Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Oho ho, todo salió a la perfección.

Antes de este viaje, Mia había hecho una planificación adecuada y había elaborado un programa bastante intrincado que colocaría a Dion en el lugar correcto en el momento adecuado para resolver su problema de no dejar morir a Dion. Para su deleite, todo iba — aparte de un pequeño contratiempo con la rueda rota del carruaje — más o menos según el plan. El retraso del carruaje le obligó a cancelar su viaje de compras en ruta, pero la caravana de comerciantes que la acompañaba lo solucionó.

Ahora, la parte final de su plan se acercaba.

Muy bien… Hay un último problema que resolver, y es cómo debo llevar a Dion a donde está Sion. Necesitaré una excusa para enviarlo… Tal vez pueda hacer que se dirija primero y afirmar que está explorando la zona…

El objetivo de Mia era conferir a Sion la protección de Dion Alaia. Definitivamente no era proteger al propio príncipe. No, eso requeriría que ella misma se pusiera en peligro, que era lo último que quería hacer. Además, aunque fuera, probablemente no serviría de mucho.

Mia, como ves, se consideraba más del tipo de mente maestra.

Sí… Soy la Gran Sabia, después de todo. ¿Y qué hacen los Grandes Sabios? Hacen estrategias. Tiran de los hilos entre bastidores y manipulan las cosas desde las sombras… Oho ho…

Con todo lo que le estaba pasando, Mia se sentía como si estuviera en la cima del mundo. Desgraciadamente, estar en la cima del mundo hacía que fuera difícil darse cuenta de las preocupaciones más terrestres, y había una preocupación muy importante que se le escapaba — lo que sube debe bajar.

Mia estaba muy arriba ahora mismo. Lo único que quedaba era la caída.

Llegó con una sincronización teatral, ya que enseguida se oyeron gritos más adelante.

“¡Bandidos! ¡Los bandidos están atacando!”

Y eso significó el fin de la estrategia de Mia.

“…¿Eh?”

El control que sentía sobre la situación resultó ser lamentablemente efímero.

“Bandidos, ¿eh?” Dion observó con calma cómo las figuras que se acercaban se dividían para rodear a la comitiva de Mia. “Demasiado bien entrenados para ser bandidos, creo…” Los bandidos a caballo cabalgaban con la precisión de los soldados de caballería — No, mejor que los calvarios. La manera en que mantenían la formación avergonzaba a muchos soldados entrenados. “Rodear primero, preguntar después. Una buena táctica bien hecha. Bravo por los bandidos.”

“¡Capitán Dion!”

“Oye, eso es ‘No Capitán’ para ti”, bromeó ante el guardia que gritaba. El hombre era uno de sus antiguos subordinados. “Ya no está en el escuadrón.”

El guardia saludó su reconocimiento.

“De todos modos, ¿cuál es la situación de la guardia?” preguntó Dion.

“Los guardias de la caravana son… Bueno, son exactamente como se esperaba. La de Greenmoon no es mucho mejor. Sin embargo, los hombres del conde Lampron parecen valer la pena. Deberían ser capaces de seguirnos el ritmo, al menos.”

“Huh. Entendido. Eso debería ser suficiente para lidiar con los bandidos normales… Lástima que—”

Antes de que llegara a pronunciar “no lidiar con los normales”, los bandidos desmontaron y enviaron sus caballos dando vueltas por detrás para bloquear los medios de escape.

“¿Deberíamos salir y ablandarlos primero?”

“Hmm, tal vez, si Vanos estuviera aquí… Pero, de nuevo, el número de cadáveres podría ser demasiado alto… Difícil decisión.”

“Huh. Eso es raro. Sinceramente, ya me esperaba que estuvieras por ahí descuartizando gente tú solo, capitán.”

Dion miró fijamente a su sorprendido subordinado, que se encogió de hombros y volvió a saludar. “Mira, hasta yo tengo que usar esto de vez en cuando”, dijo, dándose un golpecito en la cabeza. “Piénsalo. ¿Por qué querría la princesa que estuviera aquí?”

Para el ojo casual, “lidiar con situaciones como ésta” podría parecer una buena razón. “En caso de que aparezca el maestro lobo” también podría ser una respuesta válida. Pero…

Nuestra princesa tiene un poco de aversión a que la gente muera. Si esa es su razón para hacer que me acompañe…

Recordó su magistral resolución de la revolución en Remno sin derramar una sola gota de sangre.

“Supongamos que esta vez espera lo mismo de mí… y supongamos que hay alguna conexión entre el viejo lobito y estos bandidos…” Llegó a una conclusión que le hizo sacudir la cabeza. “Maldita sea…”

“¿Ordenes, capitán? Estamos listos para la acción.”

“Acción, eh… Oye, ¿qué es ese dicho? ¿Algo sobre que la mejor manera de ganar es con la espada desenvainada? Pongamos ese dicho a prueba. ¡Vamos!” Dion salió a la carga. Antes de que el resto de la Guardia de la Princesa pudiera seguirlo, les gritó. “¡El resto de ustedes están de guardia de la princesa! Si aparece un hombre con lobos, avísame pronto y mantengan a la chica a salvo. Quiero que todos la protejan con sus vidas, y que mueran en el intento. Y luego la protejan un poco más.”

Los guardias silbaron y vitorearon.

“¡Ah, sí! ¡Ese es el capitán que conozco!”

“¡Despiadado con los suyos! ¡Me encanta verlo!”

Los gritos de sus hombres fueron como el tañido de una cuerda de arco, Dion salió disparado hacia los bandidos con la fuerza de una flecha soltada. Sentado en lo alto de su montura, sacó su espada.

“¡Dejen sus armas!”, gritó uno de los bandidos. “¡Dennos sus bienes y se irán con sus vidas!”

El mismo bandido soltó rápidamente una flecha. Atravesó el aire con un agudo chillido. Dion, con los ojos clavados en el proyectil, sonrió ante la perspectiva de la batalla.

“Ah, diablos, si no me gustan las buenas peleas. Nunca tendré suficiente de esto.”

Su espada parpadeó de lado a lado. Con un estridente shiiick, dos mitades de un asta cayeron al suelo a sus lados.

“¡Y ustedes, mis buenos amigos bandidos, no deben bajar las armas en absoluto! ¡Sigan disparando esas flechas y podrán tener una oportunidad de salir con vida! ¡Tienen hasta que esté a distancia de corte de cabeza, así que será mejor que se den prisa!”

Su provocación fue recibida con silencio.

Y una descarga mortal de flechas.