Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“E-Es un placer absoluto conocerla, S-Su Majestad.”

Los brazos de Esmeralda bajaron desde su pecho hasta sus caderas. Luego, los bajó aún más. Finalmente, los pellizcó. Con dedos temblorosos y el movimiento inconexo de una vieja marioneta desvencijada, realizó una reverencia tan nerviosa que toda su falda tembló con ella.

“S-Soy la hija mayor de la Casa Greenmoon, y m-me llamo Esmedal —”

Esto culminó con una magnífica caída en la que tanteó su propio nombre. Hubo un breve silencio, tras el cual su cabeza giró hacia Mia. Se le llenaron los ojos de lágrimas.

Oh, Esmeralda… Mia sacudió la cabeza y suspiró como una madre decepcionada. Qué manera de tropezar en el gran escenario. ¿Arruinar tu propio nombre? Increíble. Deja que le enseñe cómo se hace.

Con total aplomo, abrió la boca.

“Permítame, Su Majestad. Es una pariente mía. Una Etoiline, nacida de uno de los cuatro duques de nuestro imperio. Su nombre es Esmeralalda—”

¡Y también se ha confundido!

“¡—Etoile Greenmoon!”

Pero por pura desfachatez, se abrió paso hasta el final de la frase y sonrió como si no hubiera pasado nada. Era, francamente, impresionante. Mia, después de todo, no era una gallina de los huevos de oro cuando se trataba de estropear sus líneas. Era una chapucera experimentada, un viejo pájaro nervudo que había visto algunos excrementos. Un simple error de lengua no la haría tambalear.

“En nombre de mi amiga, me gustaría disculparme por su comportamiento. Todavía está conmocionada por esta repentina noticia de una propuesta de matrimonio, y debo pedirle su comprensión.”

El rey se rió. “Estén tranquilos. Estamos reunidos hoy para un evento privado.” Señaló con la cabeza a Esmeralda. “No hay necesidad de excesiva corrección, Lady Esmeralda. Esta es una simple reunión para conocernos. Le pido que se relaje y disfrute de una buena comida.”

El rey Abram sonrió con franqueza, y el aura agresivamente justiciera que le rodeaba disminuyó. Mia respiró profundamente casi por reflejo. Era como si hubiera quitado un trozo de la gruesa cáscara que era su persona real para revelar un atisbo del humano que llevaba dentro.

Vaya, no creía que tuviera la capacidad de sonreír así. Al ver que tenía un lado menos intimidante, Mia sintió que se disolvía parte de la tensión de sus músculos.

No se podía decir lo mismo de Esmeralda. “C-Como usted ordene, Su Majestad. H-Haré exactamente eso.”

Estaba tan nerviosa como siempre, tanto que estaba incomodando a Mia.

Lunas, Esmeralda. ¿Cómo eres tan cobarde? ¡Vamos! ¡Muestra un poco de valor!

El rey Abram se rió. “En cualquier caso, sigamos con la comida. Podemos hablar mientras cenamos.”

Con una mirada, hizo una señal al mayordomo de mediana edad que estaba a su lado, quien rápidamente se adelantó e hizo un gesto para que las chicas lo siguieran. “Por aquí, por favor.”

Pasaron de la sala de audiencias a una habitación cercana. Era de tamaño moderado — aproximadamente la mitad de un aula de Saint-Noel — y en ella cabían como mucho una docena de personas. La mesa en el centro de la sala era, curiosamente, redonda. Durante las cenas formales, era costumbre sentarse de acuerdo con la posición social de cada uno. Una mesa redonda hacía imposible tal distinción. Justo cuando el grupo se detuvo, sin saber dónde sentarse, una nueva voz los saludó.

“Bienvenidos todos.”

Era suave y serena como el sol de otoño. La voz pertenecía a una mujer regordeta y sonriente, con el pelo canoso, cuyos pliegues faciales sugerían que a menudo llevaba su expresión amable. Calmada aún más, Mia sintió que los últimos restos de su tensión se desvanecían.

“Hola. Es un placer conocerte. Soy Mia Luna Tearmoon, princesa del Imperio Tearmoon.”

A continuación, Esmeralda y Tiona saludaron cada una a la dama, que las escuchó y sonrió a su vez antes de presentarse como la reina consorte.

“Gracias a todos por cuidar tan bien de Sion”, dijo, con la voz ahora impregnada de la calidez de la primavera.

El rey Abram entró entonces con Sion y su hermano. El príncipe más joven tenía el mismo cabello plateado, pulcramente recortado y bellamente brillante. Una larga empalizada de trenzas caía sobre sus ojos, que asomaban entre las hebras con tímida cautela.

“Creo que todos los presentes conocen a Sion lo suficiente”, dijo el rey mientras miraba a Echard. “Vamos, entonces. Ve y preséntate.”

El joven hizo lo que se le pedía, adelantándose con una elegante reverencia. “Hola. Me llamo Echard Sol Sunkland.”

Luego se inquietó un poco antes de esbozar una sonrisa entrañable. Casi conquistó a Mia en ese momento.

Vaya, es tan guapo… ¡Espera, no! Se detuvo en el último momento. Él es quien está detrás del asesinato de Sion. No puedo bajar la guardia.

Forzando la cautela en su mirada, lo estudió. Miró su adorable corte de pelo, luego sus adorables ojos, luego la adorable inclinación de su cabeza…

¡No! Era demasiado lindo para ser cauteloso.

Ahora que lo pienso, es imposible que un niño tan guapo como él esté tramando un asesinato. Lo más probable es que esté siendo manipulado por esa persona de Lampron…

“Ah, por cierto, princesa Mia”, dijo el rey. “Me enteré por el conde Lampron de que te gusta la cocina de los hongos, así que hoy he mandado preparar una. Es sólo un plato, pero espero que sea de su agrado.”

“¡Así es! Vaya, apenas puedo esperar.”

¿Sabe qué? El Conde Lampron parece un buen tipo. Probablemente no tenga nada que ver con el incidente. ¡Sería un terrible perjuicio pensar en él como culpable!

Mia tuvo un cambio de opinión inmediato. Cambió su corazón con tanta frecuencia que debería considerar una carrera en cirugía cardíaca, honestamente.