Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 2

Capítulo 2: La Buena Comida Hace Feliz A Todo El Mundo

Parte 1

 

 

Magical Daisy

El teléfono mágico de Genopsyko emitió un sonido de trompetas y su pantalla brilló con todos los colores del arco iris. Dejó caer el teléfono y éste patinó por la base de la fuente hasta chocar con la estatua de la sirena, donde se detuvo con la pantalla hacia arriba. Una banda de luz se expandió fuera de la pantalla y se condensó para formar una imagen: un esferoide simétrico, su mitad derecha negra, la izquierda blanca. Flotaba ligeramente en el aire, con un ala en forma de mariposa brotando de un lado. El orbe translúcido flotaba allí, iluminando con su luz la ondulante nube de arena. Era un holograma.

“¡Hola, buenos días y buenas tardes a todas las chicas mágicas!

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¡Este es Fal, nombrado mascota del Proyecto Crianza de Chicas Mágicas, pon!” La voz aguda y sintética era infantil, y a la vez misteriosamente enfermiza. La expresión de Daisy se agrió. Genopsyko, @Meow-Meow y Nokko la observaron.

Luchando contra las ganas de vomitar, Daisy se dirigió al holograma que se había presentado como Fal. “¿Qué es esto? ¿Qué está pasando?”

Proyecto Crianza de Chicas Mágicas es un juego de red social de nueva generación que se utiliza como simulador de entrenamiento para las chicas mágicas en activo, y también para probar a las candidatas, pon. La experiencia que adquieran en este espacio virtual se transmitirá directamente a sus cuerpos físicos, pon. Todas han sido seleccionadas mediante un sorteo imparcial para ser jugadoras de prueba, pon.”

“¿Espacio virtual? ¿Esto no es el mundo real?” Preguntó Daisy.

“¡Exactamente! Los controles basados en el sistema Trazado Mágico se sienten como en la realidad. Además, están los magníficos gráficos hiperrealistas. Esos son los dos grandes atractivos de Proyecto Crianza de Chicas Mágicas, pon.”

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“¿Esto en serio es un juego?”

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“Lo es, pon. Fal no mentiría, pon.” “¿No es mágico?”

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“Es un juego creado con magia, pon.”

Magical Daisy trató de actuar con calma, pero por dentro se estremeció. Aunque Fal había afirmado explícitamente que se trataba de un juego, todo parecía tan real, a pesar de lo extraño del escenario. El olor a polvo y a moho de los edificios en ruinas, la implacable luz del sol, la sensación de impacto al golpear los esqueletos, la sensación de solidez del suelo que pisaba… todo gritaba que era “real”. Pero sólo en un juego podían surgir esqueletos del suelo, y sólo en un juego podía existir un desierto interminable salpicado de edificios idénticos que se desmoronaban a intervalos uniformes.

“¡No he oído nada de esto!” Gritó Genopsyko. “¡Nadie me preguntó siquiera si quería participar! No te atrevas a involucrarme en todo esto, animal asqueroso.”

“Esto nos causa problemas…” Dijo Nokko. Las dos se acercaron al teléfono mágico. Por desgracia, seguían hablando con un holograma, así que no podían ni siquiera agarrarlo por el cuello. No es que tuviera un cuello que agarrar.

Pero su enfado era comprensible. No se podía enviar a alguien sin su consentimiento, obligarle a luchar contra los esqueletos y luego ordenarles que buscaran una ciudad y esperar que lo aceptara todo sin refunfuñar.

“Ya, ya. Por favor, cálmense y escuchen, pon.” A pesar del acercamiento hostil, la mascota, tal y como había estado desde su presentación, estaba tranquila. Su expresión no había cambiado; más bien, no había habido ninguna para empezar.

La antigua compañera de Daisy, Palette, había sido un hada pequeña y bulliciosa con una amplia gama de emociones.

Son tan diferentes, aunque ambos sean mascotas, pensó Daisy.

