Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 8: Guiado Por la Luna al Futuro II

Capitulo 4: El Amanecer de Perujin — A Dónde Lleva El Castillo En Forma De Pastel —

¡Clack! ¡Clac-clac!

El silencio se rompió.

¡Clack! ¡Clak-clac!

Sacudió el aire de la noche.

¡Clack! ¡Clack! ¡Clak-clac!

La danza comenzó.

El altar iluminado por el fuego resplandecía en la plaza, y la luz parpadeante de sus llamas, sopladas por el viento, danzaba junto con las princesas que iluminaban.

Arshia y Rania giraron con gracia alrededor del altar, como el trigo que se mece con la brisa otoñal, con los rostros difuminados tras un fino velo que ondea. Sus movimientos, bien practicados, fluían como la seda y provocaban las sonrisas de los espectadores reunidos.

“¿Recuerdas que el año pasado Rania bailaba todavía un poco, ya sabes…? Mira cómo ha crecido.”

“Realmente lo ha hecho. Estoy tan orgullosa de ella…”

El discurso del público se desarrolló con el tono de los padres orgullosos que ven actuar a sus hijos en crecimiento. Año tras año, se reunían aquí y eran testigos del mismo espectáculo. Tan familiarizados estaban con la escena de las dos hermanas bailando alrededor del altar que se había convertido en un símbolo de la temporada, ofreciendo una sensación de confort y nostalgia por su naturaleza inmutable.

Este año, sin embargo, las cosas eran diferentes.

¡Clack-clack! ¡Clack-clack! ¡Cla-clack!

Un ritmo desconocido saludó a sus oídos. Entonces, como si respondiera a la inusual cadencia, un tercer juego de palas de madera sonó en la oscuridad.

¡Clack! ¡Cla-clack!

Todos los que miraron hacia la fuente del sonido se quedaron sin palabras ante lo que vieron. Pronto, todos los ojos se fijaron en la nueva figura y en su llamativo atuendo. Vestida con la ropa de los visitantes, que se asemejaba a las prendas que llevaban los viajeros de lugares lejanos del este, casi exigía atención. Sus largas mangas de tela azul celeste estaban adornadas con hilos de oro cosidos en forma de trigo. Alrededor de su cintura había un fajín brillante bordado con una secuencia de formas que representaban la vida de una fruta, desde el brote hasta la cosecha.

Sin embargo, lo que más les sorprendió fue la persona que llevaba la ropa. Su pelo rubio platino no dejaba lugar a dudas ni siquiera desde lejos. Era la afamada princesa Mia Luna Tearmoon en persona. Detrás de ella había alguien que supusieron que era su ayudante. O tal vez su pariente; después de todo, la adorable joven tenía el mismo color de pelo que ella. Lentamente, los dos caminaron en perfecta sincronía con el ritmo hacia el altar.

“Oh, así que son los invitados de Tearmoon los que harán la Danza del Visitante esta vez”, comentó alguien en la multitud, el tono despreocupado representaba la actitud de la multitud en general. Todos sabían lo que les esperaba — al menos, eso creían.

Ante sus ojos desprevenidos, Mia estalló en movimiento.

En cuanto llegó al altar, cambió su ritmo. El andante constante que representaba la paz y la quietud se transformó de repente en un allegro vigoroso con la intensidad furiosa de un relámpago. El nuevo ritmo, rápido y apasionado, irradiaba un placer desenfrenado.

La Danza del Visitante tenía sus raíces en una antigua tradición que existía antes de la fundación de Perujin. Hace tiempo, los campesinos que vivían en esta tierra llevaban mucho tiempo atormentados por la dificultad de cultivar su árido suelo. Entonces, un viajero les habló de la existencia de tierras más fértiles y les llevó hasta allí. La danza pretendía expresar la alegría, la emoción y la gratitud de los habitantes de la época. Su rápido ritmo y su intensidad rítmica eran demasiado difíciles para Bel, así que la rutina se centró naturalmente en Mia, cuyas excepcionales habilidades de baile le permitieron actuar con garbo.

Espero que el año que viene también tengamos una gran cosecha. Y que crezcan muchas setas deliciosas. Ah, y trigo. Al fin y al cabo, necesitamos trigo para el pastel. Las frutas también, por supuesto, y por favor que sean dulces y sabrosas.

