Potion Danomi De Ikinobimasu (NL)

Volumen 2

Capitulo 20: ¡Difundiendo Los Genes Familiares… O No!

Parte 2

Ignoré los comentarios de Francette. Adquirí la capacidad de ignorar las quejas persistentes como esa de mi tiempo trabajando en mi empresa en la Tierra, pero nunca pensé que sería útil aquí.

Por si acaso, le pedí al gobernador que redactara un informe sobre lo sucedido con Layette como una forma de demostrar su identidad, lo que la hizo oficialmente libre y reconocida como ciudadana de su territorio. Le pedí que firmara los papeles diciendo que yo sería su tutora legal y, bueno, eso fue todo. Proporcioné el papel y los utensilios de escritura para que sucediera, pero el subordinado fue quien redactó todo. Todo lo que hizo el gobernador fue ofrecer su firma para oficializarlo todo.

Normalmente, el gobernador nunca se molestaría para preparar este tipo de documentos y firmarlos. No sabía si sentía lástima por la pobre Layette después de todo lo que había pasado, o si era quizás porque no quería correr el riesgo de ser cruel con una chica que la Diosa había salvado personalmente, pero… estaba bastante segura de que era lo último. De hecho, estaría dispuesta a apostar una moneda de oro.

Estoy bastante segura de que tampoco encontraría a nadie que apostaría conmigo con respecto a eso.

De esta manera, Layette no tendría nada de qué preocuparse, incluso si nos encontráramos con la persona que compró su contrato. Si alguna vez intentaban ir tras ella, todo lo que teníamos que hacer era mostrarles los documentos y hacer un alboroto para que los funcionarios la ayudaran. Si les dijéramos que examinaríamos el contrato original para ver si realmente constituía trata de personas o no, estaba bastante segura de que se retirarían para siempre.

Por otro lado, si alguna vez termináramos encontrándonos con los padres de Layette, no podrían llevársela si ella no quisiera. Ya la habían vendido para llenar sus propios bolsillos, por lo que no podrían exigir criarla o que les entregara todo el dinero que había ahorrado. De hecho, tenía derecho a exigir que le devolvieran el dinero que recibieron por adelantado por sus ochenta años de servidumbre por contrato. Ese dinero pertenecía a Layette, no a sus padres. Debería ser fácil ahuyentarlos si mencionáramos eso y se lo arrojáramos a la cara. Ellos mismos podrían terminar forzados a la esclavitud si fueran declarados culpables de trata de personas, por lo que definitivamente querrían evitar la participación de funcionarios.

¿Y si Layette quisiera volver con sus padres, preguntas? Ella era una chica libre, y esa sería su elección. Nadie debería poder dictar cómo alguien más vive su vida.

“Entonces supongo que me iré por ahora.” “¡E-Espere! ¡Espere por favor!”

Estaba lista para irme después de terminar mi trabajo aquí, pero el gobernador me detuvo. Bueno, no podría decir que no esperaba que esto sucediera. Incluso yo trataría de detenerme si estuviera en su posición.

Sería difícil simplemente levantarme e irme después de todo lo que acaba de suceder, y me sentiría mal desairar al gobernador cuando le debía una por firmar los papeles que garantizaban a Layette su libertad (incluso si fue su subordinado quien los escribió).

Supongo que puedo complacerlo un poco más…

“¿Qué pasa?” Pregunté.

El gobernador se enderezó, con el rostro rígido, antes de volverse hacia Roland. “Me gustaría invitarle a mi finca. ¿Le molestaría venir conmigo?”

De repente el gobernador parecía mucho más formal en comparación con lo autoritario que había sido hasta ahora. Era cierto que me había presentado como la familia de un conde, pero el estatus de gobernador significaba que nos superaba con creces. También me veía lo suficientemente joven para ser una niña. Este era su territorio, y no era como si fuéramos una especie de embajadores en una visita de cortesía, así que, por supuesto, sería más atrevido con alguien mucho más joven que él. Estaba segura de que el tipo tenía mucho con qué estar ocupado en este momento, así que diría que teníamos mucha suerte de que se tomara el tiempo para manejar la situación de Layette cuando esta era la primera vez que nos habíamos visto.

La razón por la que de repente se volvió tan cortés con nosotros era porque necesitaba ser cortés. Para ser específica, probablemente era porque necesitaba un favor. Era una situación delicada para él, y estaba caminando por una delgada línea donde esto podría terminar horriblemente para él, o ser la oportunidad que no sabía que había estado esperando. Era una linda chica aristócrata de otro país que no sólo había sido salvada directamente por la Diosa, sino que también había hablado con ella.

Sí, dije chica linda. Eso de los secuestradores demostró que era la verdad de facto. No es que lo hicieran como una broma, ¡eso es seguro! Podría sacar eso como una especie de carta de triunfo más adelante si alguien intenta argumentar lo contrario…

Roland se volvió para mirarme, sin saber cómo responder, así que fui adelante y lo hice por él. De nuevo.

