Ryuu to Sairei (NL)

Volumen 3

Capítulo 1: Tan Silencioso Como La Nieve

Parte 1

 

 

Las campanas sonaron en dos lugares: desde el interior del monasterio y desde el campanario de la ciudad de Estosha. Estaban anunciando la hora.

Una vez que las campanadas se detuvieron, el sonido del trabajo se podía escuchar en todo el monasterio. Madera siendo cortada, líquido siendo agitado, objetos pesados arrastrándose. Pero lo que no podías escuchar era una conversación. El monje que les mostraba el camino no dijo una sola palabra, ni sus pasos hicieron ningún ruido mientras avanzaba por el pasillo.

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Al igual que la ciudad de Estosha, el Monasterio de Lus tenía una larga historia. Había sido construido hace cientos de años y servía como hogar para devotos creyentes marayistas que anhelaban una vida tranquila. El extenso complejo contenía sus propias tierras de cultivo, lo que le permitía ser autosuficiente. Los monjes supervisaban una variedad de tareas, incluidas la carpintería, la herrería y la fabricación de medicamentos. Vendían lo que fabricaban en la ciudad para recaudar fondos para mantener el lugar en funcionamiento. Cada persona dentro del monasterio trabajaba arduamente para servir al Señor 3, por lo que los bienes que creaban eran de mayor calidad y de menor precio que el promedio. Incluso había algunos comerciantes que compraban sus productos a bajo precio para lucrar en otras ciudades.

El edificio mostraba signos evidentes de deterioro; en realidad era un milagro cuánto tiempo había durado, considerando cuándo se había construido. Para un lugar que albergaba a decenas de personas, también estaba sorprendentemente limpio. Eso era sin duda una consecuencia de su estilo de vida ascético 4.

  • En las religiones monoteístas, el término suele aplicarse a la divinidad. En este caso debe iniciarse con mayúscula: “el Señor”.

Mientras Ix y Shuno lo seguían, pasaron junto a varios monjes, cada uno de los cuales hizo una cortés reverencia. Ninguno de ellos dijo una sola palabra.

“O-Oye”, susurró Shuno, caminando junto a Ix. “Esta es mi primera vez en un monasterio. ¿Se enfadarán si hablamos?”.

“No sé…”, dijo Ix vagamente con una inclinación de cabeza.


“¿Has estado aquí antes?”.

“Nop”.

“¿E-En serio? Pareces bastante tranquilo… Ah, solo te ves así, ¿No? Apuesto a que estás ansioso por dentro”.

“Quizás”.

“¡E-Eso pensé! No creas que tienes que guardártelo todo. Puedes hablar conmigo si estás nervioso. Porque no lo estoy en lo absoluto”.

“Lo agradezco”.

“De acuerdo entonces. Pero, ya sabes, es súper silencioso a pesar de que hay cincuenta personas viviendo aquí…”.

En este punto, Shuno se había olvidado de susurrar y estaba hablando a su volumen normal. El monje que les guiaba se dio la vuelta y se aclaró la garganta ruidosamente.

“Ah, l-lo siento…”. Inmediatamente se encogió de hombros. “Supongo que realmente se enfadarán con nosotros. Asegúrate de tener cuidado también, Ix”.

  • El ascetismo es la doctrina filosófica o religiosa que busca, por lo general, purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres materiales o abstinencia; al conjunto de procedimientos y conductas de doctrina moral que se basa en la oposición sistemática al cumplimiento de necesidades de diversa índole que dependerá, en mayor o menor medida, del grado y orientación del que se trate.

Shuno le lanzó una mirada seria al otro aprendiz, quien asintió de mala gana.

Así había sido desde que se conocieron en la entrada del monasterio y se presentaron brevemente. A Shuno se le había dado una Declaración de Equivalencia como prueba, que tendría que pasar antes de volverse independiente. Una vez que supo que Ix todavía era solo un aprendiz, y más joven además de eso, había estado actuando como si fuera su guía o algo así.

“Oh, sí. Sé que soy la persona con más experiencia de los dos, pero no tienes que tratarme como alguien superior ni nada, Ix. Todavía soy aprendiz, como tú”. A pesar de haber enojado a los monjes, Shuno seguía parloteando. “Pero si alguna vez tienes problemas, siéntete libre de venir a mí en busca de ayuda. Debería ser capaz de resolver algo como la persona fabricante de varitas con más experiencia”.