“El tiempo está comprimido aquí, así que esto no causará dificultades en su día a día.” Dijo Fal. “En este momento, nos gustaría que pasan tres días seguidos participando en el juego. Pero eso sólo será un momento en el mundo real, pon. Puede que ya se hayan dado cuenta, pero todas pueden usar su magia aquí, igual que en la realidad, pon. Y nada de esto es peligroso en lo más mínimo, pon. No hay hechizos de curación, ni vidas extra, ni puntos de salvación, así que si tienen un game over, estarán acabadas, pero no habrá daños en sus cuerpos reales, así que es completamente seguro, pon.”

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“Entiendo cómo funciona.” Dijo Daisy. “Pero ¿por qué nos obligaron a participar? Ni siquiera nos lo pidieron.”

“Bueno, tengo la seguridad de que todas están familiarizadas con lo irracional que puede ser el Reino Mágico, pon. O tal vez la razón es que la propia magia es la encarnación de la irracionalidad. Es posible que la participación no consentida sea el detonante o la clave o algo así, pon.”

Tanto si conocía sus pensamientos sobre el asunto como si no, Fal continuó. “A fin de cuentas, se trata de una prueba oficial del Reino Mágico, así que no hay absolutamente nada de qué preocuparse, pon. Las recompensas por completarla son muy generosas, e incluso los premios por participación son bastante buenos. Si pueden ser nuestras jugadoras de prueba y ayudarnos a resolver los errores, las futuras candidatas tendrán una gran deuda con ustedes, pon. Sin embargo, este juego sigue siendo un secreto, así que está prohibido hablar de él con nadie más que con sus compañeras, pon… Pero guardar secretos es parte de ser una chica mágica, así que les será fácil, pon. Entonces,

¿participarán, pon? Todas las demás ya han aceptado, pon.”

Fal miraba a Magical Daisy. Genopsyko, @Meow-Meow y Nokko también la miraban. Daisy miró a Nokko, sintiendo que debía mantenerla a salvo.

***

 

 

Pechka

Pechka seguía confundida, pero estaba atrapada en el juego. Ella, personalmente, tenía un montón de cosas que prefería hacer antes que entrenar o allanar el camino a los futuros candidatos, y no le parecían especialmente convincentes las razones por las que la habían traído a este juego en primer lugar. Quería disculparse y retirarse, pero las otras tres tenían otros planes.

“No me gustan las medidas tan contundentes.” Dijo la chica muñeca. “Pero si es obra del Reino Mágico, supongo que no hay nada que hacer. Al menos parece interesante, así que aceptaré.”

“¡Sería magnifique que esta recompensa fuera real!” Se entusiasmó la doncella del santuario.

“Sí.” Asintió la medio animal.

“La recompensa suena bastante espléndida.” Coincidió la chica muñeca. “Pero esto no parece realmente algo que haría el Reino Mágico.”

“¡Pero es tan fantastique! Con diez mil millones de yenes en efectivo, podrías vivir la vie luxe de las chicas mágicas.”

“Qué plan tan estrecho para tu vida.”

Con las demás así, Pechka no quería ser la única que se levantara y dijera que no iba a participar. Como cualquier otra chica sencilla e introvertida de la escuela media, era buena para leer la situación social. Así que se rió un poco y asintió, con una vaga sonrisa en los labios.

“Ahora bien.” Dijo Fal. “Tienen que formar un grupo, pon. Pueden tener hasta cuatro personas, pon. Formar un grupo les permitirá utilizar objetos que les proporcionarán todo tipo de beneficios, pon. Una vez que instalen la aplicación del mapa, ésta mostrará la ubicación de sus miembros, y sólo tendrán que llevar una copia de los objetos que utilicen como grupo, pon.”

Las cuatro intercambiaron miradas y, al cabo de unos instantes, todas las miradas se dirigieron a Pechka. De alguna manera, ella sabía lo que tenían en mente. Probablemente pensaban: No quiero formar grupo con una gallina de aspecto débil y claramente inútil.

“Si no te importa, ¿sería posible que nos dijeras tu habilidad mágica?” Le preguntó la chica muñeca.

