Ryuu to Sairei (NL)

Volumen 3

Capítulo 3: O Fríamente Pacífico

Parte 3

 

 

Yuui y Nova abandonaron el edificio temporalmente antes de la cena de esa noche. Hicieron que pareciera que venían de un lugar diferente, al igual que en todas las reuniones. Aunque Yuui no entendía por qué la farsa era necesaria en este punto.

Esta vez fue diferente porque primero fueron a la mansión de Mellay. Yuui había invitado a Mellay a caminar con ella y Nova a la cena. Nova había insistido en que esto sería más seguro. Ella había afirmado que, si bien la situación sería la misma que cuando fueron atacadas por última vez, sería más fácil predecir las acciones del enemigo.

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“Aunque si no saliera, no necesitaría protección”, dijo Yuui mientras miraba hacia atrás. “Nadie sospechará si yo soy la primera en llegar de vez en cuando”.

“¿Lo crees?”. Nova miró a Yuui.

“¿Respondiendo con una pregunta…? Sí, lo creo”.

“La gente tiene, diferentes formas de pensar”. Nova asintió, inexpresiva. “Te sentirás mejor si sales de vez en cuando”.

“¿Qué?”.

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Yuui giró la cabeza hacia atrás, sintiendo que esa última declaración había salido de la nada. Sí, puede ser más saludable para ella salir que quedarse encerrada en su habitación todo el tiempo, pero no era algo que pudiera hacer dada su posición.

Yuui decidió que debía haber sido una de las raras bromas de Nova. No había forma de que la farsa que habían estado representando todo este tiempo hubiera sido por la salud mental de Yuui.

Llegaron a la mansión de Mellay y la anciana salió inmediatamente. Su asistente habitual estaba detrás de ella.

“Gracias por venir, Minaha”, dijo Mellay mientras bajaba los escalones de la entrada, extendiendo una mano en dirección a Yuui.

“Veo que Rolphie y Hemsley no están presentes hoy”, respondió Yuui mientras tomaba su mano.

“Solo fueron mis invitados esa vez. Estoy segura de que ya se dirigen al lugar de reunión”.

Las dos caminaron lentamente por las calles cubiertas de nieve, sin mencionar a los dos fabricantes de varitas con sospechas sobre Seyoh. Eran cuatro personas en total, incluidos las dos asistentes que caminaban detrás de ellas.

Había otras personas por aquí y allá, tal vez porque la ventisca había cesado y hacía ahora un clima templado. Los ciudadanos no parecían tener ningún destino particular en mente; en cambio, parecían estar tomando un poco de aire fresco. Cada uno de ellos estaba disfrutando de la paz y tranquilidad momentánea a su manera. El sol de la tarde era cálido y la nieve de las carreteras parecía estar derritiéndose.

“Parece que hablas con Seyoh a menudo”, dijo Mellay, como si la idea se le hubiera ocurrido de repente. “También desearía tener la oportunidad de hacer eso”.

“Él me está cuidando, en cierto sentido. Naturalmente, tenemos muchas oportunidades para hablar”, respondió Yuui.

“Y nuestras discusiones rara vez tienen algún interés. Principalmente temas administrativos”.

“Oh… Eso no es exactamente lo que he escuchado”.

“¿Y qué es lo que has oído?”, preguntó Yuui con una leve sonrisa, interesada.

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“Por ejemplo, que una vez dijiste que la fe no es académica”.

Yuui se sorprendió al escuchar las palabras que había dicho pero olvidado hasta escucharlas nuevamente. “Eso es… Sí, ciertamente dije eso…”.

“No hay necesidad de estar tan ansiosa. He sospechado que no naciste en el marayismo. Ese es el valor que aportas, la combinación de la falta de conocimiento de la fe, junto con la objetividad”. Mellay sonrió. “Y tampoco tengo intenciones de encontrar fallas en lo que has dicho. Solo siento como si estuvieras malinterpretando algo, Minaha. Parece como si tuvieras las cosas al revés”.

“En otras palabras, ¿Quieres decir que la fe es académica?”.

“Eso no sería cambiar el orden. Lo que quiero decir es que los estudios académicos son una búsqueda religiosa”.

Yuui no pudo evitar fruncir el ceño, pero Mellay no podía ver su rostro debajo de la capucha. La anciana siguió hablando, con sus palabras sin interrupciones, ya que no había notado la reacción de Yuui.

“No soy más que una humilde miembro del clero, pero ¿No dirías que el estudio académico es una actividad humana que intenta descubrir la estructura y las leyes del mundo?”.

“Así es como se ha conceptualizo, sí”, dijo Yuui asintiendo.

