Kuma Kuma Kuma Bear (NL)

“AHH…” suspiré.

Tenía tantas ganas de ver a Noa que vine a Sheelin después de pedir permiso al propio rey, pero nunca esperé que las cosas se pusieran tan graves.

Me dirigí a Sheelin con el pretexto de inspeccionar la ciudad, aunque en realidad solo estaba allí para ver a Noa. La peculiaridad de Sheelin es que está gobernada por dos familias nobles: los Fahrengram y los Salbard.

Las familias se habían llevado muy bien al principio, pero su relación se agrió después de que les entregaron las riendas a sus hijos. Una de las razones por las que las cosas se habían puesto tan mal era que Gajurdo se había hecho cargo de la cabeza de la familia Salbard. Los rumores de sus malas acciones estaban en todas partes, pero nadie tenía pruebas suficientes para interponerse en su camino.

Después de todo, no podía ser juzgado sobre la base de rumores. Condenar a la gente basándose en rumores significaría el fin de la nación. Antes de acusarlo de algo, necesitábamos pruebas.

En mi viaje para ver a Noa, esperaba captar algún indicio de la villanía de los Salbard.

Tal oportunidad se presentó la segunda noche después de mi llegada a Sheelin.

La nieta de Gran Fahrengram, Misana, había sido secuestrada… y Yuna había canalizado su ira en un alboroto. Descubrió la ubicación de Misana usando sus osos convocados y cargó contra los Salbard por su cuenta. Justo cuando salí del gremio de comerciantes, encontré a Yuna corriendo por la calle en Kumayuru, con un brillo lunático en sus ojos.

La seguí con mis tres guardias a cuestas y, mientras la perseguíamos, me di cuenta de que se dirigía a la finca de Gajurdo. La puerta había sido demolida, no quedaba ni rastro de la puerta.

En el interior, descubrí que Yuna estaba a punto de golpear a ese asqueroso con cara de sapo. Intenté gritarle que se detuviera, pero no la había alcanzado a tiempo. El golpe había aterrizado en Gajurdo.

Ese fue el momento de la caída de la Casa Salbard.

Los Salbard tuvieron el desafortunado destino de que Yuna estuviera en la ciudad.

Solo Yuna podía traer a Zelef, el jefe de cocina del palacio, aquí desde la capital. Solo Yuna podría haberse asegurado de que el chef llegara a tiempo a la fiesta. Solo Yuna podría haber descubierto quién había secuestrado a Misana, haber entrado en este lugar sin ayuda, y haber derrotado a los hábiles guardias.

Yuna era la peor pesadilla de los Salbard… pero para los Fahrengram, ella era la diosa de la suerte.

“¡Jaja!” La idea de la chica con su adorable disfraz de oso, golpeando, siempre me hacía reír. Cualquier buena persona que se cruzaba en el camino de Yuna parecía encontrarse con buena fortuna. Por otro lado, cualquiera o cualquier cosa que se opusiera a ella, ya sean monstruos o aventureros, tenían un mal final. Era como una extraña diosa, tal vez.

Y para las dos familias, ella era un tipo de diosa muy diferente.

Estaba preparando un informe para Su Majestad, para mi frustración. Hubiera preferido pasar tiempo con mi hija. Lo único que me salvó fue que podía verla jugar con los demás y los osos. Ver a mi hija vestida de oso, jugando con Kumakyu y Kumayuru, fue un espectáculo encantadoramente adorable.

Mientras tanto, investigué los crímenes de Gajurdo, recopilé testimonios usando sus contratos e investigué cómo se habían ejecutado realmente.

Gran, Cliff y Leonardo también ayudaron, pero yo era un agente de Su Majestad. Naturalmente, mi pila de trabajo solo crecía.

Había muchos sirvientes y partes involucradas dispuestas a hablar, pero el propio interrogatorio de Gajurdo había sido un suplicio. En el momento en que abrió la boca, salieron insultos rancios. La manzana tampoco caía lejos del árbol: su hijo no era mejor. Sin embargo, a medida que la evidencia y el testimonio se acercaban a él, Gajurdo se volvió cada vez más sensato.

Aun así, las fechorías de Gajurdo solo parecían volverse más horribles a medida que aprendíamos. ¿Cómo podía un hombre cometer tantos crímenes?

Una vez que tuvimos suficiente evidencia, fui a la capital con Gran. Los dos montamos juntos en un carruaje.

“Si esto no hubiera pasado”, gemí, “podría haber pasado por Crimonia”. Ya sabes, fingiendo ir a una inspección. Pero este lío había arruinado mis planes y mi viaje a Crimonia.

“Lo siento mucho por eso”, dijo Gran.

“Todo está bien. No fue tu culpa, Gran. Fue todo ese horrible Gajurdo”.

“Estoy terriblemente agradecida de que hayas venido. De no haberlo hecho, las cosas podrían haberse salido de control”.

“Es Yuna a quien deberías agradecer. Ella fue quien descubrió que Misana fue llevada a la finca de los Salbard. Ella hizo todo ese alboroto al respecto”.