Lejos de burlarse de Ix, Shuno parecía realmente sentir preocupación por él. En un momento, con total sinceridad, incluso dijo “Si tu maestro se mete en problemas, será en parte porque no te vigilé lo suficiente. En ese caso, iré contigo a disculparme”.

Ix no sabía cómo responder a la mayor parte de esto, por lo que se limitó a dar respuestas evasivas. Sin embargo, su tono se volvió extrañamente débil en respuesta al último comentario de Shuno.

“P-Pero no me malinterpretes. No me preocupa tu habilidad. El Maestro dijo que se podía confiar en ti, después de todo”.

“¿Tu maestro?”.

“S-Sí. Espera, ¿No lo escuchaste? Él fue quien te recomendó para este trabajo…”.

“Todo lo que me dieron fue una carta del monasterio. ¿Cuál es el nombre de tu maestro?”.

“Marlan. ¿De verdad no lo conoces? Eso es raro. ¿Por qué te recomendaría para esto entonces? Me dijo que te conoció en algún lugar de Leirest y evaluaste muchas varitas con solo una mirada. Solo un artesano experimentado podría haber hecho algo así…”.

Ix le dio vueltas y vueltas al nombre de Marlan en su mente y no pudo recordar nada. Sí recordaba evaluar un montón de varitas una vez, durante el incidente al que lo habían arrastrado en la fiesta del otoño pasado. Marlan debe haber sido uno de los asistentes. Pero lo que Ix no entendía era por qué alguien pensaría muy bien de lo que había hecho. Dejando a un lado la situación anormal, incluso un aprendiz que acababa de comenzar su entrenamiento podría haber logrado eso.

“Es por eso que tenía tantas ganas de conocerte”, continuó Shuno.

“Tengo muchas ganas de verte hacer una varita. ¿Te importa si miro?”.

“No me importa realmente, pero…”.

“… Pero ¿Qué?”, preguntó Shuno, sus ojos estaban moviéndose de un lado a otro y una sonrisa rígida estaba asomando de sus labios. Ix no estaba seguro de cómo había tomado su vacilación momentánea. “Parece que has estado molesto conmigo por un rato. T-Te estoy poniendo de los nervios con toda esta charla, ¿No es así…? Lo estoy; sé que lo estoy. Lo entiendo; distrae tener a alguien parloteando sin parar, me callaré la boca…”.

“No es una molestia”.

“¿E-En serio?”.

Ix asintió. Era cierto que la conversación era un poco tediosa, pero sospechaba que las cosas se volverían aún más tediosas si le decía eso a Shuno. No había ningún daño real en que charlara con esta persona.

“¡Oh!”. La expresión de Shuno se iluminó de inmediato. “Deberías haber dicho algo si te hacía tan feliz”.

“¿Eh?”.

“Porque que no muestras nada en tu cara, Ix”.

Justo cuando estaba a punto de protestar que no había dicho nada sobre estar feliz, el monje frente a los dos se detuvo y se dio la vuelta.

“Ah, l-lo siento…”, dijo Shuno, cerrando sus ojos con fuerza.

“Esperen aquí, por favor”, dijo el monje, señalando una puerta junto a él mientras ignoraba a Shuno. “Parece que el artesano llegará tarde. El Abad 5 vendrá a saludarles en breve. También hemos hecho arreglos para que alguien les ayude mientras estén aquí. Háganle cualquier pregunta que tengan sobre su trabajo o su vida diaria”.

“O-Oh. Gracias… Ja-ja-ja”, dijo Shuno.

El monje hizo una reverencia y se fue.

Habían sido guiados a una habitación sencilla. Ix no podría decir para qué se usaba normalmente. Varias mesas largas se alineaban en la recámara y había muchas sillas contra la pared. Se había encendido una chimenea cerca del frente de la habitación, por lo que ya estaba caliente. Tan caliente, de hecho, que Ix estaba empezando a sudar en su abrigo. El lugar también se limpió a fondo, sin una sola mota de polvo en el piso.

Cada quien agarró una silla, las colocaron una al lado de la otra y se sentaron. Shuno había estado recorriendo nerviosamente con sus ojos desde el momento en que entraron en la habitación.

“E-Eh… Entonces ¿El artesano va a llegar tarde? Al menos no fuimos los últimos aquí”.

“¿Sabes quién vendrá?”, preguntó Ix.

