Eris No Seihai (NL)

Volumen 2

Capitulo 2: La Chispa

Parte 1

Scarlett saltaba inocentemente por un campo de flores amarillas. La suave luz del sol se derramaba desde el cielo azul puro, tan claro que nunca se habría adivinado que había habido una tormenta el día anterior. Una alfombra de fresias tan alta como su cabeza ondulaba con la suave brisa.

Alguien la llamaba por detrás para que esperara, pero ella no hizo caso y siguió corriendo hacia delante, gritando con entusiasmo.

“¡Oh!”

Su pie se enganchó en el barro y la hizo volar hacia delante. Por desgracia, había un charco justo en el lugar donde aterrizó.

“¡Scarlett!” Gritó ansiosamente la voz desde atrás, seguida de unos pasos que corrían. Pero su mente estaba en otra parte. Esto era un desastre. Su flamante vestido estaba arruinado, y la adorable cara que todos alababan estaba cubierta de barro. Sin embargo, su orgullo no le permitía romper a llorar, así que se limitó a levantar la mirada.

Vio que se acercaba alguien de cabello dorado pálido y ojos magenta. Su hermano, que era bastante mayor que ella, miró con preocupación. Pero cuando vio su máscara de barro, sus labios se movieron. Rápidamente frunció el ceño en un intento de permanecer serio, pero sus hombros temblaban. Finalmente, sin poder contenerse más, cayó de rodillas en un ataque de risa. Scarlett lo miró fijamente, indignada.

“Eres horrible.”

“Lo siento. Pero te dije que esperaras, ¿no? La culpa es tuya por no escuchar, Lettie.” Dijo Maximilian con una sonrisa terriblemente amable, secando las lágrimas con el dedo. Le tendió la mano. Ella se detuvo y la tomó tímidamente.

Lettie. La llamaba mucho así.

Como si volcara todo su afecto en esas seis letras.

Cuando Scarlett se despertó, lo primero que vio fueron los ojos verdes de Connie mirándola con preocupación. Parpadeó. Connie juntó las cejas con ansiedad.

“Scarlett, ¿estás bien? Pude verte, pero tus ojos no se abrían, así que pensé…”

Debe haber estado soñando. Soñando con el dominio de los Castiel, cuando sólo tenía cinco años.

Lettie.

Echaba mucho de menos esa voz. Sacudió la cabeza, tratando de disipar el dolor que sentía en lo más profundo de su pecho, y se encogió de hombros con indiferencia.

“Estoy bien.”

Normalmente, si decía eso y miraba fríamente a alguien, éste tendría demasiado miedo de caerle mal como para molestarla con más preguntas.

Sin embargo, esta chica con la mirada idiota en su rostro era diferente.

“¿De verdad? ¿En serio estás bien? ¿Debemos olvidarnos de nuestros planes para hoy?” Preguntó, revoloteando alrededor de Scarlett como un cachorro. La visión derritió la determinación de Scarlett. Suspirando suavemente, se rindió.

“No sé por qué estás tan preocupada. No veo nada malo en ir.

Después de todo, ya fuimos una vez, a por la máscara.”

Unos días antes, Randolph había invitado a Constance a salir con él, diciendo que un viejo amigo quería conocer a su prometida. Algo muy parecido había ocurrido no hacía mucho tiempo, pero tenía sentido. Aquel hombre incomprensible, con una aparente incapacidad para formar expresiones faciales, no sólo se había comprometido con una chica diez años menor que él, sino que dicha chica era la comidilla de la ciudad. ¿Quién no querría saber todos los detalles?

Le había dicho a Connie que debía sentirse libre de rechazar la invitación y luego nombró al amigo en cuestión. Y había sido, entre todos, el propio hermano de Scarlett: Maximilian Castiel.

Era el hijo mayor de la Casa Castiel, que compartía padre pero no madre con Scarlett.

Scarlett miró hacia abajo. Sin duda por eso había tenido el sueño sobre el campo de flores.

“Está bien.”

Resopló, con la esperanza de despejarse, y luego miró a su preocupada cómplice, se puso una mano en la cadera e hizo un mohín.

“¿No sabes quién soy?”

