Eris No Seihai (NL)

Volumen 1

Capitulo 3: Que Significa Ser Sincero?

Parte 3

“Gracias por invitarme esta noche, Lady Godwin.”

Qué recuerdos tan desagradables. Emilia se mordió el labio y decidió animarse desquitándose con la chica que tenía delante. Por eso la había invitado en primer lugar. El clavo que sobresalía se clavó. Los únicos que sobrevivían eran los que no se acobardaban cuando los martillaban. ¿En qué categoría entraba esta chica? ¿Se rompería como Pamela Francis, o…?

“Qué   vestido   tan   bonito   lleva   esta   noche.  Hace   resaltar perfectamente sus… mechones de sol, Lady Godwin.”

Emilia la miró sorprendida. Tenía precisamente la misma sonrisa inocente que tenía Scarlett.

* * *

¿Había cometido algún tipo de error? Connie se devanó los sesos.

Estaba segura de que su reverencia y sus modales eran presentables, gracias al implacable entrenamiento de Scarlett, y había llevado a cabo perfectamente el saludo que Scarlett había prometido que siempre había hecho feliz a Emilia en el pasado.

Entonces, ¿por qué Lady Godwin se había quedado blanca como una sábana y se había marchado sin decir una palabra? Scarlett se echó a reír cuando ocurrió.

“Sigue siendo tan cobarde como siempre.” Anunció Scarlett, aunque Connie no estaba segura de lo que quería insinuar. Connie la miró, pero Scarlett se limitó a encogerse de hombros y parecer inocente. “Todo lo que hice fue facilitarte la tarea de obtener información de ella más tarde.”

Pero si este método la hacía huir, ¿no estaba Scarlett equivocando sus prioridades? Por supuesto, Connie nunca podría decir eso a la cara de Scarlett.

Durante un tiempo, Connie fue tratada como un animal exótico en una carpa de exhibición.

Los saludos de los caballeros tenían un cierto olor a veneno. Las jóvenes susurraban entre ellas lo suficientemente alto como para que ella lo oyera. Las mujeres de la nobleza soltaban comentarios sarcásticos al pasar junto a ella.

Como habían planeado de antemano, Connie dejó que Scarlett la manipulara como una marioneta. Desde su contención cuando la gente hablaba a sus espaldas hasta sus respuestas a los comentarios sarcásticos y el momento de sus sonrisas, dependía de Scarlett para todo. De lo contrario, podría haberse derrumbado bajo la presión.

“Creo que has pasado.” Dijo Scarlett, examinando el salón de baile como si tratara de grabarlo permanentemente en su memoria.

A Connie se le había ocurrido antes que Scarlett tenía buena memoria. Ahora estaba segura de ello. Debía tener una especie de gran palacio en su mente donde almacenaba sus recuerdos. Estaba conociendo a la mayoría de los invitados al baile de esta noche, pero sin excepción, recordaba no sólo sus nombres y rostros, sino cualquier otro punto que surgiera en la conversación, desde sus dominios hasta sus aficiones.

Connie se tomaba un descanso de la charla para tomar un vaso de agua fría de frutas cuando vio a Emilia Godwin en un rincón del salón de baile. Estaba hablando con una noble que Connie no conocía. La mujer era delgada como un palo. Ninguna de las dos sonreía. Ambas se tapaban la boca con abanicos y miraban repetidamente en su dirección. Emilia parecía haber visto un fantasma. Desconcertante.

“… ¿Es esa Aisha Spencer? Vaya, ha cambiado completamente.” Murmuró Scarlett. “No sabía que esas dos fueran amigas. Pero esta es una buena oportunidad. Iremos a hablar con las dos a la vez.”

Connie no quería hacerlo, pero no tenía muchas opciones. Sin embargo, justo cuando dio un paso en su dirección, fue interrumpida por fuertes voces.

“¿Qué has dicho?” La voz tensa sonó en el salón de baile. “¿Te importaría repetirlo una vez más?”

“Estaría encantado de decírtelo cien veces, Teresa. Estoy bastante horrorizada por tu marido. Parece que nunca se cansará de pasar las noches en el prostíbulo. Las mujeres de la Asociación de Damas no dejan de cotillear sobre él. Dicen que Kevin Jennings está dando mala fama a la noblesse oblige. Mi marido trabaja con él en el palacio real, e incluso él mantiene las distancias. Me gustaría que hiciera algo al respecto.”

Dos mujeres de la nobleza se enfrentaban. La que tenía una expresión tensa era de aspecto medio, mientras que la que la reprendía era una mujer hermosa de rasgos definidos.

“¿Quiénes son?” Preguntó Connie.

“Teresa Jennings y Margot Tudor. Las dos vinieron a saludarte hace unos minutos, ¿no lo recuerdas?” Respondió Scarlett con suavidad. Ahora que lo mencionaba, Connie se acordaba de ellas, sobre todo porque la combinación de la belleza de carácter fuerte y la mujer autocomplaciente a su sombra parecía inusual. No había recordado sus nombres, por supuesto.

