Eris No Seihai (NL)

Volumen 3

Extra 1: En El Gran Merillian

Querida Scarlett,

El sol de la tarde no es tan caliente estos días, y hay una brisa refrescante sobre los campos dorados. Ha llegado la época de la cosecha. ¿Cómo has estado últimamente?

Es difícil de creer que ya hayan pasado dos meses desde que te fuiste.

Sé que debería alegrarme de que hayas podido pasar a la tierra de las diosas.

Pero nuestra separación fue tan repentina, que espero que perdones que un simple humano como yo se sienta un poco resentido (aunque el objetivo de esta carta no es quejarme, sino contarte lo que pasó después de que te fueras, así que no te preocupes).

Primero, te contaré sobre el día en que se suponía que iba a ser ejecutada. La Princesa Heredera Cecilia falleció. He oído que fue abatida porque dejó libres a Lucía y al Príncipe Ulysses. Nadie sabe por qué hizo tal cosa a pesar de ser una de ellos. Por consideración a las repercusiones nacionales e internacionales de hacer pública su verdadera causa de muerte, dicen que murió de un inesperado ataque al corazón. Para bien o para mal, nadie lo ha cuestionado, al menos públicamente.

Tras el funeral de Cecilia, el Príncipe Enrique renunció formalmente a sus derechos de sucesión. Algún día, pronto, planea dejar el palacio por los dominios que le dio Su Majestad. El príncipe dice que es un lugar hermoso y exuberante con muchos buenos recuerdos, porque es donde las conoció a ti, Scarlett, y a Lady Lily.

Muchas personas han sido arrestadas. El hombre que se hace llamar Rufus May ha sido encerrado en la Primera Prisión Real por su papel de cabecilla en el secuestro del Príncipe Ulysses. No sólo sus cómplices, sino también muchos nobles relacionados con Daeg Gallus han sido arrestados. Jeorg Gaina se encuentra entre ellos, y algunas familias han sido despojadas de sus títulos y dominios. Todo tipo de otros crímenes han salido a la luz, y la sociedad ha estado zumbando con chismes sin parar.

Los acontecimientos de hace diez años también han salido finalmente a la luz. Nos hemos enterado de que muchos de los nobles que echaron una mano a Daeg Gallus en aquel entonces ya han sido castigados por diversos delitos. Soborno, juego, tráfico de personas…

¿No crees que es demasiado para una pura coincidencia?

Sospecho que eres lo suficientemente inteligente como para adivinar quién estaba detrás de esos juicios.

Estoy segura de que Su Majestad y el Duque Castiel estaban luchando en secreto contra sus enemigos invisibles todo el tiempo. Mi corazonada es que han estado en ello desde el día en que se dieron cuenta de que tendrían que sacrificarte para su causa.

Pero pasemos a noticias más felices.

Scarlett, tu nombre ha sido finalmente limpiado.

Por desgracia, no se han hecho públicos todos los hechos de hace diez años. (Si lo fueran, la Princesa Cecilia y el Príncipe Enrique estarían implicados, lo que dificulta las cosas).

Se ha culpado a Daeg Gallus de diseñar el complot, con un poco de dramatización y revisión de los hechos para el consumo público. Aldous tuvo la amabilidad de escribir toda la historia, incluyendo el testimonio de Aisha Huxley antes de su muerte, así que incluiré una copia de la misma con esta carta.

De todos modos, hoy en día estás muy solicitada como tema de canciones e historias que tienen como protagonista a la trágica hija del duque que se lanza al mar salvaje del destino.

Cada vez que escucho otra versión glamurosa de tu historia, me dan ganas de decirle a todo el mundo que, en realidad, le tiraste vino tinto a Cecilia cuando aún era hija de un vizconde y le diste una bofetada en público. Siempre tuviste una gran habilidad para…

Vaya, si no me detengo ahora, quién sabe lo que voy a decir, así que mejor paso a otro tema.

He oído que la Srta. Alexandra ascendió al trono sin más problemas y que ha mantenido a todo el mundo, especialmente a la Srta. Eularia y al Sr. Levine, en vilo. Por ahora, la revitalización de Faris es su principal preocupación, pero todos dicen que un díaseguramente reconstruirá la relación de Faris con Adelbide. Por otro lado, hay quien dice que debemos tomarnos en serio las recientes acciones de nuestro vecino y cortar inmediatamente las relaciones diplomáticas. La política es tan difícil. Pero estoy segura de que las cosas saldrán bien. Con el tiempo.

El Príncipe Ulysses estudiará en el extranjero el próximo año en Soldita, la tierra natal de su madre. Lucía dijo que planea ir a verlo allí en verano. La empresa de Walter va a proporcionar el barco, e incluso me han invitado a ir. Todavía no les he dado una respuesta, ya que aún falta mucho, pero el otro día me enteré de que el Duque Castiel les confió las cenizas de Lady Aliénore. Dijo que fue porque nunca la dejó visitar la casa de su familia después de casarse.

