Kuma Kuma Kuma Bear (NL)

SANYA TOMÓ PRESTADA UNA HABITACIÓN en el gremio. Decidimos usarla para nuestra charla.

Después de que Sanya escuchó a las aventureras, parecía completamente exasperada. Después de romper la pintura, dijeron las aventureras, Luimin le entregó su brazalete al comerciante para evitar causar problemas a Miranda y las demás. Luego, sin decírselos, Luimin se había ido de la ciudad.

“Simplemente no quería causar problemas a todas…” murmuró.

“Te dijimos que queríamos hablarlo contigo, Luimin”.

Luimin no dijo nada. Ella simplemente bajó la cabeza y evitó mirar a todas.

“Según Doglud”, dijo Eriel, “ese brazalete es importante para los elfos”.

Sharla asintió. “Te invitamos a unirte al trabajo, así que todos compartíamos esa responsabilidad”.

“Pero fue mi culpa por romperlo”, insistió Luimin. “No hiciste nada malo”.

Miranda negó con la cabeza. “Te pedimos que te unieras a nosotros, por lo que compartimos la responsabilidad”.

“Pero ese dinero…”

“Sí, está el dinero, pero…” comenzó Sharla.

“¡Esa todavía no es razón para simplemente irse!” terminó Eriel. “¡¿Tienes idea de lo preocupadas que estábamos por ti?!”

Luimin se encogió en sí misma. “Lo siento…” dijo en voz baja.

Cielos… Me disculpé con las tres aventureras internamente. Aquí estaba yo, pensando que habían estado tras el brazalete de Luimin, incluso preguntándome si estarían en la cama con algún comerciante corrupto.

Cuando Luimin nos contó por primera vez lo que había sucedido, estaba convencida de que algunas terribles aventureras la habían engañado. Pero todo el tiempo, solo habían estado preocupadas desde el fondo de su corazón por su querida amiga. Encontraron a Luimin dando vueltas buscando trabajo en el Gremio de Aventureros, vieron que estaba demasiado arruinada para llegar a la capital y la invitaron a unirse a su grupo. Incluso cuando Luimin había cometido un error, habían tratado de abordarlo con ella juntas.

Ayudar a un extraño con un problema de dinero, incluso después de que ese extraño cometiera un error… No podía imaginar que hubiera mucha gente que haría eso en mi viejo mundo, y mucho menos en este.

Además de eso, apenas podía creer lo que habían hecho después de que Luimin se fuera de la ciudad.

“¿Nos estás diciendo que el brazalete… esta seguro?”

“¡Sí!” dijo Miranda. “Una vez que descubrimos que Luimin había dejado su brazalete y se había ido de la ciudad, negociamos con Doglud y le pedimos que no le vendiera el brazalete a nadie más”.

Sharla asintió. “No sabíamos cuánto tiempo tomaría, pero planeábamos volver a comprarlo”.

“Pero no tenemos idea de cuánto tiempo nos llevará”, dijo Eriel, “Somos aventureras de bajo rango, ¿sabes?”

“Todas…” Luimin miró a Miranda, con los ojos llorosos.

Habían negociado con el comerciante solo para poder recuperar el brazalete de Luimin. Le habían dicho que querían volver a comprarlo. Se acercaron y le pidieron que no lo vendiera.

¡Fue idiota! Idiota, simple y llanamente. ¿Qué clase de idiota total volvería a comprar un brazalete para un extraño al que apenas conocen?

Bueno… el tipo de idiota que me gusta.

“En nombre de mi hermana, reciban mi más profundo agradecimiento”, dijo Sanya. “Por favor, dejenme mostrarles mi gratitud de nuevo”.

“Con gusto. Pero todavía no lo hemos vuelto a comprar”.

“Solo asegurándose de que no se lo vendían a otra persona fue más que suficiente”.

Totalmente. Si Miranda y las demás no hubieran negociado con el comerciante, el brazalete podría haber ido a parar a otro comprador y entonces estaríamos en un verdadero problema.

“Por favor, déjenme agradecerles”, dijo Sanya.

“Pero no hicimos esto por ninguna recompensa…”

“Si quieres devolvernos el dinero”, dijo alguien, “¡entonces me conformaría con un abrazo de Yuna!”.

