Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Una vez concluida la muestra pública de afecto de Mia y Abel, la conversación volvió a un tono más serio.

“Por cierto, Mia, ¿qué fue eso de una propuesta de matrimonio? ¿Y tiene que ver con nuestros amigos?”, preguntó Rafina, señalando a Tiona y Liora.

“En realidad, sí”, respondió Mia antes de mirar a su alrededor con recelo.

Rafina captó la indirecta y sonrió. “No pasa nada. La dueña de este establecimiento es una persona de confianza y de labios muy apretados. Aquí podemos hablar libremente.”

Dicho propietario entró justo a tiempo para captar su cumplido. Se rió cohibido y colocó unos cuantos platos de comida sobre la mesa.

“Me siento profundamente honrado por sus palabras, Lady Rafina. Me aseguré de tener todo el lugar reservado de antemano para usted, así que no hay nadie más aquí hoy. Una vez que termine de servir toda la comida, también me retiraré a la sala de atrás para que pueda disfrutar de total privacidad”, dijo, claramente acostumbrado a sus exigencias.

Rafina se inclinó hacia Mia y le susurró al oído.

“Sabes, en realidad es un espía de Belluga.”

“¿Qué?”

Mia casi se atragantó con su saliva. La última vez que lo comprobó, el objetivo de los espías era mantener su identidad en secreto. Claro, eran aliados en la lucha contra las Serpientes del Caos, pero la diplomacia y la recopilación de información entre naciones existían en un nivel completamente diferente. Podían ser amigos, pero eso no significaba que estuviera bien divulgar esa información a discreción. Preocupada por si se trataba de un grave error de espionaje, Mia estaba a punto de cuestionar la idoneidad de la afirmación cuando se dio cuenta de la expresión de la cara de Rafina — la sonrisa de una broma exitosa.

“Pero su trabajo no tiene que ver con otras naciones”, explicó. “Es un espía especial, porque forma parte de nuestra guerra de inteligencia contra las Serpientes.”

Mia asintió. Las Serpientes del Caos eran, en efecto, un grupo escurridizo. Tenía sentido que cada nación desplegara agentes encubiertos para descubrirlos.

“Ah, entiendo. En ese caso…”

Decidió confiarles los detalles. Al principio, no estaba muy segura de cómo abordar el tema, pero una vez que empezó a hablar, las palabras surgieron rápida y naturalmente. Al fin y al cabo, con toda su complejidad, se trataba fundamentalmente de una relación. Al ser una chica, a Mia le gustaban mucho las historias de relaciones — tanto escucharlas como contarlas. Le gustaban mucho más que las historias de fantasmas, al menos. Con el tono de una erudita, describió cómo se estaba discutiendo una propuesta de matrimonio entre Esmeralda y el segundo príncipe de Sunkland, cómo el conde Lampron había iniciado las conversaciones, y cómo todo estaba relacionado con la facción antiemperatriz de Tearmoon.

Era, por supuesto, un noventa y nueve por ciento de regurgitación; sólo repetía como un loro lo que había dicho Ludwig. A su favor, no mencionó que Echard estuviera tramando el asesinato de Sion. Esa era una información peligrosa, y tenía que ser muy cuidadosa con su divulgación.

“Así que, para saber si estoy entendiendo bien, lo que estás diciendo es que hay una facción en Tearmoon que se te opone, y que está tratando de confabularse con la facción anti-Sion en Sunkland”, dijo Rafina.

Su resumen sucinto era realmente una hazaña impresionante. Mia era un loro un poco incompetente, y había omitido muchos detalles cruciales. Sin embargo, Rafina había conseguido unir los puntos y comprender todo el panorama.

“Sí, sí, eso es correcto”, respondió Mia. “Por cierto, señorita Rafina… ¿sabría usted por casualidad qué clase de persona es este Conde Lampron?”

“Hm… Déjeme pensar…” Rafina frunció los labios. “Diría que me da la impresión de un típico noble de Sunkland a la antigua. Seguro que sabes que la realeza de Sunkland valora la justicia y la equidad.”

“Pues sí. Lo he experimentado de primera mano, de hecho.” De primera mano, para ser exactos. Esas palabras siempre evocan para ella el olor a madera mohosa y a hierro oxidado.

“Esa actitud no es exclusiva de Sunkland. La Iglesia Ortodoxa Central también promueve los mismos valores.”

