Totsuzen Papa ni Natta (NL)

Volumen 1

Capítulo 9: El Sr. Dragón Escucha su Propuesta de Matrimonio

El día. Ha llegado. Por fin ha llegado.

Este es el día que más tembloroso he estado en milenios.

***

Un fatídico día…

Mientras me quedaba dormido en un rincón de la cocina después de haber preparado los ingredientes para la cena, Olivia se acercó a mí. Debía de tener tiempo libre ahora que había terminado de ventilar toda una colección de libros de la biblioteca.

Ahora era un poco más grande, mi Olivia. Y hoy en día, ella podría trabajar a través de los libros mucho más rápido que antes.

Lentamente, en silencio, se acercó más y más. Podía sentir que se acercaba, y sabía por experiencia que lo mejor era fingir que estaba dormido; estaba tratando de darme una sacudida.

“¡Bu!” Gritó.

“¡¡¡Ahh!!! ¡Me has pillado!” Dije, fingiendo una reacción exagerada de sorpresa. Ella exclamó con alegría. Vaya, vaya, pensé, mi niña es tan linda e inocente.

De alguna manera, me las arreglé para no sonreír al pensarlo, sólo para recibir un golpe de efecto.

“¡Papi!”

“¿Eh?”

En mi mejilla, sentí algo suave. Mis ojos se abrieron de par en par, y ante mis ojos estaba la cara de Olivia.

Ella… No, no puede ser… ¿Acaba de besarme? ¡¿La cosa que los miembros de la familia humana, los amantes y las parejas casadas hacen para mostrar su amor y afecto?!

“¿Olivia?”

“Ah, estás despierto, Papi.”

La expresión de Olivia parecía adulta para su edad. Llevaba el cabello recogido y lo tenía decorado con un gran pañuelo de encaje blanco.

“¡Mira, Papi! Soy una novia!” “¿Una n-novia?”

“¡Sí! ¡Cuando sea mayor, me voy a casar contigo, Papi! ¡Voy a ser tu novia!” “¡¿¡¿Quééééééé?!?!”

El día había llegado. Por fin había llegado. ¡Por fin había llegado el día! ¡Estaba más agitado que nunca en todos mis milenios!

“¡Me di cuenta, por todos los libros de cuentos que leí en la biblioteca, que una princesa que se casa con un príncipe vivirá ‘feliz para siempre’! Por eso me voy a casar contigo.” Dijo, con una sonrisa de oreja a oreja.

Ya veo. Está emulando una ‘ceremonia de boda’ que los humanos han empezado a tener cuando se emparejan como compañeros.

Había leído todo sobre esta ropa blanca con volantes en el libro Ocasiones Familiares. También había leído que la proposición de matrimonio de las hijas a sus padres es algo relativamente común en otro libro titulado Cómo Llevarse Bien con su Hija. Pero leer sobre ello estaba muy lejos de experimentarlo en la vida real. Esto me ha dejado casi boquiabierto.

“Olivia, cariño.” “¿Sí?”

Luchando contra mi leve —ejem, mi inmensa— incomodidad, me recompuse, pues sabía que en momentos como éste, empezar con buen pie era esencial. El sentimiento me hacía feliz, pero eso no era ni lo uno ni lo otro. Tenía que enseñarle lo que era una práctica común en la sociedad humana.

“Estoy muy contento, Olivia, de verdad. Pero papi no puede ser tu marido.” “¿Eh?”

“Es porque soy tu padre, cariño.”

“¿Es por eso?”

“Así es. Los humanos no pueden casarse con sus propios padres.” Continué, lenta y suavemente. “Pero aunque no pueda ser tu marido, siempre seré tu… herkk…”

“¿Papi?”

Me sorprendí a mí mismo. Mi cabeza nadaba con la idea de que Olivia se casaría algún día con alguien y que acababa de declarar que sería mi novia.

Yo… ¡Yo…!

“Ah, ja, ja. ¿Qué?” Algo cálido recorrió mi suave rostro humano. “¿Por qué estoy llorando?”

Las lágrimas seguían saliendo. No estaba triste ni arrepentido, así que ¿por qué?

No podía dejar de pensar en la felicidad de Olivia, y en lo breve y precioso de mi tiempo con ella. Y cada vez que pensaba en el futuro de Olivia, una emoción que nunca antes había sentido en mi milenaria vida se apoderaba de mi corazón. Era un sentimiento dulce, cálido y feliz, pero también agridulce, nostálgico y cortante. Si hay una palabra para ello, no la conozco.

“¿Qué pasa, Papi? ¿Tienes un chichón?”

“No, cariño. Estoy bien.”

“Pero Papi, estás llorando.”

“Escu—herkk… Escucha, Olivia… No puedo ser tu marido, pero que sepas que estoy de tu lado, siempre y para siempre, pase lo que pase.”

“¿Eh? Está bien, lo tengo, Papi.” “Y eso es porque soy tu papi.” Así es, pensé. Soy tu papi.

Este sentimiento dulce, cálido, feliz, agridulce, melancólico, cortante. No sé su nombre, pero… este sentimiento que tengo cuando espero y rezo por la felicidad de Olivia en el futuro puede ser simplemente amor.

Dicho esto, ¡me propuso matrimonio! Podría haberme reído. Quiero presumir de esto a alguien. ¡Me pregunto cómo reaccionarán las dos damas!