Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Cuando Shalloak Cornrogue empezó a caer, la primera en ponerse en pie fue Tatiana. Se precipitó a su lado, tratando de sostener, sin éxito, su gran cuerpo. Él se desplomó, llevándosela con él, pero incluso mientras caían, ella se aseguró de colocar sus brazos entre el suelo y su cabeza. Luego, se arrastró fuera de él y le inclinó la cabeza para mantener abiertas sus vías respiratorias. Lo que siguió fue una serie de órdenes rápidas a los que estaban a su alrededor, indicándoles que ayudaran con los primeros auxilios. La rapidez y la seguridad con la que actuó dejaron a Mia con la boca abierta.

La brusquedad del suceso tampoco ayudó. Mia había arrinconado a Shalloak, dispuesta a dar un brillante golpe de gracia a su reputación. Lo último que esperaba era lanzarse a la yugular de su oponente, sólo para que se desplomara antes de probar la sangre. Mientras observaba cómo cuatro hombres se esforzaban por llevárselo, se dirigió a Tatiana.

“¿Crees que estará bien?”

“Oh, um, probablemente… Creo que es un ataque transitorio. Su respiración se ha estabilizado, así que mientras descanse un poco…”

“¿Un ataque? ¿Es algún tipo de enfermedad?”

“No sabremos si es una enfermedad sin un examen. Sin embargo, he oído hablar de este tipo de ataque. Aparentemente, hubo un noble rico en algún reino que murió después de experimentar algo muy similar. Comían muchos alimentos ricos, se quedaban en casa todo el tiempo y no hacían nada de ejercicio.” Tatiana frunció el ceño y se cruzó de brazos. “En otras palabras, comer demasiado y no hacer suficiente ejercicio conduce a este tipo de enfermedad.”

Mia escuchó atentamente mientras se acariciaba inconscientemente la barriga.

¿Comer demasiado… y no hacer suficiente ejercicio?

“Afortunadamente, aún no es demasiado tarde. ¿Me… Me disculpa, Su Alteza? Me gustaría ver cómo está el maestro Shalloak.”

“¿Eh? Oh, claro”, dijo Mia, volviendo a prestar atención. “Querrás ver cómo está, por supuesto. Adelante.” Ella se apresuró a asentir, y luego se palpó el vientre una vez más. “Hmm… Dime, ¿dónde está la sala de tratamiento a la que llevaron a Shalloak? Ah, está en el castillo, pero un poco lejos de aquí. Hm, hm, entiendo… Que conveniente. Sí, compruébalo en efecto…” Siguió asintiendo, pero el gesto ahora se volvió pensativo. “En ese caso, iré contigo, Tatiana.”

“¿Eh? ¿Lo harás? ¿Por qué?”

Tatiana miró sorprendida a Mia, que rápidamente inclinó su cuerpo para ocultar su estómago de la inocente pero curiosa mirada de la chica.

“¿Por qué? Bueno… Cómo decirlo…”

Decir la verdad no era una opción. No iba a admitir que había desarrollado un repentino interés por el ejercicio antes de acostarse. Su sentido del orgullo no se lo permitiría. Sin embargo, ocultar esto significaba que no tenía justificación para ver cómo estaba Shalloak. No había nada que pudiera hacer por él allí, por no hablar de su rivalidad. No tenía ninguna obligación de visitarlo. A menos que tuviera una muy buena razón, el sentido común dictaba que debía permanecer aquí y continuar la discusión con Yuhal. Después de fruncir el ceño y fruncir los labios, expresó su razón.

“Es porque… Shalloak se está debilitando.”

Así es. La Gran General Mia sabía que no había lugar para la piedad en la guerra. Cada apertura que el enemigo expusiera debía ser aprovechada y explotada al máximo. Actualmente, Shalloak estaba en una posición débil. Por lo tanto, ahora era el momento de acabar con él para siempre, asegurándose de que no volviera a suponer una amenaza para el imperio.

Definitivamente no era porque quisiera hacer ejercicio. ¡No, estaba Mia caminando con decisión hacia su enfrentamiento final! Era lo que se decía a sí misma.

“Lo que significa…” Ella sonrió a su arma secreta. “Parece que es tu momento de brillar por fin, Tatiana.”