La Iglesia consideraba a los nobles como aquellos a los que Dios había concedido el poder de gobernar. Los reyes, a su vez, eran los que dirigían a esos nobles y aseguraban la paz y el orden en sus tierras. Para ello, se les concedía un poder aún mayor para gobernar. Todo ello, en última instancia, con el fin de que las personas que se encontraban bajo su protección pudieran llevar una vida segura y próspera. Tanto si se trata de la nobleza como de la realeza, mientras se les conceda el poder, tienen el deber de ejercerlo con justicia y equidad para combatir el mal. Estas máximas estaban, de hecho, presentes en las sagradas escrituras de la Iglesia, y eran la base con la que la aristocracia reclamaba autoridad sobre sus dominios y su pueblo.

“Desgraciadamente”, explicó Rafina, “la interpretación de esos valores se retuerce a veces por interés personal. Hay nobles que afirman que son libres de gobernar a su antojo, ya que Dios les concedió el poder de gobernar, e incluso llegan a oprimir a su propio pueblo. La realeza no es una excepción. Ciertamente hay reyes crueles que cometen atrocidades. Todas ellas deben ser rectificadas. Pero eso no es todo. A veces, el motivo puede ser puro, pero faltan las habilidades. Los gobernantes que no poseen la competencia para gobernar correctamente sus tierras también deben ser castigados como corresponde.”

Los reyes y las reinas, los duques y las duquesas — eran todos iguales a los ojos del señor, pues se les había encomendado la tarea de mantener la paz y el orden entre las tierras. Mientras su autoridad se originara en las escrituras, el incumplimiento de sus principios requería sanciones, que serían aplicadas por otras soberanías bajo el paraguas de la Iglesia.

“Y en el caso de Sunkland”, continuó Rafina, “han creído durante mucho tiempo que las familias reales de todas las demás naciones son corruptas, por lo que subyugarlas — ya sea por la diplomacia o por la fuerza — es en realidad hacer un servicio a su pueblo, ya que los pone bajo el justo gobierno del Rey de Sunkland. Es una actitud bastante generalizada aquí. Pregúntale a cualquiera; es muy probable que te diga que el camino más corto hacia el buen gobierno es ser gobernado por un rey justo.”

Esta actitud fue llevada a un terreno más extremo por los Cuervos Blancos.

“De vez en cuando, esta lógica se ha utilizado para justificar las invasiones de otras naciones, y el Conde Lampron ciertamente la ha empleado antes, pero nunca lo he asociado con la ambición hegemónica. Siempre ha parecido el tipo de persona que se toma las creencias de Sunkland al pie de la letra. Creo que honestamente cree que está trabajando por la justicia y el bien mayor.”

“Ah. Eso es… inconveniente.”

Se podía razonar con un hegemonista ambicioso, ya que todavía había espacio para el compromiso. Un creyente era diferente, ya que eso hacía que la cuestión pasara de ser una cuestión de intereses a una de moral, lo que hacía que la persuasión fuera difícil, si no imposible.

“El príncipe Sion probablemente se desilusionó con los métodos de Sunkland durante el incidente de Remno”, dijo Rafina. “Eso le ha hecho ser más cauteloso con las intervenciones extranjeras, pero no me imagino al Conde Lampron de acuerdo con ese enfoque.”

Hmm… Así que, básicamente, Sion se está interponiendo en su camino. ¿Tal vez hay alguien más detrás del Príncipe Echard, y es el Conde Lampron? ¿O es que el príncipe Echard está movido puramente por su propia ambición? Mia se cruzó de brazos pensativa. Basándose en las descripciones de Sion y de la señorita Rafina, el conde Lampron no parece el tipo de persona que asesinaría a la realeza. No me sorprendería que tuviera algo que ver con la intromisión política, pero no con el asesinato.

Ella percibió un tufillo de obstinación en el tipo. El tipo de obstinación que frecuentemente iba de la mano con la incompetencia.

Y, quiero decir, siempre es posible que esté siendo manipulado por las Serpientes. Hm…

Ahora, es el momento de revelar una verdad muy aterradora. De hecho, a estas alturas, la persona que había llevado a cabo la investigación más exhaustiva y poseía el conocimiento más amplio del próximo asesinato de Sion era, lo creas o no, Mia.

¡Mia estaba por delante de la manada! Deja que eso se hunda un poco.

Luego, cuando se te pase el impacto inicial de esa afirmación, probablemente te darás cuenta de que literalmente nadie más, excepto los culpables, sabía que se estaba planeando un asesinato, y la hazaña parecerá mucho menos impresionante. En cualquier caso, fue un caso en el que Mia obtuvo una superioridad informativa sobre todos los demás actores, y eso es algo que vale la pena mencionar.

Además, es una suerte que la conciencia de esta precaria situación nunca le llegue a Sion o, Dios no lo quiera, a Keithwood. El primero estaría aterrorizado, mientras que el segundo podría desmayarse en el acto.