* * *

Randolph Ulster regresaba al cuartel general de las Fuerzas de Seguridad desde la oficina de los Caballeros Reales, tras haber sido informado de que un espía que había sido enviado a Faris había regresado.

El secuestrador de Kate Lorraine había muerto envenenado una semana antes. Había sucedido poco después de su detención, y la conclusión —a la que se llegó sin mucha investigación— fue que se había suicidado. Al parecer, el cadáver tenía un tatuaje del sol. Un hombre de Daeg Gallus, entonces. El suicidio no estaba descartado, pero si ese hubiera sido su plan, probablemente lo habría hecho en el momento de su detención. Es más probable que alguien lo haya matado para callarlo.

Randolph había solicitado a los Caballeros Reales información sobre la seguridad en ese momento y otros detalles, pero no había recibido respuesta. Incluso se rumoreaba que la Princesa Heredera Cecilia había sido vista en las inmediaciones del crimen.

“¿Has averiguado algo?” Preguntó Randolph en cuanto entró en la Oficina de Investigaciones del Cuartel General de las Fuerzas de Seguridad.

Kyle, que acababa de recibir un informe, lanzó un par de pequeños objetos hacia Randolph. Éste los tomó con una mano y los miró. Eran dos monedas de plata. La Diosa de la Victoria estaba grabada de perfil en una cara, y un escudo y una espada en la otra. Dinero de Faris.

“¿Qué te parecen esos?” Preguntó Kyle, apoyando la mandíbula en la mano con una sonrisa irónica.

A primera vista, no parecían diferentes unas de otras. Y las monedas acuñadas en diferentes años variaban ligeramente de aspecto. Sin embargo, Randolph las miró con los ojos entornados y luego sacó una navaja del bolsillo del pecho y las golpeó sucesivamente con el mango.

El sonido que recibía de cada moneda era diferente. “… ¿Están usando menos plata?”

Una de ellas era probablemente un revestimiento de plata sobre un núcleo de bronce. Faris debe estar refundiendo monedas para hacer más dinero.

“¡Correcto! Estoy haciendo que Morie compruebe el contenido de plata ahora mismo, pero cree que es menos de un tercio de lo que eran originalmente. Hemos oído hablar de los problemas financieros de nuestro estimado vecino durante bastante tiempo, pero esto es malo.”

“¿Cuánto valen?”

“Pretenden hacerlos circular por el mismo valor, sin duda. Sin embargo, dudo que la gente de a pie lo acepte. El informe dice que los precios de los productos básicos ya están empezando a subir, y he oído que el cambio de divisas extraoficial ha sido prohibido. Lo que significa que sus conexiones de comercio exterior están probablemente muertas. Incluso dentro del país, esta expansión de la oferta monetaria está empezando a dificultar la vida de la gente corriente.”

Le entregó a Randolph un buen montón de papeles. Randolph los tomó en silencio y empezó a hojearlos.

“Por cierto, ese es el informe de la industria. Hay una cosa extraña en él. Las fábricas de moneda de Faris habían ido a un ritmo vertiginoso hasta hace muy poco, pero ahora han aflojado y la producción de dinero está estancada.”

Randolph dejó de pasar las páginas.

“… ¿Faris está emitiendo bonos del gobierno ahora mismo?” “¿Hmm? Oh, sí, he leído algo sobre eso. Tiene sentido, si la

economía está de capa caída…” “No, esto es diferente…”

Según el informe, mientras que la producción de casi todos los artículos de uso cotidiano disminuía, la de algunos otros se disparaba. Probablemente en eso estaban gastando el dinero de los bonos. Pólvora. Acero. Grandes carros tirados por caballos. Fábricas a lo largo de los ríos.

Randolph entrecerró sus ojos cerúleos. “Se están preparando para la guerra.”

* * *

Su Excelencia estaba actuando de forma extraña; al menos, eso pensaba Connie.

No dejaba de mirar a su prometido, que estaba sentado frente a ella en el carruaje mientras se dirigían a la residencia de los Castiel. Su rostro era tan inexpresivo como siempre, pero parecía más rígido que de costumbre, perdido en sus pensamientos.

