Majo no Tabitabi (NL)

Volumen 5

Capítulo 2: Ciudad Castillo Fresia: Las Palomas Mensajeras de Gardenia

Parte 3

 

 

Aunque asuma que encaramos el trabajo juntas, no parecía que eso fuera a ser suficiente para poner fin a los recientes problemas con las palomas mensajeras.

Cuando regresé a mi alojamiento, me esperaba junto a la ventana un sobre enviado por alguien, en algún lugar. Yo había estado demasiado preocupada por la tarde que me negué a abrirlo, pero ahora que lo vi de cerca, noté que el papel estaba decorado con papel de oro y parecía caro. No sabía la dirección del remitente, pero parecía una carta de amor de alguna celebridad a otra.





Como soy fisgona, la abrí.

Oh, no seas así. Responde. Me siento tan sola. Cuando no estás aquí, siento que mi corazón tiene un agujero enorme. Siento como si algo faltara. Ven a llenar el espacio en mi corazón—

Rayos, ¿quién eres? Quería gritar a la nada.

¿Ya supiste por qué las palomas mensajeras actúan raras?

Al parecer, Gardenia era de las que no podía descansar cuando no estaba trabajando. Ya estaba trabajando cuando llegué a la oficina de correos a la mañana del día siguiente.

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Me hizo sentir como si yo estuviera haciendo algo mal, como si estuviera de holgazana o algo así.

Ni la menor idea. Ya no lo soporto más. Simplemente no lo entiendo. Gardenia tenía la cabeza entre sus manos.

Por el momento, intercambié con ella y me puse a trabajar, pero ella no debía estar satisfecha con eso. Usó todo el descanso buscando algo.

¿Qué tal si ocupas tu descanso para relajarte?

Ni hablar. Tengo que arreglar el problema de las palomas mensajeras lo antes posible. Si no trabajan adecuadamente, les causarán problemas a todos.

Ella tenía razón.

Por cierto, a mí también me está causando problemas. Le entregué las extrañas cartas que me habían sido entregadas por error dos veces en un día.

Gardenia hojeó las cartas y se rió sorprendida. ¡Elaina, devora hombres!

¿Perdón?

Es obvio que son entregas erróneas.

Creo que es posible que alguien te las haya enviado, Elaina. Eres muy hermosa, después de todo. Casi podía oírla divagar tímidamente.

No puede ser.

Bueno, sólo han pasado unos días desde que llegué a esta ciudad. No recuerdo haberme encontrado con alguien que se enamorara de mi en el tiempo que estuve aquí.

De acuerdo, entiendo. Yo también investigaré este asunto, ¿de acuerdo? Aunque las quejas por errores de entrega se acumulan, la tuya tendrá que estar en la lista de espera.

A fin de cuentas, las cartas de amor bastante cuestionables que habían sido entregadas en mi alojamiento no eran más que otro asunto del correo.

Unos momentos después—

¡Graaaaaahhh!

Gardenia, que incluso gritaba por escrito, se había limitado a hojear el manual de instrucciones de los pequeños sombreros de ala ancha que llevaba cada paloma mensajera. ¿No puedes leer como una persona normal?

Si estudio esto, creo que… entenderé la causa… ¡Probablemente! ¡Supongo!

Por cierto, las palomas también la han atacado hoy.

¿Qué tal si descansas un rato? pregunté. La estaban picoteando de nuevo.

Estoy bien. Tengo que hacer mi trabajo.

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……

¿Por qué las palomas son agresivas con Gardenia? A mí no me prestan atención, pero muestran una actitud bastante despiadada hacia ella.

¿Hiciste algo para que las provocaras?


¡No les he hecho nada! Nos queremos. Los excrementos cayeron sobre ella.

……

Uno de estos días, voy a asarlas en un palo.

No parecían quererse. De hecho, creo que es más seguro decir que se odiaban.

Trabajábamos en turnos de una hora, y era mi turno de tomar un descanso. Bueno, aunque diga que me tomé un tiempo libre, en realidad no había nada que hacer. Para matar el tiempo, me puse a leer un libro.

Gardenia siendo Gardenia, nunca dijo nada en voz alta. Sólo se oía el batir de las alas a través de la oficina de correos.

……

Yendo directo al grano, no pude concentrarme.

Eran tan molestos.

Las palomas que no estaban en servicio debían confundir a Gardenia con comida o algo así, porque la seguían sin descanso, picoteándola sin descanso. Incluso a mi alrededor deambulaban palomas mensajeras.

Tch… no voy a perder… ¡contra palomas como ustedes!

A mi lado, Gardenia escribía palabras valientes mientras agitaba un palo. Ni las tocaba, por cierto.

