Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Es un gran honor que nuestra humilde caravana cuente con la presencia de Su Alteza, la princesa Mia.”

“Vaya, qué amable eres al decir eso”, dijo una sonriente Mia mientras hacía una reverencia ante el comerciante mansamente encorvado. “Me alegro de que nos encontremos con comerciantes de peregrinación aquí.”

Los comerciantes de peregrinación eran comerciantes ambulantes cuyo negocio giraba en torno al Camino de la Peregrinación. Sus rutas abarcaban toda la arteria de tráfico y los llevaban de nación en nación. Además de su función vital como distribuidores de bienes en todo el continente, también abastecían a los peregrinos de las necesidades durante sus viajes, lo que los hacía muy respetados por todas las naciones.

“¿Le importaría decirnos a dónde se dirige actualmente?”

“No, no, en absoluto”, dijo Mia. “Actualmente nos dirigimos a la capital de Sunkland.”

“Oh, ¿usted también? Qué casualidad. Nosotros también.” Aunque el hombre sonrió ante su comentario, la expresión parecía tensa. “Una buena coincidencia, y todos nos alegramos de ello. Por lo visto, aquí no faltan las malas coincidencias.”

“Vaya, ¿qué quiere decir exactamente?”

“Hemos oído que los bandidos han estado rondando por esta zona, pero ninguno de nosotros podía permitirse cambiar nuestra ruta de forma significativa. Estábamos discutiendo qué hacer si nos encontrábamos con algunos cuando llegaron sus soldados.”

La caravana era modesta y constaba de tres carruajes de caballos, cada uno de los cuales pertenecía a uno de los tres comerciantes. No se conocían entre sí y sólo viajaban juntos porque su destino era el mismo. Ni que decir tiene que ninguno de ellos tenía dinero para contratar guardias adecuados.

“Sunkland tiene fama de ser un reino bastante seguro, pero ningún lugar está completamente libre de bandidos…” dijo el comerciante con un suspiro

“Hm, entiendo…”

Esos bandidos de los que hablan, pensó Mia con los labios fruncidos, tal vez sean los que van a matar a Sion…

“Uh, ¿pasa algo?”

“¿Eh? Oh, no, sólo estaba pensando que ya que hemos sido bendecidos con esta buena coincidencia, podríamos aprovecharla. ¿Te importaría si echamos un vistazo a su mercancía?”

“Por supuesto. Tenemos una gran cantidad de productos de alta calidad, así que tómense su tiempo para mirar.”

El comerciante cambió inmediatamente a una sonrisa comercial y se frotó las manos.

“¡Oh, señorita Mia, mire esta tela! La calidad es excelente.”

“Vaya, tienes razón. La textura es muy agradable.”

Mientras que Esmeralda casi chilló de alegría, Mia respondió con una sonrisa serena y de princesa. Mia, como ves, podía ser una princesa cuando quería. No sólo era como una princesa, sino que era una princesa. Una auténtica princesa del Imperio de Tearmoon. Todo lo que tenía que hacer era ser ella misma, y su princesidad natural se derramaría de ella como una presa desbordante.

Sin embargo, por alguna razón, no lo hacía. Tal vez la presa estaba seca o algo así.

Hm, todo el mundo parece estar disfrutando. Bien.

Tiona y Citrina estaban felices hojeando la mercancía. Bel, que seguía a su amiga, también parecía divertirse. Al ver que sus amigas se deleitaban con la oportunidad de comprar, Mia asintió satisfecha para sí misma antes de que su atención se centrara en un curioso artículo expuesto.

“Vaya, estos hongos son shiitake moradas secas, ¿no? Crecen muy lejos de aquí, así que había perdido toda esperanza de encontrarlas en este viaje. Qué agradable sorpresa.”

El shiitake púrpura se encontraba en las regiones orientales de Sunkland. El secado añadía riqueza a su sabor, y eran populares entre la clase acomodada, lo que hacía que su nombre fuera especialmente apropiado — describía el aspecto tanto del hongo como de la gente que la consumía.

“¡Oh, y estos deben ser hongos matsutake!” Un hongo verde provocó un segundo grito de alegría. “Creo que producen un aroma muy singular cuando se decoccionan en el té.”

“Vaya, Su Alteza está muy bien informada.”

“Bueno, sí, supongo que sé un par de cosas sobre los hongos”, dijo, contenta de tener la oportunidad de mostrar los frutos de su estudio. “Y creo que estas son hongos shimeji. Tienen un aspecto delicioso.”

Estaba pensando en llevarse algunas a casa para que Abel las probara más tarde cuando el comerciante soltó una risa divertida. “Ja, ja, casi, pero no en este caso. Estos son shimejis rojos. Son venenosos.”

Mia, la ganzúa andante, atacó de nuevo. Había estado así de cerca de envenenar a su amor. Si Abel tuviera algún tipo de sexto sentido, probablemente habría sentido un escalofrío en ese momento.

“¡¿V-Venenoso?! ¿Qué demonios haces vendiendo hongos venenosos?”, exclamó.

Citrina no tardó en dar una explicación.

“El veneno de estos hongos se puede eliminar hirviéndolos. He oído que se comen como un manjar en algunas regiones. Además, su veneno se conoce como bálsamo de luz, que puede utilizarse como antídoto para neutralizar una toxina diferente conocida como bálsamo de sombra. Dicho esto, el bálsamo de luz de un shimeji rojo es muy potente, así que no hay muchas toxinas lo suficientemente fuertes como para requerirlas como antídoto.”

“Oye, parece que tenemos otra experta en hongos aquí. Tienes razón. Es bastante raro ver que se usen como antídotos hoy en día”, añadió el comerciante. “Eran mucho más populares en los viejos tiempos, cuando la gente todavía usaba flechas venenosas para cazar. Por aquel entonces, a veces te pinchabas en el dedo por accidente, o te entraba el veneno de una flecha en la boca, y usabas esto como antídoto.”

“¡Vaya, Rina, sabes mucho!” exclamó Bel.

“No tanto“, respondió Citrina, aunque estaba claramente satisfecha por el cumplido.

Mientras tanto, Mia, tras haber sido completamente eclipsada…

“Huuuh… ¿Es así…?”

…¡no estaba, de hecho, molesta! Más bien, asintió con una seria fascinación. Así es, para la emperatriz de los hongos Mia, cualquiera que pudiera impartirle nueva sabiduría sobre los hongos era un mentor digno de su respeto y atención.

Como se esperaba de Rina. Realmente es una fuente de conocimiento, pensó Mia, con los brazos cruzados. “En ese caso, tal vez debería comprar algunos…”

Desgraciadamente, la adquisición de nuevos conocimientos sobre los hongos no parecía impedirle tener muy malas ideas.

Por lo visto, es un manjar. No puedo no probarlo. Además, tengo a Rina conmigo, y ella es una experta, así que no debería preocuparme por prepararlo adecuadamente…

Su receptividad a las nuevas experiencias era ciertamente encomiable, pero seguía siendo una muy mala idea.

“Rina, ¿eres capaz de manejar esto adecuadamente?”, preguntó, lanzando a la chica una mirada hambrienta que no dejaba lugar a dudas de lo que quería decir con “manejar”.

Citrina asintió, con expresión seria. “Sí, Su Alteza. Creo que puedo.”

Después de comprar una provisión, Mia se alejó rápidamente para ver otras mercancías. Adquirir un nuevo manjar la puso de excelente humor, y sonrió mientras miraba. Poco después, se decidió que viajarían juntos con sus nuevos comerciantes hacia su destino común.