“Muy bien. Estoy obligado a hacer el tipo de cosas de las que ella es capaz. Si no hubiéramos encontrado a Misana, me habría… quedado como un frágil caparazón de mí mismo. Habría perdido toda mi influencia política y cedido a la voluntad de Gajurdo”.

Las acciones de Yuna nos habían salvado. Disciplinar a la nobleza requería cierta cantidad de autoridad. No habríamos podido entrar en su propiedad simplemente por sospecha. Si los hubiéramos obligado a permitir una inspección y salir con las manos vacías, seguramente habrían tomado represalias.

“Es probable que este sea el final de los Salbard”, dije.

Aunque el secuestro de la hija de un noble era todo un crimen, y teníamos pruebas de sus muchas otras fechorías. Asesinatos, secuestros, sobornos, desfalcos… se habían pasado de la raya.

Gajurdo parecía muy consciente de ello. Pero solo agachó la cabeza avergonzado cuando nos dirigimos a la capital. Su hijo Randle, por otro lado, parecía ignorante de la enormidad de sus crímenes. Supongo que eso demostraba lo malcriado que estaba el chico.

Me alegró no haber criado a mis hijas así. Aunque me preocupaba un poco la afición por los osos que Noa había desarrollado gracias a Yuna. Era inevitable, supongo, considerando lo adorable que era Yuna, así como Kumayuru y Kumakyu. No estaba planeando regañar a ninguno de ellas… mientras se comportarán.

Y sí, lo admito… los osos eran bastante lindos.

Una vez que llegamos a la capital, los soldados se llevaron a Gajurdo y Randle. Gran y yo entramos en el castillo para informar a Su Majestad.

“Ah, Gran, Ellelaura. ¡Estás de vuelta!”

“Lo estoy, y justo cuando pensé que pasaría un buen rato con mi hija”.

“Suficiente de eso. Sigue con el informe, ¿quieres?”

Informamos del secuestro de Misana, la razón de todo el lío, al impaciente rey.

El rey se rio después de escuchar nuestra historia. “¿La niña oso hizo qué…?”

“Yuna nos salvó”, dijo Gran.

“Supongo que eso significa que has recopilado evidencia”.

“Hemos incautado los documentos y hemos entrevistado a los comerciantes en cuestión. Haré que el equipo de inspección que dejé te dé los detalles”.

“En ese caso, solo dame la esencia general de lo que ha sucedido con Gajurdo por ahora”.

Le di los detalles de los crímenes de la familia Salbard, con énfasis en los datos que había recopilado.

La expresión del rey se volvió grave. “Ellelaura, me gustaría cumplir su sentencia de inmediato”.

“Su Majestad.”

“Se ha divertido a expensas de mi reino. ¿Cuál era su relación con el Gremio de Comerciantes?”

“Parece que el maestro del gremio de Sheelin estaba conspirando con él”.

“¿Y están relacionados con la firma Bornardt?”

“Por el momento, no hemos encontrado un vínculo entre ellos”. El maestro del gremio actual se había transferido a Sheelin porque la persona a cargo anterior supuestamente se había retirado. Quizás la firma Bornardt había estado involucrada, y quizás no. No estaba claro.

“Ya veo.”

Como ya le habíamos informado de esto al maestro del gremio de la capital, el gremio nombraría a alguien nuevo en Sheelin en cualquier momento para restaurar la normalidad.

Con el informe fuera del camino, el castigo de la familia Salbard se decidió a su debido tiempo.

Los Salbard fueron despojados de su estatus de conde y sus bienes fueron confiscados. En cuanto a Gajurdo, fue condenado a muerte. Randle quedaría al cuidado de un pariente lejano y se le prohibiría volver a entrar en Sheelin. Nunca más se le permitiría recuperar su condición de aristócrata.

La sección de Sheelin que una vez gobernaron los Salbards quedaría bajo el control de los Fahrengrams. Gran se retiraría de su puesto como señor de Sheelin y su hijo Leonardo lo sucedería.

“Ha llegado el momento de mi retiro, ahora que Gajurdo está fuera de escena. Creo que Leonardo debería poder arreglárselas solo. Sheelin será una ciudad completamente nueva… y creo que eso requiere un nuevo señor a su vez”.

Gran hizo una pausa por un momento, y luego suspiró. “Y si hubiera sido un mejor señor, todo este lío nunca habría llegado a ser. Gajurdo no fue el único culpable. Yo también tuve la culpa”.

El rey accedió rápidamente a la petición de Gran.

Se decidió que Gran regresaría a Sheelin, ahora que el informe estaba listo.

Antes de que lo hiciera, quería preguntarle algo. “¿Qué pasará con esa chica?”

“¿Cual chica?”

“Lufa, esa chica que estaba con Gajurdo”.

“Ah, sí. Su…”

“Podría acogerla”. La chica había estado al lado de Gajurdo y sabía muchas cosas. Aunque ella también había sido una víctima, no podíamos absolverla todavía. Aun así… mientras estuviera bajo mi supervisión, se le permitiría algo de libertad.

“No tienes que preocuparte por la chica. Planeo acogerla”, dijo Gran.

“Ya veo.” Bastante justo, la dejé en manos de Gran Sabía que se podía confiar en él.