“Sí, estoy très curieuse sobre eso.”

No sólo pensaban que no era buena. Directamente lo habían dicho. “Uh, puedo hacer una comida deliciosa… si tengo  sólo cinco minutos…”

Las otras chicas intercambiaron miradas. Pechka sabía lo que eso significaba, y le dolía. Podía sentir los mensajes silenciosos que pasaban entre ellas, justo por encima de su cabeza: ¿Qué hacemos con

eso? Está claro que es inútil. Tal vez deberíamos dejarla aquí.

“Err… es posible cambiar los miembros del grupo durante el juego, pon. Pueden añadir, dejar y cambiar según la situación, pon.”

Los ojos de las tres chicas se cruzaron. La chica centauro asintió. Y así fue como las cuatro formaron un grupo. Pechka estaba harta de la obviedad con la que alardeaban de sus opiniones.

Pasaron dos horas. Al final, las tres chicas trataron a Pechka como a cualquier paria de la clase. No era más que un cuerpo extra que se dejaría de lado cuando llegase una chica mágica realmente útil. Se quedó al margen como una chica exenta de la clase de gimnasia mientras ellas luchaban contra los esqueletos. Ni su magia culinaria ni su personalidad cobarde estaban hechas para luchar.

La mágica doncella del santuario se llamaba Nonako Miyokata. Los adornos yin-yang de su cabello, los pantalones hakama rojos de corte profundo y el nombre de estilo japonés antiguo hacían evidente su motivo, pero algo en su personalidad chocaba con su estética puramente japonesa. Era un poco sospechoso.

“¡Las chicas magiques son geniales! ¡Bonitas! ¡Fuertes! En mi país es algo que se sabe.” Por las palabras que utilizó y su entonación, del tipo que nunca escucharías de un nativo, Pechka adivinó que era una extranjera, quizás una que intentaba ser más japonesa que un nativo.

Les había hablado con orgullo de su capacidad para controlar familiares, pero su habilidad se limitaba a las criaturas vivas. Incapaz de entablar amistad con los esqueletos, les dio patadas y puñetazos.

La chica muñeca se llamaba Rionetta. No era como una muñeca, ni se parecía a una muñeca, sino que era realmente una muñeca. Sus largas cintas bailando al viento, los extremos de su falda revoloteando, su gorro ondeando con cada movimiento mientras luchaba, parecía la imagen de una guerrera Lolita. Pero al observarla más de cerca, Pechka se dio cuenta de que sus movimientos, articulaciones y expresiones eran falsos.

Ella y Nonako Miyokata parecían estar en malos términos y a menudo se enfrentaban. Su forma de hablar era generalmente refinada, pero tenía una lengua afilada. Era una mujer llena de remates y sarcasmo. A Pechka no le gustaba la gente de su tipo.

Su habilidad mágica le permitía controlar a los muñecos, pero no había ninguno cerca, así que siempre estaba en combate cuerpo a cuerpo, como Nonako Miyokata. Sus articulaciones esféricas le permitían atacar en ángulos imposibles para un humano, golpeando con fuerza y profundidad desde los puntos ciegos de sus oponentes… aunque si los esqueletos tenían puntos ciegos era un misterio.

La chica centauro se llamaba Clantail. Pero no era exactamente un centauro, sino que podía sustituir la parte inferior de su cuerpo por la de cualquier bestia. Se transformaba en caimán y aplastaba los esqueletos con su cola, o se convertía en caballo y los hacía polvo con sus pezuñas, eligiendo la mejor forma para cada situación. La mayoría de las veces se transformaba en poni, ciervo o algún otro tipo de animal de cuatro patas relativamente pequeño.

Clantail también era mucho más amable de lo que Pechka había supuesto al principio. Apenas había pasado un día desde que se conocieron en el juego, pero Clantail se había asentado claramente como líder de las tres. Al ver cómo resolvía todas las disputas de Nonako Miyokata y Rionetta, Pechka pensó: Parece dura. Clantail nunca se quejaba y rara vez hablaba, lo que aumentaba esa impresión.

