Eris No Seihai (NL)

Volumen 1

Capitulo 5: La Fiesta Del Té De Las Damas Silenciosas

Parte 1

El cuartel general de la Fuerza Real de Seguridad estaba situado en el extremo occidental del Camino de Amadeus, en la capital.

En un rincón de esta enorme instalación, Randolph Ulster hojeaba una gruesa pila de documentos atados con cordel negro. En la cubierta amarillenta estaban escritas las palabras Daeg Gallus—el Gallo del Amanecer. Randolph llevaba años trabajando en el caso.

Mientras leía, la puerta se abrió de golpe y un joven extremadamente malhumorado y extremadamente guapo se asomó. Era Kyle Hughes, subjefe de la unidad de investigación que comandaba Randolph.

“Esos esperpentos de la Unidad Gaina son unos malditos inútiles.” Escupió con frialdad, dejando caer una montaña de documentos sobre el escritorio de Randolph. La losa de mármol gimió bajo la inesperada carga. Randolph levantó lentamente la vista.

“¿Cómo puede alguien ser tan incompetente? ¿Tiene el cerebro lleno de gusanos…?”

Gaina —es decir, Georg Gaina— había dirigido el asalto al baile del Conde John Doe la otra noche. Un prototípico hijo de noble protegido, nunca se había llevado bien con Kyle, que creía firmemente en la meritocracia.

“¡He estado tras la pista de ese traficante de armas en Melvina, y no he conseguido ni un guiño en tres días! ¡Ese bastardo cruza las fronteras como si estuviera jugando a la rayuela! No paro de chocar con la policía fronteriza. Por supuesto, en el momento en que me dio la espalda, le di unos buenos golpes. Tuve que golpear el trasero de mi caballo durante toda la noche para volver aquí a tiempo. Cerdos infernales.”

Con bolsas bajo los ojos inyectados en sangre y la sombra de las cinco de la tarde, Kyle parecía haber extraviado su habitual aspecto de asesino de damas en algún lugar del camino. Tenía un ceño endemoniado y se rascaba la cabeza, poseído por la furia.

“¡Así que aquí estoy, cansado como el demonio, y de inmediato ese asno de Gaina se me acerca pavoneándose, presumiendo de su maravilloso logro en la vieja residencia de los Montrose! ¡Le escuché porque no tenía mucha opción, y dice que esos esclavos mocosos pertenecen a alguna raza minoritaria de Soldita! Quería hablar con uno de los culpables porque pensé que podría ser el que he estado buscando en otro caso, así que rellené un montón de formularios para conseguir el permiso, ¡sólo para enterarme de que ha muerto envenenado en la cárcel!”

“¿Hubo un envenenamiento?” Randolph se hizo eco.

Kyle se levantó violentamente de su asiento y se quedó mirando al frente.

“Así es. Cada vez que se detiene a esos cabrones de las bandas del sur, lo primero que hacen es inyectarse un poco de veneno y suicidarse, así que la práctica habitual es esposarles las manos y los pies y amordazarles, ¡pero ese tonto incompetente de Gaina lo manejó como a cualquier ladrón! Me enfurecí tanto que se lo conté, es decir, lo denuncié al Capitán Bart y le arrebaté los derechos de la investigación a ese calvo en el acto. Así que ahora esta es nuestra montaña.”

Señaló la enorme pila de documentos. Sus subordinados prácticamente rompieron a llorar ante sus palabras.

“¿En qué demonios está pensando? ¡Juro que esa cara tan bonita es lo único que tiene a su favor…!”

“¡Imposible! ¡Absolutamente imposible! ¡No podemos aceptar otro caso!”

Randolph, sin embargo, recibió la noticia con calma, extendiendo la mano para obtener un documento.

“¿Qué tipo de veneno era?”

“He pedido a la División de Alquimia que lo averigüe. Morie dijo que por el aspecto del cadáver, probablemente fue un agente nervioso.”

“Debe haber sido una pequeña cantidad si pasó el cacheo. Sin embargo, lo suficiente para causar una muerte instantánea… Interesante.”

Incluso los venenos pobres eran poco probables de encontrar en el mercado, y mucho menos uno de tan alta pureza.

“¿Tenía el tatuaje del sol?”

“Por supuesto que lo revisé hasta el culo, pero no encontré nada. A decir verdad, estoy tan cansado que podría caerme muerto aquí mismo. Me gustaría poder ir corriendo hasta Miriam en el Folkvangr y descansar mi pobre cabeza en su pecho hasta que me sienta mejor.

¿Crees que podría poner eso en la cuenta de gastos? Oh, lo siento, sólo bromeaba. De verdad, ¿tienes que mirarme así?”

Por alguna razón, Kyle se cubría la cara con ambas manos, por lo que Randolph asintió solemnemente.

“En ese caso, o bien no tenía nada que ver con el caso Daeg Gallus o bien era un peón sacrificado que no sabía lo que estaba pasando… Probablemente lo segundo.”

Ese lote tendía a favorecer los agentes nerviosos.