……No sabía si ir a ayudarla, pero yo estaba de manos

atadas.

Justo delante de mis ojos—encima de la mesa con un montón de manuales de instrucciones para los sombreros de ala ancha—había una paloma mensajera. Por el modo en que arrullaba mientras ladeaba su cabecita, tuve la sensación de que pensaba algo como Ey. Ey, tú. Sabes lo que pasará si te mueves, ¿verdad? ¿Verdad?

… ¿Qué es lo que quieres? Obviamente, su diminuto cerebro de pájaro no pudo procesar mi pregunta escrita, y la paloma mensajera siguió ladeando la cabeza.

Y después de eso, la paloma empezó a picotear la pila de manuales de instrucciones. Como que muy agresiva. De hecho, con bastante violencia.

Parecía que me estaba maldiciendo, algo como, Ey. Esta eres tú. ¡Si te mueves, esto es lo que va a pasar! ¡Hrargh!

¿Me estás amenazando? Apuesto a que lo es, ¿no? Con que así están las cosas.

Gracias por la advertencia.

Así que no me moví. Volví a mi lectura.

Supongo que mi apacible temperamento disgustó a la paloma. Con un ruidoso aleteo, se posó sobre mi hombro.

…… Escribí.

¿Qué? Miré fijamente a la paloma.

Entonces empezó a picotear la página que tenía abierta, sin dejar de gorjear.

Picotazo-picotazo-picotazo.

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“¿……?”

Me di cuenta de repente. ¿Trata de decirme algo?

La paloma se comportaba diferente a antes, golpeando suavemente el libro con el pico, para no dañar la página, y luego picoteando en todos los lados de las dos páginas abiertas.

La paloma estaba golpeando letras específicas.

Una letra a la vez para deletrear palabras.

Decía, Lee el manual de instrucciones.

Lee el manual de instrucciones.

……

¿Eh? ¿Por qué?

Era imposible que no lo leyera ahora que se me había dicho que lo hiciera. La misma paloma había empezado a dar repetidos pisotones sobre la mesa, como si quisiera decir, ¿Sabes lo que pasará si no lo lees…? ¡Ja! ¡Esto es lo que haré! ¡Toma esto!

¿Has pensado alguna vez en convertirte en un pájaro carpintero?

Como sea, decidí leer el manual de instrucciones de los sombreros de paloma.

Por dentro, estaba lleno de diagramas que no entendí muy bien. Lo leí, pero eso no me ayudó a entender lo que sucedía. Quien lo haya escrito debe ser alguien muy brillante, ya que los sombreros parecían haber sido elaborados cuidadosamente hasta el último detalle. Aunque no entendí en lo más mínimo su funcionamiento.

¿Qué conseguiré leyendo esto?

Ojeé página tras página.

Al final, hojeé el libro repleto de diagramas incomprensibles, y muchos más que estaban cubiertos de línea tras línea de terminología técnica incomprensible.

Tardé muchísimo tiempo en llegar al final: el epílogo.

Y allí, en esa página, mi mano se detuvo. Mis ojos se posaron en sus líneas.

Esto es lo que estaba escrito:

“La naturaleza de los seres vivos es adaptarse a los cambios de su entorno, pero me pregunté si estos cambios no podrían ser provocados por la mano del hombre. Las palomas mensajeras son el experimento pionero de mi investigación. Al llevar puesto estos sombreros, las palomas pueden entender la escritura humana y reconocer sus deberes. Con este dispositivo, es posible repartir el correo mediante palomas: un sistema revolucionario que eliminará la necesidad de que personas se encarguen del correo”.

¿Qué hay de revolucionario en eso…?

“Para que las palomas aprendan palabras, recomiendo a todos los empleados de correos que mantengan conversaciones por carta. Al hacerlo, creo que aumentará la velocidad a la que las palomas desarrollan su conciencia lingüística. Al final, llegará el día en que las palomas repartan el correo por nosotros por sí solas—sin recurrir a sombreros ni hechizos”.

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¿Qué es esto?

“Además, los sombreros están diseñados no sólo para su uso en las palomas. Los dispositivos de este manual han sido instalados en los sombreros que usan los empleados humanos también. Los que se usan en los empleados de correos, cuando se usan, hacen que pierdan la capacidad de conversar, excepto escribir, y que no piensen en nada más que en el trabajo. He tomado esta medida para que a los humanos les resulte más fácil y menos estresante comunicarse sólo por escrito”.

¿O sea qué?

