Saikyou Mahoushi (NL)

Volumen 15

Capítulo 87: Menos Que Humano

Parte 2

 

 

Habiendo dejado a Marchess en manos de Loki, Alus se centró intensamente en su objetivo prioritario, Dante. Sus sentidos estaban agudizados y su conciencia optimizada para matar con la mayor eficacia posible. Pero quizás porque había pasado tanto tiempo en paz, el cambio a este modo fue un poco menos fluido de lo habitual.

Aun así, en cuanto miró a Dante, se sintió algo obligado a ponerse serio.

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No, no es eso, pensó tras una pausa.

Probablemente no era un oponente contra el que pudiera contenerse. En un instante, los grilletes que rodeaban su maná se desataron y una densa ola se extendió. Ni siquiera Alus podía predecir hasta dónde llegaría.

Hábil o no, contra este oponente no podía esperar una muerte limpia.

Incluso cuando Dante se levantó, el aire a su alrededor no cambió. A pesar de la cantidad de maná que emanaba, su expresión era la misma.

Supongo que era de esperar, pensó Alus.

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Las comisuras de sus labios se levantaron. Y con la monstruosa velocidad del rayo, Alus alcanzó a Dante en un abrir y cerrar de ojos. Echó el brazo hacia atrás para darle un simple puñetazo. Dante miró con desprecio el puñetazo y alargó el brazo para repelerlo. Pero el brazo de Alus aceleró todavía más, atravesó el brazo de Dante y le golpeó la mejilla. El puño se balanceó con todo su peso, y los huesos crujieron.

Sin pausa, Alus echó el codo hacia atrás mientras Dante salía despedido violentamente por los aires.

Concentrando grandes cantidades de maná en él, Alus empujó el brazo hacia delante, creando una ráfaga devastadora. Su magia de viento intentó romper por la fuerza la postura de Dante, que intentaba mantenerse firme. Habiendo ganado ventaja, Alus se lanzó a la persecución e intentó seguir desde el punto ciego de Dante. Pero de repente se detuvo.

Caían cosas desde muy arriba, una tras otra. Cerca de un centenar de ellas, en diversas formas, cayeron al suelo, levantaron inmediatamente sus cuerpos y dirigieron sus miradas hacia Alus, sin prestar atención al impacto que acababan de sufrir.

Como si los hubieran llamado, los Demonios aparecieron de repente ante Alus. Normalmente era imposible que tantos Demonios llovieran desde arriba como granizo. Sólo había un número limitado de Demonios que tuvieran alas o pudieran planear por el aire. Extrañamente, todos los Demonios que llegaron eran terrestres. Grandes. Y ninguno tenía alas.

Alus entrecerró los ojos y se dio cuenta de la verdad.

No era de extrañar que no hubiera llegado ningún Demonio. Todos se habían mantenido en el aire, cerca de la estratosfera, a la espera de poder unirse a la batalla. Dante debió usar un poder inusual para preparar la emboscada. Cuando Alus se dio cuenta de eso, los Demonios enseñaron los colmillos y se lanzaron contra él.

Dante tardó un rato en caer de pie tras volar unos cientos de metros. Se limpió la sangre que le había brotado de la boca y levantó la vista. Había un extraño resplandor en el suelo. Parecía que el adversario le había preparado un auténtico infierno.

Una gigantesca bola de luz con el color y el calor de una estrella enana roja flotaba en el aire. Chamuscaba todo a su alrededor. Ningún ser vivo podía sobrevivir a tales temperaturas. Y la astronómicamente caliente bola de luz caía a la superficie.

Era el hechizo Astral Sun… pero para que creciera a esta escala se requería una cantidad monstruosa de maná. Su brillo y calor eran suficientes para evaporar cualquier cosa.

Sin embargo, Dante sonrió sin temor al verlo.

―Esto habría sido peligroso si no fuera por Minerva ―Dijo Dante. Y gracias a ese poder inimaginable, el Astral Sun se encogió hasta desaparecer por completo. Pero había dejado tras de sí un páramo calcinado. Había brasas humeantes y estelas de humo blanco por todas partes.

Dante sonrió al ver cómo había mejorado la visibilidad. Frente a él estaba el oponente al que había lanzado una masa de Demonios sin una sola herida.