“¿Pero no es eso extraño? ¿Cómo son los académicos capaces de tal cosa?”.

“No entiendo tu pregunta”.

“¿Quién ha garantizado que el mundo tenga incluso estructuras y leyes?”

“…”.

“Incluso la idea de que el mundo ha establecido reglas se basa en la creencia de que alguien -en otras palabras, un creador, un dios-, hizo el mundo. ¿No estás de acuerdo?”.

“No… No requerimos una garantía”, respondió Yuui. “Tanto la estructura como las leyes se descubren naturalmente a través de una serie de observaciones objetivas. Esa es la base de la academia”.

“Entonces, ¿Por qué la gente realiza esas observaciones? ¿No lo hacen porque creen que el mundo tiene estructuras y leyes?”, dijo Mellay lentamente. “O, si descubren una ley a través de sus observaciones, ¿Qué les permite estar seguros de ella? ¿Los académicos no consideran ni siquiera un poco la posibilidad de que todo haya sido una gran coincidencia?”.

“… No estoy segura de si entiendo lo que quieres decir”.

“Es exactamente por eso que la teología es la base de todas las demás disciplinas académicas. No es una cuestión de cuál está por encima de la otra. A veces, llegamos a comprender mejor las Escrituras gracias al avance de los estudios académicos”. Mellay se detuvo un momento y luego dijo “Pero es por eso que siento que todos los académicos tienen una fe profunda en sus corazones. Esa fe es quizás más genuina que la de personas como yo. Es un impulso para alcanzar una verdad absoluta, como mirar al cielo las estrellas que nunca alcanzarás y rezar…”.

La palabra “genuina” resonó en la mente de Yuui, mientras pensaba que lo que dijo Mellay era interesante.

En el momento en el que escuchó esa palabra, sus pensamientos no se dirigieron a sacerdotes o académicos. Pensó en algunos fabricantes de varitas que conocía.

No hacían varitas para cumplir sus propios deseos o incluso como un servicio a sus clientes. Confeccionaban varitas por el mero hecho de hacerlas.

¿Las estrellas seguían siendo las mismas hacia donde miraban…?

De repente, Yuui se dio cuenta de cómo podías convertir a los fabricantes de varitas en miembros del clero como Mellay habló antes. Puede que se reduzca a las similitudes entre los dos.

Los fabricantes de varitas normalmente estaban sujetos a las estrictas regulaciones del Gremio, y vivían vidas similares a las de los sacerdotes o monjes. Lo que significaba que, por fuera, cumplían los requisitos para ser clérigos. El problema eran los requisitos en el interior, que eran esencialmente una prueba de que todos los fabricantes de varitas tenían una fe devota en Dios. Eso tampoco era tan difícil.

Todo lo que tenías que hacer era crear una interpretación en la que la “varita ideal” que perseguían los fabricantes de varitas y “Dios” fueran lo mismo. O simplemente podrías argumentar que el “tercer brazo” que aparece en las Escrituras es Dios diciéndole a la Iglesia de Maray que arregle las cosas con bastante claridad. Eso sería todo lo que necesitaría la Iglesia para absorber a los artesanos.

Una vez que Yuui se dio cuenta de eso, se le puso la piel de gallina.

Sintió que había tocado el borde de por qué el marayismo era tan seguido y por qué la Iglesia invadió un país tras otro.

Fue porque se tragaban todo.

Por ejemplo, si saliera a la luz algún nuevo descubrimiento que creara una inconsistencia con las Escrituras, no refutarían ni las Escrituras ni el conocimiento. En cambio, celebrarían una reunión, como ahora. Allí, tratarían las Escrituras como una verdad absoluta mientras ajustaban la interpretación de las mismas para ajustarse a los tiempos.

Lo mismo estaba sucediendo ahora. No había resistencia a que la Iglesia trajera fabricantes de varitas mágicas al clero. Y si fuera necesario, ellos “interpretarían” las Escrituras a través de la lógica y la razón. Así operaba históricamente la Iglesia de Maray.

Y entonces…, pensó Yuui, bajando la mirada.

Incluso tu habilidad para mirar las estrellas se atribuiría a la existencia de Dios.

Creían en una verdad absoluta e inmutable. Estaban convencidos de que algún día podrían conectar todo en uno porque el mundo había sido creado por un solo dios. Estaban tratando de absorber todo en el mundo, junto con la certidumbre.

Esa era la verdadera fuerza del marayismo. Los Lukuttanos eran completamente diferentes. Nunca podrías llegar a esas mismas conclusiones en la fe de la tierra natal de Yuui.

Y no había bases ideológicas más sólidas en la lucha por la supremacía nacional. Las personas que no seguían el marayismo eran solo personas de quienes compadecerse. Los marayistas no dudaron en invadirlas y adoctrinarlas.

