Isekai Ryouridou (NL)

Volumen 20

Capitulo 1: Preparativos Para El Festival De Renacimiento

Parte 1

Tras el festival de la caza en el asentamiento de Ruu, hubo un día libre, y entonces llegó el dieciséis del mes violeta. A partir de hoy, el clan Fa empezaría a tener su propio restaurante al aire libre.

Habían pasado ya unos veinte días desde que el clan Ruu abrió su restaurante al aire libre. Y con sólo seis días hasta el festival del renacimiento del dios del sol, nuestros preparativos también estaban completos.

Antes, el restaurante al aire libre utilizaba cuatro puestos con siete mesas y cuarenta y dos sillas. El plan era que el clan Fa hiciera una inversión para disponer de la misma cantidad de asientos. En otras palabras, a partir de ahora, nuestros dos clanes gestionarían juntos un restaurante al aire libre el doble de grande.

“Muy bien, ahora sólo tenemos que esperar a que se caliente la comida”.

Ayer, en nuestro día libre, ya habíamos preparado todo para la nueva ampliación de los asientos. Esta mañana solo tuvimos que limpiar las mesas y las sillas, y después pudimos empezar los últimos preparativos en los puestos.

También había aumentado el número de mis puestos de dos a tres, a partir de hoy. Como habíamos invertido en el restaurante al aire libre, ahora podía servir platos que requerían que los clientes tuvieran asiento y utensilios. Había decidido alternar los viejos giba manju y poitan wraps en un puesto, y estrenar nuevos platos en los otros dos.

Para uno de ellos, elegí curry y pasta. Había incorporado al curry parte de lo que había aprendido de Naudis. Y en cuanto a la pasta, esperaba que llamara la atención por lo novedosa que era.

Aun así, aunque el curry y la pasta fueran platos de los que me sintiera orgulloso, en realidad no podría llamarlos propiamente “cocina giba”. En pocas palabras, sería completamente posible hacer deliciosas versiones de los platos con kimyuus o carne de karon. Eso significaba que descuidaban el punto crucial de ayudar a difundir el delicioso sabor de la carne giba. Por eso, decidí venderlos alternándolos día a día en el mismo puesto, junto a otro plato de carne como especial del día.

Para el día de nuestra inauguración, eso significaba vender giba curry, giba manju y el plato especial, bistec giba. Pronto se cumpliría medio año desde que empecé a hacer negocios en la ciudad postal, y por fin me había decidido a intentar vender la carne en el estilo que permitiera al cliente disfrutar más directamente de su sabor.

El sabor del filete giba era bastante peculiar, comparado con los kimyuus o los karon, así que no tenía ni idea de lo bien que lo aceptarían los habitantes del pueblo. Pero tratándolo como una de las especialidades, podría probarlo. Y si despertaba suficiente interés, tenía la intención de probar también la giba asada entera en el pueblo.

Con tanta expansión, parecía difícil seguir sorteando los bocadillos de chuleta giba, así que, de momento, el plan era dejar de lado el truco y añadir el plato a la lista de especialidades.

“Con lo mucho que habéis ampliado los puestos, empieza a parecer que se acerca un festival. Voy a disfrutar viendo todo lo que tenéis ahora para comer”, comentó un cliente de Jagar que hacía cola.

“Puedes probar los nuevos platos, así que pruébalos todos. El giba curry de allí usa muchas hierbas de Sym, pero en realidad es un plato de mi país”.

“¿Hmm? No soy precisamente aficionado a Sym, pero supongo que sí puedo probar una muestra primero, al menos le daré una oportunidad”.

Al presentar mi nuevo menú, lo que más me preocupaba eran mis clientes de Jagar.

La gente de Sym no solía preocuparse demasiado por la carne peculiar debido a que comían gyama criados en las montañas, que tenían un fuerte aroma, y en general tampoco tenían problemas con los ingredientes de Jagar. Por su parte, los sureños solían ser muy directos por naturaleza y sentían una fuerte antipatía hacia Sym, por no mencionar que muchos de ellos eran un poco más quisquillosos que incluso los occidentales en lo que respecta al sabor de la carne. Teniendo eso en cuenta, añadí un aceite tau muy aromático y salsa myamuu al filete giba.

Como guarnición, preparé un salteado de aria, nenon y la seta de haya pseudo-marrón. Mantuve la carne en unos 120 gramos y la vendí por dos monedas rojas. Elegí ese tamaño y ese precio porque quería que la gente pudiera disfrutar de todo tipo de combinaciones de la cocina de los puestos.

Con el otro plato nuevo, el curry giba, opté por seguir el mismo sistema que el clan Ruu utilizaba con sus sopas. En otras palabras, un cucharón era una moneda roja y media, y dos cucharones serían tres.

