Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“¡Señorita Mia! ¡Oh, no se va a creer lo que me acaba de pasar!” gritó Esmeralda al entrar en la habitación.

“Vaya, ¿qué pasa? Pareces terriblemente alterada”, preguntó Mia mientras echaba una mirada furtiva a la mano de Esmeralda, de la que colgaba… ¡absolutamente nada!

¡Ningún manjar!

Mientras Mia se marchitaba visiblemente, Anne asomó la cabeza para decir: “Milady, Lady Esmeralda ha traído unos dulces horneados como regalo, así que voy a prepararlos ahora.”

“¡Vaya! ¿Así es, Esmeralda? No hace falta que lo hagas, ¿sabes?”, dijo Mia, animándose de inmediato. Su estado de ánimo dependía enteramente de la existencia de munchies.

“Oho ho, no puedo aparecer con las manos vacías ahora, ¿verdad? Para ser sincera, es algo que nos trajo un comerciante de visita…”, dijo Esmeralda en tono de disculpa.

A Mia, sin embargo, le agradó el carácter reciclado del regalo. Eso sugería que Esmeralda se había tomado a pecho su advertencia sobre el despilfarro y había optado por no comprar dulces de primera calidad.

“Y para ser totalmente sincera también, bien por ti, Esmeralda. Te pedí que redujeras tus gastos y eso es exactamente lo que has hecho. Me alegro mucho de oírlo.”

A los ojos de Mia, todos los dulces eran iguales, y en ningún caso unos eran más iguales que otros. Cómo y de dónde se obtenían era totalmente irrelevante. De hecho, si se obtenían de forma frugal de una fuente barata, eso sólo los hacía mejores.

Una vez que los dos se sentaron a la mesa y se les colocó una serie de pasteles de té, Esmeralda volvió a su tema original.

“¡En fin, como le decía, no va a creer lo que me pasó, señorita Mia!”, gritó. “¡Mi padre es simplemente lo peor!”

“Vaya, ¿qué ha pasado con tu padre? Creía que te llevabas muy bien con él”, preguntó Mia con poco entusiasmo. Con un cuarto de corazón, en realidad. El resto de su corazón estaba concentrado en los pasteles de té. Olían tan bien. Tan azucarados. Justo cuando sus fosas nasales empezaron a palpitar con anticipación…

“¡¿Buenas condiciones?! ¡Ya no, no! ¡Me dice que me case! ¿Puedes creerlo? ¡Lo tiene todo arreglado! ¡Totalmente imperdonable!”, se lamentó una indignada Esmeralda.

“Vaya… ¿Felicidades, entonces…?”

Para las mujeres de la nobleza, un posible matrimonio era un asunto de gran importancia. Aunque Esmeralda aún era una estudiante de Saint-Noel, era lo suficientemente mayor como para recibir una propuesta de matrimonio de vez en cuando.

“¡Aquí no hay nada que felicitar! ¡Quiere casarme con un noble de Sunkland!”

“Oh. Sunkland. Entiendo…”

“Oh, eh, pero, aunque acabe yendo a Sunkland”, añadió Esmeralda apresuradamente al ver la muda reacción de Mia, “tenga por seguro que seguiré cumpliendo mi promesa con usted, señorita Mia.”

Sin embargo, se encontró con un silencioso “Ya no estarás en Tearmoon… Esto se va a quedar muy solitario…”

Los ojos de Mia permanecieron abatidos. Dio la casualidad de que el ángulo los alineaba perfectamente con los pasteles de té que había sobre la mesa, pero tal vez eso fuera una mera coincidencia. Después de todo, le gustaban mucho las golosinas que Esmeralda siempre traía para ella, y sus fiestas de té eran algo que siempre esperaba con ansias. Además, no había muchas chicas nobles de edad similar con las que pudiera compartir una charla sincera. Esmeralda era como una prima mayor, y tenía pocos o ningún sustituto. Si su matrimonio la llevaba a Sunkland, habría muchas menos oportunidades de tomar el té. Era un pensamiento bastante desalentador.

“Señorita Mia…”

Al levantar la vista, Mia se encontró, para su sorpresa, con una Esmeralda de ojos llorosos, cuya expresión pronto adquirió un brillo de resolución.

“¡Pero no se preocupe, porque lo voy a rechazar, por supuesto! Siempre tuve la intención de hacerlo. Nunca dejaría a mi mejor amiga para casarme con algún reino extranjero”, declaró con un decidido movimiento de puños.

“¿Eh? Uh, puedes casarte si quieres. No es realmente—”

“¡No, ya lo he decidido! ¡Voy a decirles que lo cancelen! ¡De hecho, lo haré hoy! Me han invitado a una fiesta en el castillo real de Sunkland, pero que se lleven su fiesta y se la lleven—”

“Espera.” Los oídos de Mia captaron una palabra que no pudo ignorar. Miró a su amiga de forma interrogativa. “Explícate, por favor.”

