Majo no Tabitabi (NL)

Volumen 5

Capítulo 8: Las Predicciones de Cierta Chica

Parte 2

 

 

Estaba segura de que lo único que me esperaba era la tortura. Que me meterían en la cárcel, que me darían una reprimenda severa y luego me confiscarían todo el dinero. Después de quedar mentalmente agotada por varios días, me preguntarían con una voz suave: “No lo volverás a hacer, ¿verdad?” y me harían arrepentirme de mis actos.

Pero, el camino por el que me llevó Anémona no parecía ser el de la cárcel, ni a ningún lugar relacionado con el mencionado Departamento de Seguridad Pública de la Ciudad de Laurent, o como sea que se llame. Por el contrario, el camino se fue quedando desierto a medida que avanzábamos.

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“…Disculpa, ¿a dónde me llevas?” “¿Hm? Es un secreto”.

Miré a nuestro alrededor, pero la luna llena sólo iluminaba los árboles que se balanceaban y las hojas rojas y amarillas que se esparcían lentamente en la oscuridad.

No había ni una señal de vida humana.

“Um… creía que me llevarías a la estación del Departamento de Seguridad Pública o algo como eso, pero… ¿No era así? ¿O la estación está más adelante?”

“Supongo que no”.

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“…Entonces, ¿qué hay más adelante?” “¿Oh? Mi casa”.

¿Eh? ¿Por qué?

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“Um… ¿Hay, ah, algún tipo de regla que diga que los agentes del Departamento de Seguridad Pública tienen que invitar a los criminales a sus casas o algo así?”

“Supongo que no existe”.

¿Por qué supones todo lo que dices? ¿No tienes confianza en tus palabras?

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“No sé en lo que estás pensando”, dije.

Pensé que la observaba con una mirada severa, pero me di cuenta, por su expresión, que ni siquiera me acercaba.

“Supongo que yo tampoco lo entiendo”, ella admitió. “Pero creo que eres alguien que se merece algo mejor que ser arrestada”.

Ella sonrió alegremente.

Al final, yo todavía no tenía ni idea de lo que quería hacer conmigo cuando las dos llegamos a su casa. No había señales de tráfico peatonal, y el camino bajo nuestros pies estaba completamente alfombrado de hojas otoñales rojas y amarillas, que llevaban hacia una casa desgastada por el tiempo.

“Supongo que debo darte la bienvenida a mi casa”, dijo. “Bueno, pasa. Creo que hay muchas cosas que tenemos que discutir”.

Dándome la espalda, entró en la casa.

Ni siquiera consideré la posibilidad de darme la vuelta y huir enseguida. Qué ingenua soy. Para alguien con mis poderes habría sido pan comido desaparecer.

Muy bien… Cuando ella esté lo suficientemente lejos, será hora de huir—

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“Oh, claro, supongo que no tienes derecho a negarte”. Ella sostuvo mi cartera.

Aparentemente, ahora yo estaba en una situación en la que ella estaba, literalmente, tirando de las riendas.

“… (Suspiro)”

Luego de suspirar enormemente como único acto de rebeldía, entré a su casa.

En cuanto puse un pie adentro, me mostró un asiento en una sección del sofá con mesa fija, y ella inclinó la cabeza mientras me preguntaba: “¿Quieres café? ¿O quieres té?”

“Uh, café”, respondí sin una pizca de nerviosismo.

En breve, apareció de la cocina con dos tazas de café humeante. “Aquí tienes”, dijo, entregándome una.

“Gracias”.

Bebí el café sin dudarlo. La cantidad justa de calor inundó mi cuerpo, alejando el frío otoñal. Sin embargo, por muy relajada que yo estuviera, seguía sin entender lo que estaba pasando.

¿Qué rayos sucede?

Yo sólo adivinaba la fortuna—algunas personas podrían calificarlo de fraude—y esta persona, que parecía policía, me había detenido, pero me trajo a su casa.

¿En qué me he metido?

“En palabras que me entiendas, se podría decir que te he traído aquí porque hay algo que quiero pedirte, Elaina”.

Seguramente se dio cuenta que yo empezaba a sospechar. Anémona sopló su café y se quedó mirando las ondas que creaba.

“Elaina, ¿conoces a la profetisa que vive en Ciudad Laurent?”

“¿Una profetisa…?”

“Parece que no sabes, ¿eh?”

Asentí.

