Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Y así llegamos al clímax del Festival de la Cosecha de Gracias… con el que Su Alteza agasajó al público con un baile”, expuso Ludwig con el aire de un narrador que relata un gran mito. Luego cerró los ojos en silencio mientras recordaba la escena en su mente. “Fue una actuación realmente impresionante. El arte… El simbolismo… Casi podía ver el vínculo entre Tearmoon y Perujin formándose ante mis ojos. Había oído hablar de la destreza de Su Alteza en la danza, pero nunca podría haber imaginado el grado de su brillantez… La experiencia de presenciarlo en persona… roza lo divino.”

Hablaba con el tipo de ligereza lírica que suelen emplear los juglares apasionados. O de los borrachos que divagan. Teniendo en cuenta la cantidad de vino que había bebido a estas alturas, esto último podría ser más probable. A pesar de su aparente embriaguez, Galv asintió enérgicamente a sus palabras.

“Efectivamente. Se dice que la danza revela las profundidades del alma. Está claro que en el fondo del corazón de Su Alteza se encuentra el deseo de ver la paz y la prosperidad para toda la gente. La belleza de su virtud se reflejó en la belleza de su actuación”, explicó el sabio, la sobriedad de su tono casi cómicamente en desacuerdo con la embriaguez de su alumna.

Nadie señaló esta discrepancia. En cambio, los demás miembros de la sala asintieron solemnemente, pronunciando comentarios como “bien dicho” y “efectivamente.”

“¡Sí, eso es exactamente! ¡Fue una belleza que brilló desde lo más profundo de su alma!”, exclamó Ludwig, subiéndose a la carreta de los elogios con el mismo entusiasmo que Mia mostraba por montar la ola. Su habilidad para percibir el impulso quizás se había contagiado a su mano derecha. “Y cuando terminó el baile, Su Majestad el Rey Yuhal declaró formalmente que Perujin forjaría un vínculo de confianza con Su Alteza.”

“¿Pero eso no significa que el rey de Perujin acabó robándole todo el protagonismo?”

“No, tal y como yo lo veo, Su Alteza no vio la necesidad de disputar ningún mérito por la hazaña. Le cedió deliberadamente la palabra porque valoraba mucho más la confianza de Perujin”, dijo Ludwig, estremeciéndose al recordar la chispa de esperanza en los ojos del público reunido, sus vítores de alegría, su propio regocijo sin palabras… y sobre todo, la profunda satisfacción que vio en el rostro de Mia. Era una expresión que recordaría el resto de su vida.

“Pero eso no es todo”, continuó. “Su Alteza buscaba algo más. Algo más grande.”

“¿Qué? ¿Qué más puede haber?”

“Ahora entramos en el terreno de la inferencia, pero sospecho que…”

Ludwig explicó su teoría, elaborada sobre la base de una serie de pruebas circunstanciales. Presentó una visión grandiosa de una red de ayuda mutua que se extendía por las fronteras y que abastecía de alimentos a las regiones desfavorecidas de todo el continente. La escala y la importancia de esta hazaña hiperbolizada cautivaron a los oyentes. Impulsados por el asombro infantil de Galv y una sala llena de jóvenes funcionarios llenos de energía, el aire de la sala zumbaba de entusiasmo.

“¡No puede ser en serio! ¿No sólo Forkroad, sino también Shalloak Cornrogue? ¿Se las arregló para involucrarlo en esto?”

Los que habían interactuado antes con el Rey Comerciante conocían bien el grado de su devoción por el dinero. El asombro en sus rostros era claro como el día cuando se les habló de la metamorfosis de Shalloak. Jamás habrían imaginado que escatimara ni un céntimo para la caridad, y mucho menos que se dedicara tan enteramente a la tarea.

“Fue como una gran confluencia de talento. Grandes mentes de todos los ámbitos de la vida se reunieron bajo su estandarte, reunidas en un todo unificado por la Declaración del pastel de Pan”, dijo Ludwig, bajando otra copa de vino — había perdido la cuenta de cuántas había tomado — mientras hablaba. Ahora estaba arrastrando las palabras de forma tan lírica que bien podría haber estado cantando.

Ante la flagrante intoxicación de su alumno, Galv volvió a asentir enérgicamente.

“Efectivamente”, dijo Galv. “Se dice que existen palabras que conmueven el corazón de muchos. Está claro que las palabras de Su Alteza poseen ese extraordinario poder.”

La sobriedad de su tono puso en duda su propia sobriedad. Los demás miembros de la sala (¿merece la pena mencionarlos a estas alturas?) asintieron de la misma manera aprobatoria.

Un hombre llegó a levantarse de su asiento. “Ludwig, este proyecto tuyo… Quiero participar en él.”

