Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Vaya… Así que éste es el castillo real de Sunkland…”, susurró una asombrada Anne mientras contemplaba las imponentes murallas.

Su imponente arquitectura de piedra maciza parecía totalmente inmune a los ataques, pero no se extendía mucho. Incluso con las cortas zancadas de Mia, podía recorrerla de punta a punta en menos de diez minutos. Esto reflejaba una filosofía de pragmatismo que era casi lo contrario del Palacio de Whitemoon. Las murallas del castillo real no se construyeron para causar un impacto visual — se erigieron como una estructura militar para repeler a los invasores, y ese propósito definía todos los aspectos de su construcción. No era necesario que fueran largas. Simplemente tenían que ser lo suficientemente largas.

“Hm, sí. Ese es el Castillo Solecsudo. De hecho, es la primera vez que lo veo”, dijo Mia.

Esta era, de hecho, su primera vez — incluida su vida anterior — que pisaba Sunkland, y estaba igualmente impresionada por la vista del castillo real.

Incluso desde lejos, parece bastante majestuoso. Casi me siento orgullosa de poder verlo, y eso que no soy de Sunkland.

La actitud presuntuosa de los nobles de Sunkland empezó a tener más sentido para ella. Podía ver cómo la presencia de una estructura tan magnífica haría que la gente se sintiera orgullosa de su reino. Una vez que el orgullo estaba allí, era sólo un pequeño paso para empezar a creer que todos estarían mejor disfrutando de su gloria.

“¿Hm?” Mia arqueó una ceja hacia Anne, que seguía mirando el torreón. “¿Pasa algo?”

“Oh, no… Es sólo que… Oír que también es tu primera vez aquí me hace sentir que es una experiencia muy especial. Sólo llegar a trabajar en el Palacio de Whitemoon del poderoso Imperio Tearmoon ya es un milagro, y además estoy asistiendo a la Academia Saint-Noel… Luego me llevaste al castillo de Perujin, y ahora también a Sunkland…”

Anne sonrió, claramente conmovida por el pensamiento. Mia asintió con la cabeza. “Sí, probablemente no son el tipo de experiencias que tendría alguien que vive una vida normal.”

En la línea temporal anterior, Anne probablemente había pasado toda su vida en la capital de Tearmoon. Tal vez hubiera ido a algunos lugares, pero seguramente todos estarían dentro de las fronteras del imperio. Ahora, estaba paseando por Sunkland. Había recorrido un largo camino desde su casa. Un largo camino, se dio cuenta Mia, que la separaba de su familia.

“Oye, um, ¿Anne?”, dijo ella, repentinamente preocupada. “¿Estás… bien?”

“¿Qué quiere decir, milady?” preguntó Anne, desconcertada.

“Hace tiempo que no ves a tu familia, ¿no? Sé que te pedí que vinieras conmigo a Saint-Noel, pero no tienes que seguirme a todas partes. Te agradecería que te quedaras conmigo cuando estoy en Belluga, pero en cuanto al resto del tiempo, si tienes nostalgia, eres libre de irte—”

“No, milady. Gracias, pero eso no ocurrirá nunca.” Anne negó con firmeza con la cabeza. “Viajar con usted es un honor, milady. Siempre estoy orgullosa de estar a su lado. Además, puedo contarle a Elise todo tipo de historias cada vez que la veo, y a ella le encanta.” Sonrió. “Así que no te preocupes. Vayas donde vayas, estaré allí contigo. Siempre. Aunque me digas que no.”

“Anne…” Mia dejó escapar una risita suave y resignada. “Ah, por supuesto que sí. Porque eres Anne. Y no me gustaría que fuera de otra manera.” Miró hacia el castillo de Solecsudo. “¡Muy bien, veamos qué hay en este lugar!”

Con la cabeza bien alta, se adentró orgullosa en el castillo con Esmeralda y Tiona a cuestas. Lamentablemente, su confianza duró poco, y no terminó con un estallido sino con un gemido cuando se encontró cara a cara con el rey.

“Su Majestad, es un placer conocerlo. Soy Mia Luna Tearmoon, princesa del Imperio Tearmoon.”

Ella y sus amigas saludaron al rey en su sala de audiencias. Cada una de ellas, incluida Mia, realizó una reverencia mucho más profunda de lo habitual. Sunkland era el igual de Tearmoon, y cualquier cosa que no fuera el más alto grado de cortesía sería una falta de respeto. Sin embargo, esto no fue un problema para Mia. Estaba acostumbrada a este tipo de ocasiones y enseguida esbozó su impecable sonrisa de princesa.

“El placer es mutuo, princesa de Tearmoon. Es un largo viaje el que has hecho, y te lo agradezco.” El rey de Sunkland, Abram Sol Sunkland, sonrió.

Mia lo estudió. Parecía tener la misma edad que su padre, y tenía un fino bigote que realzaba el aura intelectual de su mirada. Su sonrisa, aunque suave a primera vista, era sutilmente intimidante, y ella sintió el impulso de revolverse incómodamente.

A-Así que éste es el rey de Sunkland… Ciertamente tiene el aura. Padre no es ni la mitad de intimidante que él…

El aire que lo rodeaba se sentía de alguna manera más puro, más majestuoso. Respirarlo hizo que la cabeza de Mia diera vueltas.

¿Quién podría culparla? Después de todo, Mia era en parte medusa. Y no una medusa cualquiera, sino una rara raza que vive en agua azucarada. Ella era una Aurelia Sirupis. La Aurelia Sirupis no podía sobrevivir en agua dulce. O en cualquier agua, ya que en realidad no existen, pero de todos modos…

¡Gah, contrólate! ¡No es momento de arrugarse!

Le devolvió la sonrisa, tratando de canalizar a la amiga con la que acababa de almorzar — la Dama Santa, Rafina. Supuso que Rafina no se dejaría amedrentar por este rey. Rafina seguiría siendo la misma de siempre. Mia hizo su mejor imitación.

“Por favor, déle mis saludos a su hijo, el Príncipe Sion. Ha sido un amigo maravilloso.”

“Lo haré. Tu sabiduría superior parece, según he notado, haber influido en él de forma positiva, así que he sentido curiosidad por tu persona. Me alegro de que la oportunidad de conocerle haya llegado tan pronto.” El rey Abram se dirigió entonces a Tiona. “Tú debes ser Tiona Rudolvon. En nombre de mi hijo, gracias por tu trabajo en el consejo estudiantil de la Academia Saint-Noel.”

“De nada, Su Majestad.” Sorprendida por la repentina mención de ella, fue lo único que pudo responder Tiona antes de inclinar la cabeza.

La mirada del rey se desplazó de nuevo, pasando por encima de Mia para posarse en Esmeralda.

“Y usted, supongo, es Lady Esmeralda Etoile Greenmoon.”

“¡S-Si!” Esmeralda casi saltó.

Mia, por el contrario, sintió que una fría compostura la invadía. Ver que su amiga era un manojo de nervios realmente calmó los suyos. Bueno, entonces… ¡Veo que soy yo la que va a tener que hacer todo el trabajo pesado aquí!

Entonces, llegó el calor. Mia empezó a ponerse en marcha. Ella iba a manejar esta situación. Esmeralda nerviosa era tan difícil de manejar como Esmeralda normal, pero eso sólo echó aceite a la creciente llama que era la motivación de Mia.