Kuma Kuma Kuma Bear (NL)

CON ESO, viajamos a la capital en busca de un cuchillo de mithril. (El viaje fue, sin duda, como dos minutos. Me encantan las puertas de transporte de osos.) Fina y yo salimos de la casa de los osos, y boom.

“Vaya, la capital”. Fina sonaba bastante alegre ahora. Había estado en la ciudad muchas veces, pero Fina no la había visto desde la celebración del cumpleaños. “Se siente un poco extraño. No puedo creer que estuviéramos en Crimonia”.

“Ha pasado un tiempo desde que viniste. ¿Quieres pasar por alguna parte?”  No era como si tuviera prisa.

“Nah. Me divertiré solo mirando un poco. Está bien.” Ella tenía razón. Simplemente pasear a pie era otra forma de disfrutar las cosas. Si nos dirigíamos a un lugar turístico, podríamos quedarnos atrás y disfrutar del paisaje.

Quería hacer precisamente eso de camino a la herrería que Nelt había mencionado, pero, bueno, en realidad no tenía idea de dónde estaba. Le pregunté a Nelt, pero ella me dijo que no lo sabía, y eso fue todo. Ella solo dijo que estaría registrado en el gremio comercial, así que podría preguntarles. Entonces, ahí es donde nos dirigíamos.

Estábamos en la calle principal de la capital, una vía ancha con tráfico de carruajes que iba y venía. Para llegar al gremio comercial, tuvimos que seguir ese gran camino hasta allí. Había mucho tráfico peatonal, lo que significaba que mucha gente me miraba fijamente y decía cosas familiares.

Alguna madre nunca le enseñó a su hijo a no señalar.

Alguien de allí parecía absolutamente estupefacto.

Y vamos, ¿de verdad? ¿Ese de allí se iba a reír?

Y no, no vendían esto en una tienda de ropa, sí.

Estás ahí, ¿por qué quieres pedir tu propio juego?

Sí, soy un oso. Sí, es vergonzoso. Pero me he rendido.

¿Piensa que soy linda? Gracias.

¿Quieres un abrazo? No, gracias.

¿Vas a contárselo a tus amigos? Por favor, no lo hagas.

¿Acabas de decir que me vigilarás para que puedan correr? No voy a hacerlos pedazos ni nada por el estilo.

¿O qué, estás tratando de cazarme furtivamente para un zoológico? No, mantén tus manos sucias alejadas o te las arrancaré.

Fue divertido responder a todas esas cosas en mi cabeza.

En poco tiempo, vimos el gran edificio que albergaba el gremio comercial, lo suficientemente grande para la capital. Por grande que fuera, todavía había mucha más gente de la que puedes creer, lo que significaba más miradas.

Bueno, Yuna, no hay vuelta atrás ahora… Llevé a Fina al gremio comercial y en el momento en que lo hice…

“Srta. ¡Yuna!”

Escuché una voz detrás de mí. Cuando me volví, preguntándome quién era, encontré a Shia, Maricks, Timol y Cattleya, todos sin aliento. ¿Qué estaban haciendo estos estudiantes aquí?

“¿Shia? ¿Chicos? ¿Qué pasa?”

El cabello de Shia estaba hecho un desastre, supongo que porque había corrido hasta aquí. “Eso es lo que me pregunto. ¿Por qué estás en la capital con Fina?”

Sí, supuse que era normal que los cuatro estuvieran en la capital, considerando que vivían aquí. Yo era la que estaba fuera de lugar.

Fina inclinó la cabeza y saludó a Shia, pareciendo un poco nerviosa. Se habían conocido un poco antes, pero Shia seguía siendo una aristócrata y Fina era una plebeya, y pasar un rato no podía cambiar eso.

Después de saludar, Fina se escondió detrás de mí. Ella parecía un poco en un aprieto. Pero claro, no conocía a nadie más que a Shia. Hablando de eso… “Entonces, ¿cómo están todos?”

“Bastante bien.”

“Ha pasado tanto tiempo, Yuna.”

“Yuna, mucho tiempo sin verte”.

Todos devolvieron saludos entusiastas. Pero había algo que me molestó. Miré a Maricks. “¿Qué pasa con ese moretón en tu cara, Maricks?”

“Oh, ¿esta cosa?” Maricks se tocó la mejilla izquierda morada. “Mi papá me pegó. Dijo que ponía a todos en peligro al ser egocéntrico y que no había respetado tus instrucciones. Él era todo ‘¿quién te crees que eres?’“

“¿Te golpeó por eso?”

Maricks sonrió mientras se frotaba la mejilla. “Quiero decir, no estaba totalmente equivocado, ¿sabes? Pero también me dijo que estaba orgulloso de mí. Dijo que era mejor hacer algo que mirar para otro lado cuando alguien estaba en problemas. Pero dijo que debo actuar solo después de tener en cuenta mis propias habilidades y las de mis compañeros. Pensar en contra quién me enfrentaría y esas cosas”.

Ahora que lo pienso, Ellelaura había dicho lo mismo. Pero Maricks no podría haber hecho nada al respecto. Nadie podía haber esperado que apareciera un tigre negro. Maricks había actuado pensando que se enfrentaba a simples duendes, a los que podía vencer. No pensé que nadie hubiera sido tan imprudente si hubiera sabido que un tigre negro los estaba esperando.