Sin embargo, al igual que hacía el clan Ruu, yo me refería al medio tamaño como una ración entera. Tsuvai nos había aconsejado que si una abrumadora mayoría de los clientes pedía el tamaño más pequeño, debíamos tomarlo como base. Así, un cucharón se convertía en una ración completa, y si no era suficiente, la gente podía pedir una ración doble.

Además, la sopa, el curry y los platos especiales venían con medio poitan al horno.

Medio poitan no era mucha comida, así que aun así esperaba que la gente pidiera otro plato junto a ellos.

El clan Ruu también tuvo un cambio por su parte. Es decir, reevaluaron el tamaño y el coste de las hamburguesas giba y myamuu giba que alternaban. Hasta ahora, ambas habían utilizado bastante carne, unos 180 gramos, y se vendían por tres monedas rojas. Esa relación precio-cantidad estaba determinada por el castillo de Genos, así que no había forma de cambiarla. Pero sería difícil disfrutarlo junto a otros platos como ese, así que se adelantaron y bajaron tanto el precio como el volumen.

Las hamburguesas giba y el giba manju tenían 120 gramos de carne por dos monedas rojas, mientras que el giba myamuu y los wraps poitan tenían 90 gramos de carne por una moneda y media.

Me preocupaba que hacer las hamburguesas de giba más pequeñas cambiara su sensación de sustanciosidad, pero al final decidí que el tamaño no sería un problema después de todo. Además, usar 180 gramos de carne no era lo habitual.

Era un recuerdo bastante lejano, pero las hamburguesas de cierta famosa hamburguesería de mi viejo mundo pesaban apenas 30-40 gramos. En algún momento, empezaron a vender una hamburguesa con más volumen, con una hamburguesa que pesaba un cuarto de libra. Por curiosidad, saqué la cuenta y resultó que pesaba unos 113 gramos.

En otras palabras, incluso después de tener que reducir su tamaño, las hamburguesas giba seguían siendo más grandes que un cuarto de libra de carne.

Otro punto importante fue que decidimos escalonar la alternancia de algunos de los platos. Porque si todo cambiara a diario, la variedad de combinaciones no sería tan amplia.

Los platos especiales del clan Fa y los platos de sopa de los Ruu rotaban diariamente. El clan Fa cambiaba entre el giba curry y la pasta cada dos días, mientras que el Ruu hacía lo mismo con sus hamburguesas giba y el myamuu giba cada tres días. Nuestros envoltorios de giba manju y poitan cambiarían cada cuatro días. Faltaba medio mes hasta el final del festival de renacimiento, así que los clientes con una larga estancia podrían disfrutar de todo tipo de combinaciones.

En cuanto al número de comidas, no sabíamos qué platos serían los más populares, así que por hoy preparamos mucho de todo. Iremos probando y haciendo ajustes en función de las ventas.

Hoy hemos comido trescientas raciones de estofado de giba, doscientas de curry de giba, ciento cuarenta de giba myamuu, ciento veinte de giba manju y cien filetes de giba.

Si vendiéramos todo eso, serían 1.400 monedas rojas. Hasta ahora, nuestras ventas habían alcanzado un máximo de 1.150 monedas, y hoy sería una prueba para ver hasta dónde podíamos llegar.

Si al final nos sobra mucho, la Cola de Kimyuus debería comprárnoslo… pero no quisiera molestar así a Milano Mas si puedo evitarlo.

Por supuesto, ampliar los puestos y el restaurante también significaba incorporar a más gente para ayudar. Hasta ahora, nuestro equipo a tiempo completo estaba formado por mí, Toor Deen y Yamiru Lea, mientras que Yun Sudra venía a la hora en que el sol estaba en su punto álgido. Pero a partir de ahora, todos trabajaríamos durante toda la jornada laboral, e incorporábamos a dos chefs más. Procedían de los clanes Gaaz y Ratsu, que habían expresado previamente su apoyo a las acciones del clan Fa y tenían mujeres de sobra.

En cuanto al clan Ruu, Reina y Sheera Ruu se alternaban diariamente, y Vina, Lala y Rimee Ruu tenían una rotación de tres días, con sólo Tsuvai trabajando todos los días. Todo eso se mantuvo igual, mientras que Ama Min Rutim pasó de llegar sólo cuando el sol tocaba su punto álgido a estar a tiempo completo, y también acogieron a recién llegados de sus clanes subordinados, los Lea y los Min. La idea era incorporar nueva ayuda antes de que llegara el periodo de mayor actividad, como habíamos hecho nosotros.

Ese era el plan para el festival del renacimiento del dios del sol que los miembros del clan Ruu y yo habíamos organizado.