“Muy bien, te lo diré. En esta ciudad hay una terrible profetisa que da las más horribles predicciones. Es una persona misteriosa que siempre lleva una capucha sobre la cabeza, y desconocemos su edad, tampoco conocemos su cara. Pero la profetisa siempre predice fatalidad, y rápidamente se hace realidad”.

“……” ¿Es algún tipo de leyenda urbana?

“Puede que te sea difícil de creer, pero todo lo que dice la profetisa, siempre se cumple. Por ejemplo, si predice que alguien tendrá un accidente mañana, entonces sin falta, esa persona tendrá un accidente. O si predice que mañana te dejará tu novia, eso es exactamente lo que ocurrirá, supongo”.

Yo no entendía por qué ella seguía hablando como si no estuviera segura de nada, pero, en resumen—

“¿Así que hay una profetisa en Ciudad Laurent que sólo hace predicciones fatales?”

“Supongo que eso sería”.

Ya veo.

“Entonces… ¿qué hay con ella?”

“Eres una bruja, ¿verdad, Elaina?” “Lo soy, pero—”

“Eso significa que eres muy poderosa, ¿no?”

“Supongo…” Esta conversación me tenía desconcertada. Ni siquiera podía predecir a dónde llevaría esto.

Anémona me miró directamente. “Yendo al grano, supongo que se podría decir que quiero que elimines a esta profetisa”.

……

Nop, nop, nop.

“¿Eliminar a la profetisa? ¿Hablas en serio?” Pregunté. “No vale ni la pena pensarlo. Planeemos lo que planeemos, siempre se escaparía”.

Hasta donde sé, la profetisa puede ver el futuro, ¿no? ¿Quieres que atrape a un oponente que siempre está un paso adelante? Tienes que estar bromeando.

“Pero una bruja podría ser capaz de hacer algo, ¿no?”

“Me estás sobreestimando. Las brujas no hacen milagros. Sólo somos humanos con algunas habilidades extras y magia con cierta capacidad”.

Además, ¿no es tu trabajo lidiar con estas cosas, Señorita del Departamento de Seguridad Pública?

“Supongo que hago esta petición porque nada de lo que hemos intentado ha funcionado. Como bruja que eres, debes dominar magia poderosa. ¿No podrías enfrentarte a ella?”

“Imposible”.

“Nunca lograrás nada si te rindes antes de intentarlo, supongo”.

“¡Y tú nunca lograrás nada si te rindes a medio camino y le dejas el trabajo a otro!”

“No me he rendido. Aún con esto, supongo que estoy avanzando hacia el cumplimiento de mi objetivo”.

Es obvio que te estás rindiendo sin dar mucha pelea. Justo cuando iba a responderle, de repente tuve un pensamiento. Oya, oya… no me digas que…

“¿Podría ser? ¿Estás diciendo que, a cambio de tu silencio por mi crimen en la ciudad, quieres que atrape a la profetisa y te dé todo el crédito?”

“Sí”.

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“El orden público en esta ciudad está perdidamente corrupto, ¿no es así…?” ¿No es esto poco ético?

“Sería inaceptable permitir que incidentes como éste se sigan saliendo de nuestro control… supongo”.

Ahora básicamente lo estás admitiendo…

Estaba claro que mientras ella mantuviera un fuerte control sobre mí como su cuerda de seguridad, yo no tenía muchas opciones excepto seguir sus pasos.

El cielo podría sonreírme si le sigo el juego obedientemente…

Sin embargo, quise rechazar la oferta, ya que no podía imaginar nada más molesto que esta misión en particular.

Declinaré, pero indirectamente.

“Bueno, no me importa cooperar contigo. Por desgracia, no tengo dinero. Porque retienes mi billetera. Así que obviamente no puedo pagar el alojamiento aquí en Ciudad Laurent. Lo que significa que no podré investigar a esa profetisa que dices. ¿Entiendes lo que insinúo? Es un problema que perjudicará significativamente cualquier investigación que haga”.

“No pasa nada. Puedes quedarte en mi casa, supongo”.

“……” Problema resuelto…

“Oh, pero si te quedas en mi casa, supongo que tengo una condición a cambio”.

“¿Añades otra condición…?” Qué malvada.

“Está bien. No creo que sea nada tan extremo”.

