Monogatari (NL)

Volumen 10

Capitulo Caos: Medusa Nadeko

Parte 18

 

 

—Y ahora nuestra historia vuelve al punto de partida.

Bienvenido de nuevo.





¿Te has divertido? Nadeko se alegra de oírlo.

Los terrenos del Santuario Kita-Shirahebi—aquí no queda ningún edificio en este sendero de montaña podrido y deteriorado, y sólo una puerta torii roja da alguna indicación de la naturaleza del lugar, y allí es donde Nadeko se encuentra sola bajo un aguacero tan feroz que no puede ver ni un centímetro delante de ella.

Sola. Abrumadoramente sola.

Nadeko es la única que está en pie.

Los otros dos han caído—Koyomi Onii-chan y Shinobu-san se han llenado de veneno de pies a cabeza, haciéndolos adoptar una tez negra turbia—y en cuanto a Koyomi Onii-chan, su corazón destrozado aún no se ha regenerado.

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Pero no esperaría menos de un vampiro inmortal. Tan imponente como se oye.

Parece que, de alguna manera, siguen vivos. Ninguno de los dos ha encontrado la muerte, aunque se da cuenta de que es muy gracioso hablar de alguien inmortal como si estuviera vivo.

Y sólo están “vivos” si así se describen las reacciones fisiológicas que parecen tener ante la lluvia torrencial, como los torsos de las ranas que se sacuden y convulsionan tras ser electrificados.

“No deberías haber venido a por Nadeko.” Murmura Nadeko mientras blande el colmillo en su mano izquierda, cortando el aire. “Deberías haberla dejado huir, no hay necesidad de molestarse, no si no vas a salvarla. Si no lo ibas a hacer, Koyomi Onii-chan, al menos podrías haber librado al mundo de Nadeko—matándola.”

Demasiado débil.

Incluso Nadeko se estremece ante la frialdad de sus palabras mientras le mira con ojos sobrios—puede que sea por la escalofriante lluvia, pero no puede ser sólo eso.

En ese momento.

Nadeko debe tener la sangre fría.

Incluso más que Shinobu-san—mucho más.

El cuerpo y la mente de Nadeko, su sangre y su corazón, deben estar fríos.

Salir corriendo de la habitación de Koyomi Onii-chan después de asestarle un golpe y hacerlo tambalear—

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Corriendo por todas partes, acabó aquí, en el Santuario Kita- Shirahebi, donde todo empezó. Nadeko estaba escondida bajo su suelo cuando, efectivamente, Koyomi Onii-chan vino tras ella.

Aunque tuviera alguna idea, no podría haber encontrado a Nadeko a ciegas.

¿Todo el tiempo la estuvo buscando? Como esa noche, sí, probablemente. Debe haber sido eso.

Porque Koyomi Onii-chan, aquella persona de la que se enamoró Nadeko, es ese tipo de persona.

Ese tipo de persona y sólo ese tipo.

“Dijiste que estabas aquí para matar a Nadeko… y para resolver esto al hacer que se la comieran… Pero apuesto a que realmente no ibas a matarla ni a dejar que se la comieran. En el momento en que volaste la sala del santuario, debías estar tratando de encontrar una manera. Porque siempre eres todo palabrería.”

Claro, si este fuera un caso de posesión, podría haber una forma de salvarla.

Nadeko continúa.

Sus palabras son cada vez más frías.

“Así es como siempre eres… Es como siempre te comportas. No piensas en ganar, y menos en tus posibilidades, haces lo que se te ocurre y esperas lo mejor en una batalla…”

Es que es inmortal, y tal como está ahora, Koyomi Onii-chan—al igual que Shinobu-san—no es precisamente fuerte. Ni siquiera es completamente inmortal, especialmente en un mal enfrentamiento, por ejemplo, contra el veneno de serpiente—sí.

Puedes ver los resultados. Es un espectáculo “asqueroso”.

“Así que, de todos modos.” Dice Nadeko sin apartar la vista de los dos.

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Sigue mirándolos, no tiene sentido seguir mirando su muñeca derecha.

“¿Qué fue todo esto? ¿De qué se trata? Kuchinawa-san, ¿por qué terminó así?”

“Como te he dicho una y otra vez, Nadeko-chan, todo es culpa tuya—¿hmmmm?” Responde Kuchinawa-san en un tono cínico como siempre, como si estuviera buscando pelea.

No—“como siempre” es la forma incorrecta de decirlo.

Kuchinawa-san, la excentricidad llamada “Kuchinawa-san”, resucitó cuando Nadeko se comió el talismán hace sólo unas horas, y es un dios.

Hasta entonces no existía ninguna excentricidad con ese nombre.

Sólo estaba en la mente de Nadeko.

“Normalmente, eso es suficiente—una excentricidad, incluso un dios, a fin de cuentas, sólo existe dentro de cada persona, en el interior, no en el exterior. Esta imagen que me impusiste es ya un credo.”

