Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Así que esa es la Gran Sabia del Imperio, Mia Luna Tearmoon…”

El Rey de Perujin, Yuhal Tafrif Perujin, observó cómo Mia se abría paso por la pendiente dorada, y su pueblo estalló en vítores. La sinceridad de sus emociones era evidente para él. La gente que había cumplido a regañadientes con su instrucción de reunirse para la recepción de la princesa de Tearmoon, ahora le daba la bienvenida con todo su corazón.

“Una manera muy astuta de influir en la voluntad del pueblo… Impresionante. Veo que la Gran Sabia del Imperio no se rige por las inútiles costumbres de la nobleza. Un pragmático, entonces, con un ojo para la utilidad.”

Su disposición sin reservas a descartar las sensibilidades de la sociedad educada para manipular los corazones se parecía mucho al método de los comerciantes. Yuhal resopló con disgusto.

“Nos mira con el corazón, pero nos mira con los ojos. Qué chica tan astuta…”

Sabía que la nobleza no era un monolito. Entre los cazadores de gloria sin sentido, existían los que eran implacablemente racionales y vivían según el principio de “el orgullo no vale nada comparado con la ganancia material.” A sus ojos, la princesa Mia era claramente una de esas raras razas. La consideraba una persona realista que elegía el beneficio por encima del ego.

“…¿Pero conoce ella las propiedades de nuestro trigo?”

El trigo normal era espinoso y doloroso cuando se manipulaba con la piel desnuda, que a menudo permanecía con picor durante algún tiempo después. El trigo Perujin había perdido la mayoría de sus espinas irritantes gracias a la cría selectiva, pero eso no debería ser obvio para el ojo inexperto. Si ella las había pisado sabiendo que eran seguras, entonces la agudeza de su ingenio y percepción era algo de lo que había que desconfiar, si no temer.

“O, tal vez… ¿le daba igual?”

Sus cejas se movieron al darse cuenta. Si hubiera pisado el trigo y se hubiera lesionado los pies, podría haberlo utilizado como palanca para la extorsión. Tal vez esa había sido su intención todo el tiempo. Seguramente no había esperado que Perujin fuera imprudente en su preparación, pero si lo era, también le parecería bien.

“O bien tenía conocimiento previo de nuestro trigo, o confiaba en el alcance de nuestra consideración hacia nuestros invitados… o bien sabía que podía jugar cualquier mano, con espinas o sin ellas.”

Sea cual sea su razonamiento, sus acciones tenían que ser el resultado de un cálculo. No podía ver que fuera otra cosa.

Tal vez porque no quería ver que fuera otra cosa. La princesa del imperio contra la que había jurado una eventual represalia tenía que ser una figura amenazante. Un enemigo amenazante y poderoso con hielo en su corazón. Tenía que ser una oponente despiadada que pisoteara a su pueblo a la menor oportunidad, o alguien que fingiera su benevolencia hacia las masas hasta que las circunstancias favorecieran su crueldad interior. Necesitaba que lo fuera. Porque, de lo contrario, ¿qué haría de él? ¿Y los riesgos que había corrido? ¿Los riesgos que iba a correr?

Lucharía por su venganza. Era el momento de igualar la vieja cuenta.

Yuhal veía lo que quería ver. Creía lo que quería creer. Su mundo era uno fabricado que se sostenía sobre falsedades convenientes.

“Aún así, quién hubiera pensado que la primera vez que un miembro de la familia imperial de Tearmoon llega a Auro Ardea, ella misma subiría la cuesta. Algunas cosas simplemente desafían la predicción…”

Mientras pronunciaba esas palabras, sintió una extraña ondulación en su mente. Menos pensamiento que sensación, hizo resurgir un viejo recuerdo.

“No, no puede ser… Su madre… La emperatriz consorte… ¿No vino ella aquí antes? Espera, ¿o es un sueño lo que estoy recordando?”