Llegaron al lugar de la cena mientras Yuui aún estaba pensando, aunque resultó que se llevaría a cabo en el mismo edificio en el que se llevaban a cabo todas las demás reuniones. El mismo edificio y la misma habitación. La única diferencia era la luz que había afuera y la disposición de los muebles.

***

 

 

Había una única mesa larga en el centro de la habitación con sillas a ambos lados. Frente a cada silla había platos y cubiertos. Los participantes ya se estaban reuniendo allí, y una charla tranquila brotaba aquí y allá.

Ix y Shuno fueron conducidos a los asientos al final de la mesa. En términos del orden, eso significaba que estaban sentados en los lugares reservados para los asistentes menos importantes, pero eso no era con lo que tenían problemas.

“¡Espera, espera, espera un segundo!”, dijo Shuno con un grito ahogado, una hazaña de no poca habilidad. Aun así, se sentó junto a Ix y acercó su rostro al suyo. “¿Que está pasando aquí? ¿Cuántas personas asistirán a esta comida?”.

“Uh…”, dijo Ix mientras miraba hacia abajo de la mesa.

“¡No te estoy diciendo que los cuentes!”, Shuno agarró la cara de Ix y la volvió hacia sí. “¿No dijo ese tipo Seyoh que nos estaba invitando aquí esta noche porque quería hablar un poco con nosotros? ¿Cómo se convirtió eso en este evento gigante?”.

“Nunca dijo que éramos los únicos invitados”, respondió Ix, sin cambiar su expresión.

“¿Y quiénes son todas estas personas de todos modos? Hombre, estamos totalmente en el lugar equivocado…”.

Shuno dejó caer su cabeza entre sus manos, que en realidad era lo que los hacía sobresalir aún más. Varias personas ya los estaban mirando. Algunos los miraban con sospecha, casi preguntando por qué estaban sentados allí. Incluso los dos aprendices no sabían por qué estaban aquí, por lo que los otros invitados deben haber estado aún más confundidos.

“Maldita sea, pensé que solo íbamos a cenar…”. Shuno miró a lo lejos, con sus ojos llenos de resentimiento.

En diagonal con respecto a ellos, en el otro extremo de la mesa, estaba sentado Seyoh, la persona que los había invitado. No hizo ningún movimiento para presentarles a los dos a nadie. En cambio, simplemente conversaba con una sonrisa en su rostro con los invitados cercanos.

Sin embargo, en el momento en el que Ix entró en la habitación, su atención se centró en otra persona. Estaba sentada frente a Seyoh, lo que significaba que estaba en el mismo lado de la mesa que Ix y Shuno, solo que con varios invitados en medio.

Era la única persona en la habitación cuyo rostro estaba oculto, pero ninguna de las otras personas en la habitación parecía cuestionar esto. Era extraño que alguien usara su abrigo adentro y parecía ser una persona bastante pequeña.

Ix pensó que podría ser alguien a quien conocía bien, pero los otros invitados estaban en el camino, por lo que no tenía forma de confirmarlo.

“De todos modos, creo que nuestra única opción es quedarnos lo más callados posible y tratar de no llamar la atención”, dijo Ix.

“Estoy contigo en eso. No destaques, quédate callado todo el tiempo”.

Shuno asintió.

Pero en el momento en que decidieron eso, su suerte pareció empeorar cuando dos personas mucho más llamativas entraron en la habitación.

“¡Ja-ja-ja, estoy aquí!”, vino un grito junto con el sonido de la puerta abriéndose con fuerza.

Todos excepto Ix se volvieron hacia la puerta.

Dos hombres de aspecto muy similar se pararon allí como si miraran a todos en la habitación. Uno de ellos tenía una sonrisa arrogante plasmada en su rostro, y el otro fruncía el ceño irritado.

“¡Oh, vamos, no me miren todos a la vez! Haré otra escena más tarde. ¡Solo siéntense y relájense hasta entonces!”, dijo el hombre sonriente, no perturbado en lo más mínimo por toda la atención. “¡Mi nombre es Rolphie! Este tipo a mi lado es Hemsley. ¿Han oído hablar de nosotros? Bueno, incluso si no lo han hecho, no me importa, ¿Saben?”.

Rolphie entró en la habitación, con un brazo alrededor del hombro de Hemsley.

Pero cuando estaban a punto de pasar por detrás de Ix y Shuno, se detuvieron. Las manos de Ix automáticamente se apretaron en puños.

