Potion Danomi De Ikinobimasu (NL)

Volumen 3

Capitulo 28: El Ángel Regresa

Parte 2

“¡Serán abatidos por la ira de la Diosa!” La ruidosa multitud se

quedó en silencio al instante.

Comencé a cantar extraños encantamientos por el megáfono, consciente del hecho de que la atención de todos estaba centrada en mí.

“¡Amiga mía, Diosa Celestina, concédenos la salvación de esta

malvada enfermedad! ¡¡¡Adelante, vasija de milagros!!!”

Entonces, una estatua de la diosa en miniatura, de unos dos metros

de altura, apareció de repente en la base de la estatua de la diosa.

Se sostenía una vasija de azulejos en su hombro derecho, de donde

se derramaba un líquido blanco.

El fluido se derramaba hacia los pies de la estatua de la mini diosa,

donde parecía desvanecerse a medida que se drenaba en la base.

Sí, estaba siendo recirculando a la vasija.

¿Quién sabe qué pasaría si un fluido tan sospechoso se vertía

interminablemente en los canales de drenaje?

Sería bastante malo si los ratones que viven allí se convirtieran en

súper ratones o algo así.

La multitud aún no había pronunciado palabra alguna y tragó saliva

de forma audible.

Una estatua de la diosa había aparecido repentinamente de la nada.

Un fluido blanco se derramaba interminablemente de la vasija que

sostenía la estatua de la diosa.

Una chica extraña.

Una explosión de juicio divino.

La crisis de la capital real.

La protección de la Diosa.

“““¡¡¡Uooohhh!!!”””

De repente, la multitud estalló en vítores.

Seguí gritando en el megáfono en un intento por controlar a la

multitud.

“¡Tranquílense! ¡Mantenga la calma! El medicamento seguirá fluyendo sin cesar, ¡así que no hay necesidad de apresurarse! Prioricen a los niños, ancianos y los que ya están enfermos, y esperen pacientemente su turno. ¿Quieren actuar de forma vergonzosa frente a su familia y amigos? ¿Quieren provocar la ira de la Diosa?”

Sería un desastre absoluto si la multitud se adelantara a la vez.

Para evitar esto, les había dado un sentimiento de seguridad diciéndoles que había un suministro interminable de medicinas, y sembré el miedo con el castigo divino de la Diosa.

Nadie dudaría de la existencia del castigo divino después de

presenciar tal milagro.

De hecho, lo acababan de ver con sus propios ojos.

“Quiero que el teniente coronel y el comandante de la compañía informen al palacio real y al ejército. Y no se olviden del regimiento de guardias y los centinelas reales. Ustedes dos, los nobles, recorran el distrito de la nobleza e informen a los otros nobles. No escucharían si un plebeyo difundiera la noticia. Veamos, pueden decirles que acaba de aparecer una amiga de Celestine.”

Cambié un poco mi patrón de habla para sonar más autoritaria.

Los dos nobles simplemente se quedaron allí con la boca abierta,

pero los oficiales estaban poniendo las manos en la masa.

Un oficial del ejército no podría sobrevivir si se quedara

estupefacto ante cada situación inesperada.

Saludaron y se dispusieron a salir corriendo…

“¡Oh, esperen!”

Los llamé, luego agarré dos botellas de pociones de la nada.

Sus ojos se agrandaron, al igual que el resto de la multitud.

“Es la misma medicina que esa. Bébanla.”

Los dos lo bebieron sin dudarlo.

Luego agarré dos bolsas de tela del aire.

“Hay doce botellas en cada una. Hagan que el rey lo beba. No podemos permitir que Su Majestad y los ministros hagan cola con el resto de la multitud, ¿verdad?”

Tomaron las bolsas sin decir palabra, inclinaron la cabeza y luego

corrieron hacia el palacio real.

… ¿Eh?

“¿Por qué siguen aquí ustedes dos?”

Pregunté a los dos nobles que todavía estaban allí.

“B-Bueno, también esperábamos que nos diera algo de

medicina…”

¡Oh, cierto!

“¡Tengan!”

Agarré dos botellas de la nada y les entregué una a cada uno. Una

vez que la bebieron…

“… ¿Por qué siguen esperando?”

“U-Um, la bolsa de medicinas…”

Ah.

“No recibirán ninguna. Un noble normal que no sea ministro tendrá

que hacer cola normalmente con el resto de la gente.”

““¡Quéééé!””

Aún se estaban tomando su tiempo, pero salieron corriendo

inmediatamente después de que los miré.

¡Temed a los ojos del demonio! … ¡Oye, cállate!

“Ahora bien, una vez que hayan formado una línea, ¡avancen rápidamente, pero sin apresurarse! Un sorbo de la medicina será suficiente. ¡Por favor, coloquen también un poco en un recipiente para las personas que no pudieron venir aquí debido a la edad o la enfermedad!”

“““¿Eh…?”””

