Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Hmm… Por cierto, señorita Rafina, ¿le importaría que le pidiera su opinión sobre el asunto?” preguntó Mia mientras se le ocurría una pregunta. “¿Está usted de acuerdo con la opinión del Conde Lampron? ¿Que los nobles corruptos deben ser eliminados, por la fuerza si es necesario?”

Rafina ladeó la cabeza, pensativa. Abrió la boca para responder, pero luego reconsideró y desvió la mirada. Tras un breve silencio, finalmente habló. “Lo hice… una vez.” Después de otra pausa, añadió: “Y todavía lo hago a veces, si soy sincera.”

¡¿E-En serio?!

Las manos de Mia se dirigieron a su cabeza para asegurarse de que seguía allí.

En su mayor parte, Mia consideraba a Rafina como una amiga. De hecho, esto era algo bastante reciente; le costó bastante tiempo superar su trauma del pasado. Disfrutaba bastante de no tener que preocuparse constantemente de ser denunciada y guillotinada. Ese alivio resultó ser lamentablemente efímero.

Oh, lunas… La ira de la señorita Rafina sigue siendo muy incurable. Será mejor que me asegure de no oprimir accidentalmente a nadie… El más mínimo paso en falso podría ser el último…

Los amigos se perdonan, pero hay límites a dicho perdón. Una o dos bromas pueden ser reídas, pero ¿romper algo precioso de ellos? ¿Arruinar un pastel que iban a comer? Sí, algunos actos simplemente cruzan la línea.

En el caso de Rafina, su furia se desencadenaba por actos de egoísmo o tiranía de la nobleza. La indolencia también tendía a encenderla. Este aspecto de su carácter era algo que Mia ya había descubierto. Además, Mia sabía que había momentos en los que podía ser un poco egoísta. También mandona, y eso era como una tiranía light. En cuanto a la indolencia… Tal vez un poquito de eso también. En consecuencia, la admisión de Rafina había hecho que se le erizaran los pelos de la nuca. Sin embargo…

“Pero… Desde que nos hicimos amigas, Mia, he notado que yo misma he cambiado. Tú también, Tiona. Después de conocerte, he empezado a ver las cosas bajo una nueva luz.”

“…¿Eh?” dijo Tiona con un sobresalto. No esperaba que la conversación girara de repente hacia ella.

“Durante la elección del consejo estudiantil, escuché que perdonaste a las personas que te habían acosado. No sólo los perdonaste, sino que trabajaste con ellos del brazo para apoyar a Mia.”

“Oh, ahora que lo mencionas, supongo que eso sí ocurrió…” Mia murmuró, recordando los sucesos de aquel día en el aula.

Había planeado hacer algunas cosas furtivas entre bastidores para vencer a Rafina en la elección, pero en retrospectiva, me alegro de no haberlo hecho. Un paso en falso podría haber arruinado permanentemente la impresión que la señorita Rafina tenía de mí.

La idea la hizo estremecerse.

Lunas… No tenía ni idea entonces, pero estaba jugando con fuego.

Rafina le sonrió suavemente y continuó. “Fue entonces cuando finalmente comprendí… Recuerdo que pensé: ‘Oh, así que este es el mundo por el que está trabajando. Esto… es lo que siempre había estado al final de su mirada distante.’”

Mia arqueó una ceja. No tenía ni idea de hacia qué mundo estaba trabajando, ni de lo que había al final de su mirada.

Rafina, con los ojos entrecerrados por la nostalgia, no se dio cuenta de la reacción. “¿Recuerdas que el día de la ceremonia de bienvenida a los nuevos alumnos hubo aquel incidente durante la fiesta del baile, y que después viniste a pedirme perdón?”

“Por supuesto. Lo recuerdo como si fuera ayer”, contestó Mia, asintiendo enérgicamente con la cabeza para ocultar que sí lo recordaba como si fuera ayer — el trabajo de clase de ayer, para ser exactos, que a menudo le costaba recordar.

“Cuando apareciste, me impresionó, pero para ser sincera, me decepcionó igualmente. Pensé que estabas siendo demasiado suave con ellos.” Rafina negó con la cabeza. “Pero ya no. Mirando hacia atrás, ahora veo que lo que hiciste era algo que pondría a prueba mi tolerancia, pero que, de tener éxito, permitiría un futuro mucho más próspero…”

Ese perdón había dado lugar a muchas cosas. Si hubiera expulsado a los alborotadores de Saint-Noel entonces, ninguno de los acontecimientos siguientes habría ocurrido. En cambio, los expulsados habrían guardado un rencor duradero, y el bando de Mia no habría ganado tanto apoyo como en las elecciones.