Luego, con una sonrisa amable y poco apropiada para nuestra conversación, ella hizo una petición increíble, algo que divergía salvajemente de todo lo que habíamos discutido hasta ahora.

“Supongo que quiero que me cuentes las historias de tus viajes, Elaina”.

Por supuesto, no tenía derecho a negarme, ya que ella todavía tenía mi cartera—y por tanto mi vida—en sus manos.

***

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Les presentaré mi programa diario.

Me levantaría temprano por la mañana, Anémona me despertaría, ya que ella se levantaba a una hora infame, y luego yo, mientras desayunaba me quejaba con un: “Pero mi cuerpo sigue dormido…” Por desgracia, sus desayunos, como si fueran hechos por expertos, eran bastante deliciosos, y mi cuerpo se despertaba de su letargo.

Luego de una plática amistosa después de desayunar, salimos juntas de casa. Cuando nos acercábamos a la avenida principal de la ciudad, ella decía: “Bueno, supongo que te encargo la investigación” y desaparecía, con un saludo con la mano.

Siguiendo las instrucciones, yo llevaría a cabo mi investigación sobre la profetisa, buscando hasta la noche, y luego volviendo a casa.

O es que la gente que trabajaba en el Departamento de Seguridad Pública de la Ciudad de Laurent tenía mucho tiempo libre, o ella ocupaba un puesto administrativo, porque cuando yo llegaba a casa, ella ya estaba allí y, es más, ya hasta tenía preparada la cena.

Entonces, luego de quedar llena de su comida casera por segunda vez en un día, le contaba una historia para agradecerle la comida. Después de contar cada historia, Anémona se emocionaba muchísimo y me suplicaba.

“¡Cuéntame más! ¡Más!”

Pero yo la ignoraba intencionadamente.

Leer en voz alta mi diario era terriblemente humillante. Así que, fingiendo estar tranquila, me encerraba en la habitación que ella había preparado para mí y me retorcía de la vergüenza ante la simple idea de compartir mis historias, que nunca había tenido la intención de dejar que nadie más leyera. Terminaba el día con la cara enterrada en la almohada, lamentándome y sollozando y sintiendo que prefería caer muerta antes que volver a hacerlo.

Más o menos así eran mis días. Mis ganas de vivir se reducían a la nada, noche tras noche.

Tal vez por eso mi investigación sobre la profetisa no iba bien.

“¿Hm? ¿La profetisa? Sí, por su culpa perdí a mi esposa… ¿Eh? ¿Quieres saber quién es la profetisa y de dónde es? No tengo idea. Más bien me gustaría que me lo dijeras”.

“¿Quién es la profetisa, eh…? Oye, a mí también me gustaría saberlo. Por cierto, ¿no serás tú la bruja de antes? ¿la que adivinaba el futuro—hm? ¿Era otra persona? Te pareces mucho a ella…”

“¡Por culpa de ella es que ahora peso el doble! ¡Mírame! ¡Mira este cuerpo! Todo esto es porque la profetisa dijo que iba a engordar—¿eh? ¡Es porque tengo malos hábitos alimenticios! ¡Cállate!”

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Entrevisté más seguido a los lugareños como parte de mi investigación diaria, pero nada que valiera la pena reportar.

Basándome en los testimonios, podía suponer que la profetisa probablemente existía, pero… los rumores habían cobrado vida propia, y no lograba tener idea de quien se podría tratar.

Mientras hacía todo esto, le seguía leyendo fielmente en voz alta a Anémona.

“Veamos… En ese país, había varias yo, y conocí a dieciséis Elainas. Fue caótico. Y entonces—”

Si mal no recuerdo, la historia que estaba contando esa noche era la de la vez que me había encontrado con todas las Elainas posibles. A Anémona le gustó.

“¡Qué divertido! Por cierto, me saldré del tema, pero ¿te gustan las chicas, Elaina?”

“¿Eh? ¿Por qué preguntas eso? No entiendo lo que quieres decir”.

“Bueno, dijiste que entre las muchas Elainas, había una a la que obviamente le gustaban las chicas—”

“No sé de lo que estás hablando”.

Esa noche, golpeé mi almohada contra la cama.

Creo que fue al día siguiente.

Sabiendo que el sondear no me llevaría a nada, decidí arriesgarme con la élite de la ciudad. Sorprendentemente, cuando le dije que estaba investigando a una adivina, la Alcaldesa (una mujer bastante joven para ser gobernante de la ciudad) me recibió con facilidad.