“No, en realidad tenemos que apresurarnos y seguir moviéndonos. Sólo me reuní con la Diosa por unos momentos, y ya les dije todo lo que ella tenía que decir, así que creo que hemos terminado aquí.”

Tenía sentido para mí contarles todo lo que sabía sobre los secuestradores y la Diosa ya que estuve allí cuando sucedió. Sin embargo, parecía que el gobernador pensaba que Roland era quien decidió lo que haríamos a continuación, por lo que sus ojos se abrieron de par en par cuando respondí.

Muy bien, es hora de asegurarse de que sabe que no podrá intentar que Roland me convenza de lo contrario.

“Por cierto, soy yo quien tiene la última palabra en lo que hacemos por nuestro pequeño grupo. Mi padre me asignó a mí como la persona que los cuidaría. Mi hermano nunca ha podido ir en contra de lo que digo. Jojojo…” Esa era la historia que todos habíamos decidido de antemano, pero Roland aun no parecía muy feliz por eso.

Aunque parecía desconcertado por el repentino giro de los acontecimientos, el gobernador parecía haber comprendido lo que eso significaba. Había escuchado muchas historias de hermanos aristócratas que no podían evitar adorar a sus hermanas menores, por lo que no debería ser tan extraño para él escucharlo ahora.

“Oye, oye, no digas eso… Todavía hay mucho que quiero preguntar sobre los secuestradores. También me gustaría confirmar lo que la Diosa te dijo al menos una vez más. Dijiste que viajabas por nuestro país, ¿no es así? Creo que también puedo enseñarte muchas cosas sobre Drisard.”

Pensé que podría intentar algo así, así que decidí dejarle dar el golpe final que había preparado de antemano:

“Bueno, tenía tanto tiempo libre esperando a que llegaras que me tomé la molestia y escribí todo lo que dijo la Diosa con respecto a la banda de secuestro. Aquí está.” Saqué algunas hojas de papel mientras lo decía. “Aprender todo lo que hay que saber sobre este país eliminaría la diversión del viaje en sí. Preferiría que nos tomáramos nuestro tiempo para experimentarlo todo por nosotros mismos. De otra manera no podrías llamarlo “estudiar”,

¿no?”

Mantenía en reserva en todo momento una gran cantidad de papel y utensilios de escritura dentro de mi Caja de Artículos sólo para situaciones como estas. También me aseguré de escribir que la Diosa dijo que no presionara demasiado lejos las cosas de atrapar a todos en el grupo de secuestros. No torturar a la gente ni forzarles a confesar, no condenar a personas inocentes; ese tipo de cosas. Las cosas podrían ponerse realmente feas muy rápido si no lo hiciera.

“¿Qué…?” La boca del gobernador colgaba abierta mientras estaba allí, aturdido, tomando reflexivamente los papeles que le empujé.

“¡Entonces nos iremos ahora! ¡Esta vez de verdad!”

Antes de que el gobernador pudiera pensar en otra excusa para mantenernos aquí, ya había tomado a Layette y me dirigí hacia donde Ed estaba esperando. Ed tuvo la amabilidad de darse cuenta de lo que estaba pasando y se agachó para que yo pudiera ponernos a Layette y a mí en su espalda. Con eso, finalmente logramos superar otra situación complicada.

“¡Ayo, Silver!”

“¡¿De nuevo?! ¿Quién es este caballo ‘Silver’ del que hablas?”

Ed dio a conocer su disgusto, como de costumbre, cuando hice esto.

Supongo que no podría simplemente decirle que se baje de su caballo… Jeje. Jejeje.

Ed comenzó a trotar lentamente en completo contraste con mi enérgico grito de ahora, pero podía entender por qué. Por lo general, estaría a punto de caerme si Ed corría demasiado rápido, pero Layette ni siquiera tenía el equipo de montar adecuado. De hecho, apuesto a que era la primera vez que montaba a caballo.

Como yo ya estaba en movimiento, Francette y los demás tampoco iban a quedarse por aquí. Todos ensillaron y rápidamente me siguieron.

“¡Ah! Esperen…”

El gobernador hizo todo lo posible por detenernos, pero ya era demasiado tarde. “¡Buena suerte intentando atrapar a esos secuestradores! ¡Haz tu mejor esfuerzo para no

hacer que la Diosa se enoje contigo!” Me di la vuelta y grité detrás de mí. Cuando lo hice, pude ver al gobernador gritando órdenes a las otras personas que trabajaban bajo su mando.

Ahora no intentarían obligarnos a hacer nada; los riesgos de hacerlo serían enormes. Se suponía que éramos parte de la familia de un noble de otro país, con Roland como el heredero aparente del apellido y yo como la hija que todos adoraban. Dos de las chicas, una diosa que supuestamente no se preocupaba mucho por las vidas humanas, pero que había hecho todo lo posible para salvarlas, también viajaban con ellas. Las consecuencias si algo sucediera serían… aterradoras, por decir lo menos.