Su intercambio no fue lo suficientemente fuerte como para que todos los asistentes al baile lo oyeran, pero Connie y los demás que estaban cerca fueron testigos del tenso intercambio.

La bella Margot miró con condescendencia a la sencilla Teresa.

“Pero, por supuesto, eso podría ser imposible para ti. Deberías esforzarte un poco más para ganar su afecto.”

El rostro de Teresa se puso blanco como la cera. Sus labios temblaron ligeramente y bajó la mirada. Después de unos momentos, murmuró: “… ¿Y cómo está Linus?”

Su voz era muy tranquila, y Connie no podía leer la emoción en ella.

“¿Qué?”

“¿No ha estado… trabajando un montón de noches últimamente?” “… Eso es porque su marido siempre está fuera divirtiéndose por

la noche. Mi marido tiene que recoger la holgura por él.”

Teresa levantó la cabeza. Su expresión se había iluminado, pero no de forma agradable.

“Oh, ¿eso es lo que te dijo? Entonces, hace tres noches, debió decir que estaba trabajando de nuevo.”

“… ¿Qué estás tratando de decir?”

“¿Te dio ese ramo de cardo marino como dijo que haría? Me dijo que mientras te diese regalos, no te quejarías de que trabajara por las noches, así que seguro que lo hizo. Eran unas flores tan inusuales, con espinas y pétalos azules. Las encargó sólo para ti, sabes.”

La sangre se escurría sin cesar del hermoso rostro de Margot. “¿Te digo exactamente lo que quiero decir?”

Teresa Jennings sonrió triunfalmente.

“Estamos teniendo una aventura amorosa secreta.”

Connie se estremeció. ¡Qué mundo tan aterrador era éste! Pensó que podría dirigirse ahora a hablar con Emilia y Aisha, pero nada más volver la vista en su dirección se le escapó un ruido muy poco femenino.

Aisha había desaparecido, y un hombre de cabello negro había aparecido aparentemente de la nada para ocupar su lugar. Tenía una figura compacta y musculosa y un rostro masculino. Le preguntó algo a Emilia y ella señaló a Connie con su abanico.

Sus ojos cerúleos se volvieron en su dirección. Por un instante, Connie fue atravesada por la mirada de Randolph Ulster.

¡Eeeek!

Naturalmente, esta noche no llevaba su uniforme militar.

Sin embargo, su traje negro de etiqueta era sencillo hasta la austeridad. A Connie le hizo pensar en la maleza de luto, y en ese mar de atuendos vistosos, él destacaba de forma llamativa. No pudo evitar interpretarlo como una expresión de actitud interior.

Es decir, no había venido esta noche a disfrutar del baile. Había venido a masacrar alguna presa en un baño de sangre.

¡S-S-S-Scarlett, te necesito…!

Connie dio involuntariamente un paso atrás y se aferró a Scarlett. Pero la propia Scarlett parecía nerviosa. “¡N-No puedo ayudarte!

¡Nunca me he llevado bien con ese hombre!” Chilló, y luego desapareció. Fue sorprendentemente rápida. Antes de que Connie se diera cuenta, ya no la veía.

Así que esto es lo que quieren decir cuando dicen que todo ha terminado.

Randolph dio un paso hacia ella, y luego otro. Connie giró sobre sus talones, pero su profunda voz la alcanzó antes de que pudiera huir.

“Me alegro de verla de nuevo, hermana.”

Con una sensación de fatalidad, se dio la vuelta lentamente.

“D-Debes estar equivocado…” “¿Equivocado?”

Ella asintió convulsivamente.

“Ya veo. En ese caso, permítame presentarme. Mi nombre es Randolph. Randolph Ulster.”

Ella lo sabía.

“Soy C-Constance Grail.” “Lo sé.”

Por desgracia, el ambiente no era lo suficientemente ligero como para que ella comentara que había tenido exactamente el mismo pensamiento.

“Déjame preguntarte a bocajarro. ¿Qué estás tratando de hacer?” “¿D-De qué estás hablando?”

Por supuesto, ella sabía exactamente de qué estaba hablando. Lo sabía muy bien. Sólo que no podía decirlo. No podía decir: estoy ayudando a Scarlett Castiel a vengarse.

“¿Qué has robado de la capilla de los Orlamunde? ¿La nota de suicidio de la dama fallecida? ¿O—?”

“No, um, es…”

Sus ojos recorrieron la habitación. No se le ocurrió ninguna excusa. Un sudor frío recorría su cuerpo. Gritaba en silencio pidiendo ayuda.

¡Q-Que alguien me salve!

“¡Oh, bien!”

Aparentemente incapaz de aguantar más, Scarlett había reaparecido de quién sabe dónde. Apresurada, gritó: “¡Supongo que no hay otra manera! ¡Atrás, Constance!”

¿Qué ocurre?

Sintió que algo entraba en su cuerpo. La última vez, había sentido como si la golpearan con un mazo, pero esta vez, era como si la empujaran a una esquina de su propio cuerpo. Y todavía estaba consciente.