“No, acabo de escuchar que es un fabricante de varitas radicado en Estosha. La paga no es muy buena cuando haces trabajos para un lugar como este, y las asignaciones generalmente también terminan siendo bastante difíciles, por lo que solo los locales o los aprendices como nosotros están dispuestos a aceptarlos. De todos modos, espero que esta persona sea agradable”.

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  • Abad es un título eclesiástico otorgado al jefe masculino de un monasterio en varias tradiciones religiosas occidentales. El cargo también puede otorgarse como título honorífico a un clérigo que no sea el jefe de un monasterio.

“Un artesano radicado en Estosha…”.

“Hmm, ¿Crees que sabes quién podría ser?”.

“Hay alguien a quien… conozco”. Esto era raro para Ix, ya que tenía muy pocas conexiones con otras personas en la industria. “Una carta llegó a la tienda de mi maestro hace unos años. Era de un fabricante de varitas llamado Coaku”.

El hombre había dejado una impresión en Ix porque Munzil había intercambiado varias cartas con él, una rareza para su maestro. Aunque técnicamente había sido Ix quien había leído y respondido las correspondencias después de que Munzil se lo pidiera. Recordó estar nervioso ante la perspectiva de responderle a un artesano mayor. Por cierto, Ix se había enterado por primera vez de la Adoración del Cielo a través de esos intercambios.

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Mientras recordaba ese momento, Shuno lo miró con sorpresa y luego preguntó “¿Coaku? ¿¡Te refieres a Coaku Shtah!?”.

“… ¿Es famoso?”.

“Uh, sí, bueno”. Shuno miró hacia otro lado con vergüenza. “Escuché dicho nombre del Maestro Marlan. Coaku es el artesano con más experiencia en Estosha en este momento. A-Alguien tan importante como él no vendría por este trabajo. Bueno, en realidad no sé si es todo eso, pero uno pensaría que el fabricante de varitas de mayor rango en la ciudad sería bastante importante. Probablemente”.

“No pareces tener seguridad…”.

“Pero tu maestro vive en Leirest, ¿Verdad? Sus conexiones deben ser bastante profundas si conocen a un artesano de aquí. ¿Te importaría presentarme más tarde? Inclusive ¿Podría saber su nombre ya?”.

“Me pides una presentación, pero no estoy seguro de que realmente pueda decir que mi maestro vive en Leirest…”.

Sería demasiado molesto explicar que Munzil había fallecido y que solo estaba trabajando como aprendiz con otra fabricante de varitas que había aprendido de su antiguo maestro. Además, Ix tenía el presentimiento de que decirle esto a Shuno daría lugar a algunos comentarios exagerados de su parte. La verdad del asunto era que solo se estaba aprovechando de la generosidad de Morna y viviendo en su tienda. Eso no era algo de lo que enorgullecerse.

Mientras Ix consideraba qué decirle, llamaron a la puerta.

“¿Están todos bien? Escuché un grito”, llegó la voz de un joven desde el otro lado de la entrada.

“¡Ah, todo está bien!”. Shuno hizo un gran espectáculo al aclararse la garganta. “Yo, um, acabo de estornudar muy fuerte. Con todo este frío, la nieve cayendo y todo”.

“Lo siento mucho. ¿La habitación no está lo suficientemente caliente?”.

“O-Oh, no, no es su culpa. Es solo que el frío del exterior entró en mis huesos, eso es todo”. La intrincada respuesta de Shuno fue tanto una expresión de preocupación por la otra persona como un intento de ocultar su propia vergüenza. “De todos modos, ¿Por qué no entras?”.

***

 

 

El joven monje entró en la habitación. Parecía estar todavía en su adolescencia; aunque era alto, su rostro pecoso aún mostraba signos de juventud. La cabeza del muchacho estaba afeitada al ras, y su hábito parecía heredado, ya que no le quedaba demasiado acorde a su cuerpo.

“Mi nombre es Beter”, dijo con una cortés reverencia. “Me han encargado que cuide de ustedes mientras trabajan. Si necesitan algo durante su estadía, solo pídanlo”.

“Gracias”, dijo Shuno, poniéndose de pie y ofreciéndole una mano.

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“Ummm…”. Beter miró fijamente su palma extendida con incertidumbre.

“Ah, olvidé presentarme. Soy Shuno”.