La alineación de su deseo personal con el tema coreográfico dio autenticidad a su danza, realzando su expresividad artística. Levantó las manos, con un movimiento repentino pero elegante, dejando que sus largas mangas onduladas las siguieran en un arco más lento y fluido. Antes de que las mangas cayeran, giró rápidamente en medio círculo para envolverlas alrededor de su cuerpo, y se detuvo bruscamente antes de invertir su rotación.

La fluida interacción entre la belleza cinética y la quietud escultural fue sinérgica, permitiendo que el dinamismo de la primera acentuara la belleza de su silueta en la segunda. Entonces, rompió la calma una vez más y comenzó su siguiente secuencia. Los pasos suaves y los giros se convirtieron rápidamente en ardientes florituras. Levantó la pierna con una patada. Cuando la bajó con un golpe, su otra pierna la impulsó a dar un pequeño salto. Al aterrizar en una pirueta, mantuvo una postura y sonó sus badajos de madera.

¡Cla-clack!

Su baile fue tan apasionado e impecable que dejó a los espectadores paralizados, mirando con ojos llenos de asombro, como si estuvieran presenciando algo divino. No era la primera vez que veían la Danza del Visitante. Sin embargo, nunca la habían visto realizada con tanta sinceridad, con tanto celo. Los invitados anteriores habían hecho esfuerzos poco entusiastas, su rutina simplificada era más una muestra de participación que una actuación. Y eso estaba bien. Nadie había esperado otra cosa.

Pero esta princesa no eligió conformarse con lo bueno. Igualó — y en algunos casos superó — la emoción y la energía de sus homólogas de Perujin. A través de Mia, la danza sagrada cobró vida, cumpliendo plenamente su función de oración sagrada para celebrar y agradecer la cosecha del pueblo Perujin.

Hongos, hongos, oh deliciosos, deliciosos hongos. Pasteles y frutas y muchos tahkoes. ¡Ojalá tenga la oportunidad de volver a disfrutarlo todo con todos el año que viene!

Y siguió bailando con la santa oración en su corazón. Mientras lo hacía, Rania se acercaba, bailando con el mismo vigor. Luego se separaron y volvieron a acercarse, repitiendo el ciclo en concierto como un par de alondras en su juego epónimo. La visión de sus sonrisas compartidas evocó un recuerdo común de un día no muy lejano… cuando las dos princesas subieron la pendiente dorada de la mano. Habían caminado como una sola. Ahora, bailaban como una sola. La princesa Tearmoon les había rendido el mayor grado de homenaje posible. Así que ellas le devolvieron su entusiasmo.

La multitud enloqueció. El espectáculo de la danza, unido a la alegría de una buena cosecha y magnificado por el recuerdo conmovedor de aquel día en la ladera, llevó la energía del público a cotas sin precedentes. La emoción que se respiraba en el aire era totalmente incomparable con la de cualquier otro año que pudieran recordar.

Finalmente, el baile llegó a su fin. En medio de los interminables vítores de la multitud, el rey Yuhal se adelantó en el momento perfecto para lograr el máximo efecto dramático.

“Ahora, demos gracias por la cosecha del año. Alabemos al Señor por este generoso regalo”, declaró con voz estruendosa ante el altar.

“¡Alabemos al Señor!”, se hizo eco la multitud.

“Y alaben también a la princesa Mia, por la seriedad e integridad que ha mostrado en su trato con nosotros. Se merece mi agradecimiento, y me gustaría dárselo.”

Se dirigió hacia Mia, que estaba de pie con una mirada de “ese fue un trabajo bien hecho”, con los hombros todavía agitados por el esfuerzo.

“Por favor, acepte mi más profunda gratitud por su magnífico baile, Princesa Mia.”

“Oh, bueno, de nada. Me alegra que sientas que le hice justicia.”

Mia miró a Bel y asintió con satisfacción al ver su mirada de admiración.

“En ese sentido”, continuó Yuhal. “¿Recuerdas la pregunta que me planteaste el otro día? ¿Te importaría que te diera mi respuesta ahora mismo?”

Tras recibir la afirmación de Mia, se volvió hacia su gente.

“Gente de Perujin, tengo una petición para ustedes: por favor, memoricen los acontecimientos de hoy. Las vistas, los sonidos, la excitación y las emociones. Recuérdenlos. Guárdenlos cerca de su corazón, junto a la maravilla que sintieron ese día en la ladera dorada.” Su voz, aunque tranquila, llegó a todos los oídos. “Todos han visto por ustedes mismos. La princesa Mia, que está ante ustedes ahora, no es como los nobles de Tearmoon que hemos llegado a conocer. Ella trata con nosotros de buena fe, y no busca nuestra subordinación, sino nuestra confianza.”

