Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Después de llegar a la residencia del Conde Lampron, Mia finalmente tuvo algo de tiempo para sí misma. Por fin podía leer las Crónicas de la Princesa en paz.

“No es que sea culpa de Esmeralda, pero tenerla cerca definitivamente hace que sea difícil leer esto correctamente…”

Rápidamente se dirigió al pasaje sobre la muerte de Sion, sus ojos escudriñaron las líneas una por una. Como era de esperar, los detalles habían cambiado.

“Hm… Bueno, eso no es sorprendente”, murmuró al final del primer párrafo. “La cuestión es cómo cambio.”

Había evitado con éxito que Sion se viera arrastrado a una batalla con los bandidos. ¿Había resuelto eso el problema para siempre? ¿O Sion tendría un destino diferente? Respiró profundamente y siguió leyendo.

Pronto aparecieron las temidas palabras. El nuevo destino de Sion, según las Crónicas, era el asesinato por veneno.

“Eso sugiere que el incidente original de los bandidos fue probablemente un golpe dirigido a él. Quiero decir, supongo que todavía es posible que sea una completa coincidencia, pero… Ugh, ¿qué está pasando aquí…?”

Su murmullo se detuvo cuando se encontró con una frase crítica. ¡Para su alegría, esta vez el libro revelaba el nombre del culpable!

“¡Sí! ¡Oh, esto es maravilloso! ¡El problema está casi resuelto!”

Después de un momento de euforia, las implicaciones de la revelación la golpearon, y se hundió de nuevo en el pensamiento, porque el nombre del individuo culpable era… Echard Sol Sunkland, lo que significa…

“El segundo príncipe de Sunkland, Echard… Es el hermano menor de Sion. ¿Por qué iba a ser él de entre toda la gente…?”

No tenía ningún sentido. Cuanto más pensaba en ello, más le dolía la cabeza. En general, Mia se había esforzado por conocer a todas las personas importantes de las naciones cercanas que eran políticamente significativas para Tearmoon, desde las familias reales hasta los pares. Echard, sin embargo, era una persona a la que sólo conocía de nombre. Las razones que pudiera tener para asesinar a su hermano estaban completamente fuera de su alcance.

“Esto… se ha complicado mucho más. Estaría bien si el culpable fuera un noble cualquiera, pero el segundo príncipe de Sunkland…”

Hasta hace unos momentos, Mia había estado operando bajo la suposición de que, en caso de necesidad, siempre tenía su último recurso — hacer que Dion se enfrentara al delincuente. No quería hacerlo, pero era profundamente reconfortante saber que la opción estaba disponible. Pero ya no lo era…

“Quiero decir, nunca tuve la intención de recurrir a ese tipo de violencia, así que supongo que no es tan malo… Sin embargo, hay un resquicio de esperanza. El día del asesinato es el día en que Esmeralda se dirige al castillo real para el baile. Todavía puedo tratar de evitarlo estando allí en persona y jugando de oído. Estará cerca pero no será imposible. Pero estará muy, muy cerca… Hnnngh…”

Se cruzó de brazos y pensó tanto que los vapores saldrían de su cabeza si la habitación estuviera lo suficientemente fría. Después de un período de intenso trabajo cerebral, cayó de bruces sobre la cama.

“¡No! ¡No, no, no! ¡Ni una sola idea! ¿Qué debo hacer? Oh, lunas, me gustaría tener algunos dulces ahora mismo. ¡Eso es! ¡Cierto, no puedo pensar sin dulces!”

Buscando combustible para el pensamiento, salió de su habitación. Casualmente, algo mucho mejor que el combustible caminaba por el pasillo hacia ella — un motor de pensamiento.

“Oh, ¿En qué estaba pensando? Esto es exactamente por lo que traje a Ludwig conmigo.”

Enseguida hizo lo que mejor sabía hacer — delegar al por mayor. Después de todo, había venido preparada. Tenía a Ludwig como cerebro, a Dion como músculo y a Citrina como veneno. Sería un desperdicio no utilizar sus amplios recursos. Sin más preámbulos, llamó a Ludwig a su habitación.

“¿Dices que el príncipe Echard?”, preguntó Ludwig desconcertado.

Apenas había entrado en la habitación cuando Mia le hizo la pregunta.

“Sí, el príncipe Echard. El hermano menor de Sion. ¿Has oído algún rumor sobre él?”