―Vamos. Yo también reuní a unos cuantos ―dijo.

El vasto bosque detrás de Alus se había transformado en un mundo helado. Cualquier signo de vida había cesado. Un hechizo de nivel experto había congelado una amplia zona. Alus, que había eliminado a casi cien Demonios en un instante, mostraba una expresión tranquila. De hecho, el mana que salía de él no parecía haber disminuido lo más mínimo.

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―Por fin nos conocemos, Dante. Hacer un circo volador con Demonios fue un divertido truco acrobático ―dijo Alus.

―Alus Reigin, no quiero oír eso de ti. Atravesando mi brazo como si fueras un fantasma. Eso dolió. Pero que el primer movimiento fuera un simple puñetazo no fue muy inteligente ―dijo Dante cínicamente, limpiándose la sangre de la boca.

―No me importaría darte varios puñetazos más, pero no creo que eso te mate. También hay algo que quiero preguntarte, así que tampoco puedo dejar que mueras ―dijo Alus.

Alus le había mostrado a Dante un pequeño truco inspirado en su pelea con Rayleigh. Había creado una imagen virtual transcribiendo datos lo más cerca posible de la realidad. Ocultando su puño real en el señuelo, podía disimular su velocidad y ángulo reales y asestar un primer golpe a Dante. Era una técnica eficaz en el combate cuerpo a cuerpo, pero probablemente no funcionaría una segunda vez.

―Aun así, parece que no solo dependes de esa monstruosa cantidad de maná. No me extraña que Mekfis estuviera preocupado por ti. Y pude ver a Kurama luchando ―dijo Dante con una sonrisa, pareciendo satisfecho.

―Así que Kurama realmente estaba involucrado. ¿Y? ―preguntó Alus―. No importa lo genial que actúes, eso no cambia el hecho de que morirás. Será mejor que tengas a Minerva contigo, porque tener que sacarte su ubicación a golpes sería un fastidio ―Alus todavía no había localizado a Minerva, pero era absolutamente necesario que se asegurara de llevarla consigo.

Si Sisty termina renunciando, yo mismo terminaré con más dificultades, pensó. Sentía que ya tenía suficientes problemas y concluyó que terminaría con todavía más si ella se iba.

―Resulta que aprendí información interesante en los Cuatro Libros de Fegel, así que no me importaría jugar un rato con Minerva ―dijo Alus.

Las comisuras de los labios de Dante se levantaron y extendió un brazo hacia un lado en un gesto exagerado.

―Ya veo. Así que eres alguien que conoce la verdad y reúne los requisitos para ocupar un asiento. Eso también podría ser algo digno de ver.

Dante dobló el brazo como si descorriera las cortinas, y el espacio alrededor de su mano se distorsionó de repente, revelando la mitad de la AWR más antigua, Minerva. Era una esfera cubierta por un caparazón negro, con la superficie cubierta de grietas geométricas. El cuerpo principal de Minerva asomaba por las grietas, y un maná de gran pureza se filtraba junto con una luz pálida.

Dante devolvió el brazo, como si descorriera las cortinas, y Minerva desapareció, no sólo de la vista. También desapareció cualquier rastro de maná.

―No te preocupes. Es una de las funciones defensivas de Minerva cuando se activa en el Mundo Exterior. Creo que la función se libera cuando el portador desaparece ―dijo Dante.

―Ya veo. Es un alivio. Significa que puedo matarte sin preocupaciones ―La emoción desapareció de los ojos de Alus, y sólo un negro profundo se reflejó en ellos.

―Oh, esos ojos dan miedo… Incluso a mí, que he vivido una vida de maldad, me dieron escalofríos ―dijo Dante.

―No te preocupes. Estaba pensando en la mejor manera de atormentarte. Pensé que al menos deberías tocar fondo antes de morir. Recuperaré a Minerva, por supuesto, pero no estoy seguro de que eso sea suficiente para calmarme ―dijo Alus.

―¿Hmm? No recuerdo haber hecho nada para ganarme tu rencor ―dijo Dante.

―Oh, esto no es rencor… sólo soy yo desahogándome. Conozco a un par de personas de la Academia a las que atacaste, incluso les enseñaste un par de cosas ―respondió Alus.