Las tres chicas lucharon con algo de espacio entre ellas para no interponerse en el camino de la otra, abatiendo esqueleto tras esqueleto. Los músculos en tensión, el cabello bailando al viento, la piel blanca brillando por debajo de sus trajes, había un carácter efímero en ellas, como si fueran a desaparecer si alguien las tocaba. Sin embargo, también había una sensualidad en ellas que hacía que igual quisieras hacerlo. El mero hecho de observarlas era suficiente para que Pechka suspirara. Sus rostros eran diversos, pero todos estaban perfectamente dispuestos, con rasgos perfectos.

Pechka se abrazó más fuerte a sus piernas. Lo que más había deseado era la belleza de una chica mágica. Había creído que si podía ser linda y hermosa, su mundo cambiaría. Incluso podría darle a Ninomiya un almuerzo casero. Y Chika realmente había cambiado después de convertirse en una chica mágica. Mientras que antes había sido intensamente introvertida, ahora, cuando era Pechka —e incluso cuando no lo era—, había sido capaz de actuar de forma más asertiva. Pero esa audacia nacía de un sentimiento de superioridad y de la creencia de que era hermosa y especial.

Pero aquí, ella era sólo otra chica mágica. Entre estas otras, su aspecto era mediocre. Con su ego reventado, toda su asertividad se había desbordado. Quien era en el fondo no había cambiado en absoluto. Se sentía como si hubiera vuelto a ser la chica que se escondía en un rincón de su clase. Sin nada que la sostuviera, lo único que le quedaba era su naturaleza tímida. No podía luchar ni oponerse a participar en el juego y se limitaba a sentarse en una especie de limbo, observando cómo luchaban las demás.

Mientras Pechka había estado ocupada hurgando en sus propios defectos, atormentándose por su impotencia y, en general, deprimida, la lucha había terminado. Las muchas docenas de cuerpos esqueléticos se convirtieron en polvo blanco y se desvanecieron en el viento.

“Parece que mi corazonada era correcta. Hay muchos esqueletos aquí.”

“¿Intentas llevarte el mérito?” Preguntó Rionetta.

“¡Ja, ja, ja! El mérito no es de la personne a la que no se le ocurrió.”

“¿Cuántos caramelos tenemos?” La interrupción de Clantail hizo que su discusión se detuviera temporalmente. Nonako y Rionetta sacaron sus teléfonos para comprobarlo.

J’ai diecisiete.”

“Tengo quince.”

“Y yo tengo veintiocho. ¿Y tú, Pechka?” Le preguntó Clantail. Todas se volvieron hacia ella y Pechka retrocedió instintivamente.

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Casi se le cae el teléfono al sacarlo, pero de alguna manera se las arregló para que apareciera la pantalla de estado. “Todavía cero…” El número que mostraba los caramelos mágicos en su poder no había cambiado.

“Me pregunto qué significa esto.” Preguntó Nonako.

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“Parece que sí recibimos caramelos por derrotar a los monstruos.” Dijo Rionetta. “Pero hay bastante variación en la cantidad. Al parecer, no todas recibimos la misma cantidad por estar en un grupo.”

En la parte inferior de la pantalla de estado del grupo había tres nombres: Clantail, Nonako Miyokata y Rionetta.

Clantail parecía estar pensando. “Tal vez sólo la persona que da el golpe final recibe el caramelo.”

“Sí, eso parece por los números, ¿t’sais?

“¿Así que la que no trabaje no comerá?” Rionetta miró a Pechka y ésta volvió a encogerse.

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Clantail se llevó una mano a la barbilla y reflexionó un poco más. “Los teléfonos tienen una función de transferencia. Deberíamos redistribuir los dulces después de cada batalla.”

“¿Para qué?” Protestó Rionetta. “Los que trabajan deberían recibir más, ¿no? Eso da valor al trabajo. El marxismo es una reliquia del pasado.”

