Majo no Tabitabi (NL)

Volumen 4

Capítulo 5: Historias Triviales

Comida para Impresionar a un Glotón.

En cierto país vivía un sibarita impertinente.

“No es por alardear, pero he comido de todo lo que hay en el mundo. Siendo honesto, no creo que haya un hombre en la Tierra que sepa tanto de comida como yo”.

El sibarita invitaba a chefs de primera categoría a su lujosa mansión a fiestas todas las noches. En efecto, todos los días. Invitaba a varias personas para estas reuniones sociales. Para ser un autoproclamado sibarita, parecía tener un apetito insaciable por algo, ya que tenía el hábito generoso de invitar a las jóvenes para que asistieran a estas fiestas de forma gratuita.

“¿Qué le parece, Señorita Bruja? ¿Se divierte?”

Persuadida por comida gratis, yo había aceptado a asistir a dicha fiesta, dónde había comido mucha comida de muchos chefs famosos.

“Sí. Bastante. Estoy muy satisfecha”.

“Me alegra escucharlo”. El sibarita vestía un traje de excelente calidad, y su voz estaba llena de seguridad de sí mismo. “Por cierto, escuché que es una bruja errante. ¿Qué tal? ¿Hay algo más grandioso que la comida de aquí? No puedo imaginar que no sea así”.

“Eh-ehh”.

“No se le ocurre nada, ¿verdad?” “Bueno, supongo que no”. “Me alegra escucharlo”.

Si la comida es gratis, me guardaré los comentarios. Aunque se dice que no hay nada más caro que algo gratis—y escuchar a este señor, ¡diría que es lo más caro del mundo! Pero los precios exorbitantes no hacen algo más grandioso.

“—¡Ah, oye! ¡Sí, tu! ¿Qué haces? ¿Y este plato? ¿Acaso no tienes respeto por la comida?”

Siempre que había una pausa en la fiesta, el sibarita daba instrucciones a los chefs que abusaban en cantidad.

“¡Oye pequeña! ¡Esa no es la forma ideal de comer ese plato! ¡Fuera de aquí, niña ignorante!” A veces, sus duras palabras no se limitaban a los chefs, sino que se extendían a los invitados.

Yo no fui la excepción, ya que antes me había visto untar mantequilla sobre el pan y me lo quitó, diciendo; “¡Si usas tanta mantequilla, no podrás disfrutar del sabor del pan en sí!”

Ahora el sibarita parecía haberse calmado. Tenía una expresión pacífica mientras movía su copa de vino.

“Rayos… ¿No crees que hay demasiadas personas que no entienden nada sobre comida? Bueno, supongo que tú también está en esa tendencia”.

“Uh-eh…”

“Me alegra que puedas disfrutar estas delicias y probar un poco de comida refinada. Puede ser difícil comenzar de nuevo tus viajes con un paladar recién refinado”.

“Eso sería problemático”.

“Estoy seguro. No es una experiencia positiva, pues te cuento. Desde que he probado tanta comida fina, ya nada me sorprende”.

Oh, los lujos tienen su lado malo.

El sibarita suspiró. “Oh, ¿me preguntó si habrá alguien en algún lugar que haga un platillo que pueda impresionarme? Si existe tal persona, con gusto pagaría una gran suma de dinero que me permita probar su co— ”

Alguien que pueda hacer comida que impresione a este sibarita, ¿eh?

Muy bien, te escuché.

“Siendo el caso, conozco a alguien que puede hacerlo”.

“¿Oh? ¿Y quién será?”

En efecto.

“Soy yo”.

Una Novela para Cautivar a un Ratón de Biblioteca.

En cierto país vive un impertinente ratón de biblioteca.

Él había leído todo tipo de libros de este mundo y se ganaba la vida como un crítico literario. Era un anciano regordete que vivía una vida cómoda y aislada en su grandiosa mansión.

“Escuché que tú, la bruja errante, hiciste que ese pícaro sibarita dejara de celebrar sus famosas cenas por completo. ¿Es eso cierto?”

Ese día en particular, me invitaron a la residencia de ese ratón de biblioteca en particular, donde me hizo tal pregunta.

“¿Dónde escuchó esa historia?”

Según los rumores, el sibarita había cesado sus fiestas nocturnas después de comer el mejor plato, preparado por mí, y dejó de compartir esa increíble gastronomía con otras personas.

Como resultado, me había hecho enemiga de las muchas chicas de este país que habían estado disfrutando de las comidas gratis. En fin, cosas que pasan.

“Una de las empleadas que trabaja aquí era originalmente una sirvienta que había trabajado en esa mansión. Ahí es donde se enteró de ti. ¿Qué truco de manos utilizaste para satisfacer a ese pícaro? Me han dicho que hablaba bastante sobre cuestiones gastronómicas”.