Decidimos ignorar ese pequeño comentario. Sí, definitivamente solo estaba escuchando cosas…

Pero Eriel definitivamente me estaba mirando. Me puse la capucha de oso sobre la cara y me escondí de su mirada.

Una vez que terminamos de hablar, nos presentaron al maestro del gremio para terminar las cosas. Ya sabes, registrarse, explicar que soy un oso que se mete en muchos problemas y preguntar: “¿No podrían ayudarnos si nos metemos en un lío?” y todo eso.

El maestro del gremio de Laluz accedió a regañadientes, aunque solo fuera porque Sanya era la que preguntaba.

Genial. ¡Parecía que podía arrasar!

Con eso terminado, dejamos atrás el Gremio de Aventureros. Miranda nos llevó al comerciante: íbamos a comprar el brazalete.

“Esta es la tienda del Sr. Doglud”, nos dijo.

Había mucha gente dando vueltas por el lugar. Era un gran lugar para una tienda. También había un gran carruaje detenido frente a él. La cosa estaba bellamente decorada, como si el propietario apenas pudiera evitar pintar algo como “¡SOY UN GRAN GASTADOR!” Supongo que ese era el tipo de clientela que tenía el comerciante: tipos ricos, aquí para comprar cosas caras.

Mientras mirábamos el carruaje, Miranda se dirigió a la tienda sin nosotras. La seguí, por si acaso. Tampoco quería quedarme atrás.

Cuando entramos, un chico nos saludó. “¡Bienvenidas!” Y entonces reconoció a Miranda. “¿Qué te trae por aquí hoy, Miranda?”

¿Está aquí el señor Doglud?

“¡Si, si esta! Lo llamaré de inmediato”. El niño se dirigió a una habitación trasera para hacer precisamente eso. Después de una breve espera, un tipo delgado de unos treinta años entró junto con el chico.

Miranda se acercó a él. “Señor. Doglud”.

Entonces, este era el dueño de la tienda… y el que tenía el brazalete de Luimin.

“¿oh, Miranda? ¿Qué te trae aquí hoy?” preguntó Doglud. “Y Dios mío, ¿es la señorita Luimin a la que veo?”

Él también se había fijado en mí, por supuesto, pero volvió a mirar a Luimin cuando ella habló.

Luimin inclinó la cabeza. “Lamento mucho lo que sucedió antes”.

“Señor. Doglud, no has vendido el brazalete de Luimin, ¿verdad?” preguntó Miranda.

“No, aún no.”

“¡Oh, Dios!” Todas parecían increíblemente aliviadas.

Sanya vino a pararse al lado de Luimin ahora y saludó a Doglud: “Soy la hermana de Luimin, Sanya. Me gustaría pagarte por el cuadro que ella rompió. ¿Estarías dispuesto a devolvernos su brazalete?”

“¡¿Eres la hermana de la señorita Luimin ?!” Doglud miró a Luimin. Luimin asintió levemente. “Entonces lo eres, entonces. Rutto, ¿podrías ocuparte de la tienda? Por favor, sígueme, si quieres. Tengo algo que decirte con respecto a ese, ah… incidente”.

Nos hizo entrar a la trastienda. La habitación era bastante espaciosa. Había una mesa larga en el medio y algunas sillas a derecha e izquierda. Supuse que era el espacio de trabajo de Doglud.

“Por favor, entren. Tomen asiento”. Doglud ocupó el asiento del fondo con tanta indiferencia que supuse que era su lugar habitual. Todas nos sentamos alrededor de la mesa.

¿Doglud me estaba mirando? No, eso probablemente era solo mi imaginación.

“¿Cuánto tendríamos que pagar para recuperar el brazalete de Luimin?” preguntó Sanya.

Doglud apartó la mirada de ella. Bajó la cabeza. “Lo siento. Ya no puedo devolverte el brazalete”.

“Espera, ¿qué significa eso?” Miranda se levantó de un salto en su asiento y golpeó el escritorio justo en frente de Doglud. “¡Prometiste no vender su pulsera! ¡¿Y bien?! ¡¿No es así?!”

“Lo siento”, repitió Doglud.

“No necesito tus disculpas. Prometiste no venderlo y la hermana de Luimin acepta pagarlo. Explícate.”

“Bueno… yo…”

El tono tranquilo de Sanya arrojó agua al fuego. “¿Podrías explicárnoslo?”

Miranda volvió a sentarse, furiosa.