“Oye, ¿Este es el imbécil?”, preguntó Rolphie. Ajeno a la reacción de Ix, colocó una mano sobre su cabeza sin dudarlo y se inclinó para mirarlo. “¡Whoa, es el imbécil! ¡Oye, Hemsley! ¡El imbécil está aquí! Eres él, ¿verdad? ¿Qué demonios estás haciendo aquí?”.

La única respuesta de Ix fue levantar ligeramente la barbilla.

“¡Ja-ja-ja, tu cara se ve igual que siempre, como si acabaras de regresar de un funeral! ¿Sigues usando tu ropa de luto? Pero ya sabes, ya que me topé contigo, debería decirte… ¡Nada! Porque ¿Por qué tendría algo que decirte? ¡Ja-ja-ja!”.

Esta vez, Ix no reaccionó en lo absoluto. Solo dejó escapar un suspiro lento.

“¡Bueno, al menos disfruta de mi increíble figura mientras estás aquí! ¡Hubiera pensado que incluso un imbécil podría hacer eso!”. Rolphie golpeó ligeramente la cabeza de Ix un par de veces. “¡Hemsley, tú también di algo!”.

“No tengo nada que decir”.

“¡Ah bueno!”.

Luego los dos caminaron pomposamente hacia sus asientos casi exactamente en el centro de la mesa. Rolphie inmediatamente tomó un utensilio en su lugar, llamó a un sirviente y le ordenó que hiciera algo.

Todos los demás en la sala quedaron estupefactos por un momento, pero la charla se reanudó con fuerza animada una vez que Rolphie y Hemsley se acomodaron en sus asientos.

El tema principal era esos dos, quizás con un poco de Ix incluido.

“Son súper groseros, llamándote imbécil en el momento en el que te ven”, susurró Shuno con el ceño fruncido. “Anímate, Ix, no eres un tonto”.

“… Teníamos el mismo maestro; son mis superiores”, dijo Ix, logrando expresar algo.

“¿En serio?”, dijo Shuno, su puño frente a su boca. “Entonces debes haber… uh… tenido momentos difíciles. Con las cosas”.

“Podría decirse…”.

Ix había oído que estaban en la ciudad, pero no esperaba encontrarse con ellos tan pronto. Lo único bueno era que no estaban sentados unos al lado de los otros…

Ix no se llevaba muy bien con esos dos. Bueno, realmente no se llevaba bien con ninguno de los otros aprendices, pero estos dos eran especiales. Lo llamaban imbécil cada vez que se encontraban, aunque eso no era todo. En realidad, era que Ix sentía que eran personas muy diferentes. No podía entender a los fabricantes de varitas que no tenían interés en las varitas. Descubrió que rara vez se entendían y prefería simplemente no hablar con ellos.

Varias personas más entraron en la sala y tomaron asiento. Algunos lugares aún estaban desocupados, pero los sirvientes vinieron y retiraron los platos frente a ellos.

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Después de que finalmente llegaron las bebidas, Seyoh se puso de pie.

“Me gustaría agradecerles a todos por responder a mi invitación en tan poco tiempo”, dijo, recorriendo la habitación con la mirada. “Creo que todos ustedes pueden adivinar sin mi explicación por qué he decidido celebrar esta cena. Pero primero, comamos. Los interrogatorios y las acusaciones pueden venir después”.

Mientras Seyoh hablaba, Rolphie lo miró significativamente. A pesar de ser el objetivo de esa mirada, Seyoh se sentó, se reclinó en su silla y sonrió tranquilamente.

La comida fue traída. Cada plato era sencillo pero delicioso, en contraste con la extravagancia que implicaba la enorme sala. Ni la agricultura ni la caza eran posibles en este momento debido a la temporada, por lo que todos los platos utilizaban alimentos en conserva. El cocinero debe haber sido bastante hábil para lograr sabores tan exquisitos con esas limitaciones.

La sala estaba llena de una animada charla, aunque casi en su totalidad eran conversaciones insignificantes. Ix podía intuir por lo que hablaban los invitados que muchos de ellos eran marayistas. Surgió el tema de la Adoración del Cielo, aunque no se discutió mucho.

A medida que continuaba la comida, las conversaciones cambiaron principalmente a discusiones con la persona sentada a su lado. La atmósfera de la habitación también pareció aflojarse.

“Hombre, eso fue agradable. Me alegro de que hayamos venido”, dijo Shuno, sonriendo de oreja a oreja junto a Ix mientras se llevaba más comida a la boca. Su nerviosismo de antes había desaparecido por completo. “Oye, ¿No vas a comer?”, dijo, señalando el plato de Ix. “Oh-ho, ¿No te gusta esta comida? Bueeeno, no soy tan exigente, pero estoy bastante consciente de que no deberías dejar nada en tu plato en un evento como este. No tengo otra opción, entonces, solo tomaré-”.

