Majo no Tabitabi (NL)

Volumen 5

Capítulo 4: Las Dos Maestras

Parte 1

 

 

Cayendo la tarde, una vieja amiga mía vino a visitarme.

Hasta donde recuerdo, hace mucho que ya no recibo visitas en este lugar, que ha servido tanto como sala de estudio y de estar. De hecho, creo que mi último invitado pudo haber sido mi alumna favorita, que vino a visitarme hace tiempo.


“¿Q’hubo?”

Apareciendo inesperadamente desde el otro lado de la tambaleante puerta, estaba mi vieja amiga con esa voz que tanto recordaba con cariño. Con un largo y hermoso cabello que brillaba suavemente como el polvo de estrellas, entró en la habitación exhalando nubes de humo y cerrando la puerta al entrar.

“Hace tiempo que no te veo”.

Incliné la cabeza a modo de saludo desde mi posición en el escritorio, y ella suspiró.

“Trabajando como siempre en este lugar tan apretado”, notó, y se sentó en el sofá. Echó más humo.

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La Bruja de Medianoche, Sheila, seguía siendo una fumadora empedernida. Y apestaba a tabaco.

“¿Así que aún no dejas los cigarrillos?” ¿Qué tal si lo haces?

“No es un cigarrillo. Es una pipa”.

“¿No solías fumar cigarrillos?” Ladeé la cabeza y Sheila se rascó la mejilla, luciendo un poco avergonzada.

“Sí, mi discípula me dio esto”.

Ara ara, deben querer que mueras joven. Te quieren demasiado.

“¿Tomaste a alguien?” Pregunté.

“Sí”.


“Hasta ahora me doy cuenta”.

“No había tenido la oportunidad de decírtelo”, Sheila hizo un ruido que era mitad resoplido y mitad risa, y luego inhaló a través de su pipa. “Hablando de mi discípula, al parecer conoce a la tuya. Se llama Saya”.

“Saya…” Le di vueltas al nombre en mi mente por un momento. “¡Ah!”

Elaina habló de ella cuando visitó este país hace un tiempo. Es la chica a la que Elaina le estaba dando clases particulares para que pudiera convertirse en bruja aprendiz, ¿no? Y ahora es discípula de Sheila.

“Qué pequeño es el mundo, ¿no?”

“Dímelo a mí. Por cierto, yo también conocí a la tuya”.

“Santo cielo”.

“Cuando se lo conté a Saya, se puso bien celosa”.

“…Por favor, dile que se siga llevando bien con Elaina”.

“Está tan enamorada de Elaina que cree que no puede vivir sin ella, así que no imagino que eso sea un problema”.

“Por favor, dile que se lleve bien con ella… con moderación”.

“No creo que nada de lo que le diga cambie las cosas”.

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Sheila miró al techo.

Todo el humo se había acumulado como una especie de bruma cerca del techo, enroscándose lentamente como nubes agitadas por una suave brisa. Mientras ella miraba el humo a la deriva, volvió a meterse la pipa en la boca y exhaló un soplo blanco.

“Por cierto, ¿sabes qué día es hoy?”

Las nubes del techo fueron perturbadas por un nuevo humo.

“Por supuesto”.

Todos los años en este día, mi vieja amiga con quien solía comer en la misma mesa, venía a visitarme, y después de ponernos al día con todos los nuevos detalles de nuestras vidas separadas, nos tomábamos unas vacaciones juntas.

Esta era nuestra tradición anual.

Cada vez que Sheila venía a visitarme, me daba cuenta que ya había pasado un año. Ya que nos reuníamos todos los años—y como yo ya sabía que volveríamos a encontrarnos al año siguiente de la misma manera—nunca sentí nostalgia ni ninguna fuerte emoción, ni siquiera cuando pasaba tiempo separada de ella.

“¿Estás lista?” preguntó Sheila. “Puedo ayudarte a empacar si lo necesitas. Supongo que no lo has hecho, como todos los años”.

“¿Puedo decirte una cosa antes?” Respondí, mientras miraba fijamente por la ventana.

“¿Hm? ¿Qué?”

“Esta es una habitación para no fumadores”.

Sheila pareció sorprendida por un momento, pero luego forzó una pequeña sonrisa.

“… Es un poco tarde para eso, ¿no?”

“No había tenido la oportunidad de decírtelo”.

***

 

 

Esta es la historia de algo que sucedió cuando aún viajaba con mi maestra.

“¿Fran? Creo que quiero tomar a una discípula”.

Mientras caminábamos por la carretera de cierto país, mi maestra había dicho: “Oh, ahora que lo pienso”, como si no tuviera importancia, y luego llegamos a esta conversación.

¿Una discípula?

“Um, ¿no soy yo su discípula…?”

¿De qué está hablando esta mujer?

“Sí, sí, eres mi discípula, ¡claro! Eres mi discípula, pero he estado pensando que podría querer otra”.

¿Será que es lo que creo que es? ¿Que su primero hijo ha crecido y que terminó de hacerse cargo, y ahora quiere tener otro? Suena como uno de esos padres locos por los bebés. No es que yo lo sepa.

