Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Una vez terminada la elaboración de los bocadillos, el grupo estaba listo para cazar hongos. Cada uno de los miembros del consejo estudiantil fue a terminar sus preparativos de última hora antes de reunirse en la entrada principal de la academia. En ese momento todos, excepto Mia, estaban presentes, y el grupo se preguntaba dónde se había metido su presidente cuando lo vieron. A lo lejos se veía la silueta que se acercaba lentamente de… ¡un hongo!

En realidad era Mia, por supuesto, pero sobre su redonda cabecita había un sombrero blanco con forma de hongo. Llevaba una camiseta gruesa de manga larga y unos pantalones igual de gruesos, que se metían dentro de un par de botas de caza lo suficientemente resistentes como para escalar montañas.

Alguien dejó escapar un asombrado “¿Eh?”. Nadie sabía quién, pero la mirada igualmente estupefacta de sus rostros los convertía a todos en probables culpables. Su atuendo era así de raro.

“Bueno, hola a todos. ¿No es un día maravilloso para buscar hongos?”, preguntó una radiante Mia.

Citrina fue la primera en hablar. Y enseguida expresó la pregunta candente que todo el mundo tenía en mente.

“Um… ¿Su Alteza? ¿Qué es exactamente… ese traje?”

“Ah, Rina.”

Mia miró a Citrina y, al ver que llevaba su uniforme habitual, esbozó una sonrisa triunfal.

“Este verano, verás, me ha proporcionado la rara oportunidad de experimentar lo que es estar varada en una isla desierta.”

“¿Eh? ¿Estuviste varada en una isla desierta?”

“Sí, durante el crucero con Esmeralda. Fue… una experiencia de aprendizaje, por decir lo menos. Y bastante estresante. Pero me enseñó algunas cosas, una de las cuales es que cuando estás en las montañas o en los bosques, la piel desnuda es un gran no-no”, dijo Mia con la sonrisa paciente de un profesor que explica los peligros de un comportamiento imprudente a un niño impulsivo. “Cuando dejas la piel expuesta en el bosque, puede que te piquen los bichos o te arañen las ramas, ¿verdad? Por eso lo prudente cuando se va al bosque es llevar siempre manga larga y pantalón largo.”

“P-Pero, hoy nos quedaremos cerca de la entrada del bosque…”

“La entrada del bosque sigue siendo el bosque. Nunca se puede ser demasiado cuidadoso. Subestimar las dificultades de una actividad lleva a una planificación descuidada, y la planificación descuidada es la forma en que te tropiezas con problemas sorpresivos. La prudencia y la preparación son la clave para mantenerse seguro al aire libre.”

La legitimidad de su discurso, ciertamente sensato, sobre la seguridad se vio desgraciadamente socavada por su vestimenta, que no hacía más que gritar “Mírenme, soy una guía de hongos veterana”. Muchos en el grupo dedujeron correctamente que tenía toda la intención de adentrarse en el bosque. Citrina era una de ellas. Su expresión se quedó en blanco durante una fracción de segundo antes de volver a su sonrisa habitual.

“Entiendo. Su Alteza es muy inteligente. Prudencia y preparación, ¿no?”

“Absolutamente. Hay un método para estas cosas. Un acuerdo tácito entre el hombre y el hongo. Le harías un flaco favor a los hongos si entraras sin estar preparado”, declaró con aire majestuoso, como si fuera una especie de oráculo de los hongos aquí para hablar a los humanos en su nombre.

Citrina miró a la falsa deidad de los hongos y se encontró con dos opiniones.

Está claro que quiere adentrarse en el bosque… pero, ¿por qué? ¿Es porque quiere ver los hongos Belluga de las que le hablé? ¿O porque… se ha enterado de lo otro?

Mantuvo su dulce sonrisa mientras reflexionaba sobre esta posibilidad.

No… No puede ser eso. Probablemente sólo tenga curiosidad por los hongos Belluga, en cuyo caso fue claramente una mala jugada por mi parte. No debería haberlas mencionado.

Pedirle a alguien que tenga cuidado o que se aleje de algo también llama la atención. A veces, la mejor manera de ocultar algo es que no se mencione. Sin embargo…

Oh, bueno. Estaré con ella todo el tiempo. Si intenta adentrarse en el bosque, le indicaré sutilmente otra dirección. Además, esos están en el fondo de un acantilado. A menos que sepa exactamente dónde buscar, es casi seguro que no los encontrará…

Sus pensamientos fueron interrumpidos por Bel, que se acercó a ella riendo.

“¿Estás emocionada, Rina? Estoy muy emocionada.”

Al igual que Citrina, llevaba su uniforme.

“Nunca he ido a buscar hongos. ¿Y tú?”, preguntó Bel con una brillante sonrisa.

“Hmm… Nunca con un grupo tan grande. También es la primera vez para Rina”, respondió Citrina antes de notar algo en la bolsa de Bel. “Ah… Eso es…”

Un pequeño amuleto, idéntico a la troya que había recibido de la chica el otro día, colgaba de su lado.

“Oh. Hehe, esperaba que pudiéramos tener amuletos a juego, así que hice otro.”

“Supongo que debería haber traído el mío también. Lo siento. No quería que algo tan precioso se ensuciara, así que lo dejé en mi cajón.”

Bel la miró divertida y soltó una risita.

“Qué tonta eres, Rina. Precioso o no, todo se ensucia en algún momento. Sólo tienes que ponértelo y divertirte. Ni siquiera te preocupes. Si se rompe o se pierde, te haré otro.”

Miró esa sonrisa pura y confiada en la cara de Bel. Algo se agitó en ella.

Lo que sea. Nada de eso importa.

Con un movimiento de cabeza, descartó el sentimiento incipiente.

“Gracias, Bel. Empezaré a usarlo cuando volvamos.”

Como de costumbre, hizo que su rostro floreciera en una sonrisa encantadora.