Meikyuu No Ou (NL)

Volumen 3

Interludio 6: No Eran Esferas Perfectas

El minotauro se dirigió a un pasillo oculto en el piso inferior del Laberinto de Sazardón que conducía a una pequeña sala con piedras que brillaban con una luz azul. Pisó las piedras y, cuando se giró en la dirección por la que había llegado, el pasillo ya no estaba allí.

El paisaje a su alrededor se difuminó por un momento, y él luego se encontró en un lugar totalmente diferente. Las piedras planas sobre las que se encontraba tenían la misma forma que antes, pero brillaban con una luz roja en lugar de una azul. Inmediatamente al lado había piedras del mismo tamaño y forma, pero eran de un gris apagado y no brillaban en absoluto.

Esta sala era mucho más grande que la anterior. Tenía la forma de un hemisferio distorsionado. El suelo, de color marrón rojizo, se ondulaba de forma irregular, y había orbes rojos, amarillos, azules y verdes -de todo tipo de colores-esparcidos por él.

Los orbes también eran de varios tamaños; los más grandes tenían un diámetro tan prominente como el del propio minotauro, y los más pequeños le llegaban a la cintura.

No eran esferas perfectas – la parte delantera de cada una de ellas estaba hinchada y presentaba dibujos dentados. Si un humano las viera, probablemente diría que los orbes parecían capullos de flores gigantes.

Los orbes crecían desde el suelo. El suelo, el techo y los propios orbes emitían tenues luces de varios colores.

Era un lugar extraño y repulsivo. El aire se sentía pegajoso y opresivo, como si contuviera vapores venenosos. Una sola respiración permitía que un espeso miasma invadiera el cuerpo. Una criatura sin ninguna resistencia para eso seguramente moriría al instante al entrar en esta sala.

Todo en el lugar era incómodo. La pared era del color de las vísceras, y tenía una textura viscosa que continuaba hasta alcanzar el techo. No se podía encontrar ninguna salida.

El minotauro se apartó de las piedras y dio un paso adelante. El suelo se sentía blando.

Dio otro paso hacia adelante, y entonces uno de los orbes se abrió de repente en forma de anémona y atacó al minotauro con tentáculos que se retorcían. El minotauro los cortó todos por reflejo.

Retrocedió un paso para intentar ganar espacio, y entonces un orbe algo más pequeño detrás de él también se abrió y lo atacó con sus tentáculos. El minotauro saltó y los cortó, volviendo a las piedras planas. Decidió que enfrentarse a varios orbes a la vez no sería una buena idea.

Los dos orbes retiraron sus tentáculos y volvieron a sus formas originales. La sala se quedó en silencio como si no hubiera pasado nada.

El minotauro se miró la mano izquierda, que había sido rozada por uno de los tentáculos que lo habían atacado por detrás. La parte que había sido tocada se erosionaba con un sonido chisporroteante y desprendía un olor desagradable.

Los tentáculos eran rápidos y atacaban con precisión. Ni siquiera el minotauro saldría indemne si luchara contra un gran número de ellos a la vez. Una parte de su cuerpo se estaba carcomiendo tras ser tocada por un solo tentáculo.

Los orbes eran escasos en el centro de la sala, donde estaba el minotauro, pero estaban muy amontonados cerca de las paredes.

Si el minotauro hubiera sido humano, podría haber investigado y reflexionado sobre la verdadera naturaleza de esta sala.

Pero al minotauro no se le ocurrió tal pensamiento.

Había oponentes con los que podía luchar, y estaba siendo atacado por ellos.

Así que los mataría.

Todo lo demás vino después.

Una violenta alegría brotó de lo más profundo del cuerpo del minotauro.

Su sonrisa llegó hasta sus ojos.