Los murmullos de asombro y aprobación rodaron por la multitud. Para ellos, cuyos oídos habían sido encallecidos por un lenguaje como estado vasallo y siervos humildes, la palabra confianza era un bálsamo curativo. Aunque fuera una simple palabra, el hecho de que saliera de los labios de una princesa de Tearmoon le daba peso. Significaba algo, porque sabían que la persona que la pronunciaba había demostrado de forma constante e infalible a través de sus acciones que respaldaría lo que decía. La confianza era una calle de doble sentido, y ella ya se había ganado la suya.

“Por eso… es mi deseo dársela. Para construir este puente entre ella y nuestro pueblo. No importa lo que digan los nobles de Tearmoon, nuestra confianza estará con la Princesa Mia. Ella nunca nos traicionará. A cambio, nosotros también le seremos fieles. Aquellos de ustedes reunidos aquí hoy, les pido que juren conmigo. Independientemente de las pruebas y tribulaciones a las que nos enfrentemos en los próximos días, nunca permitiremos que nuestra confianza en la princesa Mia flaquee.”

Fue respondido por una estruendosa ovación. Lo que había empezado como un estallido de fervor en la plaza de la ciudad pronto se extendería por la capital como una ola sísmica, llegando a sacudir toda Auro Ardea.

Este día se convertiría en un día trascendental, conocido como el Día del Amanecer de Perujin, sirviendo como una encrucijada histórica que decidió el futuro destino de Perujin en su conjunto.

El País Agrícola de Perujin, situado al sur de Tearmoon, había sido considerado durante mucho tiempo como un estado vasallo del imperio. Sin un ejército permanente serio y con una falta total de fortificaciones militares en su tierra, casi no tenía forma de repeler una invasión extranjera por sí sola, lo que la hacía depender del imperio para su defensa.

Eso nunca cambió.

Lo que sí cambió fue la percepción de su pueblo. Las generaciones posteriores nunca se referirían a ellos como siervos. Para ellos, Perujin era un país que había que respetar, porque albergaba la sede de la Mianet, una red fronteriza de organizaciones que luchaban contra el hambre y se apoyaban mutuamente. Sin embargo, a pesar de su importancia, la fecha de su creación fue objeto de mucho debate entre los expertos. Su inicio formal fue técnicamente tres años después del Día del Amanecer de Perujin, cuando el verano recuperó su calor habitual, pero su concepción como sistema de ayuda mutua había comenzado mucho antes.

Hay quienes creen que fue este año — específicamente, esta misma Fiesta de la Cosecha de Gracias — el que dio origen a la Mianet. Y tenían buenas razones para hacerlo, ya que esta ocasión fue, de hecho, la primera vez que los miembros principales de la Mianet se reunieron en el lugar que serviría como su futura sede.

En primer lugar, estaba la líder oficial de la Mianet, Chloe Forkroad, cuyas habilidades resultaron indispensables para poner en marcha la operación. Luego estaban Marco Forkroad y Shalloak Cornrogue, que reunieron y se pusieron en contacto con numerosos comerciantes para establecer una sólida red de transporte que pudiera trasladar rápidamente los alimentos de un lado a otro. A continuación, Rania Tafrif Perujin, cuyos constantes esfuerzos fueron decisivos para la difusión de los conocimientos agrícolas por todo el continente y el desarrollo de sistemas que garantizasen la fiabilidad de las cosechas. Por último, la Santa Ángel de Blanco, Tatiana, que impulsó varios tipos de reformas médicas centradas en las naciones más pobres del continente, lo que permitió mejorar el acceso a la sanidad.

Todas estas figuras históricas se habían unido bajo el estandarte de la Declaración del Pastel de Pan de Mia Luna Tearmoon. Juntos, la Gran Sabia del Imperio y sus amigos lucharon con ahínco para erradicar la peste y el hambre de la tierra. Y el pueblo de Perujin les apoyó en todo momento. El castillo en forma de pastel, frecuentado por numerosos portadores de paz y prosperidad, acabaría convirtiéndose en su símbolo y su hogar.

Sin embargo, todo eso son historias futuras aún por contar.

—Extracto de Las Crónicas de la Santa Princesa Mia, “El día del amanecer de Perujin”