Eris No Seihai (NL)

Volumen 1

Capitulo 2: La Mujer Más Malvada Y Una Chica Corriente

Parte 3

“¿Pero qué pasa con…?”

“Hmph, como siempre, es imposible averiguar lo que ese hombre está pensando. Pero no importa. Debemos ir a hablar con Lily ahora mismo. Es una chica inteligente, así que estoy segura de que tendrá información mucho más útil para nosotros que Emilia.”

“Pero eso es imposible.”

“Estarás bien. Si no la conoces, pensaré en una manera. Después de todo, esa es mi especialidad.”

“No, no es eso; es simplemente… imposible.” “¿Qué es imposible? ¿Quieres desobedecer…?” “¡No!” Connie finalmente gritó. “¡Lily está muerta!”

Scarlett guardó silencio. Un silencio se apoderó de la habitación. Incapaz de soportar la tensión, Connie bajó la mirada. Tras una pausa, Scarlett preguntó: “¿Cuándo?” Su voz era tensa.

“Hace un año.”

“¿Estaba enferma? ¿Hubo un accidente?” “No, he oído… que se suicidó.”

Se rumoreaba que había usado veneno. Y no lo había hecho en la residencia Ulster, sino en la capilla de su familia.

“Estás mintiendo.”

“Es cierto. Incluso salió en los periódicos.”

El suicidio de Lily había animado los chismes de la capital durante bastante tiempo. Había ocurrido justo después de que se casara con el Conde Ulster, por lo que habían circulado todo tipo de especulaciones sobre su prematura muerte. La Fuerza Real de Seguridad lo había investigado como un posible asesinato, pero al final había rechazado esa teoría y lo había declarado suicidio.

“No, estoy segura de que es una mentira.” “Señorita Scarlett…”

Connie la miró, con el pecho apretado. Se avergonzaba de que, hasta hacía poco tiempo, nunca había dudado de que Scarlett Castiel era un auténtico demonio vestido de mujer. Después de todo, tenía suficiente corazón para llorar la muerte de su amiga, ¿no es así?

“Es mentira. Quiero decir…” Prácticamente gritó Scarlett, abrazando su cuerpo tembloroso. “¡Quiero decir que alguien tan malvado como Lily nunca se suicidaría!”

“… ¿Qué?” ¿Había oído eso bien? Debía haberlo imaginado. Sí, tenía que ser el caso. “¿Srta. Scarlett?” Preguntó, sólo para estar segura.

“¿Qué?”

“La Srta. Lily era tu amiga, ¿no?”

Scarlett frunció el ceño con énfasis. “¿Amiga mía? No digas cosas tan horribles. Preferiría bailar una polca de manos en los Acantilados de Hangara antes que ponerme de amiga de una chica como ella.”

“Pero todo el mundo dice que la Srta. Lily fue la única persona que siguió visitándote incluso después de que te encerraran…”

Según los rumores, todos los demás miembros de la camarilla de Scarlett se volvieron contra ella en un abrir y cerrar de ojos, pero Lily Orlamunde desafió las miradas curiosas de sus conocidos para permanecer junto a su amiga hasta el final.

“¿Seguía visitándome…? ¡Oh, eso!”

La mirada suspicaz de Scarlett se aclaró de repente. Arqueó sus bien formadas cejas y, un segundo después, su voz sonó como un gong.

“¡Sobre eso! Me pone furiosa incluso pensar en ello. ¡Sí, esa malvada fue a verme! Me miró detrás de los barrotes y me ridiculizó.

‘En verdad lo has estropeado, ¿no es así, Scarlett?’, dijo. ¿Quién diablos se creía esa chica malvada?”

* * *

“En verdad lo has estropeado, ¿no es así, Scarlett?”

Esas fueron las primeras palabras que salieron de la boca de Lily el día que fue a ver a Scarlett con el pretexto de una “visita”.

Scarlett, que estaba harta de estar encerrada en una fría celda de piedra, frunció el ceño hacia Lily. Conocía a aquella chica aparentemente inocente desde que tenía uso de razón, y sus intercambios siempre habían sido irónicos. Cada cosa de Lily irritaba a Scarlett. Y probablemente el sentimiento era mutuo.