“Ah, Shuno. Encantado de conocerte. ¿Y usted es…?”, preguntó Beter, mirando a Ix.

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“Ix”, respondió desde su asiento.

“E-Encantado de conocerte, Ix-”.

“Oh, no está enojado ni nada, así que no te preocupes”, intervino Shuno con algo de jactancia. “Él es el tipo de persona que no muestra mucha emoción en su rostro. Pero por dentro, está encantado de conocerte”.

“¿Es eso así?”.

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“Síp. Oye, ¿Por qué no te sientas tú también?”.

“No, gracias, estoy bien como estoy. Ahora bien…”, dijo Beter, antes de lanzarse a dar una rápida descripción general de la estructura y las reglas del monasterio.

Los dos aprendices trabajarían principalmente en esta habitación, y debían evitar deambular por el monasterio. También tendrían que abstenerse de hablar con los monjes y gritar. Esencialmente, tendrían que mantenerse alejados de los residentes tanto como fuese posible para no interrumpirlos.

“Ummm…”, dijo Shuno en voz baja. “¿Eso significa que tampoco deberíamos hablar entre nosotros?”.

“No, en lo absoluto. Pueden conversar entre sí. Estas reglas se aplican a nosotros, no a ustedes. Además, dado que esto es parte de mi trabajo, tampoco hay problema en hablar conmigo”, explicó Beter.

“¿E-En serio?”. Shuno sonrió y miró a Ix. “Así que todavía podemos charlar. Espera, pero entonces, ¿Por qué se enojaron conmigo antes?”.

“Porque gritaste”, dijo Ix.

“…Hmm”. Shuno cerró los ojos y tosió un poco.

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Como el artesano iba a llegar tarde, Beter decidió mostrarles a los dos el monasterio. El aire frío barrió sus mejillas calentadas por el fuego en el momento en el que salieron de la habitación. El pasillo corría a lo largo del borde exterior del edificio y daba una excelente vista del paisaje circundante. La nieve caía a montones afuera, y el campo que conducía a la ciudad estaba siendo tragado por la blancura.

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“Realmente se está acumulando…”, murmuró Shuno.

“Por aquí”, dijo Beter, mientras caminaba por el pasillo. “A esta hora del día, todos estarán leyendo en sus habitaciones. Probablemente no nos topemos con nadie más”.

Con la mirada fija en el manto blanco, la pareja lo siguió. No había nada a su alrededor, y afuera estaba extrañamente silencioso, como si la nieve se tragara todo sonido.

En realidad, ese silencio era de esperar. El monasterio era un mundo de pureza, separado del resto de la sociedad. Un mundo dedicado a Dios. Era como una burbuja que se elevaba a través del agua. Por eso no se escuchaba ningún sonido aquí.

En el primer piso, se veían varias salas de trabajo. Algunas estaban revestidas con grandes barriles mientras que otras estaban llenas de herramientas. A pesar de que estas recámaras se utilizaban para el trabajo, las herramientas estaban perfectamente dispuestas en ordenadas filas. Las cosas estaban tan ordenadas que incluso Shuno cerró la boca y dejó de inquietarse en el recorrido. Este nivel también contenía una cocina y una biblioteca, pero no había nadie en ellas en este momento.

La salida trasera de la cocina conducía a un jardín. Había sido limpiado de árboles para formar una gran huerta. Aunque la nieve blanca se acumulaba en el suelo negro, todavía había algunas plantas que no habían sido cosechadas. Tenían que ser verduras de invierno.

A la entrada del monasterio había una campana de plata. Beter explicó que era para dar la hora.

Más adentro había una escalera que conducía al segundo piso, entrecruzándose dos veces mientras subía.

El nivel superior parecía consistir principalmente en dormitorios, sus estrechas entradas estaban ajustadas a lo largo del pasillo. La puerta de cada celda 6 contenía una pequeña ventana por la que se podía mirar, revelando solo una cama, una mesa pequeña y un monje anciano que pasaba las páginas de un libro. Ninguno de los residentes se volvió para mirarlos mientras pasaban por el pasillo. En algún momento, pasaron junto a otra persona en el pasillo. Debía de ser viejo, ya que tenía la espalda encorvada. El rostro y la forma del hombre estaban ocultos bajo trapos, y empujaba un carro cargado de libros. En lugar de decirle nada, Beter simplemente hizo contacto visual a modo de saludo. Justo cuando el hombre pasaba junto a Ix, la rueda de su carro se enganchó en un pequeño reborde del suelo, lo que provocó que uno de los libros cayera.