―Ah, ¿murieron? Bueno, no fui yo quien lo hizo, así que supongo que no importa ―Respondió Dante como si estuviera aburrido antes de continuar así, como si estuviera desconcertado―. Pero qué raro. No eres de los que les importa que maten a algunos de esos estudiantes. Lo sé por esos ojos tuyos. ¿Por qué alguien aquí intenta actuar como una persona honrada?

Dante tenía razón. O mejor dicho, Alus ya se había dado cuenta de ello. Así que no estaba aquí para vengarse ni trataba de desahogarse. El hecho de que Tesfia, Alice y Felinella fueran heridas no había aparecido ante Alus de forma tangible. Era sólo que la idea de perder aquel lugar y aquel tiempo creaba una leve disonancia en su vacío corazón. Tal vez podría describirse como soledad…

Pero provenía de aquellos días, que él sabía que no durarían para siempre. Un lugar al que volver, una habitación en la que vivir y el tiempo de paz se habían destruido junto con la débil conexión que sentía.

No sentía ni rabia clara ni tristeza. Ni siquiera sentía odio. Tal vez era la incomodidad que experimentaba cuando su yo menos que humano se enfrentaba a su última pizca de humanidad.

Alus volvió a mirar fríamente a Dante.

―Lo único afortunado para ti es que Fia, Alice y Feli salieron apenas heridas.

―¿Por qué demonios deberían importarme esas tipas? ¿Qué es esto? ¿Un Único jugando a la casita y enfadándose porque algunas conocidas salieron heridas…? Aún así, una de esas tres debe ser… esa pelirroja ¿eh?

Dante pareció recordar mientras hablaba y escupió lo que recordó: aquella chica que debería haber dejado de respirar pero que se agarró a su pierna. Él reaccionó violentamente al hechizo que ella desató, aunque comprendió que era un hechizo que ella había usado por reflejo porque sentía que su vida estaba en peligro.

En la Academia, no se había ensuciado las manos para nada, dejando todos los actos de maldad a sus subordinados, manteniendo la calma y la autodisciplina.

―Así que fuiste tú quien puso algo en la cabeza de esa mocosa… Ya veo.

No me extraña que quieras fingir que estás vengando a tu querida alumna.

―No sé lo que hizo Fia. Pero las cosas pronto se descontrolarán para ellos ―Alus bajó los ojos y pronunció las palabras que subían a la superficie de su conciencia. Ni siquiera podía decir si eran sus verdaderas intenciones; simplemente salieron como si sus labios leyeran un bloque de texto por sí solos.


―Oh, así que eso es lo que era el hechizo de esa mocosa pelirroja. Tú le otorgaste la Magia de Fegel, ¿verdad, Alus Reigin? Vaya, parece que te diviertes. Y ya que fuiste capaz de seguirme, eso significa… Ja, ja, ja, viste el tercer libro de los Cuatro Libros de Fegel, ¿verdad? ¡Es la única manera! ―dijo Dante, riendo, encontrando algo divertido en todo esto.

Pero su mente también estaba vigilante. ¿Pero no se suponía que Kurama tenía en su poder el tercer libro? Así que debe de haberlo robado. Sí, realmente tiene agallas.

Los hombros de Dante temblaron de diversión. Luego exhaló y volvió sus ojos teñidos de locura hacia su oponente, que estaba tan loco como él.

Alus no mostró ninguna señal de incomodidad y, como si hablara con los muertos, replicó sin emoción en la voz:

―Eso también va por ti. Si no, nunca se te ocurriría robar a Minerva.

Los hombros de Dante siguieron temblando mientras reía. Había una pizca de locura mezclada con su incontrolable excitación. Al mismo tiempo, el maná que liberaba Dante bailaba a su alrededor, parpadeando como una llama hechizante.

―Sí, hace bastante tiempo. Minerva es el núcleo. Pero eso no es todo. Minerva es una reliquia de salvación, y su nombre es sólo un alias. No es su nombre original. Es Myrkava, una palabra antigua que significa la fortaleza móvil de dios. Sabes lo que significa, ¿verdad?