“Un credo… ¿Así que Nadeko usó una imagen para crear una excentricidad llamada ‘Kuchinawa-san’ en su mente?”

“Claro, y luego fuiste y reviviste una fe muerta hace mucho tiempo por tu cuenta. Bueno, terminé basándome en un personaje raro gracias a eso… Hay que ver, hablando de delirios.”

Delirio. La palabra se clava en el corazón de Nadeko.

“Un   delirio…   ¿Así   que   aunque   Nadeko   creía   que   eras   su compañero, en realidad sólo veía cosas, y oía cosas?”

“Sí. Veías cosas que no se podían ver, oías cosas que no se podían oír. Tomaste esas cosas como mensajes y creíste que ser la elegida…

¿cómo se llama a alguien que hace eso, Nadeko?”

¿Hmmmm? Se burla Kuchinawa-san. Nadeko no tiene palabras.

Una chica lamentable. Una chica penosa.

Sengoku Nadeko.

“Delirando con que lo divino te habla… Hiciste una representación bastante acertada de Juana de Arco.”

No es de extrañar que supiera que lo que sentía en el armario de los zapatos era una serpiente, una blanca además, cuando Nadeko ni siquiera podía verla desde su ángulo.

Era su propio delirio, así que—¿cómo no iba a saberlo?

La razón por la que las serpientes blancas sólo salían de los espacios cerrados y que Kuchinawa-san no pudiese salir del santuario no podía ser más sencilla—de otra manera el delirio no tendría sentido.

Los espacios cerrados—es en las grietas y sombras que no podemos ver donde somos capaces de imaginar una excentricidad—donde somos capaces de sorprendernos.

Suena un poco estúpido, ¿pero no es así, toda esta charla? Bueno, no es una charla, es un cuento—

“Aun así, es bastante impresionante que me hayas resucitado a mí, un dios, de esa manera—hsshh, hsshh. En resumen, Nadeko-chan, fabricaste una narrativa para que sucediera.”

“Fabrique—una narrativa.”

“Si quieres saber qué tipo de historia era esta, para empezar no había ninguna historia.”

“…”

“La inventaste de la nada, inventaste un cuento que nunca existió y representaste una gran aventura en tus fantasías. La verdadera Nadeko-chan sólo vivía su vida cotidiana, sin historia. Siempre se te ha dado bien el escapismo, y esta tiene que ser tu mayor hazaña hasta ahora.”

“Pero…” Aunque es plenamente consciente de que Kuchinawa-san no dice más que la verdad, Nadeko sigue luchando contra él. “Si hasta ahora eras un delirio, Kuchinawa-san… aún sabías cosas que Nadeko no sabía.”


Aprovechando sus conocimientos, pareciendo leer su mente— captando tanto las analogías fáciles de entender como las demasiado específicas—, todo eso podría explicarse por ser el delirio de Nadeko. Pero Kuchinawa-san también sabía cosas que ella no sabía, no había forma de que tuviera un conocimiento experto de las excentricidades—

Hsshh, hsshh. ¿Me estás tomando el pelo? Entonces era tu delirio,

¿cómo iba a poseer algún tipo de conocimiento que tú no tuvieras?” “E-Entonces por qué—”

“Te has olvidado de ello, eso es todo, Nadeko-chan. Adquiriste un poco de pericia en la lectura de junio en los pasillos de esa librería para librarte del encanto que te habían puesto. Por supuesto, como cuando estudias en exceso para un examen, has olvidado la mayor parte, pero los recuerdos humanos no están relegados al olvido total. Por mucho que creas que lo has olvidado, queda grabado en tu cerebro. Igual que nunca olvidas tus pecados.”

“… Ya veo.”

Nadeko debía parecer ridícula, como alguien que ve un evento deportivo grabado una y otra vez y se emociona cada vez. Si Nadeko puede releer y disfrutar del mismo libro sin cesar, ¿hasta qué punto es poco exigente?

“Pero cómo sabías lo de Koyomi Onii-chan, lo de que él y Shinobu- san usaron la energía espiritual de este santuario o algo así, cosa que Nadeko no sabía…”

“Tú también lo sabías, Nadeko-chan.” Declara Kuchinawa-san.

No puede seguir preguntándole después de una declaración tan contundente, pero en serio, ¿cómo?

Es imposible que Nadeko lo supiera.

¿A quién se lo podría haber escuchado? ¿Quién…?

“Está confundida de muchas maneras… pero ¿podría decirle a Nadeko, Kuchinawa-san? ¿Qué pasó para que las cosas terminaran de este modo?”

No está tratando de retroceder el reloj. Ahora no. Nadeko fue y lo hizo—y eso es todo.

Pero quiere saber cómo ha llegado hasta aquí, por una cuestión de responsabilidad.