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“Tal vez eso sea lo mejor cuando luchamos contra hordas de pequeños enemigos como estos.” Dijo Clantail. “Pero cuando hay menos enemigos, nadie se beneficiará si nos peleamos entre nosotras por la muerte.”

Rionetta frunció el ceño. Pechka podía entender la lógica de Clantail. En los juegos de rol, cuando aparecían enemigos grandes y fuertes, lo hacían en solitario o en un grupo pequeño. Si se peleaban por quién daría el golpe final, la fuerza del enemigo podía convertirlo en algo más que una simple molestia.

Mademoiselle Codiciosa sólo necesita cuidarse.” “Calladita te ves más bonita.”

“Um… sólo estaba… mirando, así que no necesito…” Pechka se interrumpió.

“En ese caso, pelea la próxima vez.” Dijo Clantail. Pechka se encogió aún más. Deseó poder desaparecer.

Fal les había dicho que, por ahora, estarían conectadas al juego durante tres días en tiempo de juego, un momento en el mundo real. Luego pasarían tres días en el mundo real antes de volver a conectarse. Este ciclo continuaría hasta que alguien completara el juego. En otras palabras, su situación continuaría durante al menos tres días. Un dolor sordo se instaló en el estómago de Pechka.

“Rionetta, ¿estás bien con esto?” Preguntó Clantail.

Rionetta parecía bastante reacia, pero asintió. “Por Dios. Así no voy a conseguir bastantes caramelos. Necesito encontrar un coto de caza.”

Un coto de caza. Esa no era una frase que se escuchara todos los días. Pechka supuso que se refería a un lugar en el que se reproducían monstruos o algo así. El teléfono mágico de Rionetta emitió un pitido y la imagen de una esfera en blanco y negro surgió de su pantalla. Debía de haber pulsado el botón de AYUDA.

“¿Pasa algo, pon?” Preguntó Fal.

“¿Estos monstruos reaparecen?” Preguntó Rionetta. “Es un dolor ir en busca de un nuevo terreno de caza.”

“Los monstruos resurgirán cada mañana, pon.”

“Ya veo. En ese caso otra pregunta. ¿Cuántos caramelos debemos guardar hasta el siguiente nivel? ¿No es algo típico que se ve en los juegos de rol?”

“¿Nivel?” La expresión de Fal era tan inexpresiva como siempre, pero el tono comunicaba claramente el mensaje. La criatura parecía estar pensando: ¿Por qué me preguntas eso? “En este juego no hay niveles, pon.”

“¿Eh?”

“El caramelo es un artículo que se usa en la tienda, pon. Es la moneda de este mundo, pon. Puede que lo necesites para otras cosas además de la tienda, pero por ahora está destinado a la tienda, pon. Ah, y usar dinero real está estrictamente prohibido, pon.”

“¿Una tienda? No veo…”

“¿Eh? Está en el centro de la ciudad. ¿No te has dado cuenta, pon?”

Pechka, Nonako, Rionetta y Clantail intercambiaron miradas. “Hay un montón de objetos útiles a la venta.” Explicó Fal. “Así que

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por favor, asegúrate de usarla, pon. Ah, y la zona de las praderas ya está desbloqueada. Siéntanse libre de avanzar, pon.”

“¿Se ha desbloqueado una zona? ¿Qué significa eso?” Preguntó Rionetta.

“Significa que otros jugadores han completado la misión necesaria para desbloquear la puerta de la siguiente zona, pon. Pero todavía hay recompensas para esas misiones, así que deberían intentar completarlas…” La voz de Fal se cortó. Rionetta había cerrado el menú de AYUDA.

Así que los otros jugadores estaban progresando. Ellas, en cambio, ni siquiera se habían enterado de que había una tienda en la ciudad o de que los caramelos mágicos eran la moneda aceptada allí. No importaba la reticencia de Pechka, ahora las otras tres también parecían ansiosas.

“Por ahora, volvamos a la ciudad. Comprobaremos la ubicación de esa tienda y luego nos dirigiremos a las praderas.” Dijo Clantail, y todas asintieron.

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