Ix lo recogió y se lo devolvió, pero como era de esperar recibió silencio como respuesta. El hombre aceptó el ejemplar y siguió adelante a paso firme.

La mayoría de las celdas estaban ocupadas, pero las dos últimas estaban vacías y sus puertas estaban abiertas. Sin embargo, algunas necesidades diarias todavía estaban allí.

  • En la mayoría de las órdenes religiosas, los monjes viven en habitaciones sencillas y austeras llamadas celdas y se juntan todos los días para celebrar la misa conventual y al rezo de la Liturgia de las Horas.

“Personas estuvieron en esas celdas hasta hace poco”, dijo Beter, mientras regresaban al primer piso. “Eran dos hermanos extraviados que acababan de entrar en el monasterio en otoño. Se escaparon hace unos días”.

“Bueno, estoy seguro de que hay algunas personas que simplemente no son adecuadas para este tipo de vida”, comentó Shuno. “Puede ser grosero de mi parte asumir eso, pero imagino que ese tipo de cosas suceden mucho”.

“Ah, bueno…”. Beter asintió con una sonrisa de dolor. “Sin embargo, estos dos eran apasionados, así que estaba seguro de que estarían bien. Dijeron que querían vivir una tranquila vida de fe para expiar el daño que le habían causado a los demás… Aparentemente, originalmente eran aventureros. Llegamos a confiar en ellos para trabajos que requerían fuerza. Su partida también fue muy repentina…”.

“Pareces francamente molesto por eso. ¿Eras cercano a ellos?”, preguntó Shuno, a quien parecía que le estaba costando entender.

“Tan cerca como estaba con cualquiera de los otros, pensaba…” Beter frunció el ceño con preocupación. “Pero la cosa es que dijeron que vieron un fantasma”.

“¿Un fantasma?”, murmuró Ix.

“Sí, eso es lo que dijeron antes de huir del monasterio”, dijo Beter, asintiendo. “Lo entendería si hubieran admitido que la vida era demasiado difícil para ellos. Pero un espectro…”.

“Eran aventureros, ¿No?”, dijo Shuno con el ceño fruncido. “Quiero decir, no estoy tratando de menospreciarlos, pero apuesto a que estaban tan acostumbrados a vivir una vida de libertad que tener todas estas restricciones se volvió demasiado. Lo de los fantasmas probablemente fue solo una excusa”.

“No perseguimos a las personas que abandonan el monasterio. No se necesita una razón para abandonar esta vida. Por eso me parece extraño que se tomasen la molestia de inventar una excusa tan increíble”, respondió Beter.

Shuno asintió con la cabeza, ya que tenía sentido, y la conversación terminó ahí.

Después de dar una vuelta por el edificio, volvieron a la recámara en la que habían comenzado y encontraron a siete monjes esperándolos. Uno era un anciano de cabello y barba blancos. Los otros seis monjes parecían tener entre veinte y treinta años. Se pararon uno al lado del otro en una fila, mirando a Ix y Shuno cuando entraron en la habitación.

“Ah, ¿Q-Qué?”, jadeó Shuno, retrocediendo ante las miradas.

“Soy el Abad”, anunció el anciano en un tono suave. “Beter, recibimos un aviso de que no vendrá hoy y que deberíamos pedirles a estos dos que comiencen a trabajar sin él”.

“Entendido”, dijo Beter asintiendo.

“Me disculpo por el breve saludo, pero debo irme”. El Abad dio un breve agradecimiento y salió rápidamente de la habitación.

Ix esperó a que la puerta se cerrara y luego preguntó: “Lo que acaba de decir, ¿Quiso decir que el artesano no vendrá? Aunque pensé que esta tarea era para nosotros tres…”.


“Sí, ese es el caso. Parece que está ocupado con otra tarea en este momento”, respondió Beter, asintiendo.

“Pero también dijo que siguiéramos adelante con el trabajo, ¿No es verdad? Lo que significa que estas personas aquí alineadas” -Shuno chasqueó los dedos- “¿Son las personas para las que vamos a hacer bastones?”.

Los monjes asintieron en silencio.

“…Uh, esperaba una respuesta más enérgica”, dijo Shuno.

“Vas a hacer que se enojen de nuevo”, dijo Ix con un resoplido.

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