Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Una vez decidida, Mia comenzó a preparar su viaje a Sunkland. En primer lugar, llamó a Ludwig y le pidió que organizara su escolta.

“Entendido. Reuniré entonces un escuadrón compuesto por nuestra más competente Guardia de la Princesa.” Acostumbrado desde hace tiempo a seguir el ritmo de los caprichos de Mia, dejó escapar un suspiro resignado.

“Te lo dejo a ti entonces”, dijo Mia. “Ah, y me gustaría llevar a Dion conmigo también. ¿Le parece bien?”

“Sir Dion, usted dice…” Ludwig se tocó el puente de las gafas de forma contemplativa mientras la miraba. “¿Debo entender que hay suficiente peligro en torno a esta excursión como para justificar su presencia?”

“Tal vez. Es una precaución.” Se encogió de hombros. “Obviamente, el mejor de los casos es que acabe siendo perfectamente seguro, pero nunca se sabe, y no puedo llevar exactamente un ejército conmigo a Sunkland. Una pequeña fuerza de guardias de élite es simplemente nuestra opción más factible.”

Tampoco podía declarar rotundamente que iba a impedir que mataran a Sion. Con sus temerarias payasadas de este último invierno, que pusieron a Ludwig al borde del abismo, Mia era muy consciente de que últimamente se estaba pasando de la raya. Incluso si su plan era impedir el asesinato del príncipe heredero de Sunkland, Mia dudaba que Ludwig la dejara ir sin más. Así que decidió amañar su razonamiento.

“…Entiendo.”

Para su malestar, él la miró durante un rato antes de hacer ese incómodo gesto de mirada penetrante mientras se ajustaba las gafas.

“En ese caso, acompañaré a Su Alteza a Sunkland.”

“¿Eh?”

“Los desarrollos bruscos como éste tienden a engendrar problemas imprevistos. Mi presencia puede resultar útil. También he querido tener algunas palabras privadas con la administración de Sunkland.”

“Pero no estás—”

“De acuerdo entonces, me excusaré ahora. Necesito arreglar sustitutos para mi trabajo antes de partir.”

Se fue antes de que Mia pudiera decir otra palabra.

“Huh. Bueno, supongo que no puede hacer daño tenerlo a lo largo. Tal vez esto es para mejor.”

No era como si pudiera desentrañar la conspiración por sí misma. Su participación era sólo una excusa para llevar a su as en la manga, Dion, a Sunkland. Eso resolvía el lado de los músculos de la ecuación, pero todavía necesitaba conseguir algo de cerebro. La única preocupación era cómo la ausencia de Ludwig repercutiría en todos los problemas de los que se ocupaba actualmente en el imperio.

“Pero, conociéndolo, probablemente se asegurará de que todo siga funcionando como un reloj”, murmuró para sí misma.

Confiando en que Ludwig se encargaría de todo por su parte, dirigió su atención a la siguiente parte de sus preparativos y escribió una carta a Tiona en los dominios de Rudolvon. El invierno pasado había convencido a Mia de que Tiona y Liora podían tener un gran peso en la batalla.

“Me sentiré mucho más segura con ellas cerca. Hay muchos lugares donde no puedo tener hombres siguiéndome, después de todo, y Anne no es una gran luchadora.”

Había una persona más a la que preferiría llevar — alguien que podría resultar inestimable en un apuro.

“Hmm… Sí, definitivamente debería llevarla“, reflexionó Mia. “Anne, tengo que salir un rato, así que prepara las cosas para mí, ¿podrías?”

“Enseguida, milady, pero ¿podría preguntar a dónde vamos?”, preguntó su doncella ligeramente preocupada.

Mia sonrió. “No te preocupes. Me dirijo al centro de Lunatear, donde viven todos los nobles.”

Citrina Etoile Yellowmoon residía actualmente en una villa situada en la capital imperial de Lunatear. En cuanto a por qué Mia estaba al tanto de esta información… Bueno, fue porque Citrina vino esta mañana a visitar a Bel. Tras enterarse de que su amiga había regresado de Perujin, se había presentado en el Palacio de Whitemoon muy animada y había invitado a Bel a su villa.

“Afirmó que iban a estudiar, pero me sorprendería que llegaran a abrir un libro de texto.”

Mia conocía a su nieta. Sin una tutora severa que la vigilara, no había forma de que realmente fuera a estudiar.

“Lynsha se ha ido a casa por un tiempo, así que supongo que tendré que hacer su papel mientras tanto”, murmuró Mia mientras se acercaba a la villa Yellowmoon.

Era una gran mansión, más grande que las residencias de la mayoría de los nobles, y Mia se sorprendió a sí misma mirando con fascinación sus paredes cubiertas de viñas y la verdadera jungla que era su patio delantero.

M-Me pregunto si todo esto es venenoso… pensó mientras entraba en el edificio con sus guardias. Les mostraron un amplio patio interior. Aquí, las flores bien podadas decoraban un jardín mucho más tranquilo. En la esquina más alejada había una mesa donde se podía ver a Citrina sentada. Frente a ella, Bel estaba…

¡Bel estaba bailando!

“Y luego, justo aquí, golpeas los badajos.”

Usando sus manos como badajos improvisados, las golpeó juntas. Evidentemente, estaba demostrando a Citrina la danza que había realizado en Perujin. O al menos lo intentaba.

“¡Y luego, haz esto!” Giró un par de veces y volvió a aplaudir antes de posar triunfante.

“Oh lunas, ella literalmente hizo cada paso mal”, murmuró Mia.

El baile de la chica era simplemente… un poco…

Es difícil determinar lo que está mal, pero todo el asunto se siente… fuera de lugar. Además, ¿qué le pasa a esta chica con su capacidad de hacer todo mal en el baile y aun así actuar como si acabara de realizar la hazaña más impresionante de la historia? Es… realmente sorprendente. Tal vez debería ser más como ella…

Sintiendo una nueva admiración por su nieta, se acercó.

“Ah, señorita Mia. Ya está aquí.” Bel sonrió al verla.

“Que tenga un buen día, Su Alteza. Bienvenida a la villa Yellowmoon.” Citrina se levantó e hizo una reverencia, el gesto sonriente dulce y encantador como las flores de primavera.

Y esta chica sigue siendo tan linda como una muñeca…

“Buen día para ti también, Rina. ¿Está bien tu padre?”

“Sí, está bastante bien, y te manda saludos.”

“Bien. Oh, pero recuérdale que reduzca las galletas, ¿vale? Porque comer demasiadas cosas dulces, de hecho, acorta tu vida. ¿Sabías eso?” Sintiéndose un poco eclipsada por los demás, Mia presentó rápidamente este pedazo de sabiduría profiláctica — apropiada sin vergüenza de Tatiana — que impresionó lo suficiente a los jóvenes como para que ella mostrara una sonrisa de satisfacción.