Como responsable, o tal vez a modo de expiación. Como minino, la victimaria.

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Incluso Nadeko ya no tiene ganas de huir de la realidad.

No es que haya necesidad de hacerlo ahora.

“No pasó nada que valga la pena llamar suceso. Tus recuerdos se mezclaron y se retorcieron con tus fantasías, eso es todo, como una gran y sinuosa serpiente.”

“Basta de metáforas… ¿Desde cuándo el entendimiento de Nadeko es confuso? Sólo responde a eso. Debes saberlo, Kuchinawa-san.”

¿No es así?

Ahora que no es un delirio de Nadeko sino que ha resucitado de verdad.

Pero también es por eso que toda esta conversación es una tontería, porque ahora Kuchinawa-san es igual a Nadeko.

Superar un delirio, superar una posesión, es lo mismo.

El Kuchinawa-san sellado en ese talismán—ha resucitado en Nadeko después de que ella se lo tragara.

Kuchinawa-san es. Nadeko.

Por lo que todo a partir de aquí es sólo Nadeko hablando consigo misma, como siempre.

“¿Los delirios comenzaron cuando vi una serpiente blanca en el armario de los zapatos?”

“Sí, pero ese no es el punto de origen exacto—en cuanto a cuándo empezó, para ti, yo diría que alrededor del principio de hace dos meses.”

“Hace dos meses… ¿A principios de septiembre?”

El comienzo de septiembre significa…

“Más o menos cuando te enteraste de que Koyomi Onii-chan tenía novia, cuando le viste pasear felizmente con ella. Ahí fue cuando todo ‘empezó’ para ti.”

O tal vez fue cuando todo terminó—corrige Kuchinawa-san. El final.

“Seguro que intentaste sonar como una adulta cuando hablaste con su hermana pequeña—pero en serio, Nadeko-chan, te rompiste un poco.”

“¿Rompió?”

“Bueno, probablemente no sea la forma correcta de decirlo. Después de todo, es normal. Es la forma normal de sentirse. Al igual que como se sintió tu amiga hacia ti, Nadeko-chan, simplemente te pusiste celosa—de su novia.”

“…”

Celos. Envidia.

El amor y toda la posesividad que conlleva—la pertenencia. Oh.

Entonces fue cuando Nadeko fue mordida. Por una serpiente.

Por una serpiente venenosa.

Cuando fue golpeada, no por el amor, sino por un dios. “Y luego… ¿Y luego qué hizo Nadeko?”

“¿Por qué me preguntas eso sobre ti? Verás, acabas de pensar lo mismo que tu amiga. Lo semejante atrae a lo semejante, ¿no estás de acuerdo, hmmmm?”

“Lo mismo…”

Después de haber escuchado todo eso, no hay necesidad de más preguntas, por muy revueltos que estén los recuerdos de Nadeko—la parte de la fabricación de una narrativa debería haber sido suficiente, todavía necesitaba asegurarse.

De la mandíbula de Kuchinawa-san.

Así es como tiene que escucharlo, lo cual tiene sentido. Tiene sentido.

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Porque Nadeko confió en Kuchinawa-san sólo para ese propósito— resucitarlo después de que perdiera a sus fieles, cayera en la oscuridad y fuera sellado para que descansara en paz.

Fabricándolo.

“Si Nadeko pensaba lo mismo… trató de usar un ‘encanto’ para deshacerse de esa persona—la novia de Koyomi Onii-chan.”

“No, no, al estar en esa clase tuya, sabías mejor que nadie lo poco fiable que puede ser un ‘encanto’, no es eso lo que hiciste. Pero tienes razón en lo de intentar deshacerte de ella. Vaya, lo has clavado.”

“… Bueno, esto es sobre Nadeko.”

“No intentaste ocupar el lugar de su novia, por supuesto. Sólo que su existencia suponía un obstáculo para ti—por tu continua devoción a Koyomi Onii-chan.”

“Qué egoísta.”

Bueno, Nadeko está hablando de sí misma. Sigue tratándolo como si fuera un asunto ajeno.

“Revolcarse en un amor que no se puede cumplir porque enamorarse es fastidioso—y después de todo lo que ha hecho por ti, sentir celos porque esa persona encuentra una novia. El sentimiento podría no ser de celos, pero ¿qué podías hacer? No podías seguir enamorada de alguien que tenía novia, pero entonces no ibas a ir nunca a por él.”

“Bien, lo que podría haber hecho…” Nada, probablemente—

Eso debió ser lo que se dijo Nadeko.

“Pero… si Nadeko no confió en los encantos, ¿qué hizo?”


“Elegiste un método más fiable.” Explica Kuchinawa-san. “En otras palabras, rezaste a un dios.”

“¿Un dios?”

En otras palabras, ¿a Kuchinawa-san? ¿Es eso?