Scarlett también hablaba menos de lo habitual. Se había reído de las preocupaciones de Connie sobre la visita, pero la última vez que se colaron en la mansión, sólo se habían topado con Maximilian por accidente. Esto era completamente diferente.

“Por cierto.” Dijo Randolph. “La mujer que salvaste en el baile del Conde John Doe —se llama Giara Grafton— la investigué y descubrí que es dueña de varios muelles fuera de la ciudad. Existe la posibilidad de que estuviera involucrada en el contrabando del Paraíso del Chacal.”

“… ¿Te refieres a la droga que era popular hace diez años?”

Según Scarlett, la mujer había sido usuaria del alucinógeno apodado Jane. Scarlett había dicho que era seguro, sin muchos efectos secundarios, pero…

“Estrictamente hablando, una varias iteraciones después de eso. Hoy en día es tan fuerte que no se puede comparar con lo que la gente usaba entonces. Mis investigaciones sugieren que la droga que circula ahora es un producto refinado que se hace aislando los compuestos biológicamente activos del Paraíso del Chacal de hace diez años. Es altamente adictiva y tiene poderosos efectos físicos y psicológicos. Incluso la variedad más antigua, si es lo suficientemente pura, podría utilizarse como neurotoxina. Esa es una de las razones por las que la prohibieron hace diez años.”

Qué miedo, pensó Connie, y luego recordó algo.

“¿Está relacionado de alguna manera con la gente de los tatuajes del sol?”

Randolph entrecerró los ojos al instante en una silenciosa advertencia de que no siguiera con ese punto, pero ella siguió adelante de todos modos.

“La persona que me atacó y la que secuestró a Kate son miembros de esa organización, ¿no? ¿Quiénes son esas personas? ¿Qué intentan hacer?”

Miró fijamente los ojos azul cielo de Randolph. Él parecía preocupado y desvió la mirada, pero luego suspiró, dándose cuenta de que Connie no iba a dejar pasar el punto.

“Pertenecen a Daeg Gallus. Es una organización criminal masiva que existe desde los días del Imperio Faris. Han sido la némesis de las Fuerzas de Seguridad desde mucho antes de que yo me uniera. A veces capturamos a algunos de los operativos inferiores, pero nunca a los superiores. Asesinatos, secuestros, tráfico de personas, venta de armas, contrabando de drogas… hacen cualquier cosa por un precio y sin lealtad a ningún país. Algunos dicen incluso que están detrás de la caída del Imperio Faris.”

Connie sintió que la sangre se le escapaba de la cara. Era una respuesta mucho más preocupante de lo que esperaba.

“Todos los que pertenecen a la organización tienen un tatuaje del sol en alguna parte de su cuerpo. Y supuestamente tienen contraseñas que se usan entre colegas y varían según la misión.”

“¿Contraseñas?”

“Sí, cosas que dicen para hacerse saber que pertenecen a la organización. La mayoría son frases sin sentido.”

Connie ladeó la cabeza, confundida, y luego jadeó. “… Kiriki kirikuku.”

“¿Qué?”

Esas fueron las palabras que el niño pelirrojo del Hogar Maurice para Niños Huérfanos dijo que la Srta. Lily les había enseñado.

“Un hechizo para mostrarte quiénes son los malos…” “¿Un hechizo?”

“Tal vez sea eso…”

Cuando Connie le explicó la situación, Randolph entrecerró los ojos.

“Sus contraseñas varían según la misión en la que estén.” Dijo, con su voz grave resonando en el carruaje. “Lo que significa que ahora mismo Daeg Gallus está haciendo algo en este reino.”

Cuando llegaron a la residencia de los Castiel, les hicieron pasar a una sala vertiginosamente opulenta. Sin embargo, Maximilian no aparecía por ninguna parte. Parecía que otro invitado había llegado inesperadamente, y estaba atado a ellos. El anciano sirviente llamado Roy inclinó la cabeza en señal de profunda disculpa al dar la noticia, y luego anunció que su amo tenía un mensaje para Randolph.

“La lista de dominios del reinado de Michelinus que ha solicitado le espera en la biblioteca, señor.”

Randolph miró a Connie. Ella asintió y él se levantó. “Volveré en un momento.” Dijo antes de seguir a Roy a la biblioteca.