“… Bueno, en realidad no me importa mucho. Soy su discípula, nada más y nada menos. Creo que bien puede tomar esas decisiones por usted misma”.

“Ara ara. ¿No te hubieras molestado de no habértelo contado?”

“Me lo dice porque ya tomó a otra discípula, ¿no?” Ese es el tipo de persona que era mi maestra.

Buscaba mi aprobación cuando ya había tomado una decisión. En otras palabras, me preguntó cuando era seguro que ya había tomado a la segunda discípula.

“Supongo que sí lo hice”.

Lo sabía.

Mi maestra dijo: “Todo está bien, Fran. Es una buena chica. Seguro te agradará”.

“……”

¿Será que es lo que creo que es? Debe ser como cuando un padre se vuelve a casar, pero su nueva pareja ya tiene un hijo, así que de repente empiezas a vivir bajo el mismo techo con ese hijo que no conoces, pero los padres intentan consolar a sus hijos diciendo que todo saldrá bien.

Bueno, pensé que a lo mejor todo saldría bien.

No es necesariamente algo malo cuando la familia crece, ¿verdad?

“¿Y dónde está esa nueva discípula?”

“De camino a recogerla”. Continué caminando con mi maestra en la ciudad.

“……”

Recuerdo que no tardamos mucho en llegar. Mi maestra se detuvo frente a cierto edificio, lo señaló y dijo que su nueva discípula estaba esperando allí.

Mis cejas se fruncieron. “… ¿Um, Maestra?” “¿Dime?”

El edificio estaba en ruinas.

“¿Planea tomar a un fantasma como discípulo?”

“No, no, es una buena chica y completamente normal”.

Si ella vive en un lugar como este, no creo que pueda ser alguien normal.

La luz caía a través del techo en ruinas. Desde lo alto de una montaña de escombros, una chica nos miraba fijamente.

Tenía el pelo dorado que brillaba suavemente como el polvo de estrellas. Nos miraba con sus ojos azules.2

Su aspecto era muy parecido al de un mago. Llevaba una sencilla túnica blanca y un sombrero puntiagudo.

  • Aquí no sé qué pedo. No dice específicamente quien las observaba y no puede ser Sheila porque sus ojos no son azules. Así que seguramente se refiere a que Victorica las observaba (a ambas) fijamente.

Pero no llevaba nada en el pecho. Al parecer, no era aprendiz ni nada por el estilo, sólo una novata normal.

Por cierto, llevaba un cigarrillo en la boca. Con que una delincuente, ¿eh?

“Ey Maestra, llegás tarde”.

Esta chica parecía no saber nada de modales. Sonreía atrevidamente mientras miraba a nuestra maestra. “Tenés mucho valor para hacerme esperar”, dijo mientras bajaba de la montaña de escombros.

“Lo siento. Me ha costado un poco convencer a mi discípula”.

“¿Podría dejar de mentir descaradamente?” le pedí. Es decir, básicamente me lo dijo por sorpresa mientras caminábamos hacia acá.

“¿Eh, así que ella es la mayor, hmm…?3 Se ve muy débil”.

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“……” ¿Así que esta chica es la menor? Es tan grosera

desde nuestro primer encuentro. ¿Qué tiempos son estos?

“¿Eh? ¿Te debo algo? No me quedés viendo así. ¿Querés pelear?”

Además, parece que tiene una mentalidad postapocalíptica, lista para saltar a la batalla en cuanto hiciéramos contacto visual.

Este mundo está irremediable.

  • Se supone que discípulos del mismo maestro son como hermanos.

“Maestra. ¿Dónde está la chica buena de la que hablaba? Ella sólo ha estado escupiendo veneno desde el inicio”.

“Fran, eso se llama tabaco”.

“No, eso no”.

Sé que el tabaco es realmente desagradable. Causa todo tipo de daños y no tiene absolutamente ningún beneficio, y ella está contaminando el aire a su alrededor. Para colmo, tiene mal carácter. ¿Y aun así le parece bien a usted a pesar de que está escupiendo dos tipos de veneno?

“Bueno, en fin, he decidido aceptar a esta chica como tu hermana discípula menor, así que las dos se llevarán bien, ¿de acuerdo? Ufufu!” Mi maestra se rió.

“Encantada de conocerte. Um, ¿tu nombre es?” Le extendí la mano. Pensé en estrechar la suya como muestra de amistad.

“Ningún nombre que te interese”. Me negó el saludo de un manotazo.

Así que este es un apretón de manos común en esta región. Es bueno saberlo.

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“Ella es Fran”. Mi maestra pasó su brazo por mi hombro. “Y ella es Sheila”. Puso su mano en ella. “Las dos se llevarán bien ahora, ¿de acuerdo?”

“Muérete, arpía”. Sheila escupió al suelo. Parecía que hedía en el lugar.

“… Maestra, esto es inútil”, me quejé.

Mi maestra se limitó a reírse como siempre.

Y así fue como se levantó el telón de nuestro viaje, el de las tres.

La relación entre Sheila y yo, francamente, era tan mala que podía expresarse concisamente en una sola palabra: horrible.