Ah, a juzgar por la reacción de algunos de ellos, me di cuenta de

que no estaban tramando nada bueno…

“Además… no tendría sentido intentar tomar mucho para guardarlo para más tarde, porque este medicamento no funcionará para ninguna otra enfermedad y su eficacia caducará en un día, y lo pueden obtener aquí de forma gratuita. Y si son tan mezquinos como para hacer tal cosa, quién sabe lo que pensarían sus familiares y amigos… Incluso si necesitan un poco para su familia, una botella será suficiente para diez personas aproximadamente. Incluso estarían bien con menos. ¡Así que sigan moviéndose y no ralenticen la línea! ¡Beber una cucharada de su mano será suficiente!”

Muy bien, ¡las cosas finalmente estaban avanzando! Estaba lista por ahora.

Layette apretó mi mano derecha.

Ella estaba preocupada por mí…

Ahora no había vuelta atrás…

Pero no tuve elección.

A juzgar por lo que me habían dicho los dos dueños de las tiendas de medicamentos, la enfermedad se estaba propagando a un ritmo alarmantemente rápido.

Probablemente se estaba propagando mucho más rápido que la

peste, el tifus o el cólera.

Incluso un pequeño retraso en su tratamiento daría como resultado que se extendiera por todo el reino y, finalmente, por todo el continente.

Todo sucedería en un abrir y cerrar de ojos.

Y no tenía forma de diferenciar las enfermedades.

¡Por supuesto que no! ¡¿Qué esperas de una ex-oficinista novata!

No podía diagnosticar la plaga o el tifus, y no sabía nada sobre las

causas, rasgos o tratamientos de ninguna enfermedad.

Lo único que sabía era el método de diagnóstico de beriberi en el

que se daba un golpecito en la rodilla.

Y vender medicinas en mi tienda no habría ayudado.

Sólo las personas relativamente acomodadas saldrían a comprar

medicamentos.

Los huérfanos, los niños de la calle, las personas sin hogar e incluso los ciudadanos normales a menudo confiaban en remedios caseros gratuitos en lugar de comprar medicamentos.

Había algunos que no comprarían medicamentos, aunque fueran

realmente baratos o incluso gratis.

Entonces no tendría sentido y, a la inversa, si todos en la capital real entraran irrumpiendo en mi tienda, yo tampoco habría podido manejar eso.

Así que tenía que ir a un lugar espacioso y repartirlo gratis, con un método en el que todo el mundo se apresuraría a entrar a la vez, pero evitando el pánico y evitando que la gente se pelease por la medicina o los nobles y la realeza tratando de quedárselo para ellos. Sólo la Diosa o el Ángel podrían cumplir todas esas condiciones.

En otras palabras, era jaque mate.

Ni siquiera sabía cómo se llamaba la enfermedad.

Pero si yo apareciera repartiendo medicinas que pudieran curar cualquier enfermedad, el mundo iría a una cacería de brujas, no, a una cacería de ángeles.

No soy masoquista, así que tenía que pasar ese supuesto.

Y así, hice que la conveniente “Fábrica de pociones” con la marca

Diosa (nombrada por mí) resolviera todo.

Este era el resultado que había salido de ello.

[¡Poción que cura y crea anticuerpos para cualquier enfermedad epidémica que esté azotando la capital real en este momento con sólo una dosis baja y pierde su efectividad si no se bebe dentro de las veinticuatro horas después de ser extraída, y va en un pequeño recipiente con forma de una estatua de la diosa con un sistema de generación / circulación sin fin y venga ya!]

¿Eso es trampa, dices?

No hay problema alguno, soy yo quien hace las reglas.

A pesar de la multitud de personas reunidas, cada persona tomó

muy poco tiempo.

Algunas personas se encargaron de organizar las filas, guiando a las personas para que se movieran desde un lado en lugar de hacerlo directamente desde el frente.

¡Inteligente! Tomaría más tiempo desde el frente porque cada persona tendría que detenerse, tomar un poco, beber y luego hacerse a un lado, pero sólo tendrían que detenerse por un momento de esta manera.

Bien hecho.

Los trabajadores voluntarios parecían muy felices e incluso podía

ver un destello en sus ojos.

Quiero decir, estaban ayudando al Ángel, así que debían sentirse

como si se hubieran convertido en sirvientes de Dios.

Por supuesto que estarían felices.

Parecía que podía dejarles el resto sin preocupaciones.

Y entonces, después de un tiempo, llegaron.

Sí, por supuesto. Ellos.

Los soldados del ejército.

La mayoría de ellos eran soldados de infantería, pero también había

algo de caballería.

… Y una multitud de nobles.

“¡Fuera del camino, plebeyos! La medicina milagrosa pertenece

a la casa del marqués Sessdor…”

¡Boom!

“¡A-Ahhh!”

Mientras el noble montaba su carruaje a través de las filas de ciudadanos hacia la estatua de la diosa, gentilmente le di como regalo algo parecido a la nitroglicerina.

El techo de su carruaje fue volado y sus dos caballos se sentaron en

el lugar por miedo.

