Risou No Himo Seikatsu (NL)

Volumen 10

Prólogo: El Tiempo Con Su Hijo

“Papá está aquí, Zenkichi”.

Zenjirou se encontraba en ese momento en una habitación del Palacio Interior con su amado hijo, Carlos Zenkichi, en brazos.

Tenía una suave sonrisa en la cara. Se balanceaba de un lado a otro como si fuera una mecedora mientras miraba feliz a su hijo. La sonrisa ligeramente bobalicona de su rostro unida al resto de su comportamiento lo situaban a una pizca de ser un auténtico “cerebro de bebé”.

“Eres tan grande ahora”.

Las palabras no eran cien por cien exactas. Por supuesto, Zenkichi sólo había nacido hacía un año y dos meses, así que estaba en pleno período de rápido crecimiento. Sin embargo, sólo había pasado un día desde la última vez que Zenjirou lo había cogido en brazos. Ningún crecimiento sería tan rápido como para percibirlo en un período de tiempo tan corto.

“Eres tan grande ahora, Zenkichi”.

Había una razón extremadamente simple por la que esto era todo lo que Zenjirou estaba diciendo. “Ya eres muy grande” era la segunda frase que le habían dado permiso para utilizar delante de su hijo. Dado que la traducción automática a través del alma de las palabras era un hecho, era importante que un niño oyera lo menos posible cualquier otro idioma hasta que tuviera una buena base en su lengua materna. La lengua materna de Capua era común al oeste del continente y las dos frases que Zenjirou podía pronunciar correctamente eran “Papá está aquí” y “Qué grande estás ahora”, aprendidas en ese orden.

La priorización de su aprendizaje definitivamente mostraba también los signos del cerebro de bebé. A pesar de todo, utilizó las dos frases que se le permitieron para mostrarle todo el amor que pudo a su hijo pequeño.

“Papá está aquí, Zenkichi. Ya estás grande”.

Aunque aún era temprano, todavía era la estación más calurosa. El suministro de hielo a la habitación se estaba reduciendo al mínimo para aclimatar a Carlos al clima de Capua, por lo que la temperatura ya superaba los treinta grados. Aun así, Zenjirou no sintió el menor atisbo de incomodidad.

Sin embargo, su hijo no necesariamente sentía lo mismo.

“Uhh…uuhh, wahh”.

A pesar del agradable balanceo, el aumento gradual de la temperatura y el hecho de estar en brazos hicieron que el bebé empezara a inquietarse inevitablemente.

“Maestro Zenjirou, ¿Podría devolver pronto al Príncipe Carlos?”, preguntó en voz baja Cassandra, la nodriza del niño, captando sus cambiantes emociones.

Zenjirou estuvo a punto de responder en japonés, pero apenas consiguió tragarse sus palabras. En lugar de eso, asintió y volvió a colocar a Carlos en la cuna con movimientos delicados. Luego, se acercó a Cassandra y habló en voz baja para evitar que el joven príncipe pudiera oírle.

“El resto te lo dejo a ti”, dijo.

La mujer de mediana edad esbozó una sonrisa reconfortante.

“Comprendo, Señor 1”.

Su sonrisa le tranquilizó un poco y, aunque no deseaba marcharse, salió del dormitorio. Una vez fuera, comenzó a caminar por los pasillos.

“Uf, aquí hace más calor que nunca”, comentó para sí. “Aunque la temporada terminará dentro de un mes”.

La temperatura era tan elevada que resultaba casi imposible obtener suficiente oxígeno. A pesar de lo acostumbrado que debería estar ya, no pudo contener dicha queja. En realidad, con la falta de hielo en la habitación de Zenkichi, la temperatura debería haber sido la misma allí también. El mero hecho de que pudiera abrazar a su cálido hijo sin sentir el calor, sólo para sentirse abrumado por él en cuanto se marchaba, demostraba lo poco fiable que era su sentido de la temperatura.

¹ Señor es un arquetipo universal, en antropología presupone algún modo de potestad, cierta nobleza, connotaciones de heroicidad. También se significa como una legítima soberanía, natural o positiva, un dominio o jefatura sobre algo. Cuando es referente a un sujeto militar o político “elegible” (imperator) o “sucesible” (rey), es Señor de vasallos o súbditos (dominus, domino, dominator, etc.).

Aun así, aceleró el paso para escapar del calor, volviendo al centro de su vida cotidiana: la sala. Inés y varias de las jóvenes sirvientas estaban de servicio dentro.

“Bienvenido a casa, Maestro Zenjirou”, le saludó Inés. “Gracias. ¿Está Aura en el dormitorio?”, preguntó él. “En efecto, lo está”.

Zenjirou no dejó de moverse mientras hablaba, caminando directamente a través de la sala hacia el dormitorio. Abrió la puerta con cuidado, tratando de mantener el frío lo más adentro posible mientras se deslizaba. La puerta se cerró inmediatamente tras él.