Lily no era tan hermosa como Scarlett, pero sin duda estaba dotada de una buena apariencia. Su cabello rubio platino caía en una cascada perfectamente lisa sobre su piel blanca casi translúcida. Aunque sus rasgos no eran especialmente llamativos, eran tan regulares como los de una estatua.

Tenía una belleza fría, casi artificial, pero la suave sonrisa que jugaba constantemente alrededor de sus labios y su comportamiento educado suavizaban la impresión. La verdad era que sus ojos azul pálido eran siempre tan fríos como el hielo, pero Scarlett era probablemente la única persona que se daba cuenta de ello.

“Por eso siempre dije que debías evitar hacer algo tan obvio.”

Sonaba como una profesora que regaña a un alumno lento, lo que irritaba a Scarlett.

“¿De qué estás hablando? No puedo evitarlo. Todo lo que hago atrae la atención.”

Si daba un paso, se veía rodeada de una multitud, y si decía una sola palabra, toda la sala se callaba para escucharla. Esa era la vida cotidiana de Scarlett. Pedirle que no destacara era ridículo.

“Dile a mi padre que me saque de aquí inmediatamente.” Dijo, lanzando una mirada de disgusto alrededor de su celda.

Había una cama, aunque era tan dura que apenas podía dormir en ella. También había un escritorio y una silla. No había ventanas, pero los guardias encendían la lámpara si ella lo pedía. Su celda era sencilla, pero siempre estaba limpia.

Para ser un alojamiento de prisioneros, probablemente era de primera clase, pero para Scarlett era peor que una pocilga. No podía soportar pasar otro día allí. Estaba segura de que su padre, el duque, haría algo para ayudar. La Casa Castiel era más poderosa que cualquier otra familia del reino, salvo la familia real.

Lily dio un suspiro exasperado mientras observaba a Scarlett. “Realmente eres una idiota.” Dijo ella.

“¿Qué acabas de decir?”

“Tienes una memoria excelente, pero desgraciadamente te falta la capacidad de juntar información. Eso es lo que llamamos un don desperdiciado. Escúchame. Si fuera posible asegurar tu liberación, seguramente ya habría ocurrido sin la ayuda del Duque Castiel, y además, probablemente no habrías sido encarcelado para empezar.”

“… Pero no pueden tenerme encerrada aquí para siempre, ¿verdad?

No es como si realmente hubiera envenenado a esa mujer.”

“Oh, estoy segura de que no. Pero ese es precisamente el problema. El problema es que existe un individuo capaz de atrapar a un miembro de la familia Castiel. Y el problema aún mayor es que después de todo este tiempo, aún no sabes quién es ese individuo.”

Scarlett no podía contradecirla. Llevaba ya dos semanas encarcelada. A estas alturas, comprendía su predicamento, aunque no quería admitirlo.

“Hoy he venido a despedirme. Me estoy lavando las manos de este asunto. La situación es realmente enloquecedora, pero parece que me supera. Lo siento, Scarlett. Realmente quería ayudarte, pero…” Lily se detuvo un momento, ladeando la cabeza con consternación. “Me importa mucho más salvar mi propio cuello que el tuyo.”

Al decir esto, Lily Orlamunde esbozó una sonrisa que carecía del más mínimo indicio de arrepentimiento.

* * *

“Y esa es toda la verdad. Ciertamente no puedo imaginarme a una mujer insolente como ella suicidándose, ¿o sí?”

Tras escuchar este relato, Connie apoyó la mano en la pared de su habitación y dejó caer la cabeza.

“¿Dices que hizo obras de caridad porque sentía mucho pesar por mi muerte? Ja. Te apuesto lo que quieras a que lo hacía por interés propio. Después de todo, desde que éramos pequeñas me decía lo extraño que era que las niñas y las mujeres no pudieran vivir de la misma manera que los niños y los hombres. Ella pensaba que tenía más sentido tener una meritocracia, independientemente del género. Me pareció que era algo extraño, pero al final me utilizó para conseguir lo que quería. No me importa un poco de descaro, pero ella fue demasiado lejos.”