“Aun así”, dijo Shia, “me sorprendió mucho cuando te vi, Maricks. Tu cara estaba hinchada cuando llegaste a la academia al día siguiente”.

Cattleya asintió. “Era mucho peor antes”.

“Me preguntaba qué había pasado”, agregó Timol.

“¿Esta mejor ahora?” pregunté. Supongo que realmente había pasado un poco desde que estuve de escolta. Pero el moretón estaba allí incluso ahora, lo que significaba… ¿con qué fuerza lo había golpeado el padre de Maricks? Parecía que todavía dolería tocarlo. “¿Estás bien?”

“Si estoy bien. Simplemente duele un poco”. Maricks se alisó ligeramente la mejilla.

Shia puso los ojos en blanco. “Claro, Maricks. Hiciste un gran escándalo cuando alguien te rozó sólo un poquito”.

Cattleya asintió. “Estaba llorando y todo”.

“Por supuesto que lo estaba”, dije. “Obviamente, dolería si alguien lo toca el día después de que lo golpearon”. Quiero decir, era una cara hinchada. Con solo imaginarlo, me dolía la mejilla. Es extraño cómo lo hizo con solo ver un moretón. “¿El resto de vosotros estaba bien? ¿Se metieron en problemas?”

“Nos metimos en un pequeño problema con nuestra maestra y Lady Ellelaura”.

“Mi madre me regañó por no apoyarte”.

“Me metí en problemas sin una buena razón. Dijeron que era mi deber detener a Maricks. No es que sea el tutor de Maricks ni nada por el estilo”, dijo Timol de mal humor.

“Pero ustedes no fueron golpeados. Eso es tan injusto”, se quejó Maricks. “¿Podrías darte un puñetazo?” dijo de repente, ofreciendo una sonrisa torcida, y rompimos a reír.

Mmm. Maricks se había desempeñado como líder del grupo, por lo que era responsable de las acciones de todos. Supongo que por eso lo había hecho su padre. Bastante diferente a los padres japoneses, que pensaban menos en luchar contra monstruos y más en educación.

Y, además, si los padres hubieran dicho: “Mi hijo no estaba equivocado. Fue el aventurero que lo protegió el que tuvo la culpa”, o algo así, definitivamente habría tenido que cobrar ese favor con Ellelaura o el rey.

“Entonces, ¿por qué estás en la capital con Fina?” preguntó Maricks.

“Estamos comprando. Solo quería un cuchillo de cosecha”.

“¿Viniste hasta la capital para comprar un cuchillo de cosecha?”

Los cuatro parecían exasperados. Supongo que cualquiera lo estaría si no supiera lo de la puerta de transporte de osos.

“Uh, ¿yo también tuve tiempo libre?”

“¿La gente normal viene hasta la capital solo porque es libre?”

“Bueno, tengo a Kumayuru y Kumakyu, así que puedo llegar aquí muy fácilmente”. Cuando todo lo demás fallaba, llegaba el momento de muchas más mentiras.

“Creo que está bien porque eres tú, Yuna”, dijo Timol, “pero es peligroso que dos chicas viajen solas”. Timol y Cattleya nos miraban conmocionados y, seguro, tal vez sería para una pareja normal de chicas de Crimonia, pero éramos nosotras.

“Yuna tiene los osos”, dijo Maricks, entrando para salvarnos.

“Supongo que tienes razón”, dijo Cattleya con un suspiro melancólico. “Yuna de hecho tiene los pequeños y peludos Kumayuru y Kumakyu … ¡Oh¡, ¡cómo los extraño!”

¿Quiero decir? ¿Realmente no había pasado tanto tiempo?

“Estaba el tigre negro que derroté cuando los protegí a todos, ¿verdad? Bueno, no podemos cosecharlo con un cuchillo de hierro. Estaba pensando en comprar algo mejor en Crimonia, pero no pude encontrar nada. Escuché que hay un herrero enano llamado Ghazal, así que vine aquí para comprarle un cuchillo”.

Cuando dije eso, Shia se puso la mano en la frente y empezó a pensar. Luego se golpeó la palma de la mano con el puño. “¡Sí! Si, lo conozco.”

“¿Lo conoces, Shia?”

“Sí, fui con él una vez antes. ¿Puedo llevarte, si quieres?”

Maricks asintió. “Sí, yo también lo conozco. Es ese enano, ¿eh? Creo que mi padre decía que era un herrero muy hábil o algo así”.

“Me alegraría si lo hicieran, chicos, pero ¿no estaban todos en medio de algo?”

“No, será rápido”, dijo Maricks. “Tú también estás bien con eso, ¿verdad?”

“Por supuesto.”

“Bien por mí también.”

“Después de lo mucho que nos cuidaste, es lo mínimo que podemos hacer”, me dijo el grupo de estudiantes.

Oye, no iba a discutir.

Me volví para mirar el gremio comercial, adonde habíamos planeado ir. Quiero decir, me encantaba tener una excusa para no entrar en esa multitud … y todas esas miradas. Uf, no gracias.