Alus no dijo nada. Pero como dijo Dante, era una palabra que había encontrado registrada en los Cuatro Libros de Fegel. Si era cierto, había un marco para albergar el núcleo cerca de la frontera de Alpha. Dado que la ubicación estaba anotada en los Libros de Fegel, Dante, que había obtenido el núcleo, sin duda se dirigiría allí a continuación.

―Alus Reigin. Quería hablar contigo una vez. Como personas que tienen derecho a influir en el futuro del mundo… un enfrentamiento contra Kurama también será inevitable.

―No te preocupes, después de acabar contigo, también aplastaré a Kurama ―dijo Alus.





―¿De verdad? Aunque estés en este bando, ¿te pondrás del lado de la vieja humanidad? ―preguntó Dante.

―Bando, eh… Dante, eso no importa. Es sólo el simple hecho de que invadiste mi territorio, así que tu muerte es una conclusión inevitable ―explicó Alus.

―Hmph, como personas con derecho a tomar asiento, prefiero no machacarnos entre nosotros ―dijo Dante.

―Ríndete. Ya no tienes aliados ―le dijo Alus.

―¿Eh? Para empezar, nunca tuve ninguno. Lo único que tengo son peones ―dijo Dante.

Al ver que el tirano rey de los prisioneros fugados, Dante, era tan elocuente, Alus decidió mantenerlo hablando. Cabía la posibilidad de que todavía ocultara alguna información útil. Pero mientras lo hacía, una feroz irritación y el impulso de eliminarlo empezaron a tomar forma en Alus. Otros pensamientos varios empezaban a hundirse en las profundidades de su conciencia…

Sin embargo, le dio un poco más de tiempo.

―Y la Ambrosía es otro de esos peones, ¿eh? ¿De dónde sacaste eso? ―preguntó Alus.

―Hah, ¿de qué va a servir contártelo? Bueno, todo el asunto de la diabolización es ridículo y no me interesa. Considéralo un extra. Me lo dio un ejecutivo de Kurama llamado Mekfis. Por supuesto, es sólo un nombre falso, y que yo sepa ya se cambió el nombre cuatro veces.

―No pensé que me dirías tanto, no es que me sienta inclinado a agradecértelo ―dijo Alus.

―Ja, ja, estamos cortados por el mismo patrón. Considéralo una especie de regalo de despedida. Como ambos sabemos la verdad, la batalla es inevitable. Kurama y las siete naciones también. Sin mencionar a ese bastardo que trama algo. En algún momento, el equilibrio entre las siete naciones se derrumbará, y comenzará una lucha por los secretos del mundo. Si quieres sobrevivir, tienes que mirar al exterior. Al final, sólo gobernarán los que tengan poder ―dijo Dante.

―Si vas a hablar, déjate de adivinanzas. Tuve que hojear el libro a toda prisa y estoy harto de insinuaciones proféticas ―dijo Alus.

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―No seas ingenuo. Te costará oír más… Así que si lo quieres, tienes que robarlo ―dijo Dante.

―Entonces eso es lo que haré.

Mana empezó a soplar violentamente.

Se hizo el silencio mientras los dos esperaban la señal para comenzar la batalla.

La AWR más antigua, Minerva, que Dante había revelado, no mostraba indicios de reaccionar. Alus había estado expuesto a ella una vez durante la demostración en el Torneo Mágico de la Amistad de las Siete Naciones, y comprendió intuitivamente cómo conectarse a ella.

Aun así, no percibió nada. Cuando se trataba de AWR, los usuarios solían ser lo primero en lo que pensaban. Sin embargo, Minerva no era sólo una AWR. Como dijo Dante, también era un núcleo, una fuente de poder.

Incluso Alus podía entender vagamente que sólo conectarse a ella no daría acceso completo a todas sus funciones, incluidas las ocultas. En ese caso, ¿tenía realmente un usuario?

De hecho, Minerva seguramente tenía funciones que Alus no entendía. Sabía que se aclararían cuando pudiera examinar las entradas de los Cuatro Libros de Fegel. Claro que, para ello, su actual poseedor tendría que ser eliminado.


Había otra cosa extraña con respecto a los usuarios.

Alus tenía Night Mist, pero Dante estaba desarmado. Para Magicmasters, poseer una AWR era normal. Como Dante no tenía una, eso significaba que también debía estar usando a Minerva como AWR.