“Sin embargo, estos sombreros para empleados tienen varias deficiencias. En primer lugar, uno no puede quitarse el sombrero por su propia voluntad. Obviamente, porque sólo pueden pensar en el trabajo. Además, como su magia se agota constantemente, se proyecta que morirán de exceso de trabajo si no se alterna el personal para rotar los sombreros periódicamente. Los que están a cargo en el lugar y los altos mandos deberían tener esto muy en cuenta a la hora de asignar el personal. Pase lo que pase, hay que evitar trabajar en solitario. Fin”.

Y ahí termina el epílogo.

Esto no parece el tipo de cosas que se deberían guardar para el epílogo. Asumiendo que lo que está escrito aquí es la verdad, supongo que eso explica lo que está pasando…

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¡Para! ¡No hagas caca encima de mí! ¡Para ya!

Gardenia estaba trabajando por el bien de las palomas, pero ellas obstruían su trabajo.

¿Y si las palomas no sólo expresan su desagrado por Gardenia, sino que intentan que ella se quite el sombrero? ¿Y si estos errores de entrega son en realidad una maniobra calculada por las palomas mensajeras para hacerla leer el manual de instrucciones?

“……”

Gardenia se paseó de un lado a otro en la oficina de correos, canalizando magia.

Me acerqué a ella y le quité el sombrero.

“…Gardenia. ¿Eres de las que lee las palabras del autor?”

“¿Eh? No. No me interesa leer las opiniones del escritor”.

Gardenia ladeó la cabeza, mirándome perpleja luego de haber pronunciado esas palabras con su propia boca.

……

Sólo… asegúrate de leer el epílogo, ¿entendido?

***

 

 

“¡Ja-ja-ja-ja! Vamos. ¡Beban todo lo que quieran! Hoy invito”.

Se oían fuertes carcajadas desde el bar incluso en pleno día. En la esquina del establecimiento vacío había un hombre solitario con panza cervecera, con la cara roja por la bebida. Sentados junto a él, otros hombres con panzas abultadas alrededor de la mesa. Mirando de cerca, vi que todos ellos hinchaban sus barrigas cerveceras con más cerveza.

Parecía que los astros se habían alineado de alguna manera este día, y se había convocado una reunión de cerdos inútiles.

“¡Oh, gracias! Pero, Señor director, ¿le parece bien estar bebiendo con nosotros durante el día?”, preguntó uno de los hombres de la mesa mientras se jalaba el blanco bigote.

El director de correos se rió. “¡No hay problema! Usamos brujas para operar la oficina de correos, así que no hay necesidad de que yo trabaje, ¿sabes? Se podría decir que mi trabajo es gestionar las relaciones sociales a través de la parranda”.

Una teoría sin sentido expuesta por el hombre corpulento, pero los otros hombres corpulentos se le unieron con gritos de apoyo, como si tuvieran la misma opinión.

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“¡Si usted insiste!”

“¡Ese es nuestro director!”

“¡Gracias por invitarnos!”

Todos estos patanes parecían estar impregnados de alcohol de pies a cabeza.

“¿No sientes culpa por darle tu trabajo a una chica?”

No pareció darse cuenta de que alguien se había entrometido en su conversación.

“¿Culpa? Hace mucho tiempo que no la siento. Además, ella quería el trabajo. Entonces, ¿por qué no ponerla a trabajar? No soy quién para detenerla”.

Interesante. Ciertamente lo es.

“Ella no quiere trabajar. Está siendo forzada contra su voluntad. ¿No estás confundiendo las dos cosas? Según los rumores, parece que esos sombreros especiales impiden pensar en otra cosa que no sea el trabajo. ¿Es eso cierto?”

“Claro. ¡Pero no hay nada que yo pueda hacer si ella no se quita el sombrero por su propia voluntad! Jajajaja”.

“Escuché el rumor de que es imposible que alguien se quite el sombrero por su cuenta”.

“……”  En  ese  momento,  el  director  pareció  darse

cuenta de que los rostros de los corpulentos hombres que lo rodeaban, estaban pálidos.

Pareció darse cuenta de que una mujer no invitada se había colado. “… ¿Cuánto tiempo llevas escuchando?” De las mejillas del director, empezó a salir de repente un sudor frío y aceitoso.

Aquella chica, vestida como una empleada de correos, con el cabello largo y liso color ceniza y ojos de color lapislázuli. Su atuendo no encajaba en el bar a esa hora del día.

“Uh, ¿Desde el inicio?” Inclinó la cabeza.


“¡¿C-Cómo supiste de este lugar…?!”

Ella se rió del corpulento director, que estaba desconcertado y nervioso. “Las palomas mensajeras me contaron. Al parecer, son muy inteligentes y pueden incluso reconocer las caras y los movimientos de las personas. Qué conveniente, ¿no?”