“Hola, Asuta. ¿He llegado demasiado pronto?”, me llamó una voz desde un lado mientras calentaba una bandeja metálica en la caseta. Eran Dora y Tara, con las que nos habíamos cruzado de camino.

“Wow, has llegado pronto. Necesitaremos un poco más de tiempo antes de abrir”. No solían aparecer hasta que se calmaba el ajetreo matutino, como muy pronto.

Colocando una mano sobre la cabeza de su querida hija, Dora me dirigió una sonrisa tensa. “Bueno, le pedí al hijo del vendedor de marihuana que vigilara la tienda para poder venir corriendo. Él también quería venir cuanto antes”.

“Ah, ¿sí? Siento que debería disculparme contigo. Vas a perder aún más tiempo con nosotros ahora que estamos operando como un restaurante sentado”.

“¿Qué estás diciendo? Si eso significa que hay aún más comida deliciosa para nosotros, entonces cualquier molestia extra vale la pena”, dijo Dora mientras miraba a su alrededor. “Aun así, es un espectáculo digno de ver. Cuando empezaste, nunca habría imaginado que tu negocio llegaría a ser tan grande”.

Ahora había cinco puestos alineados vendiendo carne de giba. Y más allá había ocho puestos dedicados a los asientos del restaurante al aire libre.

El número de personas que trabajaban aquí había aumentado de ocho a doce. Las cosas se habían ampliado muchísimo en comparación con cuando empezamos Vina Ruu y yo, vendiendo apenas diez hamburguesas giba al día. El pensamiento estaba empezando a hacerme un poco emocional.

“Yumi y esa chica Myme también abrirán puestos pronto, ¿verdad? Entonces las cosas se animarán aún más”.

“Ah, Myme va a abrir la tienda hoy. Ella va a utilizar ese espacio abierto de allí una vez que llegue “.

Como no podíamos hablar si nos sentábamos entre ella y nosotros, ayer cambiamos de sitio para dejar sitio a dos puestos más. Myme y El Viento del Oeste montarían allí sus puestos, mientras que El Gran Árbol del Sur se instalaría supuestamente más al sur, donde las cosas estaban más animadas. La Cola de Kimyuus se limitaba a supervisar los puestos.

“Las cosas están completamente abiertas al otro lado de la carretera, sin embargo. Por lo que he oído, algo grande va a pasar allí”, dije.

“Sí, el año pasado un grupo de artistas ambulantes montó una enorme carpa de circo para el festival de resurgimiento. Parece que hicieron bastante negocio, así que podría ser el mismo grupo”, explica Dora.

“¡¿Eh?! ¡¿Esos tipos vienen a Genos otra vez?! ¡Realmente quiero verlos con Rimee Ruu!” Dijo Tara, con los ojos brillantes mientras tiraba del brazo de su padre.

“¿Así que vienen artistas? ¿Y los viste el año pasado, Tara?”. pregunté.

“¡Sí! Daba un poco de miedo, pero también era muy divertido. Había animales que nunca había visto, ¡y me encantó!”.

“Ya veo. Animales que nunca habías visto antes, ¿eh?”

Los karon y los kimyuus eran algo nuevo para mí, pero ella debía de estar hablando de animales aún más inusuales si se suponía que eran todo un espectáculo. En mi mundo, los circos llevaban animales como elefantes, jirafas y leones.

Mientras pensaba en eso, Dora dio un preocupado, “Hmm… No me gustan demasiado las tiendas así. Aun así, al menos puedo apreciar a las encantadoras jóvenes”.

“Ah-ha-ha. Ciertamente suena como un buen momento. A mí también me encantaría ir, siempre y cuando la jefa de mi clan le dé permiso”.

“Y me sentiría mucho más cómodo si me acompañarais. Esos tipos no son tan mala gente, pero hay muchos artistas ambulantes turbios por ahí”. Tras decir eso, los ojos de Dora se abrieron de par en par. Parecía haberse dado cuenta de que la parte no cocinera de nuestro grupo estaba de pie detrás del patio de butacas. “¿Eh? ¿Así que tú también estás aquí? Ha pasado un tiempo, um…”

“¡Me llamo Dan Rutim! Eres el vendedor de verduras de las tierras Daleim,

¿verdad? Me alegra verte con buen aspecto”.

Sí, una vez más vinieron cazadores a hacer de guardias. Por lo que había oído, había que ser muy cauteloso durante el festival del renacimiento, ya que a veces venían vagabundos de otras ciudades. Realmente fue una suerte que el periodo de descanso del clan Ruu coincidiera con el festival del renacimiento.

Al asomar la cara por detrás de Dan Rutim, Ludo Ruu les saludó despreocupadamente. “¡Hey! Si son Dora y la pequeña Tara. ¿Así que aparecisteis antes de abrir?”