“No, me la comeré”, dijo Ix.

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“¿En realidad? ¿Te la comerás? ¿Toda…?”.

“… Supongo que estaré bien con solo una parte. Tú toma el resto por mí”, dijo Ix. Shuno estaba prácticamente radiante.

“Ah, ¿Realmente me la estás dando?”.

“Sí”.

“… ¿En realidad? ¿No me vas a extorsionar más tarde?”.

“No lo haré, así que tómala ya. No es suficiente para compensarlo de todos modos”.

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“¿Compensar qué?”, preguntó Shuno mientras felizmente masticaba.

“Nada”. Ix se encogió de hombros.

Volvió a mirar hacia delante y vio que la persona sentada al otro lado de la mesa lo miraba fijamente. Era un hombre de mediana edad, su cabello se estaba adelgazando ligeramente. Había estado involucrado en una acalorada discusión con otro invitado hasta hace un momento.

Mientras Ix se confundía, Shuno también notó al hombre. Miró de un lado a otro entre Ix y el hombre, frunciendo el ceño con inquietud.

“¿E-Está enojado o algo así?”, Shuno susurró en el oído de Ix. “¿Tal vez no se supone que nos demos la comida así…?”.

“Es una posibilidad”, estuvo de acuerdo.

Los dos miraron al hombre, y de repente les dio una sonrisa amable.

“Ah, mis disculpas por mirar. Es grosero de mi parte”, dijo. “Ustedes dos solo me estaban haciendo sonreír. ¿Deben ser amigos?”.

“S-Sí”, dijo Shuno con una mirada a Ix. “¿Cierto?”.

Ix asintió sin decir nada.

“Sí, somos amigos cercanos”, dijo Shuno con valentía.

“¿Y por qué están en esta cena? Escuché antes que Seyoh les invitó”.

“Así es; nos invitó aquí. Sin embargo, no nos dimos cuenta de que iba a ser un evento tan grande”.

“¿Oh…?”. El hombre asintió, luciendo algo sorprendido.

“¿Puedo preguntar la razón por la que fueron invitados? No parecen ser de Estosha…”.

“Ah, bueno, la cosa es, ummm…”, dijo Shuno, sin saber si podían hablar o no sobre el pasaje subterráneo.

Luchó por encontrar una explicación, por lo que Ix dijo “Hemos estado yendo al monasterio. Para hacer bastones”.

“Oh, ya veo, eso lo explica”, dijo el hombre asintiendo, decidiendo por su cuenta que eso era suficiente. Ajustó su posición en su silla y juntó sus manos sobre la mesa. “Deben ser dos artesanos muy prometedores para aceptar un trabajo en el monasterio a su edad. Puedo entender por qué Seyoh les invitaría. Le gusta la gente joven y brillante”.

“G-Gracias”, dijo Shuno con una ligera reverencia.

“Pero si ese es el caso… ¿Están contentos de no unirse a su conversación?”, preguntó el hombre con una mano levantada para indicar el centro de la mesa. Había mucha gente allí reunida en una charla bulliciosa. Tanto Seyoh como Rolphie estaban participando. Aunque si se podría decir que Hemsley también se unía era una cuestión de opinión.

“¿Qué quieres decir?”, preguntó Ix, volviendo sus ojos hacia el hombre.

“He sido gloriosamente derrotado”, dijo el hombre con una sonrisa autocrítica. “Es el círculo interno el que intentará solidificar una decisión mientras yo no estoy allí. La mayoría de la gente ya se ha dejado llevar por las afirmaciones de Mellay. Incluso si tratara de hacer un contraargumento, mi voz no los alcanzaría desde aquí hasta el final. Esa podría muy bien ser la verdadera razón para celebrar esta cena. En las reuniones normales, los participantes no se dividen así. Debería haberme dado cuenta en el momento en el que me condujeron a este asiento… Todo lo que me queda es determinar quién fue el responsable”.

Ix y Shuno se miraron, sin entender lo que decía el hombre.

“Oh, mírenme quejándome lastimosamente”, continuó con un suspiro. “Están discutiendo la posibilidad de tratar a los fabricantes de varitas como miembros del clero, allí”.

“¿Q-Qué?”, chilló Shuno, pero fue borrado por una risa que brotó de algún otro lugar. “¿Q-Qué significa eso?”.

“Supongo que no puedo evitar decirles…”, dijo el hombre.

Había muchas secciones imprecisas en su explicación, como si estuviera tratando de ocultar algo, pero la esencia general era que algunos de los miembros de la Iglesia estaban debatiendo ese tema.