“Pero lamento decir que… no hay nadie que conozca detalles de la chica. Estoy segura de que, como puede ver el futuro, debe conocer algún método para desaparecer sin ser perseguida. Nosotros también hemos intentado muchas veces seguirla con la esperanza de averiguar su verdadera identidad. Pero, seguimos sin saber quién es y de dónde viene”.

En resumen, no sirvió de nada buscar ayuda con ella.

“Hice que el Departamento de Seguridad Pública patrullara por las calles para ver si hay alguien que encaje con la descripción, pero como puedes imaginar, los resultados no son buenos”.

“Ho-hou”.

¿Dices que por eso me confundieron con una adivina sospechosa, hm? ¡Nunca perdonaré a esa profetisa!

“No estoy segura de que podamos llegar a identificar a la profetisa…” La Alcaldesa tenía una expresión que me decía que ya se había rendido. “Aunque si pudiéramos ver el futuro y saber que nunca encontraremos a la profetisa, no pondría esta carga al Departamento de Seguridad Pública”.

“……” Tal vez mi investigación vaya a pique.

Por supuesto, ese día volví a casa y leí en voz alta a Anémona.

“…Y entonces, Saya me dio este collar cuando nos encontramos de nuevo”.

“Ah, lo llevas puesto”.

“…Claro, sí. Fue un regalo”.

“Elaina, definitivamente eres—”

“Nop”.

En este punto, la almohada de mi cama había sido golpeada tanto, que el relleno se le estaba saliendo. Estaba en un estado terrible, así que la cambié por la almohada de Anémona sin que ella se diera cuenta.

Ella se enfadó mucho conmigo.

Unos días más tarde, mi investigación sobre la escurridiza profetisa tuvo un nuevo avance. Cuando fui a visitar a la Alcaldesa para pedirle información nueva, me estaba esperando con el siguiente informe:

“Al parecer, la profetisa ha hecho otra aparición. El objeto de su profecía fue esta vez la hija de un funcionario de la ciudad. Apareció de repente a mitad del día, predijo que sería tomada como rehén por una banda de bandidos antes de que se pusiera el sol, y luego desapareció”.

“¿Tomada como rehén…?”

Y no sabemos a qué hora se supone que va a ocurrir… Qué irritante.

“¿Dónde está esa hija en estos momentos?” Pregunté.

“Está en alerta en su casa. Por cierto, Señorita Bruja, si le parece bien, tengo una petición”.

“……” Supe lo que me iba a decir. “Me pedirá que cuide de ella, ¿verdad?”

“Es tan obvio, ¿eh?” La Alcaldesa frunció el ceño y dejó escapar un suspiro. “A decir verdad, no creo que haya forma de evitar la profecía”.

Esta sería una buena oportunidad para poner a prueba los poderes de la profetisa—o eso pensaba. Por desgracia, no parecía que yo fuera a tener la oportunidad.

“……”

Cuando llegué a la casa del funcionario de la ciudad, los bandidos ya habían entrado por la fuerza. Uno de ellos sostenía un cuchillo en la garganta de la chica, manteniéndola como rehén.

Rodeado por agentes del Departamento de Seguridad Pública, uno de los ladrones gritó: “¡Maldita sea…! ¿Cómo descubrieron nuestro plan? Creía que era perfecto—”

El hombre se veía muy nervioso. Pero también estaba claro que mientras tuviera a la chica como rehén, el Departamento de Seguridad Pública no podría hacer ningún movimiento. Estaban en un punto muerto.

“…Hup”. Desde las sombras, lancé sigilosamente un hechizo, justo a tiempo para congelar las manos del bandido.

Más tarde me enteré que el grupo de bandidos se había colado en la casa del funcionario mucho antes, haciéndose pasar por mayordomos y maids, y que estaban intentando matar al funcionario municipal.

La situación se resolvió sin incidentes, pero mientras me dirigía a casa, estaba segura de que había algo que aún no entendía.

“…Al final, la dragona y la casera se casaron y vivieron felices para siempre. Fin”.

“Elaina, ¿cualquier tipo de chica te parece bien?”


“……” Por alguna razón no podía entender nada de lo que

decía esta chica.

Desde que los ladrones habían entrado por la fuerza en la casa del funcionario de la ciudad, la profetisa comenzaba a aparecer en algún lugar cada día. Era difícil creer que había estado escondida.

