Mahou Shoujo Ikusei Keikaku (NL)

Volumen 1

Capítulo 1: Blanco Y Negro

Parte 2

En verano, Kubegahama prácticamente rebosaba de turistas, pero en otoño era una ciudad fantasma. Cuando se ponía el sol, no se encontraba ni un alma deambulando por las calles. Una altísima torre de acero se alzaba sobre una colina que dominaba la playa, y en ella se sentaban dos chicas disfrazadas. Una de ellas llevaba un traje blanco parecido a un uniforme escolar, y la otra parecía a primera vista un caballero de la Edad Media, pero con una larga cola. Las dos se acurrucaron alrededor de un teléfono mágico y hablaron con el personaje mascota, Fav.

Las chicas mágicas preferían construcciones como edificios de oficinas y torres de acero. Estas zonas altas y desiertas eran buenos lugares de descanso donde sus escandalosos trajes podían pasar desapercibidos. Pocas de ellas podían volar de verdad, pero todas tenían la capacidad de subir por las paredes de los edificios como si fueran terreno llano.

“Asegúrate de venir a la próxima reunión del chat, pon.”

“¿Por qué?”

“Va a haber un anuncio importante, pon.”

“He oído que se ha incorporado una nueva chica. ¿Es eso?” “Eso, y un gran evento como resultado, pon.”

“¿Qué tipo de evento?”

“Tendrás que aparecer para averiguarlo, pon.” “Hmm.”

Snow White apagó su teléfono y se giró un poco hacia un lado.

Acercó sus rodillas a las de La Pucelle, facilitando la conversación. “Sou, Sou. ¿Oíste eso?” Dijo.

“Lo hice.”

En contraste con la despreocupación de Snow White, la respuesta de La Pucelle tuvo un tinte de melancolía.

“¿Qué te parece?”

“La asistencia al chat ha sido baja últimamente, así que tal vez Fav esté haciendo esto para que la gente aparezca.”

“¿Está bajo?”

“Sí. Ayer sólo aparecieron siete personas: tú, Nemurin, Cranberry, Top Speed, Sister Nana, Winterprison y yo.”

“Pero la asistencia es más alta que antes.”

“Sigue siendo baja. ¿Puedes recordar al menos una vez en la que todo el mundo se presentó?”

La asistencia a la reunión de chat, que se celebra una vez a la semana, se recomendaba pero no era obligatoria, lo que provocaba un descenso de los asistentes, situación que Fav siempre intenta remediar. Insistía constantemente en que todas debían intercambiar más información y en que debían ser más amables entre sí. Casi nadie le hacía caso.

Tanto Snow White como La Pucelle tuvieron un alto índice de asistencia. Eran grandes fans de las chicas mágicas y aprovechaban cualquier oportunidad para relacionarse con otras como ellas. Gracias a las reuniones de chat, habían desarrollado muchas amistades, así que para ellas, al menos, las reuniones no habían sido en vano.

“Esa sala de chat es muy pequeña. Creo que sería muy difícil meter a mucha gente.”

El chat semanal tenía lugar en una sala de reuniones imaginaria, en la que cada chica entraba como una versión simplificada de su avatar.

“No es que vayamos a estar literalmente apretadas, así que ¿cuál es el problema?”

“Aun así, Sou…” “¡Además!”

La Pucelle señaló con el dedo índice a Snow White, que le devolvió la mirada.

“¡No me llames Sou cuando me transforme!”

“¡Oh! Lo siento, So—” Snow White empezó a disculparse pero volvió a cometer el mismo error, así que se rió para intentar disimularlo. Su risa contagiosa hizo que La Pucelle, con el dedo aún extendido, también comenzara a reírse.

Koyuki Himekawa siempre había admirado a las chicas mágicas. De niña, ver a la adorable Hiyoko en la serie Hiyoko había sido una montaña rusa emocional. De ahí pasó a la serie Star Queen y luego a Cutie Healer. Ver a estas valientes chicas luchar contra el mal la cautivaba. Su amigo de la infancia y compañero de aficiones mágicas también le pedía prestadas las series más antiguas a una prima para que las viera, lo que le permitió conocer a chicas como Merry, Riccabel y Miko. Utilizaban sus poderes para dar felicidad a la gente y nunca flaqueaban, sin importar el peligro. Koyuki llegó a declarar que, cuando fuera mayor, se convertiría en una chica mágica como ellas, lo que provocó la envidia de su amigo, que sólo podía aspirar a convertirse en hechicero.