“Si eso sucediera, ustedes, los fabricantes de varitas se encontrarían bajo una variedad de restricciones. En sus tiendas y en su vida diaria también. Serían significativamente menos libres de lo que son ahora”, dijo.

“P-Pero es solo un debate, ¿Verdad?” dijo Shuno. “Incluso si algo así se decide en un lugar como este, no podría hacer ninguna diferencia en todos los diferentes lugares del país”.

“… Por supuesto que no. Es mejor que pienses eso”, dijo el hombre con una sonrisa triste.

“Parece que está tratando de decirnos algo, pero ¿Por qué también parece que nos está compadeciendo?”. Shuno le preguntó a Ix en voz baja. “P-Pero estará bien, ¿Verdad? No es como si pudieran decidir algo tan grande en una reunión en un lugar como este…”.

“De cualquier manera, no hay nada que podamos hacer al respecto”. Ix se encogió de hombros. “Incluso si el mundo cambia, no es el tipo de problema sobre el que la gente como nosotros pueda hacer algo. Este tipo de cosas las deciden personas en otro mundo”.

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“¿Qué quieres decir con ‘en otro mundo’?”.

“Bueno, arriba, probablemente”.

“¿Arriba?”.

Ix señaló hacia arriba, y Shuno lo siguió para mirar al techo, luego se volvió hacia el rostro de Ix.

Con una arruga entre sus cejas, Shuno dijo “No hay nada ahí arriba…”.

***

 

 

Yuui notó cuando Ix y la persona que había estado con él esa noche aparecieron. No sabía por qué estaban aquí, pero le preocupaba que él se hubiera visto arrastrado a algo desagradable nuevamente.

Sin embargo, ella actualmente era Minaha, no Yuui, por lo que no estaba en posición de dirigirse a él casualmente. Ella lo pondría en mayor peligro si se descubriera su verdadera identidad. Con eso en mente, se quedó callada. Fue una bendición que estuvieran sentados tan lejos el uno del otro. Seguramente se daría cuenta de quién era ella si escuchara su voz.

Pero incluso si no estuvieran en esta situación, es probable que Yuui no hubiera podido hablar con él. Estaba tomando cada onza de su energía para mantenerse al día con el debate que se desarrollaba ante sus ojos.

La transición ocurrió naturalmente.

Eso era cierto para Yuui, quien ya sabía lo que estaba sucediendo, por lo que los demás seguramente no sintieron ninguna molestia por eso. Probablemente ni siquiera se dieron cuenta de que Mellay estaba dándole forma a la dirección de sus argumentos.

La conversación se movió con tanta naturalidad, casi como si fuera de esperarse, de chismes ociosos al tema del trato a los fabricantes de varitas. Hubo la discusión de la distinción de las bestias mágicas en el marayismo; luego se mencionó a la bestia de cinco patas, lo que trajo a colación el tema de las varitas. La misma lógica de la que habló Mellay antes estaba llevando el debate a la misma conclusión.

Yuui vio cómo ocurría en silencio. Ni siquiera había un pequeño espacio para que ella hiciera un contraargumento.

Lo aterrador era que Mellay parecía como si no estuviera involucrada casi en lo absoluto. Hacía algún comentario ocasional aquí y allá, pero se limitó a un breve comentario o un murmullo bajo, como si solo participara en el debate a medias.

Pero para Yuui, que se había concentrado intensamente en la discusión, estaba claro. Los comentarios de Mellay eran los puntos de inflexión que empujaron la conversación en la dirección que ella quería, como si estuviera rodando suavemente hacia esa conclusión.

En realidad, ella no estaba liderando la discusión. Se estaba desarrollando de forma natural. Cualquiera que pensara en ello eventualmente llegaría a la misma conclusión. Mellay era más como un viento suave, empujando las espaldas de cualquiera que se perdiera en el camino. Esa fue la pequeña cantidad de liderazgo que realizaba.

¿Pequeña cantidad?

¿Qué constituía una pequeña cantidad?

Yuui quería reírse de sus propios pensamientos.

¿Cuántos cálculos y cuánta preparación se habían necesitado para hacer posible esa “pequeña cantidad”?

Yuui había pasado su vida hasta ahora siendo arrastrada todo el tiempo, envuelta en las expectativas y planes de alguien de arriba. Se había convertido en un peón, y todo lo que podía hacer era adaptarse al entorno en el que se encontraba.

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Su vida no era suya… Ella ya lo sabía.

Aun así, había tenido esta pequeña sensación de que había logrado recuperar algo de eso durante los acontecimientos del verano y del otoño. Había ampliado el rango en el que podía operar y pensó que podría hacer algo dentro de ese espacio. Si tuviera que admitirlo, en realidad pensó que ella también podría unirse a ese mundo de arriba. Esa fue la razón por la que aceptó la sugerencia de regresar a Lukutta.