Durante toda su vida, Connie había idolatrado a El Lirio Blanco de la Caridad: leal a la malvada Scarlett, pero siempre llena de dignidad e integridad. Pero ahora…

“Cuando se trataba de acosar a Cecilia, esa malvada criatura era mucho peor que yo.”

“¿La Srta. L-Lily era peor que tú?”

“Oh, sí. Pero nunca se ensuciaba las manos. Por ejemplo, si Cecilia parecía estar disfrutando de una conversación con el príncipe heredero Enrique, la abofeteaba en ese momento por no saber cuál era su lugar. Pero eso sería el fin.”

“… ¿El fin…?”

“Lily, en cambio, no hacía nada. Se limitaría a mirar hacia abajo con una expresión de tristeza, y luego murmuraría algo admirable como: ‘Pobre Scarlett’. ¿Y qué crees que pasaría después? Sus admiradores actuarían por su cuenta. Y eso no es todo: todos los presentes empezarían a sentir hostilidad hacia Cecilia.”

“Aterrador.”

“¡Ciertamente! Es muy astuto, ¿no crees? ¡Astuta e intrigante! No es el tipo de persona que querrías como amiga, ¿verdad? Lily Orlamunde era una chica sensata, brillante y exasperantemente cuidadosa.”

Connie hizo una mueca, pero Scarlett ya parecía estar pensando en otra cosa.

“… Sí, es muy extraño.” “¿Extraño?”

“Sí, extraño. Raro y anormal.” “… ¿Qué cosa?”

“No puedo imaginar que Lily se suicidara. Pero si lo hizo, sólo pudo haber sido porque sucedió algo que no pudo controlar.”

Los ojos amatistas de Scarlett brillaron mientras meditaba las implicaciones.

“Intenta imaginarlo. ¿Cae granizo en pleno verano? Sí, puede ocurrir una vez cada diez años. Pero nunca ocurriría dos veces.”

“… ¿Qué quieres decir?”

“Quiero decir que esto debe tener algo que ver con mi venganza.

Tú también lo crees, ¿verdad, Constance Grail?”

No, no lo sé, pensó Connie para sí misma. Pero la reina Scarlett rebosaba de tanta confianza que Connie no dijo nada.

* * *

Varios días después, Connie se encontraba frente a cierto orfanato, vestida con un uniforme de sirvienta.

Había una caseta de vigilancia cerca de la puerta principal, así que declaró su negocio allí y preguntó por el portero. Apareció una mujer mayor con un hábito de monja azul marino. Connie repitió en silencio las frases que le habían hecho practicar una y otra vez la noche anterior.

¿Sería capaz de decirlas lo suficientemente bien? Le temblaban las piernas. Pero cuando miró a Scarlett a su lado, ésta parecía tan imperturbable que Connie se armó de valor y abrió la boca.

“Perdóneme por venir sin cita previa. Soy una criada en la casa del Marqués Orlamunde. Mi nombre es Lettie.”

Le dijo a la anciana monja que su señora, la Marquesa Orlamunde, quería hacer una ofrenda de cartas de los niños del orfanato en el aniversario del fallecimiento de su hija Lily. En respuesta, la mujer sonrió y aceptó de buen grado.

“Estoy segura de que los niños estarían encantados de hacerlo.

Simplemente adoraban a la Srta. Lily.”

No dio ninguna señal de sospecha sobre el disfraz de sirvienta de Connie, lo que le dolió un poco.

Connie le había pedido prestada la ropa a Marta, diciéndole que iba a casa de Kate a hacer una tarta de frambuesa. A Kate le encantaba la repostería y la función de Connie era ayudarla en la cocina de los Lorena y probar sus creaciones. Para ello, solía tomar prestada la ropa de la criada que podía ensuciar, de modo que podía salir de casa con el atuendo puesto sin que nadie sospechara de ella.

Scarlett fue la que había ideado el nombre de Lettie. No hace falta decir que Scarlett fue también la que había ideado todo el plan.

El Hogar Maurice para Niños Huérfanos había sido originalmente un hospital público. Muchos años de uso lo dejaron demasiado deteriorado para ser un hogar para nadie, pero tras su cierre, una iglesia compró el edificio y lo convirtió en un orfanato. La familia Orlamunde había donado una inmensa suma de dinero para remodelar las instalaciones. Esa era una de las razones por las que el orfanato había sido el centro de las actividades de Lily hasta su muerte.