“Fue como si me hicieras una declaración con tus acciones, Mia. Y… me hizo pensar. Todavía lo hace.”

“¿Sobre qué?”

“Sobre nuestros oponentes esta vez, y si descartarlos como causas perdidas es realmente lo correcto… Tal vez sería mejor tratar de persuadirlos para que cambien sus costumbres para mejor…”

Mia apenas podía creer las palabras que salían de la boca de Rafina. Sin embargo, eran buenas palabras, y definitivamente quería escuchar más.

¡Sí! ¡Sí, eso es! ¡Esa es la actitud correcta, señorita Rafina!

Tuvo que contenerse para no bombear su puño de emoción.

Si Rafina realmente estaba considerando ese enfoque, sería una señal de un cambio fundamental en su forma de pensar. Una Rafina más indulgente significaba que un solo paso en falso no pondría inmediatamente a Mia en juicio, o peor, su cabeza en la guillotina.

Después de todo, no soy perfecta. Ocurre muy raramente, pero a veces cometo los más pequeños errores. Así que es muy útil para la señorita Rafina pensar en cosas como esta.

Al ver que su relación con Rafina era más segura de lo que pensaba, Mia decidió inmediatamente ser menos estricta consigo misma. Ella era, como ves, siempre vigilante. Su vigilancia sólo estaba al servicio de la holgazanería.

“Además, y esto es sólo una corazonada”, añadió Rafina, “sospecho que ser demasiado duro con la gente crea aperturas para que las Serpientes las exploten…”

“Las Serpientes del Caos, ¿eh…?”

Mia pensó en el futuro que había escuchado de Bel. En él, Rafina se había convertido en Emperatriz Obispa y había sometido al mundo a un reino de terror. Había abogado por la erradicación completa de todos los enemigos, y su insistencia en el enfoque extremo había rozado la obsesión. Su ira desenfrenada, aunque eficaz contra las Serpientes, también conllevaba el riesgo de ser explotada por ellas a cambio. Mientras tanto, los cadáveres seguían acumulándose.

Por muy visceral que fuera, Mia sintió que la corazonada de Rafina era cierta.

“Oh, qué pena. Y yo que iba a… Pero veo que ya estás muy ocupada”, dijo Rafina con un suspiro de decepción.

“¿Eh? ¿Qué ibas a hacer si no estuviera ocupada?”

“Bueno, verás, el baile no es la única razón por la que he venido a Sunkland. Hace unos días, escuché algunas… noticias preocupantes sobre el Reino Ecuestre por parte de Malong, y estoy aquí para discutirlo con el rey.”

“Vaya, el Reino Ecuestre…”

“Para ser completamente honesto, realmente esperaba que pudieras echarme una mano, pero supongo que no hay nada que hacer. Después de todo, ya tienes mucho en tu plato.”

Hmm, soy yo, o…

La nariz de Mia captó dos olores. El primero era el del peligro; toda la situación apestaba a él. Rafina había hecho personalmente el viaje a Sunkland. Eso ya decía mucho de la gravedad de su preocupación. Fuera cual fuera el asunto, eran malas noticias.

Como si el asesinato de Sion y la propuesta de matrimonio de Esmeralda no fueran suficientemente problemáticos. No estaba dispuesta a apuntarse a otro dolor de cabeza. En general, Mia prefería mantenerse lo más alejada posible de los problemas.

¿Es algo que debería evitar tocar a toda costa…? Sí, definitivamente no es momento para la curiosidad. Como dicen, la curiosidad mató a la princesa.

No tardó en llegar a la conclusión de que no involucrarse era la mejor opción.

Todos sabemos que acabaría involucrándose de todos modos — de lo contrario no sería Mia. Pero déjala tener esto por ahora.

En cuanto al segundo olor…

“Parece que nuestra comida está en camino, así que ¿qué tal si cenamos primero y hablamos más tarde?”

Era el de la comida. Cuando una olla de barro fue colocada en la mesa ante ella, dejó escapar un grito de alegría.

“¡Vaya! ¡Esta debe ser la olla de matsutake al vapor! Aaaah… Qué aroma tan sublime…”

Y así, después de disfrutar de una riquísima comida de platos recomendados por Rafina, Mia regresó a la residencia del Conde Lampron, satisfecha tanto en espíritu como en tripas.

¿Qué fue eso? ¿Qué pasa con la inminente boda de Esmeralda, se pregunta? ¿Y la verdad detrás del inminente asesinato de Sion?

Bueno, digamos que la expresión “cenar primero y hablar más tarde” puso más énfasis en lo primero.