Pero al ver esto ahora, todo lo que podía hacer era reír. Resultó que el mundo de arriba, del que solo había sido vagamente consciente, era un lugar horrible.

“Pero ¿Sería bueno convertir a los fabricantes de varitas en clérigos? No saben cómo comportarse como miembros de la Iglesia”, dijo alguien.

“El Gremio actual establece estándares estrictos para que uno se convierta en artesano. Escuché que la mayoría de los tipos sin reservas son rechazados”, respondió otro.

“Pero está el problema de su fe”, dijo otro más. “Obviamente, son seguidores del marayismo, pero ¿Tienen la fe suficiente para unirse a la burocracia religiosa?”.

Todos cayeron en el pensamiento. Eventualmente, alguien dijo algo que actuó como un disparador para que otros dijeran no, esto no, eso no, y la discusión se hizo aún más compleja.

Una vez que todos terminaron de decir lo que querían decir, hubo un momento de silencio.

“Tenemos fabricantes de varitas aquí, después de todo”.

La voz provenía de esa anciana en particular. No fue algo dicho a todo el grupo, más bien algo murmurado a la persona sentada a su lado. Pero como lo dijo en el único y breve momento en el que todos estaban en silencio, pareció sonar como una revelación.

“Así es, efectivamente”, dijo alguien mientras asentían.

“Esos aprendices de Munzil bien podrían actuar como representantes de los fabricantes de varitas…”, susurró otro.

Los ojos de los participantes naturalmente se posaron en los fabricantes de varitas en la mesa, en el par de hombres que se parecían tanto, el bullicioso y el reticente.

Los dos estaban enfrascados en una conversación, o más bien, estaba ocurriendo una conversación unilateral. Entonces notaron que todos los miraban, y uno levantó una voz fuerte.

“Ya veo, ¿Entonces quieren preguntarme algo? ¡Ja-ja bien! ¡Permitiré algunas preguntas!”.

Algunos de los invitados fruncieron el ceño ante el tono de Rolphie, pero no fue un obstáculo suficiente para detener el flujo actual del debate.

Uno de los teólogos se aclaró la garganta y dijo “Espero no pisar ningún dedo si voy primero. ¿Qué es lo que los fabricantes de varitas tienen normalmente en sus corazones mientras fabrican varitas? ¿Es la cara de su cliente? ¿El dinero que puede recibir? O tal vez… ¿Su fe en Dios?”.

“¡Ja-ja, qué pregunta tan tonta!”, exclamó Rolphie con una carcajada. “Todos los artesanos piensan en lo mismo: ¡La varita ideal, obviamente! ¿Cierto?”.

Rolphie golpeó el hombro de Hemsley y él asintió.

“¿La varita ideal…?”. El teólogo hizo una mueca. “¿Y ambos son de la misma línea?”.

“Bueno, sobre eso”, dijo Rolphie mientras colocaba las palmas de sus manos sobre la mesa, “estoy increíblemente interesado en ¿A cuánto podría vender la varita ideal?, y este tipo a mi lado está buscando la madera ideal”.

“Mis disculpas por agregar otra pregunta, pero ¿Cuál es la varita ideal? ¿Cómo se ve exactamente?”.

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“Eh, ¿No lo sabes? ¡La varita ideal está aquí mismo en esta ciudad!”.

“¿Qué?”.

“¿Por qué no lo piensas un poco en esa cabeza tuya antes de abrir la boca?”. Rolphie señaló hacia abajo. “¡Está debajo de la Capilla! ¡Esa es la varita ideal, la varita definitiva!”.

“Eso… es cierto en las historias, pero ¿Es realmente cierto?”.

“Lo es”, dijo Rolphie con un asentimiento seguro de sí mismo.

“En otras palabras, ¿Todos los fabricantes de varitas están buscando esa varita?”.

Yuui se preguntó en secreto qué era esta varita subterránea, pero los invitados estaban cuchicheando. Probablemente era una historia que aquellos conectados a la Iglesia conocían.

Pero en ese momento, una voz vino desde el extremo opuesto de la mesa de Yuui.

“Espera”.

Mirando en esa dirección, vio que el hombre de cabello gris se ponía de pie, con las manos sobre la mesa.

Ix…, pensó ella mientras miraba su perfil.

“¿Qué quieres decir cuando dices que esa es la varita definitiva?”, dijo Ix, mirando directamente a Rolphie, sin hacer caso de todos los ojos que estaban fijos en él.