Con el paso de los años, cada vez más compañeros de clase empezaron a considerar infantiles a las chicas mágicas, pero incluso en la escuela secundaria Koyuki se aferró obstinadamente a sus creencias. Para ella, no eran sólo ficción: se habían convertido en una parte insustituible de su ser. Pero sabía que la gente se burlaría de su deseo de convertirse en una de ellas y ayudar a la gente si lo expresaba, así que se lo guardaba para sí misma. Pero no se atrevía a abandonar su sueño.

Fue en la escuela media cuando Koyuki conoció Proyecto Crianza de Chicas Mágicas. Era inevitable que una chica que había deseado toda su vida convertirse en una buena chica mágica conociera un juego que se rumoreaba que concedía ese deseo. Sin embargo, no comenzó el juego convencida de que realmente se cumpliría. Su razonamiento fue algo así como: “Es sólo un rumor que la gente realmente se transforma, ¿verdad? Sí, son sólo rumores. Pero está bien desear que sean ciertos, ¿no? De todos modos, me siguen gustando los juegos de temática de chicas mágicas. Además, ¡es gratis!” Veintiocho días después de empezar el juego, Koyuki Himekawa se convirtió en Snow White.

Cuando se miró en el espejo, pudo ver la figura que había soñado desde que era una niña. No sólo la había soñado, sino que la había dibujado en papel. Se había basado en el uniforme escolar del manga más popular de la época y, como el nombre “Snow White” indicaba, había hecho su traje completamente blanco y lo había decorado con flores blancas. Aunque a Koyuki rara vez la habían llamado encantadora, y mucho menos hermosa, la chica del espejo era realmente bella. Su piel era de un blanco translúcido, sus pestañas largas. Snow White era una persona totalmente diferente a Koyuki, pero no parecía extraño que fueran la misma.

Tampoco creía estar soñando. La experiencia fue surrealista, sin duda, pero también abrumadoramente auténtica. Saltó y chilló de alegría, golpeándose la cabeza contra el techo y cayendo de trasero. Su madre, sorprendida por el ruido, acudió a su habitación para investigar. Afortunadamente, Koyuki consiguió cambiar a tiempo y convencer a su madre de que simplemente se había tropezado. Ya como una humana normal, empezó a pensar que tal vez todo había sido un sueño, pero entonces volvió a transformarse.

Y allí estaba la chica mágica Snow White. “Sí… Sí… ¡Síííí!”

“Felicidades, pon.”

“¡Si! ¡Si! ¡Síííí! ¡Gracias, Fav! Estoy muy emocionada por empezar.”

Pasó el resto del día con una sonrisa tan amplia que su madre empezó a preocuparse de que se hubiera golpeado la cabeza. Esa noche se escabulló a la escuela, con cuidado de que sus padres no la descubrieran. A última hora de la noche, en el patio vacío de la escuela, saltó, pateó, dio puñetazos, dio volteretas y saltos mortales, liberando poco a poco más y más el poder que brotaba de su interior, descubriendo nuevos movimientos que nunca habría podido hacer antes. Se había convertido realmente en la heroína de su imaginación. Cuando por fin se dio cuenta, la alegría y la excitación la invadieron sin darle un momento para respirar.

Volvió a dar una voltereta y su falda se levantó. Quizás debería haberla hecho un poco más larga; en comparación con su uniforme escolar, era extremadamente corta. Tomó nota mentalmente de que debía ser más comedida delante de los demás.

“Oh, ¿puedo usar algo de magia?”

“Para saber eso debes comprobar los datos personales de tu teléfono mágico, pon.”

Encendió su nuevo gadget y consultó la página en la que mostraban varios detalles sobre Snow White.

“Hey, Fav.”

“¿Sí, pon?”

“En el apartado de personalidad dice ‘torpe’ y ‘fuerte sentido de la justicia’, lo cual está bien, pero ¿qué es esta ‘tendencia a soñar despierta’?”

“A los humanos les resulta difícil verse a sí mismos de forma objetiva, pon.”