“Hoy se apareció ante un hombre que vive solo”. Para decirle que había contraído una enfermedad del corazón.

“Hoy se apareció ante una chica que sueña con ser cantante”. Para decirle que su sueño no se haría realidad.

“Hoy se apareció ante el jefe de una empresa”. Para decirle que la empresa quebraría en varios meses.

“Hoy, se—”

Cada vez que yo veía a la Alcaldesa de la ciudad, me contaba esas historias, y luego me dirigía al lugar de la última aparición de la profetisa. Luego de hablar con la gente que había sido seleccionada por la profetisa, llegué a comprender muy bien que sus predicciones tenían la garantía de ser ciertas.

El hombre que vivía solo me dijo con tristeza: “Cuando fui al hospital, realmente tenía una enfermedad en el corazón. Pasaré el resto de mi vida luchando contra esta enfermedad”.

La chica que había soñado con ser cantante sacudió la cabeza. “Voy a dejar de cantar. He decidido tomar otro camino”.

El jefe de la compañía corrió como un pollo decapitado. “¡Tengo que encontrar nuevos puestos de trabajo para mis empleados antes de ir a la quiebra!”

Ya daban por hecho que la profecía se haría realidad. Sabían que, si no lo hacían, estarían peor.

“……”

Aun así, había algo en todo esto que no me gustaba. No estaba segura qué era, pero había algo en la identidad de la profetisa. El que atrapara a otros en las penurias no dejaba de dar vueltas en mi cabeza.

“Discúlpeme. Me gustaría investigar las acciones pasadas de la profetisa…”

Un día, presioné a la Alcaldesa para que me diera información.

Aprobó gustosamente mi petición, pero negó con la cabeza. “Por supuesto, no me importaría ayudarle, pero los documentos detallados están guardados en el Departamento de Seguridad Pública. Transmitiré la petición, así que ¿sería tan amable de ir allá?”

La Alcaldesa era una persona muy amable. “Siento las molestias”, dijo mientras me escribía una carta.

Esa tarde me dirigí al Departamento de Seguridad Pública. Después de revisar la carta, la secretaria me mostró absolutamente todo, desde los documentos de investigación escritos cuando la profetisa apareció por primera vez, hasta este día.

“¡Esto es todo! Aquí tienes”.

Había tantos documentos que, si los apilabas todos, parecía que podían ser de mi altura. Era espantoso.

No quería investigar con tanto detalle…

“La Alcaldesa me contó. Estás ayudando a identificar a la profetisa, ¿no? Estaré en la recepción, así que, si tienes alguna pregunta, ¡no dudes en hacerla!” La empleada se inclinó contenta y me hizo pasar a la sala de documentos.

Me da demasiado crédito.

“…Hmm”.

Sin embargo, no puedo decir que no encontré lo que quería. Escaneé los documentos por varias horas. Cuando ya estaba atardeciendo, me presenté de nuevo en la recepción.

“Gracias por los documentos”.

Incliné la cabeza y, cuando volví a levantar la vista, la empleada preguntó: “¡Claro! ¿Averiguaste algo?”

“Sí. Bueno, hasta cierto punto”. No dije más, porque aún no había conseguido pruebas definitivas de la información que había encontrado. “Por cierto, ¿está Anémona? Me gustaría verla si se encuentra aquí”.

Ya era de noche, y yo estaba aquí en el Departamento de Seguridad Pública, así que, si ella estaba trabajando, pensé que tal vez podríamos ir juntas a casa.

“…¿Anémona?” La empleada frunció el ceño. “…Espera un momento, por favor. Lo siento. No tengo memorizados los nombres de todos los empleados…” Empezó a hojear un registro.

Esperé un poco.

Fuera de la ventana, el sol ya se había puesto y estaba a punto de ser tragado por la oscuridad.

Pronto se haría de noche.





Para cuando volviéramos a la casa de Anémona, ya estaría oscuro cuando atravesáramos el bosque.

“¿Señorita Elaina?” La empleada volvió a donde yo estaba esperando.

No había alegría en su rostro, me parecía tan oscuro y sombrío como la noche que estaba a punto de caer. O quizás estaba confundida.

“…La persona por la que preguntó… ¿está segura que es agente del Departamento de Seguridad Pública?”

Entonces la empleada dijo: “Verá, no hay registros con ese nombre…”

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