Últimamente, he intentado aprender el idioma de Soldita, aunque no es fácil.

Casi me olvido de decirte que, gracias a su trabajo de información sobre mi ejecución, Mylene ha sido contratada por la compañía Mayflower. Trabaja sin descanso y dice que está decidida a convertirse en un modelo para las chicas que quieren ser periodistas.

Esto puede ser una sorpresa, pero Kate ha estado trabajando en algo así como la secretaria privada de la Srta. Kimberly. Me temo que dentro de poco se paseará con una pistola en lugar de una tarta.

Como puedes ver, algunas cosas han cambiado, y otras no. (Por cierto, Hamsworth sigue tan libertino como siempre, y últimamente incluso ha engordado algunos kilos más).

En cuanto a mí, mi vida es casi la misma que antes de conocernos. Sigo siendo la hija de un vizconde sin importancia, pero me lo paso bastante bien.

La vida sin Scarlett Castiel es pacífica, tranquila, silenciosa y un poco aburrida.

Así que, para terminar, permítanme decir una última cosa.

Scarlett, eres una idiota.

Poco después de que se reconociera la inocencia de Scarlett, sus restos fueron trasladados al cementerio donde los miembros de la familia Castiel habían sido enterrados durante generaciones.

Su nombre fue esculpido en un mármol blanco elaboradamente decorado. El Duque Castiel supervisó directamente la creación de la lápida, asegurándose de que fuera adecuadamente bella para Scarlett Castiel.

Connie se puso en cuclillas y colocó con cuidado el sobre que contenía su carta delante de la tumba. Apenas había mencionado los acontecimientos recientes de su propia vida. Esperaba que si no escribía sobre ellos, Scarlett sintiera curiosidad y volviera a visitarla.

Pero su vida no había cambiado tanto. Lo que había cambiado era su entorno.

Aunque seguía siendo la hija de la Casa Grail, no sólo había roto dos compromisos, sino que había sido detenida por la Fuerza Real de Seguridad y, para colmo, casi le habían cortado la cabeza. Era una leyenda viviente en el peor sentido. Nadie en su sano juicio querría que su nombre se asociara al de ella. Tal vez por eso no se formaba precisamente una cola ante su puerta de aspirantes al puesto de prometido número tres.

Excepto por un individuo, claro está.

Connie se levantó lentamente. Cautelosamente, una voz detrás de ella preguntó: “¿Estás lista?”

Miró por encima del hombro. Allí estaba Randolph, tan alto y varonil como siempre, vestido de negro a pesar de que hoy era su día libre.

“¿Qué?” Preguntó Randolph mientras le miraba fijamente. Curiosamente, a este hombre no parecía importarle lo más mínimo lo que los demás pensaran de él. Connie no pudo evitar sonreír.

“Es un secreto.” “¿Un secreto?”

“Sí.”

Connie y Randolph aún no habían renovado su compromiso. Por lo visto, una vez que la iglesia cancelaba formalmente un compromiso, no era tan fácil restablecerlo.

Probablemente, si se lo pidieran a Hamsworth, él se encargaría de todo de inmediato, pero Connie había sido el centro de la atención pública desde que estuvo a punto de ser ejecutada, y Randolph estaba ocupado en concluir las investigaciones relacionadas. Habían decidido juntos que esperarían a que las cosas se calmaran para hacerlo.

Lo que significaba que ahora mismo eran sólo amigos íntimos, no, se amaban, lo que los convertía en auténticos novios. Por alguna razón, el colega de Randolph, Kyle Hughes, no podía dejar de pensar en la situación.

Por cierto, Connie había decidido que esta vez sería ella la que le pediría matrimonio. Para asegurarse de que Randolph no lo hiciera primero por accidente, le había informado de su decisión (sobre la que él parecía insatisfecho—¿o estaba ansioso?).

Connie se preguntó qué diría Scarlett si supiera todo esto.

Probablemente se reiría con desprecio.

De repente, un humor juguetón se apoderó de Connie.

“¿Randolph?”

“¿Qué?”

Cuando ella dijo su nombre, él respondió como si fuera completamente natural. Sólo eso la hizo lo suficientemente feliz como para sonreír.

“Sólo quería decir tu nombre.”

“¿Es así?”

“Sí.”

Se produjo un silencio. Randolph tosió, luego desvió la mirada y dijo en voz baja: “Connie.”

“Sí, ¿qué es?”

“… Sólo quería decir tu nombre.”

Connie parpadeó sorprendida y luego se rió a carcajadas. Randolph bajó la frente y le tendió la mano.