“Si estás tan seguro, entonces por supuesto debes tener alguna evidencia.”

Alguien tomó prestada la boca de Connie para hablar. La voz extremadamente segura sonaba como la suya y, sin embargo, era irreconocible. Supuso que su expresión también debía ser diferente. Su barbilla estaba inclinada hacia arriba, y miraba fijamente el aterrador rostro de Randolph Ulster.

Randolph había tenido una cara de piedra hasta el momento, pero por un instante vio que sus ojos cerúleos perdían la concentración.

“¿O podría llamar ladrona a una joven inocente? Ese no es un comportamiento digno de Su Excelencia la Parca. Nunca me han insultado tanto en toda mi vida. Si no retira su acusación inmediatamente, podría correr aterrorizada a la Asociación de Damas y decirles que el impecable Randolph Ulster simplemente no me deja en paz.”

“Eres bienvenida a hacerlo, siempre y cuando vengas conmigo primero al Orfanato Maurice para que el director y los niños me digan que no eres la Lettie que trabaja para la Casa Orlamunde.”

¡É-Él lo sabe—! Connie se acobardó, pero Scarlett sonrió sin miedo.

“Tendré que rechazar esa invitación. Como dicen, todos tenemos un doppelgänger o dos en este mundo. Me honra que me lo hayas pedido, pero no me gana nadie tan barato. Nunca aceptaría una cita con un caballero en nuestro primer encuentro.”

No debía esperar que fuera tan desafiante. Apretó los labios en señal de sorpresa.

Ya debe haber terminado, ¿no es así? Tenía el corazón en la boca. Justo cuando Randolph frunció el ceño y empezó a hablar de nuevo, oyó el sonido de un cristal rompiéndose. Le siguieron una serie de gritos.

Connie miró sorprendida a su alrededor. Teresa, la nobleza que había estado discutiendo con Margot unos minutos antes, estaba acurrucada en el suelo, con la mano en la mejilla. Alguien debía de haberla golpeado. La sangre le corría por los dedos y le goteaba por la barbilla.

Una mancha de sangre roja fresca floreció en su cuello.

Margot miraba a Teresa, jadeando. Sostenía una copa de vino rota. Debió de golpear a Teresa con ella, porque por los bordes dentados corrían riachuelos rojos.

“Esta mujer…”

Los ojos de Margot estaban inyectados en sangre y su voz temblaba de ira.

“¡Esta puta tiene la culpa…!”

Randolph Ulster fue el primero en moverse en el silencioso salón de baile. Corriendo al lado de la mujer caída, la levantó en sus brazos sin preocuparse de ensuciar sus ropas de gala y examinó la herida.

“El corte no parece ser muy profundo. Sin embargo, existe la posibilidad de que haya fragmentos de vidrio alojados en el interior. Probablemente debería lavarse inmediatamente. Que alguien traiga una botella de desinfectante y un paño limpio. El médico tardará en llegar. Podemos realizar los primeros auxilios mientras esperamos.”

Varios sirvientes se apresuraron a su lado y sacaron a Teresa de allí educadamente. Las criadas corrieron al lavadero. Connie oyó que regañaban a alguien por quedarse parado y le ordenaron que enviara un caballo rápido a por el médico de inmediato.

“Margot Tudor.” Dijo Randolph con una voz completamente carente de emoción y de carácter comercial. Ella se quedó clavada en el sitio, pero sus hombros se movieron cuando él dijo su nombre.

“Probablemente lo sepas, pero has infligido daños corporales. Como persona encargada de hacer cumplir la ley, no puedo pasar por alto tu ofensa. Redactaré un informe mientras espero que lleguen mis subordinados. Lady Godwin, siento molestarla, pero ¿hay alguna habitación vacía que pueda utilizar? Si es posible, también me gustaría tener una asistente femenina.”

Bajo la influencia de su conducta tranquila, el alboroto en el salón de baile se calmó gradualmente. Connie oyó que alguien susurraba detrás de ella.

“… ¿Ya se acabó? ¡Nos ha estropeado la diversión!”

“¿Lo has olvidado? Esto es lo que pasa cada vez que aparece ese chico.”

“He oído que ahora está en la Fuerza Real de Seguridad, pero sigue haciendo lo mismo que hace diez años. Es como una especie de perro guardián.”

“Parece que su nuevo trabajo le ha hecho aún más estricto.”

Una vez que terminó de dar órdenes a los sirvientes, Randolph volvió al lado de Connie. Dadas las circunstancias, parecía poco dispuesto a seguir interrogándola, pero sus ojos decían que aún no había terminado.

“Sobre nuestra conversación de antes…”

Connie miró alrededor del salón de baile. Estaba en un terrible desorden. Un rastro de sangre salpicaba el suelo, siguiendo el camino de Teresa fuera de la sala. La música había cesado, y las damas más jóvenes estaban reunidas, pálidas y ansiosas. Los invitados mayores mostraban una mezcla de emociones. Algunos estaban preocupados, otros parecían contentos y otros parecían aburridos de que ya hubiera terminado.