“¿Hubo alguna evidencia de que Paradise estaba siendo usado en el baile?”

“No en los documentos. Parece que no había ninguna señal, y ninguno de los usuarios habituales estaba allí… Pero, de nuevo, estamos hablando de la Unidad Gaina. Esa gente no puede ver más allá de la punta de su nariz.”

Kyle se rascó la cabeza. Jeorg Gaina era teniente, pero hasta ahora sólo se había encargado de delitos menores que podían ser tratados en las oficinas.

“¿Qué pasa con Deborah Darkian?”

“¿Crees que esa vieja bruja abriría la boca por una nimiedad como ésta?” Kyle frunció el ceño.

Deborah Darkian. Aunque su nombre apareció asociado a todo tipo de delincuencia organizada, era una maestra de la estafa que nunca dejó que la inmovilizaran.

“He oído que Deborah fue la que filtró la historia a Gaina en primer lugar. También le dio nombres. Dijo que la banda que ofrecía un espectáculo con bailarinas extranjeras le pareció sospechosa. Ese tonto de Gaina llegó a darle las gracias por cooperar en la investigación. Agradeció a Deborah, ¿puedes creerlo? Podría morirme de vergüenza al pensar que trabajo para la misma organización que ese bobo delirante. ¡No vale la pena perder el aliento con él! Tengo ganas de apuntar mi revólver directamente en esa cúpula sin cabello suya la próxima vez que lo vea. Habría dudado de ella en el momento en que vino a vernos a la Fuerza de Seguridad en lugar de contarle a su marido sus preocupaciones.”

El marido de Deborah, Simon Darkian, procedía del ejército y actualmente ejercía de interventor del Tesoro. Se rumoreaba que era el siguiente en la lista de candidatos a secretario del Tesoro. Debería haber sido posible para él aclarar tranquilamente el asunto entre bastidores.

“Pero ella eligió intencionalmente una incursión en el baile. Obviamente, eso daría lugar a rumores. Su reputación sería dañada. Si a ella no le importaba, eso debe significar—”

Randolph entornó ligeramente los ojos. “—que creó un alboroto a propósito.”

¿Cuál pudo ser su motivación? El incidente de la antigua residencia de los Montrose debía ser reexaminado. Randolph dio vueltas al problema lentamente en su mente.

Kyle, cuya rabia parecía haber disminuido ligeramente, levantó la vista como si acabara de recordar algo.

“Por cierto, esa chica apareció de nuevo.” “¿Qué chica?”

“Constance Grail. Primero fue el pequeño enfrentamiento en el Gran Merillian y luego la aventura con Teresa Jennings. Parece estar en todas partes estos días. Sé que la conexión aún no está clara, pero

¿no crees que deberíamos tomar la iniciativa de interrogarla?”

“No será necesario.” Contestó Randolph con sequedad mientras miraba unos documentos. Oyó a Kyle hacer un ruido confuso, pero no levantó la vista. “Ya he evaluado la situación.”

“… ¿Ya la has interrogado? ¿Tú? ¿El hombre que trata a los sospechosos criminales sin piedad pero se comporta como un caballero con los testigos?”

Kyle se inclinó hacia delante en su asiento, confundido.

“Creo que ocurrió justo cuando salías hacia la frontera de Melvina…” Dijo Randolph.

Le habían dado al Mercader de la Muerte de Melvina un poco de cuerda para que se colgara, pero de repente se había escondido, así que no había sido el momento para una charla personal.

“Estoy comprometido con ella.” Hubo un silencio incómodo. “¿Qué?”

Puede que Kyle Hughes fuera frívolo y malhumorado, pero no era estúpido. Tenía que saber la respuesta a su siguiente pregunta antes de hacerla.

“… ¡¿Con quién?!” Gritó.

Lo que significa que lo que realmente estaba diciendo era que no quería creer lo que acababa de escuchar.

Randolph levantó por fin la vista de su trabajo y confirmó la verdad con un tono muy serio.

“Con Constance Grail, por supuesto.”

* * *

Una vez más, Constance era la chica de moda. Mientras echaba un vistazo a la montaña de cartas con las que Marta había llegado tambaleándose, su mirada se detuvo con interés en una con un borde negro. Incluso el lacre era negro, lo que significaba que debía ser un anuncio de muerte, pero…

Escrito en el papel de bordes negros, con tinta tan negra como un cielo sin estrellas, estaba este sencillo mensaje:

Se le convoca a la sala Luz de Estrellas del Gran Merillian para interrogarle.

“… ¿Qué es esto? ¿Una citación…?”

Su voz estaba enronquecida por la alarma ante la nota intimidatoria. La verdad es que tenía una idea demasiado clara de lo que se trataba, lo que la confundía.

“Ese es el escudo de los Darkian.” Murmuró Scarlett con disgusto mientras miraba el sello que Connie no había reconocido. ¿Darkian?

La cara de Connie debió de congelarse de miedo, porque Scarlett dejó escapar un suspiro exasperado y explicó.