Enjugando las lágrimas de las esquinas de sus ojos, Connie rodeó con sus dedos la gran palma de la mano de Randolph.

Poco después, recibió una invitación de Hamsworth.

Sorprendentemente, no era para un baile. En su lugar, se celebraba una exposición de cuadros de un artista cuya obra llevaba tiempo coleccionando.

Se iba a celebrar en el Gran Merillian.

Connie contempló el espléndido edificio con sentimientos encontrados.

Antes, en otra noche, su vida había estado en un callejón sin salida. Su familia estaba muy endeudada y el prometido que debía salvarla la había engañado.

Había estado lamentándose como una heroína trágica sobre cómo nadie la salvaría.

Había estado desesperada, pero cuando lo recordaba ahora, todo parecía tan insignificante.

“¿Qué ocurre?” Preguntó Randolph, mirándola mientras se quedaba congelada en la puerta del palacio. Ella negó con la cabeza, nerviosa.

“Nada. Sólo estaba pensando en lo lejano que parece todo, aunque sólo hayan pasado unos meses… Siento nostalgia, pero por alguna razón, también me duele.”

Ella sonrió con ironía.

“Ya veo.” Respondió Randolph, poniéndole la mano en la cabeza.

Se dirigieron a la zona de recepción del gran salón, donde el Vizconde Hamsworth calmaba a una noble angustiada. La mujer desapareció en una habitación trasera, apoyándose en el brazo de su acompañante.

Connie parpadeó. “… ¿Vizconde Hamsworth?” Inclinó su flácido cuello hacia un lado.

“Bueno, pero si es la Srta. Grail. Dios mío, qué bien que haya venido.”

“Gracias por invitarme. Um, ¿la señora estaba bien?”

“Ah, es una de mis invitadas. Parece que se ha encontrado con un perro callejero en el jardín. Dice que está demasiado asustada para ir a casa, así que iba a llamar a un guardia.”

“¿Ha dicho un perro callejero?” Murmuró Randolph. “… ¿Qué hacen sus vigilantes?”

“Ah, puede que se haya equivocado. De todos modos, aunque el Gran Merillian está en los terrenos del castillo, es bastante más abierto que el palacio donde vive Su Majestad. Tal vez los vigilantes estaban descuidados después de todo.”

Randolph suspiró e hizo una mueca.

“Supongo que será mejor que vaya a comprobarlo. Constance, por favor espera aquí.”

“¡Pero espera…!”

Antes de que ella pudiera detenerlo, el adicto al trabajo confeso había desaparecido.

Enfadada, se sentó en un sofá del vestíbulo.

“¿Connie?” Dijo alguien.

Levantó la vista. Era Mylene Reese.

“¡Sabía que eras tú! Así que tú también has venido. ¿Has visto los cuadros?” Dijo con su habitual ritmo rápido. “En mi opinión, alquilar el Gran Merillian para mostrar tu colección privada huele a dinero nuevo. Pero, ¿qué otra cosa se puede esperar del Vizconde Hamsworth?”

Se detuvo, mirando a su alrededor como si acabara de darse cuenta de su entorno.

“¿Estás aquí sola?”

“No, vine con Randolph…”

Connie explicó que la había abandonado para perseguir a un perro callejero.

De repente se sintió mal, pero por alguna razón, Mylene se reía.

¿Qué era lo que le hacía tanta gracia?

Charlaron sobre esto y aquello durante unos minutos, y entonces Mylene bajó la voz y dijo: “Oh, casi lo olvido. ¿Te has enterado de lo de Pamela?”

El pecho de Connie se tensó al instante.

Pamela había sido puesta en la picota después de que Brenda Harris hablara en su contra, y por segunda vez se le diagnosticó una enfermedad mental. Connie había oído que sus síntomas eran tan graves que ya no podía hacer vida normal, y mucho menos participar en la escena social.

“… ¿Qué pasó con Pamela?”

“Me enteré de que estaba ingresada en un hospital de las afueras, pero hace poco falleció. La gente dijo que era bastante inestable y que podría haberse quitado la vida.”

“… Ya veo.”

Connie bajó la mirada.

Había algo más que no había incluido en su carta a Scarlett.

La tormenta había pasado, pero eso no significaba que todos los cabos sueltos estuvieran bien atados.

Es cierto que Daeg Gallus había sido expulsado de Adelbide, pero la enorme organización estaba lejos de ser destruida. Varios de los autores seguían huyendo. El paradero del hermano y la hermana que habían secuestrado a Ulysses era aún desconocido.

Tras unos minutos más, Mylene dijo que tenía que irse a casa.

Randolph aún no había regresado y no se le veía por ninguna parte.

Connie se levantó. Ya había esperado bastante. No podía culparla por necesitar un cambio de aires.