Sencillamente, no compaginábamos. En todos los aspectos, éramos completamente opuestas.

“Modificar tu escoba para que se adapte a tu propio estilo es lo mejor—obviamente. ¿Qué tal mi bebé? Les encanta, ¿verdad?”

Sheila había aplicado todo tipo de modificaciones a su escoba, como colocar un mango y un respaldo de silla. Le había añadido unas bocinas y unas luces parpadeantes—quizá estaba intentando pescar algún calamar luciérnaga—además de todo tipo de cosas para que fuera más rápida. A esto se debe referir la gente cuando hablan de remodelaciones mágicas.

“No, creo que puedes usar una escoba tal y como es. ¿Eres estúpida? O sea, ya ni siquiera parece escoba, ¿verdad? ¿Eres idiota?”

“¿Eh? ¿Buscas pelea?”

“¿Es todo lo que sabes decir? ¿Eres estúpida? ¿Eres idiota?”

“Vos sos la que repites lo mismo. Es todo el vocabulario que sabes, ¿eh?”

“Sólo me estoy rebajando a tu nivel, con tu limitado léxico”.

Empezamos a mirarnos con odio, y justo antes de que la situación se convirtiera en una pelea a puños, nuestra maestra nos obligó a parar. Pero no fue ahí donde acabó nuestra mala compatibilidad.

Por ejemplo, cuando salíamos a comer— “¿Pescado o carne?”

Cuando nuestra maestra nos preguntó si preferíamos comer carne o marisco, yo contesté inmediatamente: “Me gustaría pescado”, y Sheila dijo: “Carne, dah”.

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Nos miramos fijamente.

“Si tanto quieres marisco, come solo vos. Nuestra maestra y yo comeremos carne”.

“¿Eh? Entonces come tú sola. Yo comeré pescado con nuestra maestra”.

“¿Ehh?”

“¿Ahh?”

Al final, las tres comimos por separado ese día. Por cierto, nuestra maestra aparentemente comía pan. Ella era el tipo de persona admirable que prefería el pan antes que a la carne o al pescado.

Sheila y yo chocábamos en todo momento.

“Hechizos de fuego o hechizos de hielo—¿qué les enseño hoy?”

Cuando respondí: “Me gustaría aprender hechizos de hielo”, Sheila levantó la voz. “¿Eh? ¡Fuego, por supuesto! ¿Qué te agarra?”

“Muy bien, ni uno ni el otro ¿qué tal si nos tomamos el día libre?”

Al final, nos tomamos el día libre. Creo que nuestra maestra de igual manera no quería hacer nada.

“Si una maga está sin su varita, entonces se queda de manos atadas. Así que deben saber ciertas técnicas en caso de que no puedan moverse, o en casos cuando les apunten con un arma”.

Era demasiado raro que nos enseñara algo que no sea magia. Nos preguntaba qué tipo de habilidades queríamos aprender.

“Bien, enséñenos artes marciales”.

“Por favor enséñenos a manejar el arco y flecha”.

“¿Ehh?”

“¿Ahh?”

Al final, llegó a un acuerdo inconcebible: “De acuerdo, ni una ni la otra, les enseñaré a usar cuchillos. En primer lugar, escondan el cuchillo bajo la falda. Es un cuchillo arrojadizo, ¿entienden? Luego, cuando vayan a sacarlo, levantan la pierna muy sexy y—”

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Nos dio una lección sobre el manejo de cuchillos.

Por poner otro ejemplo, nos peleamos incluso después de haber terminado un trabajo.

“¡Respetadas brujas! Qué rápido resolvieron este incidente. Como recompensa, me gustaría que escogieran una de estas dos cajas”. Frente a nuestros ojos había una caja grande y otra pequeña.

Bueno, pensé, debo hacer una excepción a su actitud arrogante. Lo que trato de decir es, se supone que es una recompensa, y aquí está haciéndonos elegir una sobre la otra, pero imagino que…

“La pequeña es la mejor”, respondí.

“¡Es la grande, obviamente! Usa el sentido común”.

gruñó Sheila.

“¿Eh? Es una regla no escrita que, en situaciones como ésta, debes elegir la pequeña”.

“¿Qué estás diciendo? Por supuesto que la grande es mejor”.

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“¿Ahh?”

“¿Ehh?”

Después de eso, nos miramos por un rato.

Al final, nuestra maestra se acercó al cliente. “Es una recompensa, así que es natural dar las dos cosas, ¿no? ¿Intenta insultarnos cuando dice que tenemos que elegir?”

El episodio terminó sin problemas.

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Las dos éramos como el agua y el aceite. No nos mezclamos en absoluto. Chocábamos, nos separábamos, y era impensable que nos lleváramos bien.

La brecha entre nosotras se hacía cada vez más grande.

“Creo que eres la única persona con la que nunca me llevaré bien”.

“Ara ara, qué coincidencia. Yo también siento que nunca podría llevarme bien contigo y sólo contigo”.

Majo no Tabitabi Volumen 5 Capitulo 4 Parte 1 Novela Ligera

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