Los caballos son criaturas bastante tímidas. Un simple cuervo o una sombra volando frente a ellos podría hacer que se detuvieran o huyeran.

Quizás optaron por sentarse porque no podían huir mientras tiraban del carruaje.

El noble del carruaje se encogió y se cubrió la cabeza con ambas manos, tal vez para protegerse la cabeza de los fragmentos del techo que caían o porque estaba encogido de miedo.

“¡Tonto! Parece que no valoras tu vida, oponerse así a la voluntad de la Diosa… Entonces, como desees, te concederé una muerte rápida. De esa manera, ya no tendrás que preocuparte por la enfermedad.”

Mi voz, amplificada por el megáfono, se extendió por toda la plaza.

El sonido era de alta calidad y sin ninguna distorsión… bueno, por

supuesto que lo sería.

Era un pedido especial directamente del taller de la Diosa.

Muy bien, los nobles y el ejército se detuvieron en su lugar.

Al frente del grupo estaba… el teniente coronel.

“¡He aquí el milagro de la Diosa!” Luego creé otra mini estatua de la diosa.

Una, dos, no había mucha diferencia ahora.

Así que decidí dar prioridad a dar una impresión impactante a los

nobles y al ejército.

“Los soldados deben alinearse en esta segunda estatua de la diosa y beber la medicina. Después, bajo las órdenes de su comandante, cooperarán con los centinelas para mantener el orden en la capital real, distribuir medicinas a los enfermos y difundir la noticia de que la enfermedad ha sido superada. Cualquiera que beba el medicamento será inmune a esta epidemia. En cuanto a los nobles… con normalidad se alinearán detrás del resto de los ciudadanos.”

Los soldados rugieron de júbilo y sus oficiales superiores

rápidamente comenzaron a formar filas.

Tenía que reconocérselo a los militares.

Se movían de manera ordenada y formaron filas de manera rápida y eficiente.

Aunque podía escuchar las quejas de los nobles…

“No hay diferencia entre nobles y plebeyos ante la Diosa. Esa es una distinción que los humanos crearon por sí mismos. Si no les gusta, no duden en irse sin el medicamento.”

Se callaron y se alinearon bastante rápido después de eso.

Oh, parecía que algunos de los nobles habían hecho que sus

sirvientes trajeran contenedores en lugar de hacer la cola ellos mismos.

Parecía que habían recibido mi mensaje.

Supongo que los dos que envié para difundir el mensaje hicieron

bien su trabajo.

Pero, ¿por qué se tomaron la molestia de venir en persona? Tal vez querían ver el milagro por sí mismos, o estaban conspirando para tomar control de la estatua de la diosa

“Kaoru, quiero decir, Lady Ángel…”

Era el teniente coronel.

Se había acercado en su caballo.

“Kaoru está bien. Me desconcierta cuando te diriges a mí de esa

manera…”

“No puedo… bueno, supongo que tienes razón. Ese es el tipo de

persona que eres…”

Me alegraba que pareciera estar de acuerdo.

Había varios rostros desconocidos.

A juzgar por la forma en que actuaban como iguales al teniente coronel,debían de serlos líderes de losotros nuevebatallones.Aunque no parecía que estuvieran todos allí…

“Entonces, Kaoru, ¿qué planeas hacer después de esto?”

Seeeeeeh, esa era la cuestión.

No había mucho que pudiera hacer ahora.

Entonces tendría que ocuparme de las cosas como es debido.

“Voy al este.”

“¿Al este?”

“Sí, hacia el pueblo del este, donde se cree que comenzó esta epidemia. Si no la contengo allí, la enfermedad podría extenderse a otros lugares además de la capital real, resultando en un desastre…”

El teniente coronel tenía una expresión seria en su rostro al

escuchar esto.

“Ese pueblo ya ha sido contenido. A las personas se les prohíbe la entrada y la salida, y se les ha puesto en cuarentena hasta que pase la enfermedad.”

… En otras palabras, ¿están esperando a que los aldeanos mueran mientras están atrapados en la aldea? ¿O iban a desinfectar todo el pueblo prendiéndole fuego?

¡No mientras yo esté aquí!

Me volví hacia las personas que se habían ofrecido como

voluntarias para organizar las filas.

“Debo ir a una aldea para salvar a los que padecen enfermedades. Así que, por favor, háganse cargo de las cosas aquí hasta que las estatuas hayan cumplido con su deber.”

“““¡¡¡Puede contar con nosotros, miladi!!!”””

El Ángel de la Diosa les había encomendado una tarea.

Tal honor era inaudito.

Cinco hombres levantaron los brazos con orgullo,los ojos brillando

con determinación.

“Una vez que los soldados hayan terminado, por favor formen una segunda línea y utilicen esa estatua también para los ciudadanos. Ahora, les dejo el resto.”

Con eso, salté del pedestal de la estatua de la diosa.

El mar de gente se separó ante mí.

¡¿Qué soy, Moisés?!