“Fíjate bien. No hay ningún sello del Ministerio de Justicia,

¿verdad? Esta cosa no tiene validez legal. Es una broma.” Pronunció en un tono decisivo que hizo maravillas para calmar los nervios de Connie. “Ese lacre huele a los Darkian—oh, no los conoces, ¿verdad? Es el escudo de la familia de Deborah. Es repugnante el tiempo que tienen estas mujeres de mediana edad.”

¿Deborah? Connie tardó un segundo en recordar quién era. Era la anfitriona del Baile del Conde John Doe, la mujer de la máscara negra de mariposa.

“¿Sabes que las señoras que ya no tienen herederos de repente empiezan a organizar salones con los literatos? Para ser franca, están matando el tiempo. Eso es lo que hacen las que están en la calle, al menos.”

Scarlett entrecerró los ojos con disgusto. “Los pícaros, en cambio, prefieren la caza.” “¿La caza…?”

“No hace falta decir que no estoy hablando de cargar con un rifle para disparar a las fieras. Es mucho más horrible que eso. No: se entretienen eligiendo una víctima para el sacrificio y atormentando al cordero hasta saciar su gusto por el entretenimiento de baja estofa. Deborah Darkian era famosa por sus cacerías. Ella las llama investigaciones. En realidad, no eran más que oportunidades para hacer un ejemplo de alguien. Es repugnante pensar que todavía no ha superado ese estúpido pasatiempo.” Espetó. “Ha hecho caer a bastantes personas de esa manera. Pero nadie sabía lo que pasaba en sus cacerías. Ninguno de los participantes quiso decir una palabra sobre ellas. Parece que les obligaron a hacer un juramento de silencio. Una tontería idiota, pero teníamos nuestro propio apodo para ello.”

Los ojos de amatista miraron fijamente el sobre de bordes negros tan evocador de la muerte.

“La Fiesta del Té de las Damas Silenciosas, así la llamamos.”

* * *

¿Esto es de Deborah Darkian?”

Puede que el compromiso de Randolph y Connie fuera una farsa, pero pensaron que al menos debían hacer algún pequeño amago de actuar como prometidos. Por eso había sacado tiempo de su ajetreada jornada laboral para pasar por la residencia de los Grail. Ella le había invitado a su habitación, diciendo que tenía algo complicado que contarle. Por supuesto, no le preocupaba que él se aprovechara de la situación, pero para guardar las apariencias, dejó la puerta ligeramente abierta.

Randolph frunció las cejas mientras miraba el sobre de bordes negros que ella le había entregado.

“Bueno, dado que se trata de una broma, y este trozo de papel no tiene ningún peso legal, no veo ninguna razón para que te desvivas por ella.” Dijo. Sin embargo, cuando notó que su prometida se encorvaba disculpándose en su rincón de la habitación, se apretó las sienes como si le doliera la cabeza y gimió.

“… Vas a ir, ¿verdad?”

“Oh, no, es sólo que si rechazo la invitación, tengo miedo de parecer maleducada… Y además, creo que puede saber algo sobre Scarlett…”

No pudo evitar sonar como si estuviera poniendo excusas. Randolph suspiró y volvió a mirar la nota en sus manos. El surco entre sus cejas se hizo más profundo.

“La fecha es pasado mañana. ¿Por qué no han enviado esto antes?” “… ¿Hmm?”

“Tengo una reunión con el subdirector de la oficina de política comercial ese día. Si lo hubiera sabido hace una semana, podría haberla reprogramado…”

“… ¿Hmm?” Connie parpadeó confundida. ¿Quería decir…? “¿Estabas pensando en asistir conmigo?”

“No lo estaba pensando, definitivamente lo iba a hacer.” Suspiró y dejó la tarjeta sobre la mesa. “No ir no es una opción para ti, ¿verdad?”

“No…”

Connie se sintió terriblemente avergonzada. Su espalda se encorvó. Sabía que era peligroso. Pero Deborah Darkian tenía una enorme influencia en la sociedad, ¿no es así? Probablemente tenía información sobre la ejecución de hace diez años.

Y Connie no estaría sola. Scarlett estaría con ella.

“Deborah Darkian es una mujer astuta. Ella hace las cosas de manera diferente a Scarlett Castiel.”

Connie levantó la vista, sorprendida de que Randolph hubiera leído sus pensamientos con tanta precisión. Sus ojos cerúleos la miraban directamente. Su corazón se aceleró. Se dio cuenta de algo. Normalmente, Scarlett tendría una respuesta rápida para este tipo de comentarios, pero esta vez no dijo nada. Connie la miró. Parecía inusualmente preocupada.

Connie se tensó.

¿Acaba de tomar una decisión terrible?

Una inexpresable sensación de ansiedad la invadió. “Asegúrate de tener cuidado.” La amonestó Randolph.

“Sí…” Se sintió ligeramente mareada. Deseó poder acostarse y descansar. Tal vez cuando se despertara, todo se habría resuelto por sí mismo.

“El chófer llegará en breve. ¿Estás lista para ir?” Preguntó. “… ¿Lista para ir a dónde?”