Ella señaló el exterior del bar.

En todas las superficies disponibles al otro lado del cristal—en los tejados, en medio de la avenida—había palomas mensajeras con pequeños sombreros de ala ancha, mirando al director.

Entre las palomas se encontraba la figura de una empleada de correos, con un palo en la mano.

“…Um”.

“Por cierto, Señor director. Hoy he venido a entregarle una carta. Soy una empleada de correos, después de todo”.

Parecía que él quería decir algo, pero no lo hizo. La empleada de correos de cabello cenizo puso un trozo de papel en la gorda mano del hombre.

“…… ¿Qué es esto?”

“¿No lo sabe?” Con una pequeña sonrisa diabólica, la empleada de correos de cabello cenizo dijo: “Es una amenaza”.

¿Y quién podría ser esa empleada de correos?

En efecto. Soy yo.

***

 

 

Durante este período muy ocupado—el desfile de cumpleaños de la princesa estaba a una semana—una persona atroz se apresuró a entregarse a las autoridades, provocando un gran revuelo en la ciudad.

Así era como debía ser, porque esa persona no era otra que el director de la oficina de correos, que supervisaba la entrega del correo mediante palomas mensajeras, el símbolo de la ciudad.

El director confesó sus crímenes, declarando que, con pleno conocimiento del temible poder que residía en los sombreros de ala ancha que entregaba a los empleados de correos y con plena intención de abusar de ese poder, había contratado a una sola chica con un salario barato y la había dejado a cargo del funcionamiento de toda la oficina de correos para reducir los costes laborales y reforzar sus fondos personales facultativos.

Vaya, todo un demonio.

Cuando fue a confesar, por alguna razón, todo el cuerpo del director estaba cubierto de excrementos de pájaro, y aunque su aspecto era peor que antes, guardó completo silencio sobre lo que le había ocurrido.

Además, anunció que había reconsiderado drásticamente la forma de gestionar la oficina de correos y que, a partir de ahora, los empleados de correos sólo deberían desempeñar sus funciones profesionales como cuidadores de palomas.

“Así que eso es todo. Bien por ti”.

Leí el artículo del periódico en voz alta, con un poco de dramatismo.

En el interior de la oficina de correos con forma de jaula, las palomas mensajeras descendían en picada. Si tuviera que decir algo diferente al día anterior, tendría que ser que ninguna paloma—y ninguna persona— llevaba un sombrero incómodo.

Se lo merece. Es un castigo razonable. Se merece la pena de muerte.

Incluso sin el sombrero, una chica seguía escribiendo todos sus pensamientos.

“Gardenia, ya no es necesario que escribas en papel”.

Bueno, nadie en mi familia puede hablar, a decir verdad. Es hereditario.

“Pero antes, cuando te quité el sombrero, hablaste en voz alta”.

No tengo idea de lo que estás hablando, escribió mientras se reía por la nariz. He decidido que ser un personaje silencioso es parte de mi identidad, así que voy a seguir escribiendo cosas en papel. Gracias por tu comprensión.

“Pero…”

Esto es incómodo. O sea, he conocido a otras personas que no se comunicaban verbalmente. Así que no eres tan única. ¿Estás bien?

Bueno, en realidad sólo estoy bromeando. Ella resopló a carcajadas y dejó el lápiz y el papel en el suelo.

“Verás, quiero comunicarme de una manera que las palomas mensajeras también puedan entender. Por eso escribo”. Me dijo. “Después de todo, si pueden recordar las palabras, las palomas podrían convertirse en buenas compañeras de conversación para mí”.

Las palomas habían aprendido muchas palabras, pero no podían hablar el idioma humano, lo que significaba que no tenían forma de hablar con nosotros.

Seguramente por eso decidió escribirlo todo. Era algo bonito para aportar a las palomas mensajeras que habían acudido a su rescate.

…Y supongo que dejó el lápiz porque le da vergüenza decir algo así abiertamente delante de ellas.

“…Gracias, chicos” ella susurró en voz muy baja que sólo yo pude oír, mirando al techo.

Ese susurro fue ahogado inmediatamente por el sonido de las alas de las palomas que volaban dentro de la oficina de correos.

Las palomas no pudieron escuchar sus palabras. Sus sentimientos no les llegaron. Pero su expresión parecía un millón de veces más brillante.

No hubo respuesta de las palomas.

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Sólo algunos excrementos que llovieron sobre ella.

“……”

“……”

“… ¿Eh? ¿Por qué tenía que pasar esto justo ahora?” “¿Pensé que era una señal de afecto?”

Esta particular marca de amor es realmente muy mierda, literalmente.

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