Los niños retozaban alrededor del patio con su fuente decorativa, los más pequeños gritando alegremente mientras los mayores escribían cartas en el material de papelería que Connie había traído.

Al parecer, Lily había enseñado a leer y escribir a los niños del orfanato. En un rincón del patio había una pizarra bien usada y tiza. Connie había olvidado este aspecto del trabajo de Lily porque el cuadro que había pintado Scarlett le había impactado mucho, pero realmente pensaba que era un esfuerzo maravilloso.

Mientras esperaba a que los niños terminaran sus cartas, Connie jugaba con los más pequeños que aún no sabían escribir. Por supuesto, se esforzaba al máximo. Cuando jugaban al pilla-pilla, perseguía a los niños y los tomaba en brazos, y luego corría abrazándolos. Cuando jugaban a la rayuela, hacía gala de su truco de ponerse de espaldas y patear la piedrecita con el talón en la plaza. En cuestión de minutos, se había ganado las miradas de admiración de los niños y el apodo de Héroe. Incluso Scarlett tuvo que admitir que Connie era buena en esto.

Cuando los niños se cansaron de jugar, Connie les hizo una pregunta.

“¿Fue amable la Srta. Lily?”

Connie tenía dos trabajos importantes que hacer en el orfanato. “¡Sí!”

“¿Alguna vez pareció triste? Ya saben, como si estuviera preocupada por algo.”

“¡No, nunca!”

“¿De verdad?”

Una de ellas era intentar averiguar qué le había pasado a Lily. Esa misión había acabado en fracaso. Mientras Connie se sentaba con los hombros caídos por la decepción, se dio cuenta de que varios de los niños mayores que habían terminado de escribir sus cartas la observaban.

Parecían de alguna manera… asustados. Extrañada por esto, Connie estaba a punto de acercarse a ellos cuando Scarlett le advirtió que no lo hiciera.

“No tenemos tiempo para perderlo en distracciones.”

Así que la primera misión fue un fiasco. En cuanto a la segunda… Connie se limpió el sudor de la cara. Luego, fingiendo un resbalón,

se lanzó a la fuente.

“Lo siento mucho, pero todo lo que tenemos son hábitos de monja.

Bueno, tenemos ropa para niños pequeños, pero…”

“Oh, no, esto está absolutamente bien. Siento mucho haberte causado problemas.”

De hecho, ese había sido su objetivo desde el principio, pero no lo dijo. Se limitó a cambiarse el uniforme de sirvienta empapado y a ponerse el hábito de monja con el nombre bordado de la Iglesia de Maurice, recogió la nota de agradecimiento del director del orfanato y las cartas de los niños, dio las gracias y se marchó.

Aunque el sexto mes del año, Marte, solía ser muy lluvioso, los rayos del sol eran cada vez más fuertes a medida que se acercaba el verano. Eso era especialmente cierto en un día despejado como aquel, y Connie sentía el calor húmedo que la golpeaba mientras caminaba agarrando su paquete.

“Ahora a comprar las flores.”

Scarlett, en cambio, parecía más fría que una lechuga. Connie supuso que no podía sentir el calor.

“¿Qué? ¿Ahora mismo?”

El empapado traje de criada era más voluminoso y pesado de lo que esperaba, y estaba agotada de jugar con los niños. La verdad era que quería irse a casa. Sin embargo, la joven de la Casa Castiel tenía otros planes.

“Escúchame. Cuanto más tiempo pasa, más fácil es ver a través de este tipo de mentiras. El secreto del éxito es acabar con todo y salir de la escena antes de que te descubran.”

Asintió con conocimiento de causa, como si hablara por experiencia.

“¿Dice que es del Orfanato Maurice?”

El hombre levantó la vista y frunció el ceño con desconfianza hacia Connie.

Había venido del orfanato a la residencia Orlamunde. Más concretamente, a la caseta de vigilancia donde se recibía a los visitantes sin cita previa.

En cuanto al traje de criada mojada, lo había escondido en un callejón al otro lado de la calle.

“S-Sí. Soy una criada allí. Mi nombre es Co—quiero decir, Lettie.”