Kuma Kuma Kuma Bear (NL)

UNA VEZ QUE LLEGAMOS A LA ORILLA, llamé a Kumayuru y Kumakyu y saltamos sobre ellos de inmediato, montándolos a través de las aguas embravecidas.

Esta era la segunda vez que Sanya pasaba por esto, así que esta vez no pareció entrar en pánico. Al igual que antes, el río estaba furioso, pero mis osos lo atravesaron de todos modos. Terminamos de cruzar sin problemas.

“Yuna, vayamos a la tienda rápidamente. Tenemos tiempo, pero deberíamos llegar más temprano que tarde”.

Todavía no era de noche. Aun así, me apresuré como me dijo Sanya. No quería lidiar con llegar ni un segunda tarde, ni con las objeciones a las que eso podría llevarnos.

Había un carruaje detenido frente a la tienda de Doglud. Cuando entramos, el joven que trabajaba en el lugar nos notó.

“¿Ya has regresado?” preguntó, sonando sorprendido.

“¿Podríamos ver al Sr. Doglud, por casualidad?” preguntó Sanya.

“Sí, actualmente está con el Sr. Retbelle. Ese es el tipo que quiere comprar el cuadro”.

Si Retbelle el comerciante estuba aquí, supongo que era el dueño de ese carruaje. Sin embargo, parecía un poco temprano. Ni siquiera era de noche todavía…

El tipo se dirigió a la puerta de la habitación trasera y llamó antes de abrir.

“Señor”, dijo el empleado, y de inmediato, Doglud se fijó en nosotros.

“¿Has regresado?” preguntó apresuradamente.

Nos reunimos con él en la parte de atrás de la habitación. Doglud se sentó allí con un tipo mayor, alguien a quien no reconocí.

“¿Qué es esto? ¿Una chica disfrazada de oso? Y un elfo… ¿por qué, no podrías ser…?” Tan sorprendido como el hombre estaba de verme, estaba aún más sorprendido al ver a Sanya.

“Estas son de las que te hablé”, dijo Doglud. “Las que fueron a buscar el cuadro. Sra. Sanya, ¿pudo adquirirlo?”

“Sí, y sin problemas”, dijo Sanya, y me miró.

Yo era quien llevaba la pintura, así que saqué la caja de mi almacenamiento de osos.

Los dos hombres parecían sorprendidos por todo el asunto de producir una caja gigante a partir de un guante con forma de oso, pero muy pronto, se estaban enfocando en la caja.

“Si no te importa que haga una revisión…” Doglud abrió la caja y miró dentro. “Sí. No hay duda de ello. Sr. Retbelle, ¿quiere echar un vistazo?”

“Sí, este es el artículo genuino. Reconozco la firma del artista”.

“Realmente has vuelto con eso”, dijo Doglud.

Retbelle asintió vagamente. “Simplemente no puedo creerlo…”

“Señor. Doglud, ¿significa esto que respetarás nuestro acuerdo?” preguntó Sanya.

Si, después de todo esto, la respuesta fuera no… bueno, tendría que volverme loco con este tipo.

“Si por supuesto lo haré. ¿Es esto satisfactorio para usted, señor Retbelle?” Doglud miro al extraño en la habitación; supongo que este tipo era el que quería el brazalete de Luimin.

“¿Eres pariente de la elfa dueña el brazalete, entonces?” preguntó.

“Lo soy, y he venido por ello. Siento mucho que mi hermana mal educada te haya causado tantos problemas”.

“Supongo”, dijo el anciano lentamente, “que ninguna cantidad de dinero podría tentarte a deshacerte del brazalete”.

“Correcto. Ese brazalete es importante para mi gente. No podemos regalarlo. No lo regalaremos”.

El anciano se acarició la barba, sumido en sus pensamientos. “Pero ¿cómo cruzaste el río con esta lluvia?”

Sanya sonrió. “Es un secreto comercial”.

“Y pensar que creía que tal hazaña era imposible…”, se preguntó Retbelle en voz alta. No es que pudiera culparlo por esa parte. Sacudió la cabeza, decepcionado. “Qué pena.”

“Lo siento. Si tuviera algo más de valor”, dijo Sanya, “te lo daría”.

“No, eso no es necesario. Quería el brazalete, sí, pero no era por el dinero”.

“¿Entonces por qué?” preguntó Sanya. “¿Por qué lo querías?”

“Se lo iba a regalar a mi nieta. Un brazalete élfico tiene la bendición del viento. Por supuesto, sé que no significa nada si el usuario no es un hábil practicante de la magia del viento, pero pensé que la protegería, como mínimo. Uno nunca puede saber cómo resultará el futuro”.

Entonces, le estaba comprando un regalo a su nieta. Supongo que podría haber sido un buen amuleto de protección.

“Lo siento”, dijo Sanya. “Realmente no puedo regalar esto”.

“Comprensible”, dijo el anciano. “Dile a tu hermana, por favor, que nunca más la aleje de sus manos. Seguramente hay muchos otros que buscarían tal artefacto.”

“Sí, me aseguraré de decirle”.

No era nada parecido a lo que había imaginado. Pensé que sería un supervillano siniestro, pero parecía un abuelo cariñoso.

Al final, Sanya pudo volver a comprar el brazalete. Volcó su bolsa de artículos y las joyas cayeron sobre la mesa. Doglud los examinó a todos, por Dios, ¿cuánto valían? Antes de tomar algunos de ellos y asentir.

“Sí, eso servirá”, dijo, y le devolvió el resto a Sanya.

Con el intercambio hecho, Sanya tomó el brazalete. Se veía exactamente como el que ella usaba. Era de Luimin, después de todo.

“Gracias, Yuna”, dijo Sanya. “Gracias por todo. Si no hubieras estado aquí, el brazalete podría haberse vendido antes de que llegáramos a la ciudad, y mucho menos antes de que pudiéramos traer la pintura”.

Supongo que habíamos llegado aquí bastante rápido gracias a mis osos. Si hubieran ido en carruaje, todavía estarían en el camino…

“Si vas a agradecer a alguien”, dije, “dale las gracias a Kumayuru y Kumakyu”.

“Sí, por supuesto.”

Con eso, habíamos terminado. Una vez que le devolviéramos el brazalete a Luimin, todo estaría resuelto. Finalmente pudimos dirigirnos a la aldea de los elfos sin que nada nos detuviera.