“Si tanto quiere saber, ¿por qué no le pregunta a su sirvienta?”

“Lo hice, pero ella no lo sabía. Por eso te invité aquí.

Pon a volar mi imaginación”.

“……”

Es desagradablemente arrogante.

“Pero, ¿por qué lo quiere saber? ¿O debo usar mi imaginación para encontrar la respuesta, también?”

“Hmm. Adivina”, dijo, mientras se llevaba su pipa a la boca.

Vaya ego.

Aparentemente, esto era demasiado molesto para este anciano, que disfrutaba de su vida solitaria encerrado en su estudio, rodeado de un montón de libros, mover la boca y contar sus propias historias.

Bueno, eso no era muy difícil de imaginar.

“Ha pasado su vida leyendo libros con historias y cuentos interesantes, pero ahora se encuentra muy, pero muy aburrido, por lo que me invitó ya que quiere escuchar una historia interesante, ¿verdad?”

“Oh… Así es”. El ratón de biblioteca levantó una ceja.

“Oh… es cierto”. El ratón de biblioteca levantó una ceja. “Ya me cansé de las novelas recientes; ni una sola tiene importancia. Comparada con la literatura clásica, la ficción popular no es nada, nada en absoluto. Todos los meses se publican muchos libros nuevos, pero ninguno me llama la atención. Todos son demasiado aburridos. Por eso me he aburrido tanto”.

“Me imagino”.

“¿Cómo lo sabes?”

“¿Qué tal si vuelvo a poner en marcha su imaginación?”

Bueno, de hecho, el ratón de biblioteca y el sibarita eran dos aves del mismo plumaje que vuelan juntos.

“Si está tan aburrido, si gusta, mañana vendré y traeré una novela que querrá contarle a alguien de inmediato. Si hago eso, creo que comprenderá por qué el sibarita dejó de celebrar sus cenas”.

“Oh… que interesante. Así que, ¿estás diciendo que me vas a inspirar un encierro en mi mansión como con el sibarita?”

“No estaría tan segura”.

“¿Por qué no?”

“Creo que debería saberlo, incluso sin usar su imaginación”.

Él ya es un recluso.

Y así, al día siguiente, traje un libro a la casa del ratón de biblioteca.

“Por favor, léalo de principio a fin. Estoy segura que querrá ir a contarle a alguien de inmediato,” dije y salí.

Pasaron tres días antes de que la sirvienta del ratón de biblioteca viniera a visitarme a la posada donde me hospedaba. “Em… el maestro me ha pedido que le diga que quiere verla de inmediato…”

El ratón de biblioteca me esperaba en su mansión, con una expresión bastante retorcida. “¿Qué significa esto?” Puso de golpe el libro sobre la mesa.

Qué manera más horrible de tratar un libro, para ser un ratón de biblioteca, pensé mientras lo miraba. Pero cuando miré de cerca, era el que le había entregado hace unos días.

Parecía que estaba insatisfecho con mi libro.

“¿Qué rayos es esto? No tenía temas de los que hablar y no hay absolutamente ninguna estructura en la escritura. ¡Son solo las conversaciones cotidianas de la gente normal, repetidas una y otra vez! No hay nada que pueda llamarse ni remotamente presagio. Los personajes no poseen cualidades que sean encantadoras. ¡Este es el primer libro que he leído que me tuvo en agonía desde la línea tres!”

“……”

Por cierto, el libro no tenía título. Era la novela personal de alguien que había encontrado por casualidad en una tienda general en algún país apartado en alguna parte. El contenido era definitivamente basura.

Yo era quien le había dado el libro, pero en realidad, la novela había sido tan aburrida que yo no recordaba en absoluto el contenido. Sin embargo, sí recordé que inmediatamente después de terminar de leer—una proeza de voluntad considerable—sentí una inestimable sensación de indignación. Si no recuerdo mal, creo que hice mi mejor esfuerzo y terminé de leer el libro en unas tres horas, pero pensándolo bien, esas deben haber sido las tres horas más sin sentido de toda mi vida.

“Lo leí una y otra vez, pensando que debí haberme saltado alguna escena interesante, pero esto es, sin duda, ¡una porquería! ¿Por qué me diste algo como esto? No recuerdo haber pedido una historia tan aburrida”.

Él estaba bastante molesto.

Lo mismo había sucedido con el sibarita.

Una sonrisa se extendió por mi rostro. Le dije lo mismo que le había dicho al sibarita cuando terminó de comer una comida impresionantemente mala.

“¿Pero eso no hizo querer contárselo a alguien?”