Fragmentos etéreos burbujeaban suavemente en la superficie de su mente, demasiado débiles para determinar si eran realidad o ficción. Yuhal frunció el ceño ante la extraña vaguedad de este recuerdo. Finalmente, sacudió la cabeza en señal de rechazo.

“Mezclando los sueños con la realidad, ¿verdad? Veo que la edad afecta a la memoria.” Se rió irónicamente con una voz seca y grave.

“Nos sentimos muy honrados por su voluntad de hacer el largo viaje hasta aquí personalmente, princesa Mia.” Yuhal salió a saludar a Mia justo cuando llegaba a la cima de la ladera dorada. “Soy Yuhal Tafrif Perujin, Rey de Perujin. Es un gran placer conocerte.”

Entonces, se arrodilló. Este era un comportamiento impensable para un rey, aunque estuviera en presencia de la princesa de Tearmoon. Sin embargo, Yuhal también era capaz de sacrificar el orgullo al servicio de la necesidad. Un saludo del rey de un estado vasallo era mejor realizarlo con excesiva humildad, especialmente cuando dicho rey tenía que desviar la atención de los siniestros planes que albergaba.

“Cielos, Su Majestad, que extremadamente cortés de su parte. Me llamo Mia Luna Tearmoon, y también es un placer conocerlo.” Le devolvió una reverencia.

“Soy consciente de que has sido muy amable con mis hijas. Lamento no haber expresado mi gratitud en persona antes. Aunque es poca recompensa, hemos organizado un banquete de bienvenida esta noche en su honor. Si no están demasiado agotados por el viaje, su asistencia será muy apreciada.”

“Vaya, eso suena maravilloso. Ciertamente asistiré a esta fiesta. No importa lo cansada que esté, o lo lleno que esté mi estómago, nunca rechazaré la oportunidad de probar más cocina de Perujin. La comida de aquí es simplemente sublime. Estoy deseando disfrutar esta noche.”

Tras intercambiar las habituales formalidades halagadoras, Mia se llevó un curioso dedo a la barbilla.

“En ese sentido, tengo una petición.”

“¿Una petición? ¿Qué puede ser?”

“Esta fiesta de bienvenida para mí… ¿Podría pedir que Shalloak Cornrogue sea invitado a asistir también?”

“¿Oh?”

La repentina aparición del nombre hasta ahora no mencionado tomó a Yuhal por sorpresa. Miró a Rania, que se resistió a hacer contacto visual, y contuvo un suspiro. Así que así se filtró… No esperaba que mi propia hija me traicionara.

Manteniendo su expresión totalmente inalterada, dijo: “Pero no es más que un comerciante ordinario. No veo cómo podría ser una adición adecuada a su banquete nocturno. ¿Qué es lo que te interesa de él?”.

Aunque no lo dijo explícitamente, el matiz era claro: invitar a un simple comerciante a un banquete destinado a recibir a la princesa de Tearmoon era totalmente inapropiado. Mia, sin embargo, sonrió y dijo: “De hecho…”

Su respuesta fue interrumpida por la llegada de su carruaje. Dos muchachas de edad similar a la suya bajaron, seguidas por una doncella y un joven con gafas. Mia se volvió hacia ellos y repitió.

“De hecho”, continuó, “mi amiga Tatiana siente una gran gratitud hacia ese tal Shalloak y le encantaría conocerle y darle las gracias en persona.”

Cuando su mirada se posó en Tatiana, la chica se puso nerviosa ante la repentina atención.

Entiendo. Ya ha preparado el pretexto. Hm, era de esperar, supongo, para alguien de su calibre…

Yuhal miró a Mia, una chica más joven que sus propias hijas, y resolvió duplicar su cautela al tratar con ella.

“Oho ho”, se rió Mia. “He oído que es un hombre muy amable, y estoy deseando escuchar historias sobre todo lo que ha hecho por ella.”

Él asintió con cautela, notando una inquietud en la forma en que ella sonreía.

“¿Es así? Bueno… Lo arreglaré entonces.”

Al ver que no tenía forma de evadir la petición, resistió el impulso de hacer una mueca y cumplió.