La cara de Tara se iluminó al instante. “¡Sí! ¡¿También viniste a la ciudad, Ludo Ruu?!”

“Sí, porque el clan Ruu está en un período de descanso. Los hombres se turnarán para venir a la ciudad cada día de aquí en adelante”.

Nos acompañarían como guardias un grupo aleatorio de cinco o seis cazadores. Hoy eran ellos dos, más Ai Fa, Rau Lea y el segundo hijo de la casa principal de los Rutim.

Era la primera vez desde que las cosas se complicaron con Cyclaeus que hacíamos venir guardias a los puestos. Antes habíamos recurrido a cazadores jóvenes de aspecto apacible para no asustar a la gente del pueblo, pero esta vez suprimimos ese requisito.

Había dos razones para ello. Cuando fui secuestrada por Lefreya, los fornidos cazadores acudían en masa a la ciudad postal, por lo que la gente del pueblo había creado cierta resistencia contra ellos. Y también le sugerí a Donda Ruu que sería bueno intentar ver cómo estaba cambiando la relación entre los hombres del borde del bosque y la ciudad postal.

Además, para bien o para mal, la gente de otros lugares no temía mucho a los habitantes del borde del bosque, por lo que se decidió que los cazadores de aspecto feroz actuarían como mejor elemento disuasorio.

La razón por la que acabamos con tantos guardias conocidos hoy fue porque fueron los hombres con mayor sentido de la curiosidad, como Dan Rutim y Ludo Ruu, los primeros en ofrecerse voluntarios, pero estaba previsto que también nos ayudaran hombres de otros clanes subordinados, como los Maam, los Muufa y los Ririn.

“Hey Ludo Ruu, ¿está Rimee Ruu de guardia hoy?” preguntó Tara.

“Sí”. Ludo Ruu asintió. “Está trabajando allí. Y está deseando volver a verte”.

“¡Hurra! Estoy tan contenta de poder veros a los dos a la vez”. dijo Tara con una sonrisa sincera, y Ludo Ruu le mostró el blanco de los dientes. Desde la visita de Tara al borde del bosque, el vínculo entre ellos se había hecho cada vez más profundo.

“Oye, perdona que te interrumpa cuando te lo estás pasando bien charlando, pero ¿cuándo va a estar lista la comida?”, intervino el cliente de Jagar con cara de impaciencia. Debía de estar molesto porque yo sólo había calentado la bandeja, pero no había hecho nada más.

“Ah, lo siento. Estoy esperando a que estén listos los preparativos de los otros platos. Si empezara a servir a la gente por mi cuenta, probablemente tendría a toda la multitud haciendo cola delante de mí.”

Yo estaba a cargo del plato especial, el filete giba. Mirando a ambos lados, me saludaron Yamiru Lea, en el puesto de giba manju, y Toor Deen, en el de giba curry.

La mujer Gaaz estaba junto a Toor Deen, mientras que la mujer Ratsu estaba en el restaurante exterior junto a Yun Sudra. Sheera y Rimee Ruu se disponían a enseñarles el oficio allí.

Más allá del puesto de giba al curry, Ama Min Rutim nos saludó desde su puesto, donde se ocupaba del estofado de giba. Tsuvai no reaccionó desde el puesto de myamuu giba, pero mientras tuviera su bandeja caliente, no habría ningún problema en cuanto a los preparativos.

“Muy bien, ya estamos todos listos para empezar, así que vamos a ir abriendo boca. Este plato se estrena, así que pueden probarlo si quieren”, dije, sacando una bolsa de cuero de carne de solomillo graso que habíamos preparado para este plato. Después de ablandarla para eliminar las fibras, la carne tenía un grosor aproximado de un centímetro y medio.

Quité las hojas de pico utilizadas para conservar el trozo de carne, lo puse encima de la sartén y la grasa empezó a crepitar enseguida. Había un fuerte aroma a curry en el aire, pero los clientes más cercanos olían sin duda la carne asándose.

Después de comprobar el color del fondo, le di la vuelta y saqué mi arma secreta: una tapa metálica abombada para filetes. Utilizaba una tapa de olla que había comprado a través del grupo de metalistería de Diel.

Tras verter vino de frutas sobre la superficie cocinada, sellé el solomillo bajo la tapa para filetes. Cocinarlo con una tapa era para acortar el tiempo

total de asado. El olor de la carne a la parrilla y del vino dulce de frutas se mezclaron, haciéndose aún más potente.

Al cabo de un minuto, retiré la tapa y, tras cortar el centro de la carne, comprobé que estaba bien caliente. Empecé a cortarla en trozos de aproximadamente un centímetro de grosor y los pasé a un plato grande de madera, vertiendo rápidamente el aceite tau y la salsa myamuu por encima antes de pincharlos con unos pinchos de madera que había comprado a un artesano.