“… ¿Qué quieres decir con ‘Qué quieres decir’?”, repitió Rolphie como un loro.

Yuui lo miró y se asustó. No había ni un solo indicio de la sonrisa que había estado en su rostro un momento antes. Su expresión era tan fría como el hielo mientras miraba a su compañero aprendiz.

“¿De verdad viste ese catalizador?”, preguntó Ix.

“Sí, lo hice”, respondió Rolphie con un asentimiento.

“¿Y es la varita definitiva?”.

“Sí”.

“¿Cómo puedes decir eso?”.

“Eres un imbécil por no poder resolverlo tú mismo”. No fue Rolphie quien dijo eso sino Hemsley a su lado. Todavía miraba directamente hacia adelante, con su expresión tan irritada como siempre. “Nunca podrás verlo a menos que lo arregles”.

“… Bien”.

Después de unos segundos que parecieron horas, Ix volvió a sentarse en silencio.

Yuui sintió que la tensión de su cuerpo desaparecía. No era como si hubieran estado apuntándose con sus varitas o incluso discutiendo, pero las palmas de Yuui estaban cubiertas de sudor a pesar de todo.

Parecía que eso también podría haber sido lo mismo para los otros invitados, porque muchos de ellos miraban boquiabiertos a los dos.

Yuui miró con cautela hacia Ix, tratando de evitar que los demás se dieran cuenta.

Su expresión estaba tan inalterada como siempre, y le estaba hablando en voz baja a la persona que estaba a su lado.

Después, el debate comenzó de nuevo mientras la gente lo recordó. En el ambiente un tanto relajado, se desarrolló en gran medida como se esperaba, como Mellay lo había planeado. Llegaron a la interpretación de que los fabricantes de varitas que buscaban varita definitiva eran iguales a los clérigos que tenían fe en Dios.

“Pero las varitas no son Dios. Sería una cosa si Dios nos hubiera dado varitas, pero fue Rednoff quien las creó. Un humano. Para interpretar a esos dos como uno y el mismo…”, respondió un sacerdote, y algunos otros asistentes asintieron con la cabeza. Incluso aquellos que habían estado impulsando ese argumento hasta ahora hicieron una mueca ante la declaración y no dijeron nada.

Fue entonces cuando una mano blanca se elevó en el aire.

“¿Puedo hablar un momento?”.

“P-Por supuesto, Mellay”, dijo el sacerdote nervioso mientras le hacía un gesto con la mano abierta.

“Gracias. Me ha llamado la atención que tal vez todos se estén olvidando de las historias”.

“Hmm, ¿Qué quieres decir…?”.

“Según la leyenda, Rednoff estuvo solo durante mucho tiempo en la habitación debajo de la Capilla donde fabricaba varitas”.

Esta era la primera vez que Yuui escuchaba algo sobre esta habitación debajo de la Capilla o estas varitas, pero supuso que tenía algo que ver con las notas del sacerdote que había leído esa mañana.

Mellay pidió a los demás invitados que lo pensaran y luego dijo “Debajo de la capilla. Si eso no es una muestra de fe a la par del martirio, entonces, ¿Qué es? Y su éxito en la creación de la varita definitiva fue nada menos que la inspiración divina en acción”.

Todo hizo clic para los invitados mientras escuchaban lo que ella decía.

“Esforzarse por la varita definitiva es, para los fabricantes de varitas, lo mismo que esforzarse por ser como Rednoff”, continuó. “¿No es su impulso de emular su corazón fiel en ese momento la forma más pura de fe? Eso es lo que yo pienso, en cualquier caso…”.

Ni siquiera había necesidad de comprobarlo. Todos estaban completamente convencidos.

El tono de Mellay era vacilante. Nunca había roto la ilusión de que otras personas estaban impulsando el debate, y ahora parecía que simplemente estaba mencionando un pensamiento al azar que la había golpeado. Eso en realidad tenía el efecto contrario de darle a sus palabras un gran poder de persuasión. Ahora parecía que Mellay, que se había contenido hasta ahora a pesar de la autoridad que normalmente transmitía su voz, había concluido toda la discusión.

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Nadie más expresó opiniones discrepantes. La próxima reunión no tendría ningún debate; sería solo para confirmar.

Con esto, los fabricantes de varitas serían subsumidos por la Iglesia una vez que el Nuevo Orden llegara al poder con éxito.

Yuui volvió a mirar en dirección a Ix.

Momentos antes había alzado una voz contraria a Rolphie. Había visto esta “varita definitiva” o lo que sea que fuera.

¿Qué tipo de varita era? ¿Era una catalizador maravilloso digno de ser el objetivo de la aspiración de todos los fabricantes de varitas? O…

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