“Había un cliente que tenía, ya ves. Quería comprar la pintura que la señorita Luimin rompió. Cuando supo que la pintura ya no estaba disponible, ese individuo propuso otras condiciones para nuestro comercio”.

“¿Diferentes condiciones?”

“Sí. Notó el brazalete de la señorita Luimin en esta habitación y me dijo que lo quería. Me negué, por supuesto, pero ya estaba en deuda con él debido al problema con la pintura. Al final, no pude decir que no”.

“Pero dijiste que las cosas estaban bien hace unos días”.

“Sí. Había agregado otra condición: prepararía una pintura del mismo artista si renunciaba al asunto del brazalete de la señorita Luimin”.

“¿Entonces tenemos una oportunidad?”

“Se suponía que la pintura llegaría de Solzonark ayer. Por eso te dije que las cosas estarían bien. Pero…”

“La lluvia, ¿verdad?”

“Sí… fue la lluvia. El río estaba embravecido y no podían sacar ningún bote. La pintura nunca llegó, aunque prometí tenerla aquí esta noche”.

Miranda suspiró. “Pero…” La pintura había llegado al pueblo al otro lado del río, por lo menos. “¿No hay nada que podamos hacer?”

“Planean vigilar el río durante unos días, incluso después de que parezca seguro cruzarlo”.

Supongo que querían estar absolutamente seguros. Los rápidos embravecidos pueden ser bastante impredecibles.

“¿Hay algo que podamos hacer?” preguntó Miranda.

“No puedo hacer nada en absoluto si la pintura no nos llega esta noche. Ya rompí una promesa una vez. No puedo hacer eso de nuevo”.

“¿Él no esperará unos días?”

“Él ya ha estado esperando lo suficiente”.

“Pero la lluvia tiene la culpa”.

“Lo había tomado en consideración cuando decidí el día. Lo corté demasiado cerca, sospecho. Fue mi propio error”.

“¡No, no lo es!” dijo Sanya. “Has hecho mucho por Luimin, manteniendo su brazalete a salvo. Solo eso es suficiente para que estemos agradecidas…”

“Gracias por sus amables palabras”, dijo Doglud.

Sí. Nadie podía quejarse después de que él se había esforzado tanto por ayudar.

“Entonces, ¿quién es? ¿Crees que podríamos negociar con esta persona?” preguntó Sanya.

Sanya era la maestra del gremio de la capital, así que tal vez podría usar su influencia para llegar a un acuerdo. Si fuera necesario, probablemente podría ayudar con mi cuchillo de cresta.

“Es el señor Retbelle”, dijo Doglud, “uno de los grandes comerciantes de esta ciudad”.

“Señor. Retbelle…” repitió Luimin.

“¿Por qué está involucrado en esto?” Miranda dijo con tristeza.

“¿Quién es el señor Retbelle?” preguntó Sanya.

“Uno de los comerciantes influyentes de la ciudad”, dijo Eriel. Y algo así como una celebridad, aparentemente.

“¿Crees que podría escuchar a Sanya, al menos?” se preguntó Miranda.

“Solo tengo influencia dentro del Gremio de Aventureros. Si es un comerciante prominente con el que estamos tratando…”

Si todo lo demás fallaba, podría probar con el cuchillo. Pero por mucho que quisiera probarlo, este tipo podría haber sido demasiado importante para que funcionara.

La habitación quedó en silencio.

¿Por qué nos estábamos poniendo todos melancólicos? La respuesta parecía sencilla.

“Solo tenemos que cruzar el río y conseguir la pintura, ¿verdad?” Dije, rompiendo el silencio y hablando por primera vez.

Sanya se volvió hacia mí. “¿Yuna?”

“Iré a buscarlo. ¿Dónde tengo que ir? La pintura está en el pueblo al otro lado del río, ¿sí?”

“¡Niña, no hay barcos saliendo! ¿Planeas nadar? ¡¿O tal vez estás pensando en agitar los brazos y volar a través del río?!” Doglud se estaba volviendo un poco fuerte. Bastante justo, probablemente había sonado como si estuviera haciendo una broma de mal gusto.

“No voy a nadar, y no voy a volar”.

Finalmente había llegado el momento de usar mi nueva habilidad, la que obtuve después de ese trabajo matando a los golems.

Oso caminando sobre el agua.