Era hora de ponerse a trabajar.

Alus fue el primero en hacer su movimiento en medio del sofocante silencio. Retrocedió y lanzó Night Mist. Después de que Dante la esquivara, la hoja cambió de dirección y persiguió a su objetivo, utilizando el seguimiento automático del hechizo Auto Chase.

Alus tomó el control parcial y manipuló Night Mist a gran velocidad. La cadena onduló mientras la hoja negra seguía a Dante como un perro de caza. Si daba en el blanco, le cortaría el cuerpo y le aplastaría los huesos.

Pero Dante era formidable. En poco tiempo, el rastro se desprendió y la punta perforó el suelo. Alus lo había previsto y agarró la cadena. El sonido de la cadena rozándose contra sí misma sonó y Night Mist emitió una tenue luz mágica.

Mientras Alus susurraba el nombre de Niflheim, el mundo se convirtió en hielo.

Mientras la expansión del hielo se detenía a los pies de Alus, éste frunció el ceño.

Dante, que supuestamente se había convertido en una escultura de hielo, estaba ileso. Por alguna razón, la expansión del hielo de Niflheim evitó tocar el suelo donde se encontraba Dante. Había un círculo a su alrededor que había quedado completamente intacto.

Sin mediar palabra, Dante levantó el pie y lo hizo caer al suelo con gran fuerza. El impacto y la onda de maná que lo acompañó destrozaron el mundo de hielo en un despliegue de fuerza.

Era el primer fenómeno mágico que Dante había mostrado, pero después de lo que había visto, Alus no estaba especialmente sorprendido. El efecto parecía similar al del propio Railpine de Alus.

Pero la forma en que bloqueó los efectos de Niflheim en primer lugar es diferente.

¿Cómo lo hizo? se preguntó Alus.

Todo tipo de especulaciones y análisis pasaron por la mente de Alus, pero a falta de información, hizo su siguiente movimiento. El espacio alrededor de Dante se distorsionó por algún efecto diferente al maná. Sin embargo, para entonces Alus ya se había acercado.

Dante apretó el puño cuando vio que la hoja de maná de la mano derecha de Alus se acercaba a su garganta. También había un extraño espacio de torsión a su alrededor.

Sin embargo, fue Alus quien tuvo que retirar la mano y esquivar el ataque de Dante. Y en el momento siguiente, ese esquive instintivo resultó ser el movimiento correcto. Dante blandió su puño, y aunque nunca tocó el suelo, una amplia zona a su alrededor se derrumbó.

―Así que tienes buenos instintos, o ya lo sabías ―dijo Dante, levantando el puño y amplificando el velo de maná que lo rodeaba.

Había dado el golpe justo ahora para ver cómo se desarrollaban las cosas, pero la destrucción que provocó en el suelo fue extraña. No se debía a la presión del aire ni a las ondas de choque, ni era un ataque que utilizara coordenadas. La forma en que se retrasó el impacto tampoco fue natural.

Sin embargo… esa era otra información que Alus podía asimilar. Devolvió a Night Mist a su mano y miró fríamente a Dante mientras formaba otro plan. Dante recibió la mirada con indiferencia.

―Así que resulta que es cierto que puedes usar múltiples atributos. No sólo son todos del más alto nivel, sino que la cantidad de maná que contienen no disminuye lo más mínimo. Qué pena ―dijo Dante.

Su expresión intrépida no había cambiado, y Dante volvió a liberar su maná como para reconfirmar sus habilidades.

―No llores por eso. Tener una gran mano da mucho que pensar. Entonces, ¿cómo te gustaría morir? ―preguntó Alus en tono monótono. Los que oyeran eso sin duda verían un atisbo de lo verdaderamente aterrador que era.

Había una clara diferencia entre un criminal mágico despreocupado y un Magicmaster que encarnaba el orden. Muchos criminales mágicos eran fieles a sus deseos y cometían crímenes por interés propio. Pero en el caso de Alus, la nación le exigía desempeñar el papel de un mal necesario con poder absoluto.

Así que su toma de decisiones era despiadada y, en ocasiones, inhumana. La esencia del Magicmaster de la nación no era un arrebato de instintos, sino un dispositivo violento controlable e inteligente.

