Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Hm, ¿cómo debo proceder…?

Mia reflexionó sobre sus opciones. Necesitaba averiguar más sobre los motivos de Echard, pero ¿cuál era la mejor manera de hacerlo? Preguntarle si odia a Sion o si está pensando en introducir veneno en una bebida en un futuro próximo probablemente no iba a funcionar. Mientras reflexionaba, la autoproclamada testaferro del equipo Tearmoon, Esmeralda, ya había empezado a hacer su primer movimiento.

“Vaya, príncipe Echard, ¿esos hongos no son de su agrado?”

Su rostro, antes pálido por el miedo, había recuperado su color. De hecho, parecía incluso más rosado que de costumbre.

¿Oh? ¿Esmeralda por fin ha vuelto a su ritmo?

Mia sintió una sensación de alivio. Esmeralda era su aliada, y había insistido con orgullo en ello a pesar de saber que este acuerdo con Sunkland era probablemente una señal de que su casa estaba haciendo una jugada por el trono. Eso fue suficiente para que Mia confiara en ella y, tras un momento de reflexión, dejara todo el asunto en sus manos. Esmeralda podía ser un poco inestable a veces, pero había que gestionar las prioridades. Esta comida, por ejemplo, no se mantendría caliente para siempre. Lo primero era comerla.

Ahora bien, a pesar de la evaluación poco halagadora de Mia, Esmeralda era en realidad bastante buena con la gente. Habiendo recibido una educación noble, podía inyectar un poco de ingenio en sus conversaciones. Aunque no estaba a la altura de Mia, también era una bailarina decente, capaz de hacer una o dos piruetas sin ponerse en evidencia. Además, tenía una herramienta más a su disposición, y era su experiencia con los hombres. Mejor dicho, con los chicos. El hecho de haber crecido rodeada de hermanos pequeños la había dotado de una habilidad inconsciente para hacerse amiga de los jóvenes con facilidad. Tenía el ojo de un maestro escultor cuando se trataba de evaluarlos, y utilizaba su habilidad con pleno efecto. En cuestión de segundos, encontró un hueco — los hongos que, discretamente, yacían intactas en el borde de su plato.

Muchos niños tienen problemas para comer hongos con sabores peculiares. Mis hermanos pequeños son iguales. Pequeños granujas quisquillosos…

En caso de que alguien se lo pregunte, si Mia hubiera sido la que se dio cuenta de esto, habría dicho: “Oh, qué desperdicio. Toma, me los comeré por ti.” Solo digo.

Partiendo de la aversión a un determinado alimento, Esmeralda procedió a establecer una relación, orientando la conversación hacia los alimentos que sí le gustaban, que luego utilizaría como trampolín para otros temas. La conversación sobre el marisco podía derivar en una cautivadora descripción de los baños en el mar. Las menciones a la carne roja podían llevar a la discusión de platos exóticos en el extranjero.

Como casa de diplomáticos, los Greenmoon comprendían perfectamente el valor de la información. Creían que ningún conocimiento podía adquirirse en vano, y que incluso las trivialidades sin sentido podían entretejerse en las conversaciones para añadir color y despertar el interés. Al sazonar su diálogo con una mezcla de temas tanto conocidos como nuevos para el oyente, se convertían en expertos comunicadores, y Esmeralda dominaba esta habilidad.

Sin embargo, su apertura no suscitó la reacción que esperaba. Echard, en respuesta a su pregunta, lanzó una rápida mirada a Sion antes de negar con la cabeza.

“No, están bien… La verdad es que no me molestan”, dijo mientras se metía uno en la boca.

Ah, qué curioso. ¿Lo había juzgado mal? Esmeralda frunció el ceño. Tal vez era de los que dejaban su favorito para el final. No, pero… Hmm…

Ella confiaba en sus ojos, y definitivamente habían visto reticencia en los de él. ¿Qué estaba pasando?

De nuevo, en caso de que alguien se lo pregunte, Mia era de las que comían primero su comida favorita. Luego, después de devorar todo lo demás en su plato, pedía otra porción. ¡En otras palabras, empezaba y terminaba con su favorita! Ese era el método Mia.

Gracias por leer este pasaje sin sentido que sólo sirvió para ilustrar sus hábitos glotones. Volvamos a la historia.

Las mejillas de Echard se ondularon. Presumiblemente, estaba masticando. Esto se prolongó durante algún tiempo antes de tragar finalmente con un esforzado trago. Esto redobló la confianza de Esmeralda en su evaluación. Definitivamente, al chico no le gustaban los hongos.

“¿Qué te gusta comer, entonces?”, le preguntó.

“No tengo preferencias. Todo lo que nuestros agricultores cultivan con el corazón y el alma — cualquier cosa que haya recibido la bendición de la tierra — debe ser y será comido.”

La indiferencia con la que dijo esto la sorprendió. La mayoría de los hijos de la nobleza se habían criado con mimo, lo que daba lugar a personalidades egocéntricas. Las formas más atroces en las que se manifestaba esto solían ser erradicadas en la adolescencia, pero el hecho de ser quisquilloso con la comida no se consideraba una cuestión demasiado problemática y a menudo se dejaba sin corregir. La respuesta de Echard era lo más alejado del egocentrismo. A ella le parecía sorprendente esta incongruente muestra de madurez. Y entrañable.

Mm hm hm… Entiendo lo que está pasando aquí. Está tratando de parecer un niño grande. Oh, qué adorable.

Su interés en el joven príncipe creció constantemente.

Mientras tanto, la opinión de Mia sobre el intercambio era…

Bueno, me alegro de que Esmeralda haya controlado sus nervios, pero ahora me preocupa un poco que se esté pareciendo demasiado a su yo habitual. Espero que no haya olvidado por qué estamos aquí. Sinceramente, no me importa que le gusten los chicos guapos y esas cosas, pero no debería dejar que eso la distraiga de cosas más importantes — Oh, lunas, esto es delicioso… Mmm… ¿En qué estaba pensando otra vez?

Ambos eran amantes de objetos dispares, pero de naturaleza parecida.