“Después de saber que Koyomi Onii-chan tenía novia, visitabas este santuario siempre que tenías tiempo. ¿De verdad no te acuerdas de nada?”

“… Para nada. Entonces, ¿hice las tradicionales cien visitas?” “Bueno, no, no cien.”

“Dijiste fiable, pero…”

¿De verdad? Nadeko tiene varias cosas que decir…

“Cierto. Sólo rezar a un dios no debería ser realmente fiable. Eso es lo que cualquiera pensaría. Pero para ti fue diferente, Nadeko-chan,

¿no? Porque este es el mismo santuario donde te liberaste del ‘encanto’ que te puso tu amiga en junio.”

“…”

Conoce una excentricidad y serás atraído por las excentricidades.

¿Eso es lo que significa?

En otras palabras, sabiendo de las excentricidades se termina creyendo en las excentricidades—

“Oh. Así que Nadeko aprendió entonces que—recurrir a los dioses funciona.

Por eso, hizo las cien visitas. Bueno, más bien quince, supone.

Esa era la frecuencia con la que Nadeko podía visitar el santuario dada su rutina diaria.

“Aun así, Nadeko no puede creer que haya sido capaz de olvidar eso… ¿Entonces borró los recuerdos porque eran inconvenientes?”

“¿Crees que puedes hacer algo tan conveniente? No eres cierta persona.”

¿Cierta persona? ¿Quién podría ser?

Kuchinawa-san    y    Nadeko    ya    no    comparten    los    mismos conocimientos, así que no sabe a quién se refiere.

“Sólo estás fingiendo que lo has olvidado, Nadeko-chan. Y eso es más que suficiente.”

“…”

Fingir olvidarlo… como una mentira. Entonces, ¿ha mentido?

Entonces Nadeko—era la mentirosa. Bueno—¿por qué no iba a decir mentiras?

Ya que le miente a Koyomi Onii-chan, también lo haría a sí misma.

“Pero aunque recurrir a los dioses funcione… aunque lo haga, no tendría sentido hacerlo aquí.” Observa Nadeko.

Este santuario, después de todo, cayó en la ruina.

Un santuario desprovisto de fe. Aquí no había dioses.

“Sí. Esa parte te la dijo, Nadeko-chan—una mujer llamada Oshino Ougi. Esa mañana.”

Esa mañana, el día en que casi me atropella una bicicleta. La mañana del martes 31 de octubre.

(Dime, Nadeko-chan. Resulta que lo visto muchas veces, y parece que siempre subes a ese santuario, y no sé por qué rezas, pero… no tiene sentido.)

(¿No lo sabías? No hay ningún dios en ese santuario.)

(Funciona como un lugar, claro, pero ya no funciona como una morada para lo divino.)

(Puedes rezar todo lo que quieras, pero no va a hacer nada.) (Bueno, otra cosa sería si recuperara su objeto de culto.)

(Por cierto, ahora Araragi-senpai tiene ahora su objeto de culto— Gaen Izuko-san se lo confió, hace apenas unos meses. Debe estar en algún lugar de su casa. Teniendo en cuenta de quién estamos hablando, no puede estar guardado al azar.)

(Un talismán.)

(Se podría decir que su dios está sellado en ese papel—por cierto,

¿sabías que el onmyoji que selló al dios en ese talismán hace mil años es la misma persona que hizo el amuleto que Araragi-senpai utilizó cuando te salvó? Eso es todo lo que necesitas oír para entender lo valioso y aterrador que es ese talismán, ¿verdad?)

(Y qué poderoso es el dios.)

(Si ese dios resucitara, si se deshiciera el sello, estoy segura de que concedería fácilmente cualquier deseo tuyo, no, de verdad.)





(¿Cómo deshacer el sello? ¿Cómo voy a saberlo?)

(Es un dios serpiente, así que tal vez sólo necesites que alguna serpiente se trague el talismán entero—)

“—También recibiste ese coletero de mal gusto de esa chica aquella mañana. Como ‘muestra de su incipiente amistad’…”

Si estuvieron tan “metidas en la conversación”—

Entonces no es de extrañar que el tiempo pasase tan rápido. “… Y eso te hizo empezar a fabricar una narrativa.”


Vi por primera vez la serpiente blanca, sí, justo después de encontrarme con Ougi-san.

“Así que Nadeko expiándose por matar a las serpientes… Incluso eso era sólo una excusa patética. Un cuento que inventó para poder buscar en la habitación de Koyomi Onii-chan el talismán—el objeto de adoración de Kuchinawa-san…”

Nadeko incluso se aprovechó de su delito para ello. Un engaño. Una invención. Una mentira descarada.

Nadeko intentó resucitar a un dios sólo para que se cumpliera su deseo egoísta.

Y para resucitar a ese dios, forjó la voz de un dios.

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