La distancia entre ambos se cerró en un instante. Lo que fuera que el puño de Dante llevaba puesto era sin duda letal. Mientras esquivaba golpes que significarían una muerte segura, Alus blandió Night Mist a gran velocidad. Sus movimientos cortaban el viento, y un Magicmaster ordinario no sería capaz de seguirles el ritmo aunque agudizara todos sus sentidos.

Este intercambio de golpes, cada uno esquivando los ataques del otro, continuó hasta que Dante perdió la paciencia. Chasqueó la lengua, extendió los dedos en forma de garras y blandió la mano hacia el flanco de Alus. En respuesta, Alus se agachó para esquivar y lanzó una patada al costado de Dante. Luego cambió su AWR a la mano izquierda y lanzó un tajo con ella.

Alcanzó el muslo de Dante como había previsto, pero fue superficial. Dante debió de echar la pierna hacia atrás por reflejo. Fue un corte leve en la pierna de su enemigo, pero tendría que bastar por ahora. La cadena tendida detrás de Alus tenía una longitud considerable y se enrollaba en el aire.

Se diera cuenta o no, Dante extendió el brazo izquierdo para tomar la iniciativa.

Sin embargo, Alus dio medio paso y levantó la mano derecha para apartarlo.

Siguiendo con ese impulso, golpeó con la palma de la mano el corazón de Dante.

―¡¿Ugh?! ―Sangre brotó de la boca de Dante.

Incluso entonces, la expresión de Alus no cambió. En todo caso, se estaba volviendo más cruel, como si se estuviera transformando gradualmente en una máquina.

Cuando Dante se agachó, Alus le propinó una patada circular en el plexo solar. Dante se las arregló para resistirlo, y sus pies se clavaron en el suelo al ser empujado hacia atrás. Alus continuó su ataque.

A partir de ahí, se desarrolló su intensa batalla cuerpo a cuerpo. Para Alus, todo era un trampolín para el siguiente ataque. Armó una estrategia óptima para esquivar y bloquear el puño y los brazos de Dante, siguiendo los pasos para lograr los resultados que deseaba. Sin pestañear, utilizó su agudizada visión y sus sentidos de maná para reaccionar a los movimientos de su enemigo.

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―¡No creas que puedes hacer lo que te dé la gana! ―espetó Dante con amargura.

La cadena revoloteó por el aire y la punta de Night Mist se situó de repente justo delante de Dante, que ladeó la cabeza en el último momento para esquivarla. Le rozó el cuello. Levantó un puño desde abajo para contraatacar, pero Alus manifestó una tabla translúcida para dar una patada y esquivarla.

Cuando Alus aterrizó, Dante dio un pisotón en el suelo, creando una sacudida incomparable a la anterior y destrozando el suelo. Al mismo tiempo, Alus había tirado de Night Mist hacia su mano y la había balanceado hacia un lado. Dante se movió para bloquear el golpe de viento. El tajo no sólo pareció ralentizarse, sino que se inclinó contra la voluntad de Alus y atravesó el suelo.

Como pensaba, ¡ese es su poder…! Las comisuras de los labios de Alus se levantaron.

Alus intentó dar un paso adelante, pero la grava que venía de detrás de Dante voló hacia él a gran velocidad. En respuesta, Alus reunió las cadenas de Night Mist y las desplegó frente a él como un escudo circular.

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Los ojos de Dante y Alus se encontraron a través de los anillos de la cadena. La grava fue un farol que le permitió acercarse a Alus. En el instante siguiente, la grava chocó contra la cadena y se hizo añicos.

Entrando en el punto ciego de Alus, Dante giró silenciosamente su mano derecha hacia Alus. Aunque no podía verlo, por reflejo Alus blandió Night Mist hacia el ataque. Pero antes de que la hoja alcanzara a Dante, el ataque se detuvo.

De repente, Night Mist se hizo más pesada. Superando de repente la fuerza de Alus, Night Mist fue succionada hacia el suelo, arrastrando el brazo de Alus con ella.

Rota la postura de Alus, Dante atacó sin piedad. Balanceó su mano derecha revestida de un poder aterrador. Sin embargo, Alus ya había soltado a Night Mist.

―Es la gravedad ―murmuró y giró sobre su pierna para patear el cuello de Dante.