Ludwig se cruzó de brazos pensativo. Tras un rato de silencio, sacudió la cabeza. “Mis disculpas. No sé de nada en particular que merezca ser mencionado. Si es necesario, ciertamente puedo investigar el asunto…”

“Hmm… En ese caso, por favor, hazlo.”

Desgraciadamente, no les daría tiempo a hacerlo, pues ni siquiera un segundo después de que ella hiciera su petición…

“¡Señorita Mia! ¡Oh, señorita Mia!”

…La puerta se abrió de golpe, y una nerviosa Esmeralda entró de golpe.

“Lunas, ¿qué te pasa, Esmeralda? Parece que has visto un fantasma.”

“¡U-Un fantasma sería más fácil de creer!”, dijo ella, tartamudeando. “Vi a la persona con la que se supone que me voy a casar, y es… es…”

Mia esperó un segundo y, al ver que no parecían salir palabras de la boca abierta de Esmeralda, suspiró y la incitó.

“¿Y bien? Te escucho. ¿Quién es?”

“Es… Es… Ooooh…”

“Dulces lunas, cálmate. Eres Esmeralda Greenmoon, por el amor de Dios. La hija de un Duque. Nada en el mundo debería hacerte perder la cabeza así.”

“¡E-Es el Príncipe Echard! ¡Se supone que debo casarme con el Príncipe Echard!”

“…¿Eh?”

Mia la miró fijamente, sus bocas ahora igualmente abiertas. Era una expresión bastante indigna para mostrar delante de Ludwig, pero la sorpresa triunfaba sobre el decoro. Sin embargo, si hubiera tenido la mente para mirar, se habría dado cuenta de que había tres bocas abiertas en la habitación.

Ludwig también se tambaleó por la noticia; ni siquiera se dio cuenta de la sorpresa de Mia. Sólo ahora todas las piezas de su mente cayeron en su sitio, y lo hicieron con el peso de una roca. Por fin comprendió lo que Mia había estado tratando de hacer todo este tiempo.

Esmeralda Greenmoon, hija de uno de los Cuatro Duques de Tearmoon, iba a casarse con Echard Sol Sunkland, el segundo príncipe de su reino. El que mediaba en el acuerdo era el Conde Lampron, conocido por sus creencias tradicionalmente conservadoras… Si el matrimonio se realizara, ¿cómo cambiaría el mapa del poder político?

Se crearía un eje de poder opuesto a la alianza entre Su Alteza y el Príncipe Sion, liderado por la Casa de Greenmoon y el Príncipe Echard.

Lo que ya se había convertido en un frente unificado con Mia y las Cuatro Casas tendría a los Greenmoon arrancados de su esfera. La casa separada se convertiría entonces en un punto alrededor del cual los actores anti-emperatriz podrían reunirse. Peor aún, el Duque Greenmoon tenía un heredero varón. Si Mia fracasara en la puja imperial, él estaría en línea para el trono. Luego vinieron las implicaciones en Sunkland. Sion y su cauteloso enfoque hacia el expansionismo se encontraría con un nuevo y poderoso enemigo en la forma de una coalición conservadora que se formaría alrededor de su hermano.

No es de extrañar que Su Alteza me pidiera que investigara al Príncipe Echard… ¡Ahora todo tiene sentido!

Ludwig se mordió el labio. Su revelación, aunque crucial, llegaba tarde.

Si hubiera pensado un poco más en ello… Si hubiera echado otro vistazo al mapa de poder de Sunkland y al estado interno… El momento, los actores — la retrospectiva lo hace tan obvio. ¿Por qué si no surgirían conversaciones de matrimonio entre un Etoiline y un noble de Sunkland ahora de todos los momentos?

Mortificado por su propio descuido, Ludwig bajó la cabeza. “Mis más profundas disculpas, Su Alteza. Debería haber visto esto venir. Es un terrible fracaso por mi parte.”

“¿Un fracaso? No sé si entiendo lo que quieres decir, pero…”

Mia arqueó una ceja, casi como si sinceramente no tuviera ni idea de lo que estaba hablando. Tragó saliva, mezclando el arrepentimiento con la gratitud.

En lugar de castigarme por mi incompetencia, elige hacerse la tonta…

“Cuento contigo, Ludwig, así que sigue así.”

Ante su amable sonrisa, no pudo sino bajar la cabeza una vez más.