“Uf, vuelvo a estar vivo”, murmuró. El aire acondicionado estaba al máximo, manteniendo la temperatura por debajo de los veinticinco grados. Tragó aire con alivio.

“El calor debió de ser agotador”, comentó Aura ligeramente, mientras se secaba el sudor. “¿Estaba bien Carlos?”.

La reina llevaba un vestido suelto y estaba recostada en una silla.

Llevaba el cabello suelto y vestía de forma muy relajada. Sin embargo, el manojo de pergaminos de dragón oficiales que llevaba en la mano demostraba que no se había librado por completo del peso de la corona.

Zenjirou se sentó en el extremo de la cama. Mientras lo hacía, utilizó el paño facilitado por la sirvienta que estaba junto a Aura para limpiarse la frente.

“Sí, es el mismo de siempre. Aunque la temperatura aún es alta, así que se puso algo enfurruñado después de abrazarlo un poco”.

Eso fue una mentira. Bueno, desde la perspectiva de Zenjirou, era completamente honesto. Sin embargo, las palabras no eran objetivamente ciertas. El tiempo que Zenjirou había estado sujetando a Zenkichi no era en lo absoluto “un poco”. Incluso los perros bien adiestrados en una cafetería de perros 2 acababan mordiendo la mano que los sujetaba si se les sujetaba durante demasiado tiempo. Zenjirou había estado sujetando a su hijo durante un tiempo similar.

Como había estado esperando sola en el dormitorio todo el tiempo que él había estado fuera, Aura era muy consciente de ello. Miró el reloj de la esquina y le dedicó una sonrisa afectuosa, aunque algo apenada.

“Ya veo. Bueno, no dejes que te afecte demasiado. Sin embargo, parece que hice bien en quedarme. Hubiera querido retenerlo el mismo tiempo si hubiera podido”.

Mientras hablaba, Aura entregó la hoja de pergamino dragón a la sirvienta que estaba detrás de ella.

“Tu salud es lo más importante ahora mismo”, dijo Zenjirou.

“Debes permanecer en el aire fresco tanto como sea posible”.

Podía ocuparse de cualquier papeleo aquí, pero el Palacio Real era el único lugar donde podía llevar a cabo sus reuniones obligatorias.

Además de necesitar mantener toda la resistencia que pudiera con su embarazo, Aura pasaba todo el tiempo posible en el interior del Palacio Interior, en la sala climatizada.

“¿Cómo va éste?”, preguntó Zenjirou. Se secó el sudor de las manos antes de poner suavemente la derecha sobre el vientre.

Ella se relajó ligeramente ante su contacto y sonrió con dulzura. “Según el doctor Michel, muy bien. Personalmente, he sufrido muchas menos molestias que con Carlos -prácticamente ninguna, de hecho- así que estoy un tanto más nerviosa”.

² Una cafetería de perros es un tipo de establecimiento empresarial donde los clientes acostumbran pagar para pasar tiempo con perros domesticados ya sea por propósitos de diversión o relajación. Tales cafeterías también pueden proporcionar otros servicios como consumo de alimentos y bebidas.

Mientras hablaba, Aura puso su mano sobre la de él y él acarició suavemente la suya.

“Sólo tienes que esperar un poco más. Entonces habré conseguido un sanador del Reino Gemelo. En ese momento, las cosas deberían aliviarse un poco”.

La magia curativa que dominaba la familia Gillbelle era prácticamente un juego sucio en este mundo. Incluso si el embarazo flaqueaba un poco, podrían usar su magia personal para curar a la mujer en un momento. Eso significaría que Aura podría relajarse más de lo que actualmente podía.

Ella asintió contenta, pero entonces se dio cuenta de algo. “Ahora que lo pienso, hay un hechizo de desintoxicación que cae bajo su dominio. Si tuviera un sanador a mi lado listo para lanzarlo antes de consumir alcohol, entonces…”.

“Aura”, dijo Zenjirou bruscamente. No solía levantar la voz así, pero su mujer estaba siendo testaruda.

“Hmph…”. Probablemente sabía que no debería haberlo dicho. Se encorvó un poco y le miró a través de sus pestañas. “¿No puedo?”.

“Eso no depende de mí. Deberías preguntarle al doctor Michel más tarde”.

“Hmph, eso significa esencialmente lo mismo”. Hizo un puchero.

En cuestiones de salud, ni siquiera el monarca podía rebatir al médico que atendía a Aura. La probabilidad de que permitiera el consumo de alcohol durante el embarazo era nula. Un médico moderno en Japón podría permitir un consumo muy restringido de alcohol si decidiera que el estrés mental de la abstinencia era demasiado alto. Sin embargo, los médicos de este mundo, como Michel, no lo harían. El alcohol durante el embarazo estaba prohibido. Sin ninguna duda. Ésa era su decisión.