Los jóvenes funcionarios de la sala eran capaces, ambiciosos y con ganas. Dotados de dones pero desprovistos de propósito, la visión que les presentaba la Gran Sabia del Imperio (a través de Ludwig) de una organización que empequeñecía todos los esfuerzos anteriores en escala e ingenio era infinitamente cautivadora.

“Excelente. Esperaba que dijeran eso”, respondió Ludwig. “El proyecto necesita algún talento de Tearmoon, y su ayuda será inestimable.”

La inscripción del hombre fue seguida rápidamente por muchas otras. Ludwig prometió entregarles los documentos que detallaban su plan a su debido tiempo.

“También necesitamos mano de obra en el frente de la cría de trigo, pero todos los expertos en la materia hace tiempo que perdieron la esperanza en el imperio y se fueron al extranjero…”, dijo Galv con una mueca. “Estoy tratando de llamarlos de nuevo, pero los mejores en el negocio están actualmente en el extranjero…”

Ludwig sacudió la cabeza con simpatía. “No sea demasiado duro consigo mismo, maestro. Sólo podemos hacer lo que podemos. Incluso para nosotros, es un reto constante seguir el proceso de pensamiento de Su Alteza. Su velocidad y presteza a menudo nos pillan por sorpresa.”

Eso le valió una ronda de murmullos de acuerdo.

“Tengo que decir, sin embargo”, dijo un miembro en tono contemplativo, “la forma en que Su Alteza piensa, es casi como si ella ve lo que viene… Está tan adelantada, que es extraño… Casi hace que te preguntes si es realmente humana…”

“¿Y qué crees que es más aterrador?” preguntó Gilbert. “Si no lo es, o si lo es. Personalmente, diría que lo segundo.”

Otro hombre se rió de él. “¿De qué estás hablando, hombre? Sería mucho más aterrador si no tuviera ni idea de lo que está haciendo y esto fuera literalmente una loca cadena de coincidencias. La realidad misma tendría que romperse para que eso sucediera.”

Gilbert lo miró antes de encogerse de hombros. “Eh, supongo que tienes razón.”

Toda la sala compartió una risa y un sorbo de vino. Si hubiesen descubierto la verdad en ese momento, seguramente todos habrían sufrido un atragantamiento fatal con el trago. Por su bien, que ese día nunca llegue.

“…Y eso es lo esencial de nuestros planes actuales”, dijo Ludwig.

“Fortalecer la base antes de expandir la facción, ¿eh? Tiene sentido”, dijo Dion.

“Sin embargo, el tiempo no tiene favoritos. Nuestros enemigos también se harán más fuertes.”

“Lo harán, y seguro que no esperarán a que estemos maduros y preparados. Nos atacarán cuando y donde seamos débiles.”

Ludwig se ajustó las gafas. “Eso no hace falta decirlo. Los nobles son conservadores por naturaleza. Ha pasado tiempo desde aquel día de invierno en que Su Alteza se vistió de púrpura imperial. Ya es hora de que la oposición haga un movimiento.”

“Lo que significa que… a pesar de la hija, ¿debemos asumir que el Duque Greenmoon está en contra de la idea de princesa a emperatriz?”

“Si Su Alteza no hereda el trono, deja abierta la posibilidad de que un heredero Greenmoon lo haga. Hay muchos aspectos en los que nuestros intereses son contrarios, y muy pocos en los que se alinean. No puedo asegurarlo, pero… las circunstancias hablan por sí mismas.” Ludwig se cruzó de brazos. “Por otra parte, también es posible que honestamente esté tratando de encontrar un buen marido para su hija. El corazón del hombre es siempre un misterio. A veces, parece infinitamente profundo, sólo para que luego te des cuenta de que no era más que una sombra en el suelo superficial.”

Por un momento, pareció que estaba a punto de comprender la verdad. Estuvo a punto de ver el truco de la luz tras la profundidad abisal del Gran Sabio del Imperio. Luego, el momento pasó, y se rió.

“Sea como sea, nuestro trabajo ahora mismo es proteger a Su Alteza de todos sus enemigos, ya sean Serpientes, facciones antiemperatriz o cualquier otra cosa que aceche más allá de nuestro conocimiento. Ese debería ser el objetivo de — ¿Hm? ¿Qué pasa?”

Ludwig miró a Dion, que se había puesto en pie.

“No es gran cosa. Sólo he oído algo. O a alguien”, dijo, llevándose la mano a la empuñadura de su cintura. “Y se está acercando.” Se bajó del carruaje, no sin antes encogerse de hombros y añadir: “Aunque parece una fritura pequeña. Es una pena. Esperaba algo de acción”