Por eso había traído a la chica — como el último clavo en el ataúd de Shalloak — y era el momento de clavarlo. Mia la blandiría ante él y declararía: “¡Contempla, Shalloak, que su existencia desmiente tus afirmaciones! No tienes derecho a llamarte comerciante despiadadamente racional. No eres más que un ser humano mundano con toda la debilidad, el sentimentalismo y la compasión de la gente normal.”

Esta floritura dramática requeriría la cooperación de Tatiana, así que para asegurarse de que no se acobardara, Mia la miró a los ojos y le dijo: “Cuento contigo, Tatiana. Haz que me sienta orgullosa.”

“Su Alteza…”

Al escuchar las palabras de Mia, Tatiana sintió como si la pieza que faltaba en un rompecabezas finalmente encajara. Todo lo que Mia le había dicho hasta ahora… Todo tenía sentido ahora.

¡Vio que la salud del maestro Shalloak se debilitaba y quiso desearle lo mejor en persona!

A juzgar por su intercambio anterior, estaba claro que Mia y Shalloak no se veían exactamente. Más bien, parecían enemigos. Por eso, Tatiana esperaba que Mia la utilizara como arma contra él. Pero ese no era el caso.

¡Su Alteza está tratando de salvar al Maestro Shalloak!

Lo que habían sido numerosos acontecimientos desconectados se unieron de repente en un todo único, revelando un patrón completo e interconectado. De vuelta al estanque de Crolio, Mia había dicho que apreciaba la disposición de Tatiana a amonestar cuando era necesario. Había elogiado su franqueza. Luego, le había dicho a Tatiana que acudiera a ella si alguna vez tenía problemas. Ahora Tatiana tenía claro que Mia la había animado, tratando de empujarla hacia adelante.

Más palabras de Mia empezaron a resonar en su mente. Había dicho que todo dependería de cómo eligiera actuar Shalloak. ¡Qué premonitoria había sido! Estaba claro que se refería exactamente a esta eventualidad. Mia sabía desde el principio que la salud de Shalloak se resentiría si no cambiaba sus hábitos alimenticios. Por eso trajo a Tatiana — para que le diera la amonestación necesaria y lo convenciera de llevar una vida más sana.

Y eso no es todo. Creo que ella podría estar tratando de ayudar al Maestro Shalloak a recordar…

El objetivo de Mia era doble. A través de Tatiana, ella deseaba advertirle sobre su salud y preservar su vida. En el proceso, ella esperaba que él recordara las cosas maravillosas que había hecho en el pasado. Salud del cuerpo y salud de la mente. Ella quería devolverle ambas cosas.

Tatiana no pudo evitar sentir que había dado con las verdaderas intenciones de Mia.

En la superficie, ella dice que todo depende de cómo él decida actuar, pero entre bastidores… está haciendo todo lo que puede para salvar al Maestro Shalloak de la autodestrucción y devolverlo al camino correcto hacia adelante.

Este enfoque, se le ocurrió, tiene mucho en común con la práctica de la medicina. Que Shalloak eligiera una vida de moderación dependía ciertamente de él. La calidad de su salud y la duración de su vida dependían en última instancia de las elecciones que hiciera.

“Pero las elecciones pueden ser influenciadas.”

No había necesidad ni razón para rendirse sin más. A los que no estaban dispuestos a escuchar se les podía seguir diciendo y repitiendo. Con el tiempo suficiente, un día, podrían finalmente ser persuadidos. No necesariamente porque se sintieran conmovidos por el despliegue de seriedad obstinada, sino simplemente porque estuvieran hartos de escuchar los mismos consejos insistentes y cumplieran con ellos para que dejaran de hacerlo.

Todo depende del Maestro Shalloak… Al principio, las palabras de Su Alteza sonaron frías e indiferentes…

Pero ahora, Tatiana sentía una profunda gratitud. Quería agradecerle a Mia desde el fondo de su corazón… ¡Por traerla hasta esta encrucijada crítica y darle la oportunidad de salvar a Shalloak Cornrogue, el hombre que había cambiado su vida!

“Muy bien, Su Alteza. Vamos.”

Cuando miró hacia Mia, la encontró bombeando sus brazos por alguna razón. Era curiosamente similar al movimiento que practicaba con frecuencia la otra joven que la seguía, Bel, y había algo extrañamente… de ejercicio en ello.