Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“¡E-Es el Príncipe Echard! ¡Se supone que debo casarme con el Príncipe Echard!”

“…¿Eh?”

Mia se quedó boquiabierta por la admisión.

¿C-Cómo? ¡¿Qué demonios está pasando?!

Antes de que pudiera ordenar sus pensamientos, Ludwig intervino sin ayuda con: “Mis más sinceras disculpas, Su Alteza. Debería haberlo visto venir. Es un terrible fallo por mi parte.” Incluso bajó la cabeza, como si hubiera cometido un grave pecado. Esto sólo hizo que las cosas fueran más confusas, y a Mia le invadió el deseo de gritar su frustración en voz alta. Milagrosamente, no lo hizo. Al borde del cuadrilátero, se las ingenió para bracear y permanecer en el combate.

¡Espera, no tan rápido! pensó, endureciendo su lengua contra la tentación. Si digo algo incorrecto, podría hacer que Ludwig entrara en una espiral negativa y quedara inservible.

Un momento de reflexión… Luego otro… Y otro. Pasaron muchos momentos, pero no pudo averiguar qué había hecho mal Ludwig. Así que decidió confesar.

“¿Un fallo? No estoy seguro de entender lo que quieres decir, pero…”

En caso de duda, pregunta. Al fin y al cabo, las “suposiciones” hacen que Mia y los juegos de palabras se vuelvan locos. Y a Mia no le importaban los juegos de palabras, no quería ser una chiflada, así que no pretendía saber lo que estaba pasando. Eso era especialmente peligroso delante de Ludwig.

Para su sorpresa, él no respondió inmediatamente. En cambio, cerró los ojos, como si tratara de contener alguna emoción intensa, y mantuvo la cabeza inclinada.

L-Lunas… ¡Tienes que decirme qué hiciste mal, o no lo sabré! Uf, ya tengo bastante con Esmeralda, el matrimonio y el asesinato. ¡No necesito más misterios!

Una vez más, luchó contra su monólogo interior para dar una respuesta más equilibrada. En cuanto a los anillos, puso un pie en el suelo y recuperó el equilibrio.

“Cuento contigo, Ludwig, así que sigue así.”

No tenía sentido llorar sobre la leche derramada. Ella no sabía qué leche había derramado, pero no valía la pena que él se golpeara por ello. Ella necesitaba que él estuviera alerta y fuera funcional. Así que se lo dijo.

Luego, se dirigió a Esmeralda. “Ahora bien, ¿podrías explicarme qué pasó? ¿Esta vez, despacio?”

“P-Por supuesto. De acuerdo.” Esmeralda asintió. “Así que, esta mañana, recibí un mensaje del Conde Lampron pidiéndome que fuera a verlo.”

“Ah, sí, lo recuerdo.”

Tenía sentido que el conde quisiera hablar con ella. Mia aún podía recordar la expresión de su rostro cuando había llegado a su residencia con los guardias de Sion y le había dicho quién era. Parecía que iba a desmayarse en el acto. En ese momento, los instintos detectivescos de Mia se dispararon.

“Ajá, ya sé lo que está pasando aquí”, murmuró para sí misma. “Está tramando algo que involucra a Esmeralda, y no quiere que yo lo sepa…”

Teniendo en cuenta que la reacción media ante la aparición de la princesa de Tearmoon sin previo aviso en la puerta de uno era más o menos algo parecido a un desmayo, la fiabilidad de sus instintos detectivescos era quizás discutible.

“Decía que quería discutir conmigo algunos asuntos sobre la propuesta de matrimonio. Así que fui a rechazarlo en persona. Le dije a la cara que si quería que me casara en Sunkland, mejor que me trajera al menos un príncipe. Y cuando dije eso…”

Aparentemente, el Conde Lampron había sonreído ante su respuesta.

“Pero por supuesto”, había dicho, asintiendo. “Tienes toda la razón. Un simple noble no sería un buen partido para la hija de uno de los cuatro duques de Tearmoon. El matrimonio que propongo es entre usted y Su Alteza el Príncipe Echard. Ya he recibido la aprobación tanto de Su Majestad como del propio príncipe.”

Esmeralda se esforzó por imitar la cara de suficiencia que había puesto entonces.

“Nunca esperé que me trajeran realmente un príncipe”, murmuró, poniendo las mejillas rojas e inquietas.

Estaba claro que la idea de casarse con un príncipe ejercía sobre ella la misma influencia de los cuentos que sobre la mayoría de las chicas. Ahora que el material de los cuentos de hadas se estaba convirtiendo en una realidad potencial, estaba perdiendo la calma. Fuera la hermana mayor, dentro la doncella asombrada.

“Entiendo… Si Sion se convierte en rey, eso convertiría a Echard en algo parecido a un archiduque. En ese sentido, supongo que realmente se le promete un título superior al de Duque.”

No sólo eso, si algo le ocurriera a Sion, su potencial marido podría perfectamente convertirse en rey.

Teniendo en cuenta los eventos de las Crónicas de la Princesa… ¿Significa esto que Echard lo hizo a propósito? ¿Destruyó a Sion para hacerse rey? Tal vez ese sea el motivo… ¿O tal vez Echard realmente no quiere casarse con Esmeralda, y esta es una forma muy drástica de protestar?

Para alivio de Echard, esta representación tan poco halagadora de su carácter fue pronto descartada.

No, no puede ser. Al fin y al cabo, Esmeralda es mi pariente y tiene un aspecto que lo demuestra. Es una joven atractiva. Siempre y cuando mantenga su boca cerrada — y su ego bajo control. Pero no hay manera de que sepa eso de antemano…

“Um… ¿Señorita Mia?”

“¿Eh?”

Mia salió de sus pensamientos para encontrarse con una Esmeralda tan mansa que parecía ser la más joven.

“¿Qué… Qué crees que debo hacer?”

Había desaparecido su habitual confianza.

“Hm… Bueno, si no quieres casarte, entonces digo que deberías decirles que no.”

“Eso puede resultar difícil”, dijo Ludwig, interrumpiendo su conversación con un sombrío movimiento de cabeza. “¿Puedo preguntar cuál es la postura de Su Majestad Imperial respecto a este asunto?”

“¿Eh?” Mia se había mantenido dentro del borde del anillo, pero ahora, ¡una flecha perdida salió volando!