Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Mia suspiró mientras su carruaje rodaba por la carretera. Creo que anoche comí demasiado…

Dos días después de la Fiesta de la Cosecha de Gracias, Mia se dirigía a su casa. Si hubiera ido a Saint-Noel, para cuando llegara ya habrían llegado las vacaciones de verano, así que decidió volver directamente a Lunatear.

Shalloak y los dos Forkroads afirmaron tener asuntos pendientes en Perujin, por lo que decidieron prolongar su estancia. Tatiana también se quedó para acompañar a Shalloak.

Le prometí a Chloe que volveríamos juntas a Saint-Noel, así que supongo que esto funciona bien.

El grupo que permanecía en Perujin estaba en proceso de negociaciones que cambiarían el curso mismo de la historia, pero la importancia de esta ocasión se le escapó por completo a Mia, que no tenía ni idea de que se estaban produciendo acontecimientos tan épicos. En cambio, subió a su carruaje con Ludwig, Anne y Bel, y partió del país agrícola.

Sin Chloe, Tatiana y Rania, un ambiente más tranquilo se instaló en el vehículo.

“Esto es… ciertamente más espacioso ahora, ¿no es así?” reflexionó Mia.

Había una clara melancolía en el aire — la más espesa tras una celebración festiva.

“Sí. Este viaje con la señorita Tatiana fue muy divertido”, coincidió Anne, con un tono igualmente sombrío.

“Seguro que lo fue.”

La recogida de fruta, la primera vista de la capital, los días pasados en el castillo con forma de pastel de Auro Ardea, los ensayos de baile… Los acontecimientos flotaban en su mente uno tras otro, formando un brillante tapiz de recuerdos veraniegos.

“Ciertamente. Fue un tiempo muy fructífero el que pasamos aquí”, dijo Ludwig con un clásico gesto de dedos en las gafas. “Si fuera posible, me hubiera gustado quedarme un poco más…”

Incluso él parecía tener un momento sentimental.

Vaya, eso no es algo que esperaba oír de él. Creía que era el tipo de persona que resopla ante cosas como rememorar los recuerdos del verano, pensó Mia con una curiosa inclinación de cabeza.

Se volvió hacia Bel.

“Y tú también debes alegrarte, Bel. Este año tu verano será en Lunatear, así que tendrás mucho tiempo para pasar con Rina.”

El año pasado, para gran consternación de Bel, había perdido el verano por los exámenes complementarios. Este año no iba a volver, así que no tenía que hacer ningún examen antes de las vacaciones. El coste, por supuesto, era un infierno de exámenes de recuperación después de las vacaciones. Sin embargo, a juzgar por el enfoque de la vida de Bel en el momento, Mia supuso que no le molestaba demasiado ese hecho. La respuesta de Bel, sin embargo…

“Um… Señorita Mia, creo que ahora lo entiendo”, dijo la joven, con una expresión sorprendentemente sobria.

“¿Eh? ¿Entender qué?”

“Entiendo el peligro de agradecer a la gente dándoles dinero.”

“…Huh.”

Ante la mirada impávida de Bel, Mia se quedó momentáneamente sin palabras. Así que se cruzó de brazos y le dirigió a Bel una mirada incitadora para que continuara, ocultando eficazmente su vacío mental.

“Ese hombre, el señor Shalloak… Cayó en el encanto del dinero”, dijo Bel. “Le llevó por el mal camino, haciéndole creer que era más importante que cualquier otra cosa. Hacer dinero se convirtió en todo el propósito de su trabajo.”

“Es cierto. Un desequilibrio entre el trabajo y la recompensa despoja a la gente de su motivación para trabajar”, complementó Ludwig. “Aquellos que ganan una suma demasiado grande de riqueza con demasiada facilidad acaban ansiando formas de ganar sumas similares con la misma facilidad. Su objetivo se convierte en ganar la mayor cantidad de dinero con el menor trabajo posible.”

Bel asintió. “Por eso no debemos entregar a la gente mucho dinero sin pensar, porque puede convertirse en una fuente de desgracia para ellos. Por fin lo entiendo.” Volvió a centrar su mirada en Mia. “Siempre me has dicho que lo importante no es el dinero, y lo has respaldado con tus acciones.”

Mia reflexionó sobre dichas acciones.

Hmm, supongo que dije que el dinero no lo es todo, aunque eso fue sólo para poner a Shalloak contra la pared.

Su verdadera motivación no era algo que se sintiera cómoda compartiendo con su nieta.

“Estás haciendo lo de ‘las acciones hablan más que las palabras’, ¿verdad? ¿Y tratando de enseñarme cómo debo comportarme como princesa del imperio?” preguntó Bel.

¿Lo estaba haciendo? Estoy bastante segura de que no lo estaba…

Arqueó una ceja perpleja. Luego, al darse cuenta de la reveladora implicación de la expresión, arqueó rápidamente la otra también antes de cerrar los ojos. Los movimientos, vistos en secuencia, parecían más o menos un asentimiento deliberado.

“Así que estabas… Me lo imaginaba.”

“Si me permite el atrevimiento, señorita Bel, debería saber que Su Alteza se comporta así con frecuencia”, dijo Ludwig. “A veces, piensa en tantas dimensiones que nuestras interpretaciones iniciales de su comportamiento pueden ser engañosas. En caso de duda, le recomiendo que sea prudente y confirme verbalmente la exactitud de su comprensión…” Apoyó sus gafas con mucha inteligencia. Al ser un intérprete pionero de Mia, hablaba desde un lugar de abundante experiencia personal.

“Sí, lo haré, profesor Ludwig”, respondió Bel, deslizando casualmente un honorífico antes de su nombre. Luego, se volvió hacia Mia.

“Señorita Mia, lo que está tratando de decirme es que, como princesa del imperio, debo comportarme de manera que esté a la altura de la amabilidad y la compasión que he recibido de los demás. ¿Es eso cierto?” Cerró los ojos y puso las palmas de las manos sobre el pecho. “Ese baile, la modificación del tratado entre Tearmoon y Perujin, y el establecimiento de una nueva relación entre ambos… Ahora veo que todo fue una parte de estar a la altura de lo que el pueblo Perujin ha hecho por nosotros. Nos trataron bien, así que debemos recordarlo y actuar en consecuencia… que es exactamente lo que hiciste.”

La seriedad abrasadora de su mirada obligó a Mia a desviar los ojos por reflejo. “Uhh-huh. C-Cierto, eso es… Claro. Por supuesto. Oho, ho.”

“Pero… creo, Bel, que al final todo se reduce a eso. Mucha gente te ha ayudado, y para devolvérselo, deberías buscar la mejor vida posible. Vive a la altura de su amabilidad viviendo para ti mismo. Encuentra tu propia felicidad. Eso, en mi opinión, es lo que querrían ver las personas que te ayudaron.”

Mia no era una filósofa, pero cuando miraba a Bel, no podía evitar sentir que las Annes, los Ludwigs, las Elises y todas las demás personas de todos esos futuros que le ofrecieron a Bel su amor y sus cuidados no querrían otra cosa que ella fuera feliz.

“Pero no te preocupes demasiado. Aunque no llegues a pagar a todo el mundo, yo lo haré por ti haciendo que este imperio sea mejor. Así que relájate un poco y tómatelo con calma, todo irá bien.”

Sonrió suavemente a Bel, que respondió con un alegre “¡Bien, señorita Mia!” y el tipo de asentimiento despreocupado y sonriente tan propio de una niña de su edad.