“Tendré que abstenerme durante bastante tiempo, entonces. Un niño es muy bienvenido, pero no por ello es menos duro”, suspiró.

“Sé que te gustaría tomar algo, pero no creo que estuvieras tan concentrada en ello con Zenkichi”, comentó Zenjirou, mirándola con recelo.

“En efecto. La molestia se prolongó durante tanto tiempo y los cambios en mis sentidos fueron tales que no lo deseaba de verdad.

Afortunadamente, la molestia ha sido mucho más leve esta vez, y mis sentidos no han cambiado lo suficiente como para notarlo”.

“Ya veo, así que, aunque tu sentido del gusto no ha cambiado, sigues sin poder tomar el alcohol que te gustaría”.

Aura se encogió de hombros sin decir nada y cambió de tema. “Algo así. Sin embargo, el aire acondicionado me ha quitado las ganas, a pesar del calor, así que no ha sido un gran problema”.

Aunque los capuanos estaban acostumbrados al calor, aún había límites. Incluso ellos se cansaban del calor de la estación más caliente, a pesar de haber nacido y crecido en la región. Esto significaba que era demasiado común que su apetito disminuyera con el aumento del calor, por lo que todo lo que pasaba por sus gargantas era agua y bebida.

Para Zenjirou, el alcohol, especialmente la cerveza helada, era una bebida agradable cuando hacía calor. Sin embargo, cuando hacía demasiado calor, no le gustaba beber. Sin embargo, los capuanos simplemente tenían un límite más alto antes de que eso ocurriera, ya que estaban más acostumbrados al calor.

A pesar de todo, el esfuerzo de traer y montar todos los aparatos electrónicos mereció la pena cuando Aura le dijo que le habían quitado las ganas durante el embarazo.

“En ese caso, tendrás que compensar la falta de alcohol con buena comida. No tienes demasiados límites en lo que puedes comer,

¿Verdad?”.

“En efecto. Supongo que debería aprovechar la situación y pedir varias cosas. ¿Tienes algún artículo más raro que recomendarías?”.

Zenjirou, que venía de otro mundo, había aportado sus conocimientos culinarios -hasta ahora centrados en cosas como helados y pasteles- a Capua. Esa serie de acontecimientos había puesto muy altas las expectativas de Aura. Tras pensárselo un rato, Zenjirou respondió con seguridad.

“Bastante. Los esfuerzos de Nicolai con las cabras han conseguido que la leche sea aprovechable y han empezado a hacer mantequilla y nata. Hay un montón de aperitivos que podemos pedir que utilizan esos ingredientes. También hay queso fresco elaborado con la leche y algunos zumos de cítricos. Todavía están probando cosas, pero todas son sabrosas”.

Fue extrañamente asertivo para Zenjirou, por lo que Aura se sintió claramente sorprendida. “Hm, ya veo. No, preferiría probarlos cuando mi cuerpo esté en un estado más fuerte”.

Su reacción no fue como él esperaba, pero fue la que él esperaba.

Sonrió de mala gana. “¿Sin lácteos, entonces?”.

“Efectivamente. Tenga el sabor que tenga, instintivamente quiero evitarlo”, respondió ella, con los brazos ligeramente levantados en señal de rendición.

Sinceramente, no fue una sorpresa. La principal forma de ganado en el Continente del Sur era de naturaleza reptiliana. Al ser reptiles, no producían leche, lo que significaba que los habitantes del continente no tenían por costumbre consumir leche de ganado. Puede que las jóvenes sirvientas fueran algo más flexibles en sus opiniones y se conformaran con los bocadillos de mantequilla y nata fresca, pero la gente como Aura, reacia a probar cosas tan nuevas, no era en lo absoluto rara.

“Es una pena. Pero bueno”.

Le habían hecho mucha ilusión los productos lácteos y había querido compartir la alegría con su mujer. Aunque le disgustaba no poder hacerlo, los alimentos de lujo no debían soportarse. Si ella se animaba después de que naciera su hijo y se recuperase, entonces estaba bien. Sin embargo, si se forzaba a probarlo en su estado actual, podría enfermar.

“Eso hace que probar algo nuevo sea más difícil, entonces. ¿Tienes alguna preferencia?”.

“Bueno, menos cuando estoy encerrada en la habitación así, pero se me antoja hielo raspado mientras estoy en el Palacio Real”.

“Eso tiene sentido. Demasiado sigue siendo malo para ti, pero una taza al día estaría bien. ¿Con qué lo condimentarías? ¿Con mermelada?

¿Sólo azúcar?”.

Hacía tiempo que se habían terminado los jarabes de Japón. Aura respondió a su pregunta con aire despreocupado.

“Hmm. Bueno, me gustan todos los sabores, pero mi favorito sería el brandy, seguido del whisky. Creo que debería quedarte algo de este último, ¿No?”.

“Aura”, él volvió a decir bruscamente, obligándose a regañarla mientras ella seguía pidiendo alcohol.