“¿Hm? Me han invitado a su castillo. Si me caso, estaré más cerca de su familia real, así que organizaron una fiesta para romper el hielo. No es que importe, por supuesto, ya que no voy a ir—”

“¿Qué quieres decir con que no irás? Sería un desperdicio. Han dedicado mucho tiempo y esfuerzo a organizarlo, ¿no? Podrías ir y disfrutar”, dijo Mia mientras un plan empezaba a tomar forma en su cabeza. “De hecho, iré contigo.”

¿Cuál era la mejor manera de salvar a Sion de su inminente muerte? Sin duda, había que custodiarlo. Preferiblemente haciendo que Dion Alaia estuviera a su alrededor las veinticuatro horas del día. Pero, aunque lograra protegerlo de un ataque, ¿cambiaría su destino?

Probablemente no…

Su instinto le decía que no. Las Serpientes se habían calmado por completo desde el invierno, pero ella no creía ni por un segundo que hubieran enderezado su camino. Si el asesinato de Sion fue realmente obra suya…

Detenerlos una vez no puede ser suficiente. Estoy segura de que acabaré encontrando un nuevo pasaje en las Crónicas hablando de cómo murió de otra manera.

Reconocer este hecho era bueno, pero mientras permaneciera en Tearmoon, todo el incidente estaría fuera de su alcance. ¿Qué debía hacer entonces? La respuesta era obvia.

Tengo que ir a Sunkland. Esa es la solución más fiable. Necesitaré protección, así que eso me da una excusa para llevar a Dion. Hm… Tal vez debería pedirle a nuestra experta en veneno Citrina que venga también. El veneno es un elemento básico de los asesinatos, después de todo. Además, es probable que tenga que pasar un buen número de noches allí, y definitivamente me sentiré mejor con algunos guardaespaldas que puedan estar siempre cerca, así que intentaré pedirles a Tiona y Liora también…

Ahora bien, el protocolo estándar dictaba que una princesa de Tearmoon no podía simplemente declarar que se dirigía a Sunkland de la nada y esperar partir en cualquier momento. Había que organizar los convoyes de la guardia, y Sunkland necesitaba tiempo para preparar las cosas por su parte también. Su excursión a Perujin se produjo, sin duda, antes de lo previsto, pero eso era lo que ocurría — ya se había planificado. Simplemente habían cambiado el horario un poco. En cuanto a la hora de ir a Remno… Bueno, había tirado el protocolo por la ventana para eso, así que no era exactamente una referencia viable. No podía colarse en Sunkland — no si quería acercarse lo suficiente a Sion para protegerlo. Eso requería que ella entrara en su reino a través de medios oficiales.

Afortunadamente, si decía que iba como miembro del séquito de Esmeralda, podría funcionar. En lugar de una visita oficial de la princesa de Tearmoon, es una Etoiline que les hace una visita, y yo sólo estoy de paso.

Cuando se trataba de VIPs de Tearmoon, Esmeralda era la segunda después de Mia. Los preparativos necesarios para que una hija de los Cuatro Duques saliera al extranjero no eran muy diferentes a los de la princesa. Lo más importante es que dichos preparativos ya estaban hechos. Sólo había que reforzar un poco la seguridad.

Considerando todas las cosas, parecía… sorprendentemente factible. Al menos para ella. Para cualquier funcionario encargado de llevar a cabo este cambio repentino, era nada menos que una pesadilla, pero sus futuros gritos de frustración no llegaron a los oídos actuales de Mia. Sin ser consciente de esta discrepancia entre la realidad y las expectativas, continuó trazando las siguientes partes de su plan, dedicándose efectivamente a contar pollos sin salir del cascarón.

Hmm… Cuando salve a Sion, toda la familia real de Sunkland me deberá un gran favor. ¡Eso me será muy útil cuando haga lo de la emperatriz!

Con los brazos cruzados, asintió para sí misma.

“Voy a ir contigo, así que hazme sitio — ¿Eh?”

Al volver su atención a Esmeralda, encontró a su amiga con los ojos llorosos una vez más.

“Oooh, Nina…” Esmeralda sollozó, mirando a su asistente cercano. “¿Te has enterado? La señorita Mia dijo que va a venir a cancelar mi matrimonio por mí… Se lo va a decir a la cara.”

“Sí, ciertamente lo he oído, milady. Me alegro por usted”, respondió Nina, con su habitual tono desapasionado, mientras le tendía un pañuelo.

Esmeralda lo tomó y se secó los ojos.

“Gracias, señorita Mia. Esto significa mucho. Realmente lo es. Saber que está dispuesta a llegar tan lejos por mí…”

La seriedad de su alegría hizo que Mia se sintiera un poco culpable, así que decidió darle a su amiga un hueso. Colocando los brazos en las caderas, declaró: “Por supuesto que estoy dispuesta. Somos las mejores amigas, ¿no? ¡Ahora que voy contigo, puedes estar tranquila, porque la capitana Mia está al mando!”

Y así, el H.I.M.S. Mia zarpó llevando el peso del futuro de Esmeralda y de Sion. ¿Tendrá su capitana lo que hay que tener para navegar por los mares tormentosos que se avecinan? Sólo el tiempo lo dirá.