“¿De verdad…?”

Bajo “Magia” estaba escrito: “Puede escuchar los pensamientos de los necesitados”, la habilidad perfecta para el ideal de Koyuki, la campeona del pueblo. Estaba muy agradecida a los que lo hicieron posible. Gracias, Reino Mágico. Gracias por darme este maravilloso poder.

Ese día marcó el debut de Snow White. Todas las noches se asomaba a la ventana para buscar gente a la que ayudar: una estudiante de escuela media que había perdido la llave de su casa, un universitario al que le habían robado el automóvil y un empresario presionado por el dinero, por nombrar algunos. También había muchos problemas ante los que no podía hacer nada, como la ocultación de un adulterio, un chico que no sabía si confesarle a la chica que le gustaba que estaba enamorado o un jubilado desesperado por su pensión.

Escuchar los pensamientos de los necesitados era la única habilidad especial que poseía, así que la única forma de ayudar era arremangarse y unirse a la lucha con sus brazos, piernas, ojos y oídos mágicamente mejorados. Sin embargo, los problemas que podían resolverse de este modo eran infinitos, por lo que el trabajo nunca faltaba. Sólo dos días después de su primera transformación, estaba ganando caramelos mágicos a diestro y siniestro, y el almacén de caramelos de su teléfono estaba lleno de botellas… y aún no había conocido a su mentora.

En su primera sesión de chat, las chicas la recibieron con los brazos abiertos. Allí estaban Top Speed, con su avatar vestido de bruja; Sister Nana, vestida de monja; Weiss Winterprison, con una larga bufanda; Nemurin, en pijama; Músico del Bosque, Cranberry, envuelta en flores; y La Pucelle, con armadura de caballero. Top Speed compartió sus experiencias, haciendo chistes todo el tiempo, mientras que de vez en cuando Sister Nana intervenía con los suyos. Nemurin apenas habló, diciendo que prefería escuchar lo que habían hecho los demás. La silenciosa Winterprison se limitó a permanecer al lado de Sister Nana mientras Cranberry tocaba música desde su silla en la esquina.

Justo cuando la reunión estaba a punto de terminar, La Pucelle se acercó a Snow White. Resultó que estaba a cargo de la zona contigua a la de Snow White y se había ofrecido a ser su mentora. Acordaron reunirse a medianoche del día siguiente en la torre de acero más alta junto a la playa de Kubegahama.

Koyuki nunca había conocido a otra chica mágica en la vida real, y la emoción hizo que se distrajera aún más durante la clase. Ese día recibió tres advertencias de su profesor, e incluso sus amigos se preocuparon de que algo fuera mal. Convertirse en una chica mágica no había cambiado en lo más mínimo la pasión de Koyuki por ellas, y ahora iba a conocer y hablar con una cara a cara. Y no como una fanática y una celebridad, sino como compañeras héroes. Era imposible calmar su corazón acelerado.

Esa noche, se aseguró de no llegar tarde, llegando quince minutos antes, pero cuando subió a la torre de acero se encontró con que La Pucelle ya estaba allí. Las chicas mágicas poseían una gran visión nocturna, así que incluso en esa noche sin luna, pudo ver claramente al caballero solitario que estaba en la cima de la torre. Su armadura consistía en muñequeras, un protector de pecho y espinilleras, con una espada gigante de más de 30 cm de ancho y un metro de largo colgada a su espalda. La imagen de un dragón que ruge ferozmente decoraba la vaina. La imagen del dragón se completaba con adornos en el cabello en forma de cuerno y un accesorio en forma de cola que se extendía desde la cintura.

Sin embargo, su feminidad mágica seguía siendo evidente incluso bajo la armadura. Mientras que otras personas podrían cubrirse, ella dejaba su escote y sus muslos claramente visibles. Llevaba el cabello recogido, apenas tocando los hombros, con unos cuantos mechones colgando a cada lado de la cabeza. La Pucelle oyó llegar a Snow White y desvió su mirada del océano hacia ella. Su expresión era regia, pero también parecía incómoda. Snow White se asustó, pensando que había llegado tarde.

“U-Um, es un placer conocerte… Bueno, ya hemos hablado antes, vía chat, así que es un placer conocerte en persona… ¿Está bien? De todos modos, ¡es un placer conocerte!”