La potente patada envió a Dante volando hacia un lado. Alus volvió a levantar su AWR y la agitó ligeramente.

―‹‹Lightning Slash››

Un trueno rugiente envolvió a Night Mist con una luz blanca, y el rayo que salió disparado abrasó el aire que atravesaba para perforar su objetivo. Pero, como Alus esperaba, su trayectoria se torció. Justo antes de golpear a Dante, se curvó hacia abajo y golpeó el suelo en su lugar.

Alus ya no tenía ninguna duda. La trayectoria del ataque de viento anterior también se vio forzada a cambiar. Luego estaba el espacio deformado alrededor del puño de Dante.

La capacidad de controlar la gravedad era una técnica a la que probablemente sólo se podía acceder tras dominar múltiples atributos. Alus podía, por supuesto, replicarla hasta cierto punto con magia sin atributos, pero la de Dante parecía ligeramente diferente de lo que Alus conocía.

Deformar el espacio quizás no fuera el final. No sólo había doblado el ataque de viento, sino incluso el lightning slash, que estaba relativamente libre del concepto de masa. Eso significaba que estaba interfiriendo con la fórmula mágica, reflejando los efectos de la gravedad. Equivalía a crear una nueva clasificación de magia basada en la gravedad. Normalmente, eso era algo que debía alabarse como un gran avance.

―Minerva se está adaptando bien a mí. No hay nada que puedas hacer al respecto aunque lo sepas. No importa cuánto maná tengas, Minerva puede crear una cantidad casi infinita de maná. Aunque me tomó algo de tiempo, pronto la tendré bajo completo control. Una vez que el vínculo esté completo, estaré a la par de Kurama, no tal vez hasta más poderoso ―dijo Dante.

Dante controló fácilmente su postura, aterrizó ligeramente delante de Alus y se limpió más sangre de la boca.

―Si las acrobacias con cadenas están bien, yo también puedo hacer trucos.

Dante jadeó ante las palabras de Alus. Night Mist apareció de debajo de la tierra detrás de Dante y voló hacia su espalda como una flecha. Sintiendo el peligro por detrás, Dante se apresuró a liberar una parte de su poder. Cuando Night Mist estaba a pocos centímetros de clavarse en su espalda, se produjo el fenómeno.

Una poderosa gravedad se aplicó alrededor de Dante; se extendió a la cadena e incluso a Alus. Al instante, la cadena se clavó en el suelo, y los hombros de Alus se sintieron tan pesados que fue como si hubieran colocado una roca sobre ellos.

La espada cerca de la espalda de Dante cayó y se enterró en el suelo. Alus también dobló las rodillas debido al peso abrumador. Dante hizo su movimiento y cortó el viento.

Usando su impulso, dio una patada en el pecho de Alus. El golpe hizo que Alus vomitara sangre y cayera hacia atrás. Tenía fuerza suficiente para derribar un árbol de un solo toque y le había aplastado el esternón en un instante.

Tsk… Alus rechinó los dientes. Había levantado una barrera de espacio doblado a su alrededor, pero el poder de Dante desplegado en un área tan amplia había neutralizado incluso eso. Las verdaderas habilidades de Dante lo habían tomado desprevenido.

Mientras Alus seguía en el aire, Dante saltó y blandió los puños como un martillo. Alus creó cuchillas de maná de su brazo, estirándolas hacia el suelo para detener su cuerpo por la fuerza. A pesar de estar boca abajo, pateó a Dante en la mandíbula mientras éste se acercaba.


…No fue lo suficientemente fuerte, pensó Alus.

No fue suficiente para romper la postura de Dante, y sus puños bajaron sin pausa. Alus giró y cruzó los brazos para bloquearlo, al tiempo que liberaba una enorme cantidad de maná.

El martillazo, más pesado que el de cualquier Demonio, voló hacia él. Alus logró bloquearlo de algún modo, pero a medida que se alimentaba de más y más potencia, los pies de Alus se hundían cada vez más. Las mangas de su ropa estallaron y sus brazos cayeron, incapaces de soportar el golpe.

Sin embargo, Alus no se asustó. Aunque le dolían todas las articulaciones, su expresión no vaciló ni un momento.

―‹‹Cocytus››

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