entorno desconocido. La roca desnuda la rodeaba y el aire era frío. Y allí estaba ese rostro amable que la miraba fijamente.

“Srta. Phyllis, por favor, levántese.” “… Urgh…”

Esa sonrisa bondadosa… Era el padre de Olivia Eldraco. El hombre misterioso. La mayoría de los padres y tutores de las alumnas de en la Academia Florence eran de la nobleza, de la realeza o descendientes de magos. Pero ella no tenía ni idea de cuál era su línea familiar o incluso su vocación. No podía ni siquiera empezar a comprender al hombre.

“Sr. Eldraco.”

“¡Estoy aliviado! Has vuelto en sí.”

No entendía por qué Eldraco sonreía. ¿No acababa de contarle largo y tendido cómo su hija no paraba de destrozar el material del colegio? Y luego la había llevado al dormitorio de Olivia por alguna razón…

“Espera, ¿qué era ese vacío dentro del cajón? ¡¿Qué demonios ha hecho Olivia ahora?!

¡¿Cuál es el sentido de semejante hechicería espacial?!” “¡Vamos, vamos, por favor, cálmate!”

Respiró profundamente y, al tranquilizarse un poco, observó el estado de su entorno. El lugar parecía bastante luminoso para estar encerrado en piedra…

“Err, escucha, ¡siento mucho lo de Olivia! Sólo me preocupa que la expulsen de la escuela por destruir tantas cosas.”

“¿Hm? Oh, no, ella es la Alumna del Rey. No podría expulsarla después de referirla a esa beca…”

“Me gustaría disculparme reembolsándote… ¡Si hace falta puedes llevártelo todo!” Eldraco señaló. Phyllis miró. “¡No…!” Gritó en voz baja. “¡¿Qué es eso?!”

Riqueza. Esa era la única palabra para definirlo. Oro y plata y gemas y joyas y piedras preciosas. Riqueza que levanta las cejas, apilada en un montón tras otro. Superaba las fortunas de las más grandes casas nobles. Incluso superaba las arcas de naciones enteras.

Esto no se entiende. ¿Cómo podía pertenecer todo esto a un solo hombre? Un hombre del que nunca había oído hablar y que era bondadoso en grado sumo. Un hombre verdaderamente amable que pensaba en poco además de su hija.

“Esta cantidad debería ser suficiente para pagar los daños, ¿no?” Sonrió.

No.

No es que sea suficiente, ni siquiera es una mínima fracción de todo esto.

Mareada, se sujetó la cabeza con las manos y, haciendo acopio de sus últimas fuerzas, gritó:

“¡¿QUÉ SON USTEDES LOS ELDRACO?!”

Por cierto, Phyllis no tuvo demasiados problemas para aceptar la oferta una vez que supo que esos bienes eran más que suficientes para cubrir todos los daños. El tesoro era tan vasto que no era más que una gota de agua. Y no era un soborno si se ofrecía como compensación.

Así resolvió Phyllis Florence su actual enigma, aunque el misterio sobre quiénes eran los Eldraco no hizo más que profundizarse.