No fue un buen saludo. De hecho, era justo llamarlo terrible. Y Snow White, con la cabeza profundamente inclinada, lo sabía mejor que nadie.

Miró a La Pucelle. Con los brazos cruzados, la otra chica asintió profundamente tres veces. “Lo sabía.” Dijo con voz ronca. “¿Koyuki?”

En la mente de Snow White parpadeaban los signos de interrogación al escuchar su nombre en boca de esa persona que no conocía.

“¿Cómo sabes mi verdadero nombre?” “Sabía que eras tú. Soy yo, Souta.”

“¿Eh?”

“Souta Kishibe. Fuimos a la misma escuela hasta hace dos años. No me digas que me has olvidado.”

“¡¿Q-Q-Quéééééééééééééééééééééé?!”

La razón por la que Souta Kishibe se había dado cuenta de la verdadera identidad de Snow White era sencilla: se parecía mucho al dibujo de una chica mágica que Koyuki había etiquetado como su “yo adulto”. Souta, su amigo de la infancia, la había visto dibujarlo e incluso lo había memorizado. La primera vez que vio el avatar de Snow White, sospechó que podría ser ella. Conocerla en persona no hizo más que confirmarlo.

La razón por la que Koyuki Himekawa no se había dado cuenta de la verdadera identidad de La Pucelle era igualmente sencilla. Nunca se habría imaginado a aquel chico bronceado, enérgico y amante del fútbol como una regia caballera. Incluso sabiendo que la transformación podía cambiar el cuerpo, la ropa, la edad y la destreza física, nunca había imaginado que también podía cambiar el género. Los dos se sentaron uno al lado del otro en la torre de acero y charlaron hasta que el sol estuvo a punto de salir, reavivando su vieja amistad.

“¿Así que para ti también fue Proyecto Crianza de Chicas Mágicas, Koyuki?”

“Sí. Un día Fav empezó a hablarme. Pensé que era algún tipo de evento, y lo siguiente que supe es que era una chica mágica. ¿Cuánto hace que tienes poderes, Sou?”

“Alrededor de un mes, creo. En serio, estoy muy sorprendido de que hayas acabado siendo una.”

“¡Hey, siempre me han gustado! Estoy más sorprendida por ti.”

“A mí también siempre me ha gustado, ¿sabes? Sólo que no se lo dije a nadie.” Dijo Souta. Había un mundo de diferencia entre que a los chicos y a las chicas les gustaran este tipo de cosas. En la escuela media, una chica sería considerada rara, mientras que un chico sería considerado un pervertido. Tuvo que caminar un pueblo más allá para conseguir su dosis en la tienda de alquiler de DVDs, donde nadie le conocía, y ocultar sus mangas y novelas ligeras dentro de su pupitre, escondiéndose como un cristiano en el periodo Edo.

“Sou, creí que te habías olvidado de las chicas mágicas y que en cambio ibas a por el fútbol.”

Se habían visto obligados a ir a escuelas medias diferentes porque vivían en distritos distintos, pero Koyuki había visto muchas veces a Souta correr durante los entrenamientos de primera hora de la mañana.

“El fútbol es divertido, pero no puede rascar la misma picazón.” “Me pregunto si hay otra chica mágica de tu misma condición.”

“Según Fav, soy el único en la zona, e incluso a nivel global es bastante raro.”

“¿Ahora mismo en serio eres una chica?”

“Cuando me transformo, soy completamente femenina. Sí, no hay duda de eso.”

Por alguna razón, las mejillas de La Pucelle enrojecieron ligeramente de vergüenza.

Establecieron dos reglas: trabajar juntos y mantenerse siempre en el personaje, incluso cuando estuvieran solos. Y así se formó el dúo Snow White-La Pucelle. Las voces de los que tenían problemas llegaban a los oídos de Snow White, sin importar lo grande o pequeño que fuera el problema. Utilizando su magia, recorría la ciudad en busca de personas a las que ayudar. La Pucelle se convirtió en su compañera, pero su magia no era tan pacífica como la de Snow White. Era mucho más violenta. La Pucelle se nombró a sí misma guardaespaldas, insistiendo en que protegería a Snow White si alguna vez ocurría algo. No es que nada pueda amenazar a una chica mágica.