Atravesó el gran vestíbulo hasta llegar al invernadero. La sala acristalada con los marcos de las ventanas pintados de blanco estaba igual que la otra noche. Y al igual que entonces, la puerta del jardín estaba abierta.

Connie miró al cielo, una brisa fresca le acarició la mejilla. Hacía un poco más de frío que en verano, pero el sol seguía siendo fuerte. Unas nubes como escamas de pescado cubrían el cielo, suavizando la brillante luz del sol.

El sonido de alguien caminando por la hierba la devolvió a la realidad. Levantó la vista, preguntándose quién estaría allí, y jadeó.

“… ¿Pame… la?”

Su cabello dorado y pálido estaba despeinado y sus ropas eran tan harapientas como las de un mendigo, pero era inconfundiblemente Pamela Francis.

Estaba mirando sin pestañear al suelo, murmurando algo. “… Si tan sólo…”

“¿Qué?” Preguntó Connie, con los hombros repentinamente tensos. Pamela estaba agarrando un cuchillo de punta afilada. Cuando Connie dio un paso atrás, Pamela levantó la vista. Sus ojos inyectados en sangre captaron a la otra mujer. Antes de que Connie pudiera decir nada, Pamela levantó el cuchillo sobre su cabeza y se abalanzó sobre ella.

“¡Si tan sólo nunca hubieras existido…!”

El cuchillo descendió lentamente por el aire, su hoja brillaba con la luz del sol reflejada.

¡Alguien!

Connie jadeó.

¡Que alguien me salve!

Se quedó helada de miedo. Se le hizo un nudo en la garganta que le impidió hablar. Temblando, miró a su alrededor, pero el invernadero estaba vacío.

Nadie iba a venir a salvarla. Cerró los ojos con desesperación.

Y entonces… “Bien.”

Una voz inesperada sonó en el oído de Connie.

“Te ayudaré.”

Connie abrió lentamente los ojos. Hubo un destello como un rayo.

Pamela se desplomó en el suelo con un sonido crepitante.

Una voz como la de una campana tintineante descendió sobre Connie mientras ésta se encontraba aturdida.

“Veo que eres tan idiota como siempre.” La voz era altiva e insolente.

Sin embargo, de alguna manera es magnética.

“¿Pero cómo…?” Connie balbuceó.

No era otra que la mujer de corazón frío que se había desvanecido en el aire sin siquiera despedirse.

Scarlett Castiel miró a Connie abriendo y cerrando la boca como un pez de colores falto de oxígeno y resopló.

“Vamos. Si te paras a pensarlo, no me he vengado de una sola persona.”

“¿Eh…?”

Connie parpadeó sorprendida.

Luego negó con la cabeza con vehemencia. ‘Una sola persona’ no era del todo exacto. Al menos había abofeteado al Duque Castiel. Con fuerza, además. Incluso hizo un giro.

“Muy bien, dejando de lado a mi padre, todavía no he mostrado a ninguno de esos otros tontos un infierno.”

“¿Y…?”

“¡Cuando pensé en ello, me enfadé tanto…! Vi la luz blanca, ¡pero luego me di la vuelta para volver y vengarme como es debido!”

Scarlett se puso la mano en la cadera e inclinó la barbilla hacia atrás como si esa hubiera sido la decisión obvia.

Connie se quedó boquiabierta.

“Pero aparte de la venganza…” Murmuró. Prácticamente había pasado a mejor vida.

“¡Sinceramente! ¡Qué groseros son todos, al negarse a esperar mi venganza!”

Esta fue una acusación bastante escandalosa. “Lo pensé y tuve un destello de inspiración.” Los ojos amatistas de Scarlett brillaron de placer.

“¿Por qué no pasar los ochenta y cuatro años que me quedan de vida aquí, sin arrepentimientos?”

¿Qué clase de lógica extraña era esa?

Connie bajó la boca. ¿Y quién decidió que Scarlett debía vivir hasta los cien años? Era tan arrogante, egocéntrica y absurda, pero Connie no podía decir nada de eso.

Su pecho ardía con algo que no podía expresar con palabras.

“Te he salvado, así que será mejor que no te quejes.”

A través de su visión borrosa, Connie pudo ver a Scarlett sonriendo felizmente y con un poco de timidez.

“Constance Grail, prepárate.”

Las nubes habían desaparecido, dejando atrás un cielo azul claro. El viento cantaba en los árboles. El cielo parecía no tener fin. Los pájaros piaban y el sol era suave. Scarlett continuó.

“¡De aquí en adelante, exijo que dediques tu vida a asegurarte de que obtenga mi venganza!”

Esta es la historia de una joven sencilla, de las que se pueden encontrar en cualquier sitio, que se ve arrastrada a ayudar a una notoria zorra a vengarse por el resto de su vida.